lunes, 28 de febrero de 2011

El Estado Laico y sus Malquerientes

El Estado laico: el gran logro de los liberales mexicanos del siglo XIX, que obtienen la separación de la Iglesia, entonces rigurosamente en singular, y un conjunto de instituciones y leyes, en primer término educativas. En el proceso de la implantación de la laicidad intervienen guerras civiles, guerras de intervención extranjera, ataques desaforados contra la tolerancia, reivindicaciones de la educación pública, lucha contra las inercias y los prejuicios históricos, enfrentamientos a los poderes del clero y los terratenientes. No obstante dos retrocesos, entre la Constitución de la República de 1857 y Las Leyes de Reforma, y la Constitución de 1917, el impulso laico de liberalismo radical y del humanismo militante se impone en lo social, lo cultural y lo político. Y al país lo integra la secularización.

Desde hace décadas, la derecha (que sí existe, y es cada vez más ambiciosa, represiva y vociferante) se obstina por “redefinir”, sinónimo de “hacer retroceder”, el Estado Laico, en pos de una teocracia-a-sus-horas, acorazada tras las prohibiciones y ansiosa de cumplir sus tres propósitos: devolver a México al Redil, instrumentar la educación religiosa en las escuelas públicas, y “rejuvenecer” los prejuicios. Hasta el momento, han fracasado en todas sus batallas culturales, y en su papel de enemigos jurados de la laicidad y el laicismo no han ido más allá del status de malquerientes hipócritas. Insisten, sin embargo, y el peligro del retroceso no desaparece, pero la secularización no está definitivamente en riesgo.

Carlos Monsiváis

EL CAFÉ PARIS CENTRO DE REUNION DE UNA GENERACION de LOS CONTEMPORÁNEOS

Los cafés del Centro Histórico
El Universal

Ciudad de México

martes 01 de enero de 2008

No hay salones literarios, los nostálgicos disponen de librerías y los avasallados por la política cuentan con cafés. Octavio Paz Frecuenta uno: Durante más de quince años, de 1930 a 1945, El Café París fue uno de los centros de la vida literaria y artística de la Ciudad de México. El Café Paris, ubicado en la Calle Gante y 16 de septiembre, que hoy se hace llamar el Bar Lux.


Los establecimientos han cumplido un papel preponderante no sólo entre los citadinos sino entre la clase intelectual mexicana, asidua visitante de estos sitios.


Desde tiempos de la Colonia, los cafés del Centro Histórico han cumplido un papel preponderante no sólo entre los citadinos sino entre la clase intelectual mexicana, asidua visitante de estos sitios a los que han dado prestigio.


La Guía Literaria del Centro Histórico, elaborada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes recuerda entre estos establecimientos al Café Colón, el Tacuba, el París, el Cazador, el Veroloy, la Casa de los Azulejos, la Puerta del Sol, La Gran Sociedad y El Gran Café.


Por su cercanía con el Palacio de Bellas Artes, la antigua Casa de los Azulejos es el corazón literario del Centro Histórico edificada en 1524, propiedad de Hernando de Ávila y luego de la condesa del Valle de Orizaba, a quien se debe su aspecto actual y el nombre.


En 1892 (aunque Sanborns hermanos establece que ocurrió en 1881), esta joya del barroco mexicano dejó de ser un palacio, para ser convertido en el "Jockey Club" , donde se reunía la sociedad aristócrata del porfiriato hasta 1915, cuando Venustiano Carranza la expropió luego de que Victoriano Huerta celebarara ahí la muerte de Francisco I. Madero durante la Decena trágica.


Fue por dos meses Casa del Obrero Mundial y luego recuperada por su último dueño, Francisco Yturbe, quien posteriormente la arrendó a los hermanos Sanborns, quienes la convirtieron en droguería y la cafetería que es hasta la fecha.


Como tal, fue lugar de reunión de los modernistas (Manuel Gutiérrez Nájera, Justo Sierra, Salvador Díaz Mirón y Manuel José Othón); los ateneístas (Angel Calderón de la Barca, Andrés Quintana Roo y José de la Cortina); los contemporáneos (Carlos Pellicer, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia) y los autores del medio siglo (Inés Arredondo, Juan García Ponce, Sergio Pitol y Tomás Segovia).


El Café París, que en varias épocas cambió de nombre a "El Popular" y "La Pagoda" , localizado en la calle de 5 de Mayo 10 y Filomeno Mata, fue el lugar favorito de la pintora Frida Kalho, y de los poetas Pablo Neruda, Alí Chumacero, Andrés Henestrosa y Celestino Gorostiza, por mencionar a algunos de sus célebres visitantes.


El original Café París, ubicado en la calle de Gante 21, donde hoy se localiza el Salón Luz, fue el lugar de reunión de los surrealistas como Octavio Paz, André Bretón y Remedios Varo, así como de los poetas Antonin Artaud y César Moro.


Octavio Paz, Elena Garro y José Luis Martínez, también hicieron del famoso Café Tacuba (Tacuba 28) su sitio de reunión.


En las tardes era también lugar para la bohemia teatral de personajes como el dramaturgo José F. Elizondo y ya entrada la noche, los artistas de la radio continuaban la tertulia.






Los escritores románticos, como Guillermo Prieto, Fernando Calderón, Manuel Carpio, Ignacio Rodríguez Galván y Manuel Payno, preferían reunirse en el Casino Español, que antes fuera el Café Veroly, luego, en 1842, el Café Progreso y después Café y Restaurante Inglés.


Algunos de estos comercios ya fueron demolidos y junto con ellos, su historia, tal es el caso de el Gran Café La Concordia, que se localizaba en la esquina de Madero e Isabel la Católica, donde en 1868, Manuel Payno, Ignacio Ramírez, Manuel Puga y Acal Brummel, fueron asiduos clientes, hasta 1906, cuando dejó de existir.


Lo mismo ocurrió con el café La Gran sociedad, demolido en 1898, y que frecuentaban Juan Díaz Covarrubias, Fernando Orozco y Berra, así como Manuel M. Flores.


