jueves, 26 de mayo de 2022

UNAS PALABRAS PARA RECORDAR AL TIGRE MAYOR, EDUARDO LIZALDE

AL SABER LA NOTICIA DE LA DESAPARICIÓN FÍSICA DEL TIGRE, LO PRIMERO QUE PENSÉ FUE: “LO VOLVIERON A DECIR”, “ES UNA BROMA”, EN EFECTO, HACE UNOS TRES AÑOS, HABÍA APARECIDO UNA NOTA EN LA QUE SE CONFUNDÍA AL TIGRE POETA CON OTRA PERSONA. PERO NO: ESTA VEZ FUE REAL, MURIÓ EL TIGRE, MURIÓ EL HONORIS CAUSA POR LA UNAM, MURIÓ EL PREMIO INTERNACIONAL CARLOS FUENTES, MURIÓ EL PREMIO FEDERICO GARCÍA LORCA DE POESÍA, ESTA VEZ SÍ VINO LA MALA HORA POR ÉL. POETA Y ESCRITOR EXTRAORDINARIO, YO LO CONOCÍ EN ZACATECAS EN EL AÑO 2002, DURANTE LAS JORNADAS LOPEZVELARDEANAS DEDICADAS A ÉL, FUE LA PREMIACIÓN DÍAS DESPUÉS DE LA COMIDA QUE COMPARTIMOS, HILDA SU ESPOSA, ÉL, Y OTROS CUÁNTOS COMO YO, QUE VENÍA BAJANDO DE LA AVIONETA QUE ME LLEVÓ A ZACATECAS

DESDE LA CIUDAD DE MÉXICO PARA CELEBRARLE LAS JORNADAS EN SU HONOR, RECUERDO LA

COMIDA, FUE UN BANQUETE REALMENTE Y LIZALDE VENÍA VESTIDO DE BLANCO Y CON SOMBRERO, FUE UNA AGRADABLE CONVERSACIÓN, DONDE MÁS ULISES HUBO QUE JAMES JOYCE

Y ME RECOMENDARON NO CONTRADECIRLO. BUENO. EL SALÓN DE ACTOS A LOS POCOS DÍAS SE ATESTÓ DE GENTE, TODO EL EVENTO ESTUVO ORGANIZADO POR JOSÉ DE JESÚS SAMPEDRO, Y EN LA PREMIACIÓN, EL GOBERNADOR RICARDO MONREAL EN ÉSE ENTONCES MOSTRÓ SU RESPETO AL TIGRE, LIZALDE ME DIO SU AUTÓGRAFO EN MI EJEMPLAR DE “TERCERA TENOCHTITLÁN” Y LOS SIGUIENTES DÍAS CONVERSAMOS BIEN: KENIA CANO, JULIÁN HERBERT, MARCOS GARCÍA Y UNA PERSONA QUE NO RECUERDO SU NOMBRE PERO QUE ME PARECIÓ AGRADABLE PORQUE TAMBIÉN ERA TRABAJADOR DEL INEGI COMO YO LO HABÍA SIDO, NOS FUIMOS A CONVERSAR A UNA CANTINA Y AL SIGUIENTE DÍA EDUARDO LIZALDE NOS ESPERABA PARA HABLAR SOBRE EL AUTOR DE “LA SUAVE PATRIA” QUÉ MOMENTOS…HAA! ES ALGO QUE YA HE CONTADO PERO IMPOSIBLE NO CONSIGNARLES A USTEDES LECTORES MÍOS, UNAS PALABRAS EN HONOR AL TIGRE,

“AL RECAMADO DE TERSURA CELESTE” EDUARDO LIZALDE, Y VIVIÓ MÁS DE NOVENTA AÑOS, ESO YA ES HAZAÑA.

 


 

lunes, 16 de mayo de 2022

COMENTARIO DE ÉSTOS DÍAS 14 15 y 16 DE MAYO 2022

 Bueno, pues el asunto está en que encontré mi viejo ejemplar de Letras Libres llamado "LA INÚTIL

POESÍA" Donde entre otras cosas, estaba una lista de 200 poetas (en 2004) que todo eso servía para hacer una votación entre los lectores de poesía, que fui yo también uno en aquel entonces que se sintió llamado a contestar por sus 10 mejores poetas: Puse mi lista y ahora a la vuelta de los años en 2022 me encontré éstos días la revista y lo notable ahora es que muchos ya han muerto, Raúl Renán, Otto Raúl González, José Emilio Pacheco, etcétera. Pues hoy en la tarde noche he visto a Hernán Bravo Varela que platicaba con José Luis Trueba Lara en la revista LEEMAS DE LA GANDHI y por supuesto que me parece genial

que Hernán Bravo Varela siga escribiendo poesía, de hecho, él dirige el www.periodicodepoesia.unam.mx.

eso me resulta genial, no puedo escribir un comentario más grande, pero los invito a checar a página web de periódico de poesía. Yo lo voy a checar, vi a Hernán Bravo Varela como una persona lúcida y me pareció bien. También ya en menos de dos semanas saldrá otro poema mío en la pág web de la UACM, la pág web es "palabaristas" si quieren checar un poema mío llamado "Navego en el Instante". Pues eso, salud y larga vida lectores míos.

martes, 10 de mayo de 2022

SOBRE EL DADAÍSMO POR MARCOS GARCÍA CABALLERO..


 

 

“Es necesario animar el arte con la suprema simplicidad: novedad.

Se es humano y auténtico por diversión, se es impulsivo y vibrante para

crucificar el aburrimiento. [...] y no quiero explicar a nadie porqué

odio el sentido común.” 

                                                                                          

                                                                       Manifiesto Dada de 1918

 

                                                                                              Tristan Tzara

 

El arte moderno no nació por evolución del arte del siglo XIX. Por el contrario, nació de una ruptura con los viejos valores decimonónicos. Pero no fue una ruptura meramente estética, sino el producto de toda una revuelta gracias a razones históricas e ideológicas cuyo origen mismo se halla en el siglo XIX  y que su consecuente crisis en aspectos espirituales y culturales dio lugar al arte moderno. El padre teórico del proyecto humano del siglo XX, Carlos Marx y sus hijos putativos, traicioneros o fieles (aún ahora existen ambos casos) pueden constatar para que se den un quemón, cómo según la Enciclopedia mundial de relaciones internacionales y Naciones Unidas, en un periodo breve y relativamente tranquilo (1960-1982), habla de sesenta y cinco conflictos armados (y eso que no menciona ninguno en que haya habido menos de mil muertos). Vanguardias artísticas y conatos de vanguardia se alimentaron del cadáver de Marx: El siglo XX abierto como posibilidad para instaurar de plano a Tomás Moro y paradójicamente determinado a concluir en un supuesto fin de la historia. No me atrevo a profundizar en esta discusión, pero creo que las vanguardias artísticas existirán: me atrevo a insinuar que cuando la globalización actual y sus procesos de hegemonía unipolar representada por los que detentan el poder en  Estados Unidos (los puestos políticos más importantes del planeta) tengan una crítica de la talla que tuvo el capitalismo en los tiempos de Marx, las vanguardias artísticas hablarán y se manifestarán y de eso dependerá la historia del arte en el siglo XXI. En otras palabras, "la tradición de la ruptura" paceana o “el eterno retorno” nietzscheano, literaria o filosóficamente son conceptos disolubles en el término modernidad. ¿Y qué es pues la modernidad? La mezcla entre lo antiguo y lo moderno. En plena polémica de la postmodernidad (que el propio Paz puso en entredicho en Estocolmo en la entrega de su Nobel: “¿Qué quiere decir postmodernidad sino una modernidad aún más moderna?”) resurge con plena vigencia el mayor vanguardista, el más demencial (rechazado incluso por el grupo surrealista y su papa Bretón), el payaso más trágico, el más irreverente y genial bromista que comprendió la inviabilidad del proyecto marxista fuera de la pura teoría y con ello, la preciosa derrota del arte ante el tiempo: si la historia va a terminar en el futuro, el arte debe acabar ya, ahora mismo, para demostrar que las líneas de avance políticas son efímeras y el arte es inmortal. Con éstas palabras lo dijo Tristan Tzara: “Yo hablo siempre de mí porque no quiero convencer”. Y ante los surrealistas: “Somos todos unos imbéciles”, y dicho esto, ocupó el resto de su intervención en aquél acto surrealista solamente para canturrear.

