domingo, 25 de febrero de 2024

OBSERVACIÓN NUEVA

En tiempos de la cuarta transformación en política, tenemos que:


De las damas, las que tienen bubis son las más caras

De las que tienen busto, son excéntricas

Las que tienen tetas son las baratas

Las que tienen pecho, son las trascendidas.



LA OPERACIÓN ENCUBIERTA ,AY, COMO TANTAS, DE LOS REPUBLICANOS

CONMIGO FUE CARVER EN EL PASADO, AHORA ES LA YEPES BUSCANDO CHAIRA



HACE RATO QUE FUÍ POR LOS CAMEL





viernes, 23 de febrero de 2024

LO QUE CIRCULÓ SOBRE "LAS CARTAS DEL BOOM" Y UNA CONFERENCIA QUE DÍ SOBRE ELLOS ME MOTIVARON PARA ADQUIRIRLO, EL OTRO ES MÍO, LO VENDERÉ EL SÁBADO EN MI TALLER ESCULTOR






 

NOTICIA DE EL PERIÓDICO EL PAÍS DE HACE UN PAR DE AÑOS

 

MAPA ALTERNATIVO DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA

RAQUEL GARZÓN

El País

31 MAR 2022

Con mirada feminista e irreverente en relación con el canon, un libro coral con recomendaciones de escritores actuales propone títulos imperdibles que reflejan la vitalidad literaria del subcontinente

 

 

Proponer un GPS de libros que sintetice la literatura latinoamericana en 50 entradas demanda arrojo y parece una tarea imposible. ¿Cómo identificar los vasos comunicantes y las conversaciones que entablan tradición y actualidad? ¿Qué clásicos frecuentan y recomiendan los autores jóvenes? Estas cuestiones, recuerda la escritora argentina Clara Obligado, editora del flamante Atlas de literatura latinoamericana (Nórdica), estuvieron en el germen del proyecto: un mapa del talento literario de 20 países en 224 páginas conformado con reseñas de escritores de hoy e ilustrado por Agustín Comotto.

 

La novela latinoamericana hoy

El volumen, una preciosa edición de tapa dura recorrida por ilustraciones, partió de una premisa contundente: “Quitar del primer plano a la generación del bum”, sintetiza Obligado, para quien, aunque a priori tales omisiones puedan saber a “barbaridad”, esos nombres obvios y los de otros clásicos “aparecen y reaparecen, porque se dialoga y discute con ellos”. Borges no tiene una entrada en el atlas y, sin embargo, “Borges es la primera palabra de mi prólogo”, ejemplifica la autora de Todo lo que crece.

 

 

 

 

El disparador lanzado a los 47 reseñistas invitados fue atractivo: “‘Si tuvieran que elegir un autor para poner en el mapa, ¿a quién pondrían? Tienen que escogerlo desde el entusiasmo. Y contarle a un lector que no conozca a Roberto Bolaño, por ejemplo, por qué hay que leerlo ahora, qué tiene de maravilloso’”, recrea Obligado, quien además les pidió que escribieran sus ensayos en primera persona para eludir la jerga académica (aunque lecturas críticas como la de la poeta María Negroni sobre Alejandra Pizarnik lucen sus décadas de investigación).

 

Con ese punto de partida, el atlas ofrece a los lectores, especializados o no, duplas de excepción. Del argentino Antonio Di Benedetto, revisitado por Federico Falco, a la autora venezolana Elizabeth Schön en un perfil de Juan Carlos Méndez Guédez, pasando por el colombiano Fernando Molano elegido por Héctor Abad Faciolince y la escala chilena que incluye a Marta Brunet retratada por su compatriota Lina Meruane, el libro es pródigo en sorpresas.