Otros dos lugares de este tipo fueron los cafés El Cazador, localizado en Madero 73, hoy Hotel Majestic, y La Puerta del Sol, ubicado en 5 de Mayo, local al que era asiduo el poeta Renato Leduc, quien gustaba de disfrutar un "Pancho Villa" (refresco de naranja con tequila) mientras escribía sus poemas.

domingo, 27 de febrero de 2011

Libro de cabecera II

Ésta es otra maravilla que, a base de parodiar el sentido del oximoron y como tema el cine, la pobreza y una lista larguísima de mujeres, hace de Guillermo Cabrera Infante un deleíte sobre éstas páginas. Son más de 400, pero no se aburre uno para nada. Hay aquí como unos puntos ciegos que, conforme avanza la lectura, uno dice, por ejemplo: "caray, ¿por qué siento que ando pensando en ésta palabra o éste nombre?" Y eso sucede cuando uno está lejos del libro, pero llega uno a la palabra y dice: "maldito Cabrera hijo de su madre!" Minuciosamente narrada, sin embargo es una escritura no empartentada con el barroco (en el sentido de no dejar vacíos conceptuales ni de autoironía). Cabrera Infante se burla de sus mujeres antes de la estocada final (que ya sabe o la supone) antes de terminar la obra. DEFINITIVAMENTE hay que leerla.

viernes, 25 de febrero de 2011

Bertrand Russell, el caballero de la lógica

Mario Marotti
En referencia a lo que ocurre en otros países, en Viaje al centro de la fábula el escritor guatemalteco Augusto Monterroso escribió: “En Inglaterra y en Estados Unidos las ideas de Bertrand Russell podían ser perseguidas, pero no sus testículos.” Tal afirmación debe ser matizada, ya que por sus consejos a los jóvenes sobre cómo evitar ir al frente y su activismo antibélico durante la primera guerra mundial a Russell se le retiró el pasaporte, fue embargado, despedido del Trinity College –quizá lo que más le dolió– y enviado a prisión. “Mucha gente prefiere morir antes que pensar; de hecho, lo hace”, llegó a decir. Tampoco sería la última vez que visitaría la cárcel.

A lo largo de sus noventa y siete años de vida, Russel –que de pequeño estuvo sentado en el regazo de la reina Victoria y llegó a ver a los astronautas del Apolo XI en la Luna–, fue ante todo un hombre apasionado. Catalogado de héroe casi con la misma frecuencia que de inmoral o tonto, cierto grado de inocencia lo hacía, a veces, ponerse en la línea de fuego de individuos de talentos infinitamente menores que el de él. Pero ni sus detractores podrían negar la lealtad que hacia sus convicciones mostró a lo largo de su existencia.

Excepcional en más de un sentido, Russell fue, desde 1897 hasta 1913, un notable matemático y lógico conocido por su refinamiento al cálculo de predicados introducido por Gottlob Frege (base de la lógica contemporánea). Como filósofo, su obra canónica se centra en el período 1905-1921 y se le considera, junto con G. E. Moore, fundador de la filosofía analítica; pero su fama –y sus premios, incluido el Nobel– los obtuvo por sus escritos sobre diversos temas (el matrimonio, la libertad sexual, los derechos de las mujeres, la religión), abordados desde un punto de vista fuertemente humanista, inteligentes y llenos de humor, a veces con disquisiciones de gran desparpajo. Hablando de la gula llegó a decir: “Es un cierto pecado vago, pues es difícil decir dónde el interés legítimo por el alimento cesa y se empieza a incurrir en culpa. ¿Es malo comer algo nutritivo? En ese caso, caeríamos en el riesgo de condenarnos cada vez que comemos una almendra salada.”

En cierta ocasión, interrogado acerca de por qué nunca había escrito nada sobre estética, contestó que no sabía nada del tema, para enseguida agregar: “Pero no es una buena excusa, porque mis amigos dicen que eso no me ha disuadido de escribir sobre otros temas.” Dispuesto siempre a pensar, nunca a repetir lo que decían otros, agradecía profundamente cuando alguien le hacía ver sus errores. Para él como filósofo de mentalidad científica, la obstinación no era una virtud: “Yo no quiero que las personas crean dogmáticamente en ninguna filosofía, ni siquiera en la mía.”

Russell contrajo matrimonio cuatro veces y tuvo tres hijos. Su primer amor fue la hermosa Alys Pearsall Smith (se casaron en 1894), mujer de profundas convicciones e intrépida activista a favor de varias causas. Tras una larga etapa de separación en la cual tuvo varias amantes, entre ellas Lady Ottoline Morell y Constance Malleson (nombre real de la actriz Colette O’Neil), se casó en 1921 con Dora Black. Se separaron en 1932. Cuatro años después se casó con Patricia Spence. Tras esa compleja vida emocional, ya octogenario, pudo encontrar con Edith Finch la armonía conyugal que buscó durante toda su vida.

Tras la muerte de su hermano en 1931, Bertrand se convirtió en conde, título que según confesó le “resultó muy útil para hacer reservas de hotel”. Entre sus amigos se destacaron H. G. Wells, Joseph Conrad, E. M. Forster, T. S. Eliot y George Bernard Shaw. Con D. H. Lawrence la relación fue intensa pero efímera. Al principio Russell lo encontró fascinante pero después decidió apartarse de sus ideas antidemocráticas. Durante la primera guerra, las cartas de Lawrence fueron haciéndose cada vez más hostiles: “¿De qué sirve vivir como vive usted? No considero buenas a sus clases. ¿Lo son? ¿Es bueno quedarse en la maldita nave arengando a los peregrinos? ¿Por qué no se tira por la borda? Uno debe ser un proscrito hoy día, no un profesor o un predicador.” Russell opinaba que Lawrence no deseaba un mundo mejor; sólo estaba interesado en monologar sobre lo malo que era éste.

CRECIENDO CON LA GEOMETRÍA

Matemático, filósofo y crítico social, casi podría decirse que en ese orden a lo largo de su vida, Bertrand Arthur William Russell nació el 18 de mayo de 1872 en Trelleck, Gales, Reino Unido. De familia aristocrática, quedó huérfano a temprana edad; su madre y su hermana murieron de difteria, y su padre, al no poder soportar esa tristeza. Bertrand y su hermano mayor Frank fueron llevados a vivir a Pembroke Lodge, la residencia donde, por favor real, vivían sus abuelos. Lord John Russell había sido primer ministro y murió poco después, quedando la crianza de los niños a cargo de Lady Russell. Aunque conservadora en lo religioso, la condesa tenía una mente abierta en cuestiones tales como el darwinismo o los derechos de los irlandeses.

Educado en casa por tutores, Bertrand tuvo una infancia solitaria. Los jardines y la biblioteca eran sus lugares predilectos; allí leyó las obras de su padrino John Stuart Mill y descubrió a su adorado poeta romántico Percy B. Shelley. Fue Frank quien los indujo a la geometría. Aprender sin esfuerzo lo que su hermano le enseñaba, le dio confianza y terminó determinando su futuro: “A partir de este momento hasta que con Whitehead terminé Principia Mathematica, ya con 38 años, las matemáticas fueron mi principal interés y mi principal fuente de felicidad.”