            Para el italiano crítico de arte Mario de Micheli, en su trabajo Las vanguardias artísticas del siglo XX, (Alianza Forma, 1979), las polémicas figuras de Van Gogh, Rimbaud, Ensor y Edvard Munch, —unidos por una historia, aunque diferentes en cuanto a temperamento y ambiente formativo—, ejemplifican significativamente la evidente crisis europea que se vería reflejada poco más tarde, cuando a inicios del siglo XX se alzaban las interrogantes: ¿Cuál será la actitud de los intelectuales? ¿Qué será del arte? ¿Cuál será su forma y su contenido?

            A finales del siglo XIX el arte oficial de la burguesía, una vez que había tomado el poder y se preparaba para defenderlo, se dio cuenta "de que todas las armas forjadas por ella contra el feudalismo se volvían contra ella misma, de que todos los medios de cultura alumbrados por ella se rebelaban contra su propia civilización, de que todos los dioses que había creado la abandonaban". (Carlos Marx, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte). Es decir que a pesar de que este arte burgués se proclamaba como real en apariencia, no podía ser de otra forma más que antirrealista o pseudorrealista, en tanto que su función había pasado a ser precisamente el ocultamiento de la realidad. El auge de éste fenómeno adquirió consistencia en los años posteriores a 1848 y sólo los artistas más vivos y sensibles se le opusieron enérgicamente en tanto que dañaba a las nuevas ideas revolucionarias.

            A la cabeza de esta protesta, Baudelaire (que dos años antes había escrito: "El artista reprocha de entrada a la crítica el no poder enseñar nada al burgués, que no quiere ni pintar ni rimar...") publicó un artículo titulado Los dramas y las novelas honestas en el que opinaba con  claridad y en tono violento sobre el asunto: "Los premios académicos, los premios a la virtud, las condecoraciones, todos esos inventos del diablo, fomentan la hipocresía y frenan los impulsos espontáneos de un corazón libre... ¿Quién impedirá a dos desaprensivos ponerse de acuerdo para ganar el premio Montyon? El uno simulará la miseria, el otro la caridad. En un premio oficial hay algo que hiere al hombre y a la humanidad y ofusca el pudor de la virtud. Por lo que a mí se refiere nunca sería amigo de un hombre que hubiera ganado un premio a la virtud; tendría miedo de encontrar en él un tirano implacable". Vamos a ver: ¿El famoso  efectista decepcionado por no haber sido aceptado en la Academia de La Lengua Francesa? Más bien el poeta defendiendo a la poesía de la estúpida e indigna idea del arte como competición y por tanto factible a estar sometida al poder; el primer poeta maldito y que bien se merecía el membrete.

            Los acontecimientos políticos inmediatos a esta publicación llevaron a Baudelaire y al conjunto intelectual a protestas sociales hechas de evasión. Los primeros románticos ya habían hecho una polémica contra "el burgués", pero a menudo, se trataba más de una actitud que de una convicción radical. Resumiendo, las actitudes de los intelectuales y artistas, que hablaban de la acción poética, la transformarán con frecuencia en práctica de la evasión.

            El caso de Rimbaud es el arquetipo de estas actitudes: Su temprana renuncia a la poesía, su empeño en tratar de embrutecerse para regresar acorazado a vivir en sociedad, (tema de algunos de sus versos: “Yo volveré con mis miembros hechos de acero, la piel oscura, el ojo furioso. Por mi apariencia creerán que soy de una raza fuerte. Tendré oro, seré vago y brutal. Las mujeres cuidan bien a esos inválidos feroces que regresan de los países cálidos. Me mezclaré en política. Estaré salvado.”), su fuga a África y su afán de preferir la vida entre campesinos y obreros en vez de grupos intelectuales es única en la historia de la poesía, pero como tal era la consigna de algunos otros artistas: Hacerse salvajes. Las historias que parten de esta nebulosa premisa se verán después matizadas con la llegada de las vanguardias y su posterior decadentismo.

 

El Movimiento Dadaísta

El movimiento dadaísta nació en Zúrich en 1916. Su creador fue el poeta rumano Tristan Tzara, que había escrito al respecto: "Dada nació de una exigencia moral, de una voluntad implacable de alcanzar un absoluto moral, y del sentimiento profundo de que el hombre, en el centro de todas las creaciones del espíritu, debía afirmar su preeminencia sobre las nociones empobrecidas de la sustancia humana, sobre las cosas muertas y sobre los bienes mal adquiridos. Dada nació de una rebelión que entonces era común a todos los jóvenes, una rebelión que exigía una adhesión completa del individuo a las necesidades de su naturaleza, sin consideraciones para con la historia, la lógica, la moral común, el Honor, la Patria, la Familia, el Arte, la Religión, la Libertad, la Fraternidad y tantas otras nociones correspondientes a necesidades humanas, pero de las cuales no subsistían más que esqueléticos convencionalismos, porque habían sido vaciadas de su contenido inicial. La frase de Descartes: No quiero ni siquiera saber si antes de mí hubo otros hombres, la habíamos puesto como cabecera de una de nuestras publicaciones. Significaba que queríamos mirar el mundo con ojos nuevos y que queríamos reconsiderar y poner en tela de juicio la base misma de las nociones que nos habían sido impuestas por nuestros padres, y probar su justeza". (T. Tzara, Le surréalisme et l' apreés-guerra.)

            Sobre cómo fue que surgió la palabra "Dada" hay sobradas explicaciones. Una muy difundida nos dice que se refiere a la primera palabra que pronuncia el ser humano recién nacido. Hans Harp comenta en una revista del movimiento el origen del vocablo, remitiéndolo al mismo Tzara. Por su parte, Tzara inventa con humorismo: "Por casualidad encontré la palabra Dada en el diccionario Larousse". Y después advierte claramente que la palabra dada es sólo un símbolo de rebelión y de negación.

  



         En aquella época Zurich era refugio de un variopinto grupo de personajes, entre los cuales, los que eran artistas, en conjunto con Tristan Tzara, dieron vida al Cabaret Voltaire, donde nació en 1916 el dadaísmo. Éste cabaret estaba en el número 1 de la Spielgasse  y ahí se llevaban a cabo lecturas, performances y se tomaban bebidas. Ese mismo año y en el número 12 de la misma calle vivía Lenin con su mujer Krupskaia. Los dadaístas se encontraban a menudo a Lenin por la calle, pero ignoraban por completo quien fuese. Según R. Lacote, Tzara incluso había jugado al ajedrez con Lenin en el Café Terasse.  Fue un año más tarde, es decir, cuando ya Lenin, encerrado en el famoso vagón precintado, se encontraba desde hacía tiempo en Rusia y se había puesto a la cabeza de la revolución, cuando Tzara y sus amigos saludarán los hechos de octubre como algo que daría un rudo golpe a la guerra.