Russell ingresó en 1890 al Trinity Collage de Cambridge. Su examinador fue Alfred North Whitehead, quien más tarde sería su colaborador. Disgustado con la forma como la matemática se enseñaba en Cambridge, el joven Russell terminó encontrando un mejor estímulo intelectual en la lectura de Platón, Spinoza y Hume. Tras graduarse viajó a Francia y permaneció unos meses como agregado en la embajada en París. Su primer libro de matemáticas data de 1897; más tarde sostendría que esa obra temprana, fuertemente influida por Kant, carecía de valor. Interesado en los fundamentos de la aritmética, se puso a estudiar los trabajos del matemático italiano Giuseppe Peano a quien había conocido en un congreso en París.

EL PROGRAMA LOGICISTA

Tradicionalmente, las matemáticas empleaban conceptos (número, límite, infinito) sin definiciones precisas que permitieran su total comprensión. Hacia 1820 se había iniciado un proyecto de formalización en el cual, a finales del siglo, trabajaban, entre otros, Dedekind, Cantor y Peano. En esa línea, el principal referente del logicismo (la opinión de que el estudio de las matemáticas puede ser reducido formalmente al estudio de la lógica) era el alemán Gottlob Frege quien, en 1901, tras más de veinte años de trabajo cree, por fin, haber logrado una solución a la fundamentación lógica de la matemática usando la teoría de conjuntos.

Fue estudiando los trabajos de Cantor que Russell descubrió la paradoja que hoy lleva su nombre. Al principio creyó ver en ella sólo una curiosidad, un nuevo y divertido desafío, pero cuando un año después seguía sin poder resolverla, comprendió que estaba frente a un problema mucho más serio. Al comentarlo con Whitehead, éste le dijo: “Nunca más habrá una alegre y confiada mañana.” En junio de 1902, Russell le escribió a Frege para comunicarle su descubrimiento: si la teoría de conjuntos es contradictoria, no se podría confiar en ninguna demostración matemática basada en ella. Frege recibió la misiva justo unos días después de haber enviado a la imprenta el segundo volumen de su Grundgesetze der Arithmetik (Las leyes básicas de la aritmética). Inmediatamente vio la dificultad pero, incapaz de resolverla, sólo atinó a añadir un apéndice en el cual, apresuradamente, discutía el asunto. En esa nota, posiblemente la más dolorosa en la historia de las matemáticas, admitía: “Difícilmente pude haber algo más indeseable para un científico que ver el derrumbe de sus cimientos justamente cuando la obra está acabada. La carta del Sr. Bertrand Russell me ha puesto en esta situación.”

Tras un esfuerzo intelectual que juzgo tremendo, Russell encontró una solución para el problema. Hilbert, Zermelo y Fraenkel propusieron otras, pero el programa logicista había quedado herido de muerte. El golpe de gracia se lo daría años más tarde Kurt Gödel, cuando demostró que los sistemas formales son incompletos (no pueden demostrarse todos los teoremas verdaderos) o son contradictorios. Esas dificultades han obligado a los lógicos a limitar el alcance de sus teorías.

Todas esas cuestiones serían finalmente desarrolladas por Russell y su ex profesor Alfred Whitehead en Principia Mathematica (tres volúmenes, 1910-1913). Al completar la obra después de una década de duro trabajo, Russell se sintió exhausto (luego diría que nunca pudo recuperar completamente sus facultades intelectuales debido a ese agotamiento). Además, la editorial rechazó su publicación aduciendo posibles pérdidas económicas. La Royal Society colaboró, pero los propios autores tuvieron que poner 50 libras cada uno. Diez años después, aún no habían logrado recuperar esa inversión.



Bertrand Russell presidiendo la campaña para el desarme nuclear (CND), en las calles de Londres en protesta por la adopción de armas nucleares, 1961

Hoy el libro es considerado el trabajo en lógica más importante que se haya escrito desde los tiempos de Aristóteles; no hay biblioteca universitaria que no posea un ejemplar. Probó ser una obra maestra del pensamiento racional, de gran influencia, no sólo en otros campos de la filosofía como la metafísica y la epistemología, sino también en áreas tan diversas como la economía, la lingüística y la informática. Los autores lograron expresar la moderna lógica de predicados con una claridad que Frege y los lógicos anteriores no había podido lograr. De hecho, Frege hubiera permanecido en la oscuridad si Russell no hubiera rescatado su trabajo.

MATEMÁTICAS Y FILOSOFÍA

Russell también utilizó estas herramientas para aclarar algunas cuestiones filosóficas. Mediante el análisis lógico, intenta descubrir en qué medida el conocimiento es posible. Para él, la imprecisión no es una característica del mundo, sino de la lengua. Por ello estaba obsesionado con la idea de poder crear un lenguaje simbólico perfecto que eliminara las trampas del lenguaje ordinario, situación que a menudo metía a los filósofos en problemas. Fue a través de esa reformulación que encontró la solución de varios desafíos de la lógica de entonces. Uno de ellos se refiere al funcionamiento de la ley del tercero excluido; un ejemplo clásico es el valor de verdad que pudiera tener la frase: “El actual rey de Francia es calvo.” Ésta debiera saldarse como verdadera o falsa, pero implícitamente supone la existencia de un rey de Francia cuando se sabe que Francia no tiene rey. Usando el cuantificador existencial, Russell delimitó la validez de esas proposiciones modificando la frase a: “Existe un rey de Francia y es calvo.” (Sobre usos del lenguaje hay una graciosa anécdota: cierta ocasión le espetó a una verdulera “¡Paralelepípedo!”, provocando la furia de la mujer que consideró que había sido insultada.)

La influencia de Russell en casi todos los filósofos posteriores fue grandiosa. Como recordaba Willard van Orman Quine en 1966: “Creo que muchos de nosotros nos hemos sentido atraídos a nuestra profesión por los libros de Russell.” Esa influencia se destaca, particularmente, en la obra de su alumno: Ludwig Wittgenstein. Hombre depresivo, Wittgenstein ocupaba todo su tiempo y lo agotaba, pero Russell estaba fascinado con el joven austríaco a quien consideraba un genio y veía como su sucesor. Lo ayudó consiguiéndole becas (y años más tarde un puesto en Cambridge) y lo alentaba a terminar su Tractatus Logico-Philosophicus (mientras Russell estaba preso en Brixton en 1918, Wittgestein daba forma a su libro como prisionero de guerra en Monte Cassino). Tras varios rechazos editoriales, Wittgenstein le pidió que escribiera una introducción con el fin de valorizarlo. Lo hizo con gusto, para sólo obtener la queja de que no lo había entendido bien. Con el tiempo, Russell llegó a discrepar con el trabajo posterior de su alumno. La filosofía analítica había dado un vuelco hacia el análisis del lenguaje ordinario; Wittgenstein se sumó a esa corriente, la llamada Escuela de Oxford, que según Russell estaba más interesada en juegos de palabras que en la investigación filosófica. A su vez, Wittgenstein calificó a sus escritos de superficiales y recomendaba no leerlos.