            A pesar de este saludo, no puede decirse que el movimiento dadaísta de Zurich se encontrara comprometido con la revolución rusa, cosa que sí hicieron los dadaístas en Alemania donde el movimiento se extendió rápidamente. Allí los seguidores de Dada se unieron a la Liga Espartaquista y, bastantes de ellos, en Berlín y en Colonia, tomaron parte en las luchas callejeras.

            El dadaísmo de Zurich se mantuvo como una negación violenta e intelectual de lo real, que buscaba definirse a sí misma. Al igual que el expresionismo alemán (el Cabaret Voltaire mostraba en sus paredes multitud de cuadros expresionistas), lo que había en el fondo de la razón dadaísta era una revuelta contra los valores y falsos mitos del racionalismo positivista. Sin embargo, Dada llevó mucho más lejos sus fuerzas, es decir, hasta la negación absoluta de la razón: "El agua del diablo llueve sobre mi razón", dirá Tzara. En otras palabras, el irracionalismo psicológico y metafísico del que brota el expresionismo, en el dadaísmo se convierte en el eje metódico de un nihilismo incomparable hasta entonces. El expresionismo todavía creía en el arte; el dadaísmo rechaza incluso esta noción.

            Dada es antiartístico, antiliterario y antipoético: Su voluntad de destrucción tiene los mismos blancos que el expresionismo, pero Dada utiliza medios mucho más radicales. Si los dadaístas hubieran conocido a Microsoft o a Mac, la historia del diseño gráfico hubiera recorrido una trayectoria al menos digna y Heidegger no hubiera tenido que pelearse con la estética moderna “demasiado estética” tal y como lo analiza en sus Contribuciones a la filosofía.  Dada está en contra de la belleza eterna, contra la eternidad de los principios, contra las leyes de la lógica, contra la inmovilidad del pensamiento, contra la pureza de los conceptos abstractos y contra lo universal en general. Lo que propone en sentido opuesto es la desenfrenada libertad del individuo, la espontaneidad, lo inmediato, la contradicción, el no donde los demás dicen sí, el sí donde los demás dicen no; defiende la anarquía contra el orden y la imperfección contra la perfección. Por tanto, también está en contra del modernismo, es decir su arte, ya sea el expresionismo, el cubismo, el abstraccionismo o el futurismo y los acusa en suma, de ser punto donde el espíritu se cristaliza y se doblega ante la camisa de fuerza de cualquier regla, por muy nueva o distinta que sea. Para Dada, el espíritu debe ser libre como principio absolutamente obligatorio en la creación, disponible y suelto en el continuo movimiento de sí mismo. Que no permee ninguna esclavitud, ni siquiera la de Dada sobre Dada. En cada momento, para existir, Dada debe destruir a Dada. No existe una libertad establecida para siempre, sino un incesante dinamismo de libertad, en la que ésta, vive negándose así misma.

            En este punto resulta preciso afirmar que Dada no es, propiamente, una corriente artístico-literaria, sino una particular disposición del espíritu; es el acto extremo del antidogmatismo, que se vale de cualquier medio para conducir su batalla. Así, lo que interesa a Dada es más el gesto que la obra; y el gesto puede apuntar sobre cualquier ámbito no estrictamente artístico. Una sola cosa importa, que el gesto sea siempre una provocación contra el buen sentido, contra las reglas y la ley, por tanto, el escándalo es el instrumento preferido por los dadaístas para expresarse.

 


Los Manifiestos

En el plano teórico, sí puede hablarse de "teoría" en el caso de Dada. Lo que se llama "arte dadaísta" no es, ciertamente, algo definido ni claramente enunciado, sino una verdadera miscelánea de ingredientes que ya apuntan en otros movimientos. Sin embargo, en los productos más auténticos de arte Dada hay algo distinto, algo que nace de una poética completamente diferente. En efecto, mientras el cubismo, el futurismo, y el abstraccionismo tienen una base positivista, el dadaísmo, al igual que el expresionismo, se apoya en la base contraria. Se trata de un enfrentamiento violento contra la realidad establecida. Lo que caracteriza a la "creación de la obra" Dada no es una razón ordenadora de elementos, ni una búsqueda de coherencia estilística o cosa parecida. Los motivos que interesan a otros artistas en cuanto a naturaleza plástica no interesan en absoluto a los dadaístas. Ellos no "crean" obras, sino que fabrican objetos. Lo que interesa en esta fabricación es el método y el significado polémico del procedimiento, la afirmación de la potencia virtual de las cosas, la supremacía del azar sobre la regla y la violencia expresiva de su presencia entre "auténticas" obras de arte. Por eso, a estos objetos dadaístas va unido necesariamente un gusto polémico, una arbitrariedad irreverente y un carácter provisional bastante alejados del ejemplo estético.

            Es el mismo Tzara el que en el Manifiesto sobre el amor débil y el amor amargo de 1920 sintetizó el método de tal fabricación. Por ejemplo, veamos lo que aconseja para crear un poema dadaísta:      

"Tomad un periódico.

Tomad unas tijeras.

Elegid en el periódico un artículo que tenga la longitud que queráis dar a vuestro

poema.

Recortad el artículo.

Recortad con todo cuidado cada palabra de las que forman tal artículo y ponedlas todas en un saquito.

Agitad dulcemente.

Sacad las palabras una detrás de la otra, colocándolas en el orden que las habéis sacado.

Copiadlas concienzudamente.

El poema está hecho.

Ya os habéis convertido en un escritor infinitamente original y dotado

 de una sensibilidad encantadora, aunque, por supuesto, incomprendida por

la gente vulgar".

            Este es el punto extremo de la rebelión dadaísta. Tzara y los dadaístas son, en efecto, dueños de una sensibilidad que recorre un camino que va desde la inédita payasada irreverente hasta   resolverse como sentido trágico del arte y la existencia. En esta "poética" se expresaba la aspiración de los dadaístas a una verdad que no estuviera sujeta a las reglas establecidas por una sociedad desagradable y enemiga del hombre: reglas políticas, morales y también artísticas. Todos estos puntos fueron recogidos en su momento por el surrealismo, que los llevó a terrenos inexplorados por Dada; pero Bretón no se contentaba con decir que el surrealismo provenía de Dada y lo liquidó como movimiento en 1924. La opinión severa del gran poeta francés quedó definitivamente inscrita en la historia de la crítica y de ahí el malentendido y la eterna muerte del surrealismo que no se acaba de morir nunca porque, por principio de cuentas, no se considera a los artistas beats como la verdaderamente última vanguardia del XX. (Recordemos el gran asombro de Bretón en México y las palabras que dedicó a la pintura de Frida Kahlo: “Su arte es como un listón alrededor de una bomba”, a lo que Frida respondió más o menos: “Bretón es un pendejo” Refiriéndose a sus posturas políticas.) Finalmente, esta "poética dada" era además un "gesto", que pertenecía a aquellos modos rotundos, intransigentes y exclusivos con los que Dada presentaba batalla a la mentalidad pequeño-burguesa, académica y reaccionaria que anidaba, incluso frecuentemente sobre aquellos artistas que se creían de vanguardia.