La herencia de Russell también se hace patente en los positivistas lógicos del famoso Círculo de Viena (entre ellos Rudolf Carnap) para quienes las afirmaciones metafísicas carecen de contenido (postura que Borges supo expresar muy bien en uno de sus cuentos: “la metafísica es una rama de la literatura fantástica”). Aunque a lo largo de su vida sintió gran simpatía por ellos, Russell nunca fue un positivista. No rehusaba la metafísica, al contrario, sentía gran afinidad por ella; nada más quería limitar sus excesos.

Esa concepción amplia de la filosofía provenía en parte de su origen idealista. De fuerte influencia hegeliana, la doctrina del idealismo sostiene que todos los objetos y experiencias son fruto del intelecto. En Los problemas de la filosofía (1912), Russell intentó refutar esa corriente para terminar, en cierta medida, convertido en uno de los herederos del viejo empirismo británico (Locke, Hume) que pretendía reducir todo contenido cognitivo a la experiencia sensorial. Una última posición, desarrollada hacia 1913, fue su defensa del monismo neutral, opinión de que el mundo se compone de un solo tipo de sustancia, que no es exclusivamente mental ni tampoco física.



Foto: Juergen Corleis

Russell cambió sus posiciones filosóficas numerosas veces a lo largo de su vida, pero cierta metodología en el abordaje de los temas, tanto científicos como filosóficos, permaneció constante, y de alguna manera unificó sus puntos de vista con respecto a la metafísica y a la epistemología. Aunque partidario del método científico, creía que la ciencia sólo obtiene respuestas provisorias: “La ciencia en ningún momento está totalmente en lo cierto, pero rara vez está totalmente equivocada y tiene en general mayores posibilidades de estar en lo cierto que las teorías no científicas.” Fascinado por los avances de la física, dedicó algunos libros a su divulgación, el más conocido de los cuales es El ABC de la relatividad.

SOCIEDAD Y RELIGIÓN

Poco después de la primera guerra, las investigaciones de Russell se vieron interrumpidas. En 1916 había sufrido el primer revés por su actitud pacifista: fue multado y, como no pagó la suma, le remataron la biblioteca, pero sus amigos lograron rescatar los libros. Dos años después (mientras estaba preso), escribió su último trabajo significativo en matemáticas, Introducción a la filosofía matemática (un divorcio más en su compleja vida pasional); según su propio comentario, su trabajo en lógica lo había dejado agotado. Los ataques de Wittgenstein lo afectaron tanto que tampoco pudo volver a escribir de filosofía; recién volvería a ella en 1940.

Debido a la imposibilidad de ejercer la docencia en Gran Bretaña, el retiro de su pasaporte (que lo hizo perder un ofrecimiento de la Universidad de Harvard) y la cárcel, Russell comenzó a ganarse la vida a través de la publicación de una serie de libros que, si bien lo pusieron en el centro de la controversia (aun más que su pasaje por la prisión), se fueron convirtiendo en su principal fuente de ingresos y de popularidad. Con un estoicismo que sólo los ingleses pueden tener, comentaba: “Puede parecer curioso que la guerra haga rejuvenecer a alguien, pero en realidad me sacó de mis prejuicios y me hizo pensar nuevamente en una serie de cuestiones fundamentales.”

Russell consideraba que “en todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras”. En Sobre la educación (1926), destaca la importancia de ésta para el progreso social. Para él, todo profesor debe intentar hacer crecer en sus alumnos la tolerancia que surge de intentar comprender a los otros: “Uno de los defectos de la educación superior moderna es que hace demasiado énfasis en el aprendizaje de ciertas especialidades y demasiado poco en un ensanchamiento de la mente y el corazón por medio de un análisis imparcial del mundo.”

En su libro más controvertido, Matrimonio y moral (1929), se expresa sin tapujos a favor de la libertad sexual. “Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos”, decía. Allí, cuestiona las nociones morales sobre sexo y se manifiesta partidario del divorcio siempre y cuando el matrimonio no tenga hijos. En tal caso, su opinión era que los padres deberían permanecer casados y ser tolerantes hacia la infidelidad. Esa posición era un reflejo de su vida en ese momento: su esposa Dora había quedado embarazada de un amante, el periodista americano Griffin Barry. En La conquista de la felicidad (1930), obra enmarcada en la larga tradición del estoicismo, que hoy seguramente podría ser colocada en los estantes de autoayuda, escribió: “Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.” Allí también afirma: “Cuantas más cosas interesen a alguien, más oportunidades de ser feliz tendrá.” En Por qué no soy cristiano (1927) y Religión y ciencia (1935), Russell trata el tema de la religión y fundamenta su agnosticismo filosófico.

POLÍTICA Y PACIFISMO

Russell, que inicialmente expresó sentir mucha simpatía por los objetos del “experimento comunista”, cambió de opinión tras su visita a Moscú en 1920. Allí se entrevistó con Lenin, pero el líder soviético lo decepcionó. Russell manifestó que los métodos usados eran intolerables y que los resultados no justificaban el alto precio que esa sociedad estaba pagando. “El tiempo que pasé en Rusia fue una pesadilla cada vez mayor –escribió– la crueldad, la pobreza, la sospecha, la persecución, estaba en el aire que se respiraba.” Tras la muerte de Stalin en 1953 suavizó esas opiniones al considerar que el liderazgo posterior era más propicio para la paz mundial.



Bertrand Russell con sus estudiantes de Princeton en 1944

Un año después volvió a partir, esta vez rumbo a China; impartió clases en Pekin –se dice que Mao Tse-Tung asistió a ellas– y se difundió la noticia de que había muerto. En realidad, todo el asunto se redujo a una mera pulmonía y a las dificultades de comunicación luego de que un periódico japonés comunicara su deceso. Al pasar por Japón al regreso, Dora entregó a los periodistas unas pequeñas esquelas escritas a máquina que decían: “El Sr. Bertrand Russell, habiendo muerto según la prensa japonesa, está imposibilitado de dar conferencias para la prensa japonesa.” El sarcasmo no cayó bien. Tras regresar, la pareja fundó y dirigió la Beacon Hill School, una escuela experimental de corte progresista donde los niños se educaban en absoluta libertad, fuertemente influenciada por la contemporánea Summerhill, de A. S. Neill. Por este tema tuvo algunos enfrentamientos con las autoridades de la educación.

Para 1938, Russell viajó con su familia a Estados Unidos donde pudo volver al ejercicio de la docencia. Sobre sus clases en Chicago, Carnap recordaba: “Russell tenía la feliz habilidad de lograr una atmósfera en la que cada participante hacía lo posible por contribuir a la tarea común.” En 1940 protagonizaría otro escándalo: el City College de Nueva York lo contrató como profesor, pero se generó una fuerte polémica, con apasionadas protestas: se le reprochaban las libertinas opiniones sexuales que había expresado en Matrimonio y moral (la queja la inició la madre de una estudiante de otra carrera). Albert Einstein, John Dewey, Aldos Huxley y otros intelectuales lo apoyaron. Impedido nuevamente de dar clases, Russell retomó la escritura; Historia de la filosofía occidental fue su libro más vendido. Por esas fechas se manifestó a favor de la acción bélica en el entendido de que la expansión nazi debía ser frenada.

En 1944 fue restituido en su puesto en Cambridge. En 1948, con setenta y seis años de edad, sobrevivió a un accidente de aviación en Hommelvik, Noruega; cuenta la leyenda que escapó de la aeronave por sus propios medios, nadando con el sobretodo puesto. Al año siguiente, el rey Jorge VI lo condecoró con la Orden del Mérito; levemente incómodo por algunas de las actitudes de Russell a lo largo de su vida, el rey le dijo: “Usted se ha comportado de una manera poco apropiada algunas veces.” Russell solamente sonrió, para luego declarar que pensó en contestarle: “Es verdad, igual que su hermano.” El Premio Nobel de Literatura llegaría en 1950.

De ahí en más Russell sería conocido fundamentalmente por sus denuncias y por su defensa de la paz mundial. Junto a Einstein creó la primera Conferencia Pugwash que reunió a varios científicos preocupados por la escalada nuclear. Encarcelado nuevamente a los ochenta y nueve años por incitar a la desobediencia en relación a este tema, la cobertura mediática sólo sirvió para aumentar su reputación. Durante la crisis de los misiles de Cuba ofreció su mediación y, en 1966, junto a Jean Paul Sartre, organizó un Tribunal Internacional del Crímenes de Guerra –hoy conocido como el Tribunal Russell– para investigar las consecuencias de la acción militar de Estados Unidos en Vietnam.

Checoslovaquia, la situación de Aleksandr Solzhenitsyn y el destino del pueblo palestino estuvieron entre las últimas preocupaciones del hombre que alguna vez escribió: “Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y la compasión por el sufrimiento insoportable de la humanidad. Estas pasiones, como grandes vientos, me han llevado de aquí para allá en un curso caprichoso [...] Esta ha sido mi vida. Me ha parecido digna de ser vivida y la viviría nuevamente si se me ofreciera la oportunidad.” Murió de gripe el 2 de febrero de 1970.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La DOS FILOS 112


Apenas me llegó ayer y ya me la quiero devorar, ya me imagino lo bien que estará lo de Víctor Roura...

sábado, 19 de febrero de 2011

Observación VII

Cuando vayas en el metro, cansado como todos los días del pinchi trabajo y la pinchi escuela que te la sabes de memoria y el metro va hasta su madre de puta gente y es propenso el medio a las sensaciones más hostiles, a los vendedores de cuánta mierda posible hay, no te enojes y cambia de avión: vete al vagón de al lado y ahí ya la viste: sí porque ahí está, dibujando tus emociones en el aire, es hermosa la muy perra, no la toques después con sucesivas miradas de deseo (como haría yo) no le dediques tres mil poemas al instante (como haría yo), mejor piensa en Carlos Fuentes porque él sí es un pilar de nuestro país, no tú y tu musiquita y tu agüita cósmica y los viajes: no le digas con los pensamientos a esa perra amigable (porque es capaz que te los adivina) que has leído más de 10000 páginas de los mejores escritores vivos y muertos, que te dieron cuatro premios y vas por más, que conoces a los de verdad jodidos de Chiapas porque te fuiste a los caracoles y los viste y te enseñaron palabras básicas de tzeltal y mucho tiempo después aprendiste la lección, no te dediques a pensar que te has subido a los camiones de dos pisos de color rojo de Londres, no te dediques a pensar que te gustó las Ramblas de Carcelona por tantísimo puto arte que hay ahí, no te dediques a pensar que tu revives del suelo a diario a Henry Miller y que odias a Bukowski, no te acuerdes que ya te conoces el infierno y de allá saliste triunfante... y el demasiado diablo y la demasiada muerte, no te acuerdes de la ex ni de la que ahora tienes, porque capaz que si avanzas y le quieres hablar, capaz que te alcanzo y te la gano mundano, así que al tiro.

martes, 15 de febrero de 2011

Divertimentos de Gargantúas para los y las mundanas..

Acto seguido el adelantado fue recluido contra su voluntad en el hospital psiquiátrico "La querencia". La querencia, consultando el María Moliner (uno de los mejores diccionarios de la lengua española), significa: "inclinación hacia alguien o algo/ tendencia de personas y animales a volver al lugar donde se criaron". Por supuesto, el adelantado prefería la primera noción de la palabra, ya que su pasado era oscuro y remoto y además, en el no se encontraba la conejita feroz. El adelantado tenía las cosas poco claras, ese día llegó a la madrugada faltando a la primera regla de la cortesía que indica que la hora adecuada para visitar a alguien son las horas de oficina, es decir, cuando todo mundo está sentado en su escritorio escondiendo una torta en el cajón, como las de doña Lupe, que por su lado, hacía muy buenas tortas. Llegó pues el adelantado, fiel a su nombre de pila, a las tantas de la madrugada y dicen que desde ese momento le fueron arrancadas las agujetas de los zapatos y el cinturón, operación que llevaron a cabo "Los guardias blancas", al reconocer la mala hora de llegada del adelantado, y eso que el adelantado venía completito, con gabardina negra y muy orgulloso de sus botas pues con ellas había vagabundeado por Palenque, Puerto Vallarta y anexas. Una vez desposeído de sus agujetas, el adelantado fue conducido, no con volante pero si por la fuerza hacia la sala de estar, la sala de estar, como bien decía su nombre, se componía de una televisión y unos sillones tan feos que el adelantado ya no tuvo deseos de ser conducido, pero le dijeron "¡Cómo que no tarzancito!" y el adelantado llegó a la que sería su futura covacha: un cuarto de cuarta categoría (quitando las tres primeras en las cuales la buena es la primera, la regular es la segunda y la tercera es la horrible). Llegó ahí el adelantado y dicen que le valió madre y tuvo a bien dormir durante tres días, en los que solo se paraba a tres diferentes tiempos a los cuales después denominó como "la hora feliz" a cada uno, pues eran las horas en las que llegaban los alimentos y el adelantado podía abrir la boca sin tener que decir ninguna de sus arrogancias ni sus ironías y sus soberbias de las cuales afortunadamente no había sido despojado y podía meterse los alimentos a la boca y luego de un breve cerrar y machacar de dientes en feroz combate contra la lengua, ingerirlos allá muy abajo en la región denominada estómago, zona por demás peligrosa ya que el adelantado creía que de ahí salían voces y le preocupaba que esas voces pudieran hablar siendo que el tenía su boca llena con los posteriores alimentos que caían en esa región de su aparato sexual-visual conocido en forma íntegra como cuerpo.