 

Dada en Nueva York

Pero si la producción Dada es esencialmente un "gesto", entonces los artistas dadaístas por excelencia fueron Duchamp y Picabia, los cuales en el Nueva York de 1917 llevaron su actividad aún más lejos que los dadaístas suizos y alemanes. Ya en 1913-1914, en París, Duchamp había tomado un porta-botellas y una bicicleta y tan campante los había firmado como obras suyas. En cambio, en Nueva York llegó a enviar a la exposición del Salón de los Independientes un urinario, un producto comercial fabricado en serie, al cual puso el título de Fuente, que fue una de sus obras más irreverentemente provocadoras.

            Marcel Duchamp y Francis Picabia se movieron como auténticos dadaístas. Duchamp hizo salir en Nueva York tres pequeñas publicaciones: dos números de The Blindman y Rongwrong. Por su parte, Picabia editó la revista 391, donde publicó sus dibujos de esquemas mecánicos y de objetos fielmente copiados (una hélice, una lámpara) y escribió incluso sus poesías. Con ellos dos también está Man Ray, el cual dio comienzo a una serie de "obras" compuestas de materiales extrapictóricos heterogéneos, pero que en el campo de la fotografía alcanzó resultados notables, con auténticas radiografías del mundo real que, según una expresión de Hugnet, acentúan su misterio poniéndolo al desnudo. Estas fotografías, dominadas por un gusto de ciencia mixtificada, fueron llamadas por su autor como rayografías. En 1918, ya de regreso a Europa, Picabia irá a Zurich a conocer a Tzara, se da cuenta de que Dada coincide con sus humores y se convierte en uno de sus más activos defensores.

 


Dada en Alemania

 

Los resultados figurativos más interesantes del dadaísmo, serán sin embargo, los conseguidos en Alemania, tanto por el grupo de Berlín como por Max Ernst en Colonia. Y esto es porque estos dadaístas fueron los que inventaron el fotomontaje, nombre adoptado de común acuerdo por varios de ellos. El uso del fotomontaje, permitió al grupo de Berlín realizar un arte de marcada propaganda política y de protesta contra el nazismo, donde Hitler y sus allegados eran puestos con cuerpos de cerdos, sembradores de muerte, o una en particular, donde un Hitler enano siembra y cuida una planta inmensa que en vez de bellotas, hace florecer bombas. A pesar de las controversias y las disputas de los dadaístas alemanes, el fotomontaje fue inventado por John Heartfield en 1917 (su nombre verdadero era Helmut Herzfeld pero lo anglizó como protesta al pangermanismo anti-británico), cuyo arte era, para el después surrealista francés Louis Aragon: “el cuchillo... que penetra en todos los corazones”. En 1920, Heartfield edita daDa 3, expone sus propios trabajos en la Primera Feria Internacional Dada y ahí se arrepega para la foto junto a un cartel que dice: “El arte ha muerto. ¡Viva el nuevo arte mecánico de TATLIN!”

            En Berlín fue impreso en 1918, el primer manifiesto dadaísta de Huelsenbeck. En este texto, entre otras cosas, se afirmaba:

 

"El arte depende en su ejecución y dirección del tiempo en que vive y

los artistas son los creadores de su época... Los mejores artistas, los más inauditos, serán aquellos que, a cada hora, sumerjan los bordes de su cuerpo

en el fragor de las cataratas de la vida y sangren de las manos y el corazón. ¿Acaso el expresionismo ha satisfecho nuestra espera de un arte que fuese el "ballotage" de nuestros intereses vitales?

¡No! ¡No! ¡No!

¿Acaso el expresionismo ha satisfecho nuestra esperanza de un arte que quemase la esencia de la vida en la carne?

¡No! ¡No! ¡No!

Bajo el pretexto de una vida interior, los expresionistas de la literatura y de la pintura se reunieron en una generación que hoy ya pide el aprecio de la historia, de la literatura y del arte, y presenta su candidatura para obtener una honorable aprobación burguesa... El expresionismo, hallado en el extranjero, se convirtió en Alemania, como todo el mundo sabe, en un gran idilio a la espera de una buena pensión: no tiene nada que ver con las tendencias de los hombres activos.

Los firmantes de este manifiesto se han agrupado bajo el grito de combate

 

¡¡¡DADA!!!

 

para la difusión de un arte que realice las nuevas ideas. ¿Qué es pues, el dadaísmo?

La palabra Dada simboliza la relación más primitiva con la realidad que nos rodea: con el dadaísmo una nueva realidad toma posesión de sus derechos. La vida aparece en una simultánea confusión de ruidos, de colores y de ritmos espirituales que en el arte dadaísta son inmediatamente recogidos por los gritos y las fiebres sensacionales de su audaz psique cotidiana, y en toda su brutal realidad. He aquí la encrucijada bien definida que distingue el dadaísmo de todas las demás tendencias del arte y, sobre todo, del futurismo, que algún imbécil, últimamente, ha interpretado como una nueva edición del impresionismo.

Por primera vez, el dadaísmo no se sitúa de manera estética ante la vida... Ser dadaísta puede querer decir unas veces ser comerciante, político más que artista, o no ser artista por casualidad... ¡Vivan los acontecimientos dadaístas de este mundo! ¡Estar contra este manifiesto significa ser dadaísta!"

 

* * *

            Una de las características de Dada había sido, precisamente, el querer romper la barrera de los géneros literarios y artísticos: el cuadro-manifiesto-fotografía era exactamente un resultado obtenido en el sentido de ésta búsqueda, como las poesías dibujadas, el grabado tipográfico figurativo y los poemas fonéticos. El fotomontaje resultaba ser un arte sin mayúscula, un arte bastardo, sin pretensiones de eternidad e inmerso por completo en el espacio mundano de lo real. Por tanto, si es verdad "la profunda nostalgia de una unión creadora entre arte y pueblo", porque los dadaístas "no se contentaban ya con un arte que se había convertido en un negocio puramente privado", deseando, sobre todo, "poner este arte de acuerdo con el hombre activo, con la vida que late en su plenitud"; si esto es verdad, que fue lo que escribió Willy Verkauf, entonces no se puede decir que el fotomontaje y su evolución fueran contrarios al "espíritu" del Dadaísmo. Al contrario:  su afirmación, incluso con las deformaciones que experimentó, fue sin duda una de las grandes victorias de Dada.

 

Dada en París

Hacia "finales de 1919 —cuenta André Bretón— Tristan Tzara llega a París como un Mesías. A las primeras palabras que pronuncia me parece descubrir en él una riquísima vida interior, y yo acepto sin vacilar sus más arriesgadas propuestas". En realidad, el grupo de París, compuesto por Picabia, Aragon, Eluard, Soupault, el mismo Bretón, Perét y otros, estaba en marcha desde hacía algún tiempo.

            Con la llegada de Tristan Tzara a París empiezan en esta capital las manifestaciones dadaístas. Algunas fueron famosas, como la del Festival Dada en la Sala Gaveau o la de 1921 en la sala de las Societés Savantes, conocida con el nombre de "Proceso a Barrès". Mientras tanto, surgen otras revistas dadaístas, de Picabia, Eluard y Paul Dernée. No es posible seguir la apretada crónica dadaísta en París, sin embargo, es necesario subrayar el carácter y sentido del activismo dada. Con la náusea de la guerra y la posguerra, estos intelectuales buscaban colmar el espacio que como vacío había emergido en torno a la actividad cultural y de la que Dada, por medio del insulto, el grito y la burla, eran sus métodos para desalojar del ambiente de dicha náusea.

            Existió un pesimismo Dada, una especie de humor negro. Los bigotes que Duchamp dibujó en el rostro de la Gioconda, firmando la reproducción como obra suya, o el mono vivo que Picabia quería atar dentro de un marco vacío para exponerlo en una exposición colectiva, quizá sean a caso, las obras "dadaístas" más completas. Pero Dada, precisamente por ello, no podía continuar su existencia. Era un movimiento de emergencia, no algo que pudiese reestructurarse o encarrilarse por vías más normales. Por tanto, era justo, dentro de la lógica dadaísta, que Dada matara a Dada.

            El verdadero final del dadaísmo tiene aquí su explicación, y no en las varias controversias y los conflictos egocéntricos que estallaron en su época entre Bretón y Tzara. En Berlín, ya en 1920, el dadaísmo había terminado como movimiento. En París su final inevitable fue cuatro años más tarde: fue un final inevitable pero consciente. Años más tarde, Tzara hablará de un "final voluntario". Poco tiempo después Tzara escribirá un libro-poema único en cuanto a su riqueza de vocabulario, de inventiva,  de experimentación con la frase, etc., hasta sus últimas consecuencias: El hombre aproximativo, aparecido en 1931 y redactado entre 1925-1930.

            Así pues, se puede considerar que la definición del dadaísmo hecha por Harp en 1957 es justa y en cierto modo concluyente: "Dada fue la rebelión de los no creyentes contra los descreídos". ¿Qué arte verdadero puede negar ésta frase? A ochenta y cinco años del Manifiesto Dada, después de los grandes literatos que podríamos englobar tentativamente como “serios”: Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Albert Camus, Jean-Paul Sartre, o de mayor actualidad José Saramago o Tomás Eloy Martínez, Tristán Tzara, el que se sentía que seguía siendo muy simpático, como ese que se sigue sintiendo el Rey, permanece tan campante y vigente como cuando frente a Lenin, Tristán Tzara jugaba a las blancas.

 

viernes, 6 de mayo de 2022

EN OPINIÓN DE BERNARDO RUIZ EL POETA Y MAESTRO INOLVIDABLE

 —Mami, ¿cuál es el libro de la vida?

—Facebook, mi amor, desde el nombre es un libro. Y con las personas te integras en tu propia sociedad.
—Twitter es entonces el de biología.
—No, querido: Twitter es un registro de las ideas de la humanidad. Pura filosofía.
...
Y ahí la llevamos ...

UNA BRUTAL Y CRUDA REALIDAD


 

ÚLTIMAMENTE ÉSTA ES MI ÚNICA DIVERSIÓN

 


NETO? PUES SÍ Y LOS TACOS 

"LOS CUÑADOS" DEL OTRO LADO DE LA CALLE, 

YA NO SOY

ALGUIEN COMO ERA YO AL INICIO DE MI CARRERA LITERARIA, 

PUES ASÍ ME PARECÍA MUCHO A ÉSTOS PERSONAJES,  EN 1996.

TODO ESO QUEDÓ ATRÁS Y NO 

VOLVERÁ MARCOS, NO VOLVERÁ...

GAJES DEL OFICIO POR GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (36) LECTURAS EN HÁPAX POÉTICO

 Notas de prensa. Obra periodística 5 —1961-1984— (Editorial Diana,

2003) reúne diversos artículos como “Desventuras de un escritor de
libros” que revelan la esencia del autor colombiano.

============================================
Escribir libros es un oficio suicida. Ninguno exige tanto tiempo,
tanto trabajo, tanta consagración en relación con sus beneficios
inmediatos. No creo que sean muchos los lectores que al terminar la
lectura de un libro, se pregunten cuántas horas de angustias y de
calamidades domésticas le han costado al autor esas doscientas
páginas y cuánto ha recibido por su trabajo. Para terminar pronto,
conviene decir a quien no lo sepa, que el escritor se gana solamente
el diez por ciento de lo que el comprador paga por el libro en la
librería. De modo que el lector que compró un libro de veinte pesos
sólo contribuyó con dos pesos a la subsistencia del escritor. […]
Esto parecerá todavía más injusto cuando se piense que los mejores
escritores son los que suelen escribir menos y fumar más, y es por
tanto normal que necesiten por lo menos dos años y veintinueve mil
doscientos cigarrillos para escribir un libro de doscientas páginas.


Se es escritor simplemente como se es judío o se es negro. El éxito
es alentador, el favor de los lectores es estimulante, pero éstas son
ganancias suplementarias, porque un buen escritor seguirá escribiendo
de todas maneras aun con los zapatos rotos, y aunque sus libros no se
vendan. Es una especie de deformación que explica muy bien la
barbaridad social de que tantos hombres y mujeres se hayan suicidado
de hambre, por hacer algo que al fin y al cabo, y hablando
completamente en serio, no sirve para nada.


La única desdicha grande que he conocido en mi vida es el asedio de
la publicidad. Esto, al contrario de lo que creo merecer, me ha
condenado a vivir como un fugitivo. No asisto nunca a actos públicos
ni a reuniones multitudinarias, no he dictado nunca una conferencia,
no he participado ni pienso participar jamás en el lanzamiento de un
libro, les tengo tanto miedo a los micrófonos y a las cámaras de
televisión como a los aviones, y a los periodistas les consta que
cuando concedo una entrevista es porque respeto tanto su oficio que
no tengo corazón para decirles que no.


A toda hora, en cualquier parte del mundo, mientras la fantasía
pública me atribuye compromisos fabulosos, estoy siempre en el único
ambiente en que me siento ser yo mismo: con un grupo de amigos. Mi
mérito mayor no es haber escrito mis libros, sino haber defendido mi
tiempo para ayudar a Mercedes a criar bien a nuestros hijos. Mi mayor
satisfacción no es haber ganado tantos y tan maravillosos amigos
nuevos, sino haber conservado, contra los vientos más bravos, el
afecto de los más antiguos. […] nunca, ni en las verdes ni en las
maduras, me he permitido la soberbia de olvidar que no soy nadie más
que uno de los dieciséis hijos del telegrafista de Aracataca. De esa
lealtad a mi origen se deriva todo lo demás: mi condición humana, mi
suerte literaria y mi honradez política.


[…] la guerra cotidiana con las palabras no respeta fronteras. Un
pobre hombre solitario sentado seis horas diarias frente a una
máquina de escribir con el compromiso de contar una historia que sea
a la vez convincente y bella agarra sus palabras de donde puede. La
guerra es más desigual aún si el idioma en que se escribe es el
castellano, cuyas palabras cambian de sentido cada cien leguas, y
tienen que pasar cien años en el purgatorio del uso común antes de
que la Real Academia les dé permiso para ser enterradas en el
mausoleo de su diccionario.


Para mí, el mejor idioma no es el más puro, sino el más vivo. Es
decir: el más impuro. El de México me parece el más imaginativo, el
más expresivo, el más flexible. Tal vez porque es la lengua de
emergencia de una nación que olvidó los idiomas nacionales antiguos,
y al mismo tiempo aprendió mal el que trajo Hernán Cortés. La
síntesis logra a veces dimensiones mágicas.