Durante esas horas felices el adelantado compartía sus alimentos con el intendiente y con un brutal desconocido del cual nunca se supo nombre ni razón, por lo cual no se consignan. El intendiente era todo un personaje en la mala extensión de la palabra, porque la palabra personaje en el intendiente tomaba la forma deforme de un cuello contorneándose a la hora en que de su boca pasaban los alimentos a la muy suya región de su cuerpo que el intendiente puede denominar como quiera. "Es que no puedo oler bien", se quejaba el intendiente, pero a pesar de todo siempre estaba de buen humor, y caminaba por ahí sin que nadie pudiera ver los movimientos de su cuello, que la verdad ni Jim Carrey. Posteriormente, por las mañanas se decretó que el adelantado, el intendiente y el brutal desconocido podían salir al solar y el adelantado comenzó a atar cabos: "salir, solar, sol, sol, Sol." Y ahí le quedó el gusanito, pero no la cerveza.

Durante esos breves ratos de esparcimiento, el adelantado se dedicó a la estrategia, y nunca hacía caso de las doctoras que decían: "ándele don Marcos, póngase a hacer las actividades", pero el adelantado nada, nada que hacía sus actividades. Prefería jugar a la pelota, cotorrearse a las enfermeras y a los meseros (los encargados de orientar las actividades) etc. Después todos volvían a la sala de estar y ahí se quedaban hasta el día siguiente. Punto y seguido. Hasta que un día, denominado el mero día (no el 84 de octubre ni el 98 de diciembre) el adelantado llegó al solar a tomar el sol y venía muy contento porque realmente quería tomar el Sol y sentarse en una banca para hacerlo como se debe, pero antes de eso, percibió nuevos rostros entre las bancas y no olvidando su buena educación, se dispuso a saludarlos. "Hola, que tal" decía el adelantado a los rostros sonrientes hasta que de repente, en la esquina de una banquita se encontró con un rostro femenino muy peculiar en cuya mitad brillaban un par de ojos de mirada franca e intensa que el adelantado no pudo calificar más que de "Muy Notables" y vaya, vaya si eran muy notables. "Tu te ves muy bien, no sé por qué estás aquí en la querencia", quiso decirle el adelantado. Y también quiso decirle "Estás preciosa". Pero le dio pena y no lo dijo. Vaya usted a saber por qué le dio pena al adelantado, suponemos que es porque se chiveava ante la belleza, pero la susodicha dijo: "me llamo Sol" Y desde entonces el adelantado se dedicó a tomar el sol más en serio. Tan en serio que comenzó a bailar con ella, (la susodicha era la que le enseñaba, porque el adelantado no sabía y hasta estos momentos no sabe nada del baile, aunque eso sí, le gusta improvisar). Para esto de improvisar, el adelantado se pinta solo  y, para acabarla de molar, gana, por ejemplo, ante la conejita feroz, mucho tiempo después: véase una playa desierta, un costeño con acento de costeño y al adelantado ingiriendo tal cantidad de cerveza que ya no se puede saber si es por placer o por masoquismo, y ahí está que el costeño, viendo crecer el oleaje, les dice a él y a la conejita feroz que se vayan los tres en lancha a pescar el ostión. El adelantado dice “órale”, mientras la conejita feroz dice, con su carácter adecuado para el momento: “no estoy de humor” pero a pesar de todo, se van, a contracorriente del mar y el costeño, llegando al lugar indicado, da al adelantado las instrucciones adecuadas, las aletas de buzo, el snorkel, mientras la conejita feroz se queda en la lancha y el adelantado y el costeño se van tras el ostión, cuya operación para encontrarlo debe permanecer secreta (¡No me jodan: es la doble historia!), pero el adelantado tres metros bajo el agua piensa que se muere y casi lo logra para beneplácito de sus enemigos literarios, pero piensa en el amor de la conejita feroz y triunfa, sale completito del agua 9 metros detrás de la lancha y se dice algo así como ¿qué hubiera pasado si me hubiera quebrado, si hubiera colgado los tenis? Afortunadamente, en la noche todos cenan ostión y el adelantado, fiel a su nombre de pila nuevamente, a la hora de dormir, supera a Tin-tán, porque ya no tiene qué decirle a la conejita feroz para qué sirven los ostiones. Conclusión: a punto de morder el polvo, siempre llegará la hora de un buen polvo…



2004

sábado, 12 de febrero de 2011

Con el futbol se muestran los vicios, mafias, pasiones y frustraciones de un país: Juan Villoro

PAULA CARRIZOSA-LA JORNADA DE ORIENTE PUEBLA, AYER.


“No soy un historiador del deporte, sino un interesado del futbol, la emoción mejor repartida en el mundo que es capaz de ser una muestra de los vicios, las mafias, las pasiones y las frustraciones de un país”, expresó el escritor Juan Villoro, quien fue invitado por el Consejo Puebla de Lectura y la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) para impartir la conferencia Balón dividido.

Villoro, ya sea porque escribe o porque habla del futbol, un tema “que es capaz de abrir conversaciones”; es muy querido en Puebla. Así se demostró el día de ayer, cuando abarrotó el salón Barroco del edificio Carolino con lectores y aficionados a ese deporte.

Como notó el escritor Sebastián Gatti, presentador de la charla, en México es difícil no saber del futbol: el chofer de un taxi, el peluquero, el estudiante que intenta formar parte de un grupo o el desconocido comienzan con ese tema para comunicarse con el otro.

Distinguió que Villoro es capaz de trasladar al lector hasta el lugar del juego, y que esa disciplina es parecida a lo que hizo Ernest Hemingway hablando de toros o a Julio Cortázar tratando de explicar el box.

“No importa por qué estemos aquí, lo importante será recordar que alguna vez oímos a Villoro, como los grandes, hablando del futbol”, dijo Gatti.

Tras una pausa, Juan Villoro tomó aire y comenzó con una larga conversación en la que mezcló algunas de las frases que se utilizan en el deporte –una gambeta, un tiro directo o un fuera de lugar– pues dijo que se sentía más en un estadio de futbol, como un jugador que trataría de convencer, por medio de su chispa, al aficionado.

Balón dividido, señaló, es una de las expresiones más “enigmáticas” que se utilizan en aquel deporte y que más se parecen a la literatura: se trata de una situación no resuelta entre dos adversarios que, usando los mismos argumentos, tratan de convencer al que lo escucha; muy parecido a lo que sucede entre lector y autor.
“¿Qué es lo que tiene el futbol que es capaz de distanciar a los matrimonios los fines de semana o convence a un hombre de pintarse el rostro?”, preguntó.

Luego, haciendo ademanes como si sostuviera un balón entre sus manos, expuso varias de las razones de por qué es tan atractivo este deporte.

La primera porque es un juego sencillo en sus reglas. La segunda, porque el equipamiento para jugarlo es simple: tan sólo basta poner unos suéteres en cada lado, o un par de piedras, e imaginar que son las porterías. Otra razón más, porque es el deporte “de gran democracia física”, es decir, uno no se imagina que un hombre chaparro y gordo pueda jugar como lo hizo Maradona, o que un hombre sin cuello y con andar de “pato” sea capaz de hilvanar “pases de oro” como lo hace Cuauhtémoc Blanco.

La cuarta, porque “va contra la evolución de las especies”, y es posible regresar al hombre a la era primigenia desde lo individual y lo colectivo. La primera, porque valora el juego como si fuera algo superior, y la otra, porque el hombre es capaz de gritar consignas, buscar el fuego que se hace en las gradas o llamar a su tribu de los 11. “Antropológicamente, es la venganza del pie sobre la mano: el hombre le regresa el poder a la parte de su cuerpo que ha sido olvidada por la civilización”, sostuvo.
La quinta razón tiene que ver con ese “resultado fulminante”, el cero a cero. Para Villoro, ese par de números tienen algo de moral, pues sociedades como la estadounidense no soportan el empate; así, “el futbol es una escuela de la resignación estoica”, pues no siempre está al parejo con la vida.
La sexta y última, porque es ejemplo del peor sistema de jurisprudencia en el el que árbitro es el que se lleva la peor parte, pero a la vez, es el aficionado número uno, pues está ahí en el campo expuesto a las rechiflas “a cambio de soplar la justicia”.


Un aficionado a la palabra

Juan Villoro reconoció que su afición al futbol comenzó con la narración radiofónica de aquellos locutores que le hicieron imaginar los pases y las jugadas, las caídas y el ambiente del estadio, que derivó en su gusto por hacer literatura.

Todo comenzó, explicó, cuando se dio cuenta que era un aficionado a la palabra, cuando los comentaristas eran capaces de narrar anécdotas a través de las metáforas.

El principal fue Ángel Fernández, “el hombre que hizo del futbol literatura oral, y le quitó su aspecto utilitario”, a través de sus referencias a la cultura y la música popular, a la poesía, a la historia y al disparate.

Fernández y él, recordó, fueron grandes amigos, ya que el primero era un personaje dentro de su literatura, un hombre invadido de narración, que era capaz de convertir un partido en una gran historia.

Este viernes, Villoro estará en la Universidad del Arte, ubicada en Acatlán 81, colonia La Paz, para presentar su más reciente libro: 8.8 El miedo en el espejo, su crónica sobre el terremoto de 8.8 grados que le tocó vivir en Santiago de Chile.

viernes, 11 de febrero de 2011

La DOS FILOS 111

La verdad éste es un número correspondiente al año pasado, José de Jesús Sampedro me ha dicho que ha tenido retrasos inesperados, pero ya vendrán los ensayos conmemorativos en el número 120, recordemos que casi por un año Sampedro se adelantó en Sacar DOS FILOS antes que VUELTA de Octavio Paz, estamos hablando de 1978, más o menos, así que: ¡Larga vida a DOS FILOS!!

Postales del Perú (como se dice en México: hasta allá se fueron las familias y sólo me trajeron éstas postales..)

En éstos tiempos en México sí hay k chupar... pero con la cerveza de Perú... a ¿poco no se les antoja?

Ya quisiera ver yo en las calles de Aguascalientes un graffiti de éstos... si no es mucho pedir, con TODO el poema "Avenida Juárez" de Efraín Huerta...

MACCHU PICHU

LAS FOTOS QUE NO PODÍAN FALTAR...

FIN*

jueves, 10 de febrero de 2011

Del momento..

--¡Mamá mamá, de grande quiero ser presidente de la República!

--Hijo... si te quieres poner pedo que sea con tu dinero y no con el del Pueblo...

martes, 8 de febrero de 2011

DE LOS RECUERDOS DE GARGANTÚAS (2006)

Muy bueno el texto de Arturo Villalobos ¿o no? Nunca en la historia de México una elección presidencial había estado tan decidida con tanta antelación. ¿Para qué va a querer debatir López Obrador si todo lo apuntala como un rotundo ganador? Las últimas opiniones de Raymundo Riva Palacio y Julio Hernández López como siempre están super acertadas. Por parte del PRI, Sauri Rancho ha pedido que se abra el expediente de las enfermedades mentales del Presidente. Lo terrible va a ser que aunque no lo queramos, llegará el momento en que nuestro próximo presidente mostrará señales de cansancio y lo veremos con ojos rencorosos, se volverá una especie de traidor, (¿Qué otra cosa puede derrotarlo, si ya se ha visto que ni un desafuero ni un Presidente?) cuando López Obrador pierda la perspectiva, cosa que hasta ahora no ha ocurrido, será la señal de que nos ha perdido a nosotros de vista.



* * *
En lo que me instalo a plenitud en Aguascalientes y me acostumbro a un sol de 30 grados a finales del invierno, he escuchado música en mp3 que no escuchaba desde que, según mi propia perspectiva, todo era un duelo a muerte entre la ciudad de México y el metro contra mi poesía, la muestra de cine donde vi “Germinal” y uno que otro aliado en algún esporádico y mendigo trabajo (hace 10 años de eso): Rattle and Hum de U2 y algo de John Lee Hooker, además del disco blueseado de Fleetwood Mac, que es una joya, aunque ahora suena medio decadente. ¿Ya se habrán agotado los boletos para el próximo concierto de Depeche Mode? Yo creo. Los que no hayan visto el DVD de: “One nigth in Paris”. Tienen qué hacerlo ya.