Yo nací y crecí en el Caribe. Lo conozco país por país, isla por
isla, y tal vez de allí provenga mi frustración de que nunca se me ha
ocurrido nada ni he podido hacer nada que sea más asombroso que la
realidad. Lo más lejos que he podido llegar es a trasponerla con
recursos poéticos, pero no hay una sola línea en ninguno de mis
libros que no tenga su origen en un hecho real. Una de esas
trasposiciones es el estigma de la cola de cerdo que tanto inquietaba
a la estirpe de los Buendía en Cien años de soledad. Yo hubiera
podido recurrir a otra imagen cualquiera pero pensé que el temor al
nacimiento de un hijo con cola de cerdo era la que menos
probabilidades tenía de coincidir con la realidad. Sin embargo, tan
pronto como la novela empezó a ser conocida, surgieron en distintos
lugares de las Américas las confesiones de hombres y mujeres que
tenían algo semejante a una cola de cerdo. En Barranquilla, un joven
se mostró en los periódicos: había nacido y crecido con aquella cola,
pero nunca lo había revelado hasta que leyó Cien años de soledad. Su
explicación era más asombrosa que su cola. “Nunca quise decir que la
tenía porque me daba vergüenza”, dijo, “pero ahora, leyendo la novela
y oyendo a la gente que la ha leído, me he dado cuenta de que es una
cosa natural”.


Siempre he tenido un prejuicio contra los intelectuales, entendiendo
por intelectual a alguien que tiene un esquema mental preconcebido y
trata de meter dentro de él, aunque sea a la fuerza, la realidad en
que vive. Graham Greene, que al parecer tiene el mismo prejuicio,
explicó alguna vez que los novelistas no somos intelectuales, sino
emocionales, y ese esclarecimiento me puso la conciencia en orden.


Para que vuelva a entrar la buena suerte en una casa desollada por la
desgracia no hay nada más eficaz que un ramo luminoso de flores
amarillas. Es incluso un conjuro invencible contra las nubes oscuras
que suelen perturbar en ciertos días inciertos el oficio misterioso
de escribir. Cuando los dedos se nos enredan en la tecla equivocada,
cuando no conseguimos que los personajes respiren con su aliento
propio en el ámbito de la novela, cuando uno no encuentra la palabra
compasiva que los ayude a morir sin dolor, es porque algo falta en el
aire del cuarto en que se escribe. Y lo que falta casi siempre es una
flor. De modo que no es por superstición Caribe, sino por una
experiencia acendrada y fructífera, que nunca me aventuro a escribir
sin que haya en el vaso de mi escritorio una rosa amarilla.


[…] El hábito de mi abuelo para consultar para todo el diccionario se
me quedó a mí para siempre, y debieron pasar muchos años antes de que
descubriera con mi propia alma que no sólo los diccionarios no lo
saben todo, sino que además cometen equivocaciones casi siempre muy
divertidas. Con el tiempo he terminado por confiar más en mi instinto
del idioma, tal como se oye en la calle, y en las leyes infalibles
del sentido común. De todos modos, consulto siempre el diccionario,
pero no antes de escribir, sino después, para comprobar si estamos de
acuerdo.


Parece que los poetas son los lectores más ávidos y perseverantes. De
los novelistas, en cambio, se dice que sólo leen para saber cómo
están escritas las novelas de los otros escritores, y descubrir en
ellas hasta los tornillos más ocultos del oficio. Algo así como
desmontar todas las piezas de un reloj para descubrir cómo está hecho
y armarlo de nuevo, de manera que los otros no tengan secretos
artesanales que uno no esté en condiciones de aprovechar.


[…] el sentimiento más nítido que me suscita la idea de mi muerte no
es tanto de miedo como de rabia por su tremenda injusticia. Peor aún
en un escritor que vive de contar sus experiencias, y que, sin
embargo, tiene que vivir resignado al desastre final de no poder
contar la más importante y dramática de todas: la experiencia de la
muerte.


[A la pregunta] “¿Qué se siente cuando se gana el Premio Nobel?” He
dado casi siempre una respuesta distinta, según quien sea el
interlocutor, porque la verdad es que no tengo un recuerdo muy
definido. […] Una voz masculina, en un español perfecto con leve
acento nórdico, y que se identificó como redactor del periódico más
importante de Estocolmo, me dijo que la Academia Sueca había dado
cinco minutos antes la noticia oficial. No sé muy bien lo que dijo
después, porque yo estaba en ese instante consternado por el terror,
pensando en el discurso que debía pronunciar casi dos meses después
en Estocolmo al recibir el premio. Ese terror fue el único
sentimiento definido que me acompañó, no solamente durante los días
interminables y las noches insomnes en que escribí las 15 páginas más
difíciles de mi vida, sino que persistió hasta el instante en que
acabé de leerlas en público en el salón de actos de la Academia
Sueca.

[Subrayados: Delia Juárez G.]

VOCAL---POEMA DE HACE 6 AÑOS CON 30 CONSULTAS EN HÁPAX POÉTICO (USTEDES DECIDIRÁN EL RESTO) POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

   A la comandancia EZLN


Como un hoyo atrás de la garganta,
                        como un escozor de mármol negro a cuestas,
                        como una quietud suave de vocal que no existe
                        y palpita en la lengua de tu amada,
                        como cuerno tatuado en el resquicio,
                        donde la grieta es boca que arde
                        como un huracán de caimanes sin cerrarse,
                        aquí y ahora es donde retruena la existencia
                        en tu poema, aquí y ahora, sin falsa ausencia
                        la memoria te recoge y te devuelve, te levanta,
                        te hace convivir con el otro que eres tú,
                        ahora memoria y palabra se conjugan en un yo mismo
                        que después será recuerdo y ahora es paradoja
                        perdida en ese centro que no admite reconocerse
                        en nadie, solo en la antorcha
                        que con tu poema va buscando un borde
                        que sea un más cerca, una cuenca inexplorada
                        que exige ser inagotable entre lo que me circunda y me resiste
                        y lo que me he resistido a imaginar.
                        La poesía es el territorio de la existencia,
                        la ejecuta, la razona y la establece con fascinación
                        pues sabe que su presencia viene de fuera,
                        de ese momento que no ha pasado ni nunca va a llegar
                        —el presente—
                  esa rara y siniestra jaula abierta de donde escapó lo perpetuo.                                          
                       Bromas del tiempo al lenguaje y lenguaje poético
                        para que el tiempo quede enamorado eternamente,
                        pensando en la frase de William Blake.                   

UNA NOTA QUE PUEDE DAR MÁS

 Las teorías de Darwin, lejos de haber sido totalmente asimiladas, están sobre politizadas. Frases como “la jungla de asfalto” “sálvese el que pueda” etc, etc, etc. Son ejemplos burdos de cómo: “Sólo el más fuerte sobrevive”. Éstas ideas tienen su origen en Darwin, que sirve perfectamente de ejemplo de cómo las teorías se impregnan en las masas. Y las masas tienden a creer que las teorías intelectuales solo son extrapolaciones de lo que ya nos imaginábamos. Niezstche es otro caso, pero como quienes se creyeron la simplificación de Zaratustra fueron los nazis, está mal visto que por el mundo anden vagando los superhombres… ¡Y políticamente a los superhombres se los lleva la chingada! Todo esto no son más que las formas en las que envejecen las teorías grandes: se vuelven lugares comunes de la cultura cotidiana, es triste aceptarlo, pero funciona así la mayoría de las veces. La masa de iletrados de todo el mundo nunca debieron escuchar frases como: “sólo el más fuerte sobrevive”. Además, ultimadamente Aristóteles ya había hablado de evolución en sus textos. Y los responsables del conocimiento darwiniano en la actualidad tienen que salir a defenderlo para que se entienda que todavía sigue siendo objeto de estudio y que el darwinismo político es sólo una mala interpretación de una teoría más grande. Carajo, ni que fuéramos tan brutos como los organismos unicelulares: tenemos teléfonos celulares, pero eso es otra cosa.