* * *
Según los psicólogos de la ciudad de México, la mejor traducción al español de las obras completas de Freud es la de Amorrortu, pero ellos mismos reconocen que Ballesteros dio un toque más cuidado a la prosa de Freud. Hace ya un siglo y un año que se escribió Psicopatología de la vida cotidiana y en México hasta en tepito o en la Barranca (una colonia parecida de Aguascalientes) se tienen casi las mismas nociones del Freud callejero: “Mujer histérica” “Tus traumas” “fue tu culpa” “Te estás proyectando” “lo que te duele por fuera es lo que eres por dentro”. Escritores: No se hagan los estúpidos, porque si a lo que le tiran es a ser conciencias críticas de la sociedad, saben que necesitan como nadie a La Virgen, a Benedicto y a Freud: Ustedes son los que analizan a esos, son sus interlocutores de ideas y los cuestionan y si no fuera así entonces: ¿qué lugar le damos a la escritura?

ARISTEGUI "Transgredió el código de ética" informa MVS

La redacción


MÉXICO, D.F., 7 de febrero (apro).- La periodista Carmen Aristegui "transgredió nuestro código de ética y decidimos dar por teminada nuestra relación contractual", informó esta mañana MVS.

Sin detallar en qué consistió dicha transgresión, la empresa difundió durante la Primera Emisión de Noticias MVS, espacio que conducía Aristegui, un breve audio en el que da su versión sobre el cese de la polémica conductora:

"Nos regimos por un cógido de ética, el cual es aceptado y firmado por ambas partes. Como empresa, lo respetamos aún en las circunstancias más difíciles y comprometedoras y con el mismo rigor le exigimos a nuestros conductores su estricto cumplimiento. En nuestro código de ética, nos comprometemos a rechazar la presentación y difusión de rumores como noticias. La periodista Carmen Aristegui transgredió nuestro código ético y decidimos dar por terminada nuestra relación contractual."

El audio concluye: " Los conductores de MVS seguirán gozando de la libertad de expresión que nuestra Constitución nos otorga".

El viernes pasado, durante la transmisión de su noticiero, Aristegui solicitó a Los Pinos que respondiera formalmente a la pregunta de si el presidente Felipe Calderón tenía o no problemas de alcoholismo.

Tomado de PROCESO en INTERNET

FORMALIZA MVS EL DESPIDO DE CARMEN ARISTEGUI

Formaliza MVS el despido de Carmen Aristegui


En código ético “rechazamos la presentación y difusión de rumores como noticias”.



La Jornada en línea

Publicado: 07/02/2011 08:53



México, DF. MVS noticias difundió un mensaje esta mañana en el que oficializa al público el término de su relación contractual con la periodista Carmen Aristegui. La empresa determinó que la comentarista transgredió el código de ética signado entre las partes al haber difundido “rumores como noticias”.

Carmen Aristegui fue notificada ayer del término de la relación laboral luego de que el pasado viernes 4 de febrero, a las 9:09 de la mañana, la conductora dijo al aire, a propósito de una manta colgada en San Lázaro donde se afirmaba que el titular del Ejecutivo tenía problemas de alcoholismo, que Presidencia debería aclarar el punto, pues no era la primera vez que se hablaba de este tema.

“En nuestro código de ética nos comprometemos a rechazar la presentación y difusión de rumores como noticias. La periodista Carmen Aristegui transgredió nuestro código ético y decidimos dar por terminada nuestra relación contractual", indicó MVS en un breve mensaje grabado.

Es de suponer que la periodista se pronunciará sobre lo ocurrido cuando lo considere pertinente, señaló Kirén Miret, productora del noticiero que conducía Aristegui.

La noticia de que Carmen Aristegui fue despedida de MVS empezó a circular anoche, cuando toda referencia a ella salió de su portal de Internet y por un comunicado interno en la redacción de la empresa.

Esta mañana se oficializó a los radioescuchas el cese de la conductora con el mensaje que a continuación presentamos íntegro:

“La libertad de expresión es fundamental para la democracia de cualquier país, en MVS la practicamos como norma.

“Con nuestros conductores, nos regimos por medio de un código de ética el cual es aceptado y signado por ambas partes. Como empresa lo respetamos aun en las circunstancias más difíciles y comprometedoras y exigimos a nuestros conductores su estricto cumplimiento.

“En nuestro código de ética nos comprometemos a rechazar la presentación y difusión de rumores como noticias.

“La periodista Carmen Aristegui transgredió nuestro código ético y decidimos dar por terminada nuestra relación contractual.

“Los conductores de MVS seguirán gozando de la libertad de expresión que nuestra constitución otorga”.


* * *
La noticia de hoy en La Jornada en Internet, a las 8: 15 de la mañana ya contaba con más de 150 comentarios a favor de Carmen Aristegui.

lunes, 7 de febrero de 2011

Exit... Stage Left. RUSH


En éste año se cumplen 30 años del lanzamiento de éste que es el mejor álbum en vivo de RUSH, ¿Cuántas cosas no han pasado desde entonces?

domingo, 6 de febrero de 2011

Concurso bicentenario INEGI-artístico


Foto de Gerardo González (una de muchas), para el concurso Bicentenario de arte en el INEGI, no sé quienes hayan resultado ganadores. Pero, por cierto, en el concurso anual de cuento INEGI siempre he querido participar cuando he estado adentro del instituto pero, como sólo se admiten cuentos de trabajadores con plaza y no eventuales, no se ha podido. Ciertamente en 1999 tuve sueldo de nivel técnico superior, pero la que era la directora de la regional centro del INEGI en ese entonces, la Dra. Aracelly López, no me renovó el contrato y no fui caso especial, fue decisión institucional y entonces por eso nunca he participado en Cuento en el INEGI, el cuento de Los Presos seguro hubiera arrasado, no es que yo sea presumido, pero la verdad es una de esas cosas que he escrito que, creo, merecen cierta inmortalidad. O sea que es muy buen cuento la verdad. Otro problema con esos concursos es que siempre son los mismos jurados, también en el INEGI hay los pequeños cacas grandes de la literatura o los capos de la literatura, pero yo le tengo cariño al Instituto la verdad eh?

jueves, 3 de febrero de 2011

hoy de Magú


Está de lujo como casi siempre...  cómo ven mundano(a)s?

miércoles, 2 de febrero de 2011

"Los buenos amigos no dejan que sus amigos beban Starbucks".
Escrito en la pared de un cafetín de San Diego.

"Un matemático es aquella máquina que puede convertir café en teoremas."
Paul Erdos.


"One day, this may find you, these few words may just remind you. We sat here together just to pass time; you said how the coffee tasted so fine".
"the coffee song" Cream.

"Si eso es café, por favor tráiganmelo ya. Si eso es ya, por favor tráiganme un café."
Abraham Lincoln.

"Claro que el café es un veneno lento, hace 40 años que lo bebo."
Voltaire.

En la cultura turca, una causa legítima de divorcio era la negligencia de no ofrecer o servir café al esposo.

"Ir a los cafés se convirtió para mí en una necesidad vital cotidiana."
Walter Benjamin.