Digámoslo así: el ser humano es un milagro en la evolución de las especies, pero ningún vecino de ningún lugar del mundo va y le dice al otro vecino: “¡Buenos días, milagro de la creación!”

miércoles, 4 de mayo de 2022

Sobre feminismo, hombres y otras cuestiones. DESDE LAS MONTAÑAS DEL SUR ESPAÑOL...


POR JOAQUÍN CASTRO

En mi humilde opinión, aquello de que la humanidad estaba casi predeterminada a elaborar su pensamiento en estructura binara (Levy-Strauss y sus churumbeles) comenzó a quebrarse definitivamente cuando, durante los dolores de parto del postmodernismo y la globalización, nuestros sistemas de elaboración de categorías se vieron incapaces de mutar conceptualmente a la misma velocidad que los nuevos hábitos y las nuevas subjetividades lo hacían, modificando con ello también nuestras relaciones.  De ese modo, hemos seguido llamando con viejos términos a una serie de relaciones interpersonales  que han cambiado en muchos sentidos. Ser novio o novia de alguien, por ejemplo,  ya no es lo que significaba  en la era  pre-internet;  aquel bolerito del “novia mía” ya suenan a prehistoria social y sin embargo,  cuando alguien aún se casa de blanco, se sigue gritando el vivan los novios y  bajo la lluvia de arroz aquello de “hasta que la muerte los separe”,  suena hoy a lúgubre cláusula en letra pequeña del contrato matrimonial. Luego volveré a este tema. 

Categorías viejas que se quedaron como la ropa del doctor Banner luego de transformarse en Hulk.  Mismamente en Hollywood, los buenos ya no son tan inmaculadamente buenos, necesitan una pincelada de sombra para lograr que los espectadores se identifiquen con ellos, y a los malos hay que añadirles hondura psicológica y algo de humana bondad teñida por la tragedia  incluso, para hacerlos creíbles. Porque  ya nada parece estático, ni permanente,  ni siquiera creíble.  Parafraseando al tango, ese merengue donde hoy vivimos revolcaos, fue profetizado por unas máquinas expendedoras de condones que se ubicaban en los baños de bares y discotecas, donde bajo el lema United Colours se nos mostraba la hermosa diversidad de los seres humanos (que ojo, podían ser todo lo guaperas que fueren y amarse en su diversidad, pero nada de procrear entre ellos, no fuera a ser que unos dejaran de ser menos iguales que otros)  anunciando así que al menos en el plano simbólico,  la belleza traspasaba nuestras nociones de identidad y fronteras, curiosamente al mismo tiempo que el capitalismo trasnacional  victorioso y ebrio de poder, culminaba ya sin cortapisas su proyecto imperial a través de todo el planeta. Así, esas categorías (siempre imaginarias, a todo esto) de lo nacional y lo extranjero también fueron quedando obsoletas. En el envoltorio del paquete de condones podría haberse leído el lema “La Diversidad es la Unidad”: era la entrada al reino de la dispersión conceptual, a la demolición del ideal de lo tangible y objetivo. Simplemente pareció como si pasáramos a contemplar separadamente cada gota de una interminable lluvia bajo la cual nada ha vuelto a ser lo mismo.

No pretendo con esta breve introducción hacer un sesudo y exhaustivo análisis de la atribulada época en que nos vemos inmersos, al menos no de muchos de los desafíos y posibles vías al siniestro por los que discurre nuestra pululante humanidad. Tan solo quisiera señalar que en parte, esta vorágine nos toma desprevenidos porque nos hallamos en un momento único en nuestra historia, en la que por primera vez en los miles de años en que hemos poblado este planeta, la humanidad parece haberse puesto de acuerdo en vivir todos más o menos a la misma manera; algunos en una versión pobre y casi paródica del cielo ideal  que las tesis del desarrollismo les inocularon y otros a lo grande, descorchando el champán y brindando por la igualdad  y el progreso de los seres humanos, en el lado bueno de la frontera.  Mientras esto ha ido ocurriendo  y en todos lados se  estandariza un uso homologable de tecnología, métodos de administración pública y producción de bienes y servicios, se han insertado  también en las en distintas sociedades toda una gama de conceptos, ideales y subjetividades implícitos en esta forma de vida “moderna”, que no siempre logran encajar de modo armónico o desprovisto de conflicto. Así que una pregunta que cabría hacerse (ya para empezar a entrar en materia) es si el auge del feminismo contemporáneo es, entre otros fenómenos, un producto de la globalización.


Según algunas de las tesis del materialismo histórico,  son las formas de producción (y me permito añadir, de reproducción también) las que determinan la serie de conceptos y ordenamientos sociales que bajo el nombre de superestructura ideológica dirigen tanto el ámbito de la actividad económica como lo cultural y simbólico. Vale, sé que no estoy inventando el café con leche, pero sí quisiera que a la luz de este paradigma se entendiera que entre las consecuencias que nos ha traído la consolidación del proyecto capitalista global, es que, además de la formas de producción, distribución y consumo,  las relaciones entre personas, y en este particular caso, las que giran en torno  a la organización de  la vida doméstica y la procreación de seres humanos, han sido trastocadas de un modo irreversible.  De hecho, es como si una unidad familiar fuese entendida como la asociación de dos (o más…) personas que ante todo son trabajadores, individuos que participan en la actividad productiva y que como buenamente puedan, lleven adelante el proyecto de tener un hogar donde vivir y criar hijos. ¿Y por qué saco a colación el tema de la reproducción, si las reivindicaciones feministas  rebasan este ámbito y se circunscriben a muchísimos otros aspectos de la vida social? Pues porque según mi punto de vista, en el momento en que se modificó el modelo de la división sexual del trabajo digamos, tradicional, las tesis feministas empezaron a arraigar  con mayor fuerza, primero entre mujeres y luego poco a poco fue ganando apoyo entre ciertos hombres,  hasta convertirse en el movimiento social que es ahora.

 Aquellos tiempos en los que el sueldo de un miembro de la unidad familiar bastaba para proveer de techo y sustento, mientras la otra hacía todo lo relativo a la vida doméstica y la crianza,  han quedado atrás y eso significa que el grado de explotación sobre la unidad familiar se ha incrementado, y como puede verse en muchos países, la tasa de natalidad  se ha reducido a puntos por debajo del mero relevo generacional, es decir, hay más muertos que recién nacidos. Claude Meillassoux, allá en los años 70 del siglo pasado, hizo hincapié en  el hecho de que la gestación y crianza de hijos, contrario a lo que comúnmente se pensaba, era una actividad económica en sí, puesto que se trataba de proveer de futuros trabajadores al mercado laboral; de modo que la inversión y esfuerzo que ello implicaba era entregado al sistema capitalista al cumplir los hijos la mayoría de edad y convertirse en ciudadanos libres de obligaciones o deuda hacia los progenitores.

 ¿Tiene este hecho algo que ver con el mencionado auge del pensamiento feminista? Mi respuesta es que sí, pero vayamos como el viejo Jack el destripador, por partes. He planteado los desajustes y conflictos que van acompañando el cambio de mentalidad con el cambio de las formas de producción/reproducción de un modo somero, apenas para ilustrar que estamos en una fase de mutación profunda. Lo que ocurre es que al calor de estos movimientos de placas tectónicas culturales,  emerge con gran fuerza la reivindicación de media humanidad para  adquirir un estatus superior al que ha tenido en el nuevo orden que se avecina. No se trata pues, de comprender a estas alturas que además de reproductoras (lo que en sí constituye una actividad productiva, insisto) las mujeres están ocupando y ocuparán cada vez más espacios en las zonas de poder económico y político, sino de comprender en qué medida esto está generando reacciones de mucha incertidumbre y confusión entre quienes ven trastocado un orden que consideraban casi natural.
A la tan cacareada división sexual del trabajo que vinculaba a las mujeres al ámbito doméstico, se le agregó la necesidad y la  obligación de salir a trabajar también, y ante este hecho no se produjo una contrapartida  por parte de los hombres. De hecho, sólo aquellos que se consideran igualitarios y progresistas asumen que deben colaborar también en el ámbito doméstico y eso son de momento unos pocos solamente, y una inversión total de los roles, con el amo de casa recibiendo amoroso a su trabajadora esposa con un ¿Qué tal en la oficina, mi amor?,  nos parecería propio de un programa de comedia; eso para mí es lo verdaderamente  preocupante.

De ahí que lo que me interesa plantear aquí es el hecho de que un  cambio de la magnitud que se nos presenta, no puede llevarse a cabo sin la participación de todos los que estén implicados, y hasta ahora lo que ocurre parece ser cosa de las mujeres, y los hombres más progres pueden darse golpecitos de pecho y asumir que hemos vivido en el patriarcado y que ellas tienen razones de peso para protestar y reivindicarse, así que se les apoya y desea suerte, pero en ningún caso se plantea la necesidad de redefinir lo masculino, de situar nuevas coordenadas en los sistemas de relaciones, roles y terminologías.  Algunos hombres en su confusión se sienten amenazados y agredidos,  las mujeres nos hacen la guerra opinan, porque en su lucha sacuden los cimientos de un orden social que está destinado a modificarse y en vez de asumir que son una parte implicada se cruzan de brazos mientras observan con recelo las diversas formas de protesta que van ejerciendo las mujeres en cuanto a que son ciudadanas y trabajadoras con derechos.  Ha habido incluso políticos en campaña (generalmente vinculados a la derecha más retrógada) que hacen bandera de una supuesta defensa de los derechos de los hombres frente a lo que consideran agresiones mediáticas y un ejercicio imparcial de las leyes contra la violencia de género. Pero ese campo de batalla trasciende lo semántico y las consecuencias del choque entre dos paradigmas de género son casi en su mayoría sufridas por  mujeres a manos de hombres que no están dispuestos a reconocer ese estatuto de autonomía y derechos que se está formulando al día de hoy. De hecho, el término feminicidio no es en modo alguno la contrapartida de homicidio, pues se refiere específicamente a la muerte de una mujer a manos de su esposo o pareja, mientras que el segundo suele ser cosa de hombres, sin excluir la posibilidad de que alguna vez, una mujer asesine a un hombre.  Y de modo análogo, el feminismo no es en absoluto el reverso del machismo, aunque sí una consecuencia del mismo.


Ya la mismísima Simone de Beuavoir protestaba (con razón, creo) en el Segundo Sexo que porqué ellas tenían que ser las diferentes, las raras, las anómalas, como si lo masculino representara una centralidad de lo humano y lo femenino fuera una especie de desviación o periferia de ello. Así hoy en día, además de luchar contra la banalización y vaciado de contenido del término feminismo, debería plantearse la necesidad de acuñar un término propio entre los hombres ( un masculinismo, digamos) que coincidan en el entendimiento de hasta qué punto es imprescindible generar una armazón conceptual y una terminología que nos permita incluirnos en la reivindicación por un sistema de roles y derechos más justos y adecuados para lo que apenas comienza a vislumbrarse como un orden social emergente, no sé si mejor o peor, pero sí inevitable.  Porque si miramos hacia atrás y coincidimos con Levy-Strauss y sus churumbeles en la tesis de que los hombres estuvieron intercambiado hermanas entre ellos a lo largo y ancho del planeta y los siglos,  de que el control de la sexualidad femenina se ejerció en el plano simbólico y físico y de que todo ello tenía que ver finalmente con la organización de la propiedad y la transmisión de bienes por contrato matrimonial o herencia,  si miramos todo esto en retrospectiva y vemos las vertiginosas transformaciones que ocurren en el universo United Colours, podríamos comprender que en cualquier caso, el movimiento feminista es o puede ser una parte esencial  y determinante en la continuación del proyecto humanista, de ciudadanía libre y con derechos que fue alumbrado también en los albores de una época en la que se presagiaban cambios de gran calado, tras la caída de los reyes por derecho divino, el ascenso de las repúblicas y las naciones modernas y como telón de fondo, las formas de producción de la revolución industrial del siglo XIX.


Hoy en día, algo de mayor hondura y extensión se nos muestra con todas sus contradicciones y paradojas. En esta ruptura de moldes que va cobrando cada vez más fuerza, es habitual ver vinculada la lucha feminista con otras luchas por la igualdad de derechos y el respeto a la decisión de no seguir plenamente el modelo binario heredado de la antigüedad. Así las reivindicaciones como las del colerctivo LGTB en pro del derecho a la diversidad, el derecho a la libre circulación de personas a través de las fronteras, la creciente preocupación por los efectos del cambio climático, etc, encuentran en el movimiento feminista un aliado natural, pues ante todo se comparte un anhelo de establecer una serie de valores que conformen una superestructura ideológica acorde con los cambios que se han estado produciendo y que se presiente serán mayores en las siguientes décadas. Frente al vértigo y la incertidumbre tóxica del relativismo que se genera en la vorágine de la sociedad de la  información y el espectáculo,  hemos de seguir la marcha hacia un destino incierto que en cualquier caso debe tener como eje y proyecto fundamental,  la pervivencia con dignidad y justicia de la humanidad entera.  Si las mujeres con su reivindicación de equidad y respeto están comenzando a dar pasos en esa dirección, deberíamos seguirlas, sin perder por ello de vista que como en cualquier movimiento social en el que participan personas, se dan excesos y distorsiones, hay aristas, verborrea y desconfianzas,  pero en esencia se ciñe a viejos anhelos que quizá ahora se llamen distinto,  y sin embargo son parte de una búsqueda que viene de lejos en nuestra historia.  Y dado que como he planteado en este texto, es imprescindible en este proceso la implicación activa de los hombres,  quizá no estaría de más empezar a implicarnos más activamente en este proceso para de alguna manera compensar el atraso que se nos ha acumulado en la zona de confort en la que hemos creído vivir, sin comprender cómo el machismo también nos ha esclavizado y condicionado en nuestra búsqueda de realización y plenitud. Cuenta la leyenda que lo del invento de la agricultura (el mejor de todos los inventos que jamás ha habido) fue cosa de ellas, así que  tal vez no andaríamos del todo desencaminados al emprender ese sendero.