 

En su doble condición de autor invitado y presentador, el catedrático madrileño Julio Prieto, especialista en literatura latinoamericana y a cargo de las entradas de Felisberto Hernández y Gabriela Mistral, subraya la apuesta del atlas: “Lo que más destaca es el gesto un tanto irreverente en relación con el canon; una opción por hacer una cartografía alternativa, con un posicionamiento feminista muy fuerte. Hay una clara intención de recuperar a escritoras marginadas por diferentes motivos, como Elena Garro, Sara Gallardo...”.

 

La decisión interesante es no incluir lo ya visible: no están Borges, Rulfo, César Vallejo ni Sor Juana Inés de la Cruz. Se dan por sentados. Se opta por ocupar esas 50 casillas con autores en ocasiones desconocidos incluso para especialistas y casi viciosos de esta literatura”, bromea Prieto, quien marca los aportes sobre la narrativa centroamericana. “El ensayo sobre Rogelio Simán, un gran escritor panameño, destaca que si hubiera sido argentino o peruano o chileno habría sido más conocido porque ciertos países tienen gran peso en la industria editorial. Hay muchas joyas secretas en el atlas y una pregunta no acerca de lo que es la literatura latinoamericana, sino de lo que será, a partir de las elecciones de los escritores que recomiendan”, afirma.

 

El caso de México ejemplifica la dinámica que retroalimenta esta cartografía. “De los cinco autores reseñados, cuatro son mujeres y el quinto es Jorge Ibargüengoitia (¡el texto de Antonio Ortuño es una maravilla!). Eso es poner patas arriba la literatura latinoamericana”, se entusiasma Obligado. “Incluir es excluir y al hablar de listas y cánones se ha hecho siempre una lectura muy caprichosa, según el gusto de cada uno. Yo no quería hacer eso, sino presentar un estado de la cuestión, teniendo en cuenta que en unos años puede que se diga ‘aquí falta esto o aquello”, se explaya.

 

Entre esas ausencias, Obligado asume la falta de entradas sobre literaturas escritas en lenguas originarias, que hubieran demandado un estudio que excede el proyecto. De allí el subtítulo del libro: Arquitectura inestable, una expresión que da cuenta de “algo construido, algo que se arma, pero que se sabe inestable porque no presume de ser la verdad sobre nada”, define.

 

Atlas de literatura latinoamericana trabaja tres colores: blanco, negro y rojo coral, cuenta Agustín Comotto, cuyas potentes ilustraciones “relatan sobre otros que relatan”. “No quería interpretar una imagen literal de lo descrito por el biógrafo ni de lo que representa el biografiado. Ambas partes conllevan mundos propios y me interesaba aportar el mío, algo complementario”, explica. Así, cada entrada demandó una estrategia específica: “¿Cómo se puede representar con solo una imagen un mundo, cualquiera sea? En algunos autores el rostro es inevitable porque es una marca reconocible por el lector, en otros no, pero es reconocible el universo creado por ese autor”.

 

Para Comotto la vacilación que registra el subtítulo del libro puede leerse de otro modo: “Hace referencia también a la inestabilidad del creador, la precariedad del que escribe. No sería un oficio demasiado estable el del escritor en América Latina. Y, dicho sea de paso, tampoco el del ilustrador”, apunta.

 

Perfiles e ilustraciones acogen esa vitalidad exigida y exigente: “Es una cartografía plural, riquísima y transterrada; la violencia aparece todo el tiempo y los textos registran lo difícil que puede ser América Latina”, precisa Obligado, exiliada política de la última dictadura militar argentina, que vive en España desde 1976. “Por eso yo escribí sobre el Inca Garcilaso, que es el único de los cronistas que habla las lenguas nativas. Lo titulé La invención de la melancolía, porque en él están la idea de ir y venir, de perder la patria y eso le da una actualidad absoluta. Era esencial traer a un cronista, porque ellos fundaron la literatura, ¿pero a cuál? A este que es parecido a nosotros, ahora”.

domingo, 18 de febrero de 2024

COMPREN, SI PUEDEN EL LIBRO ¡GRACIAS! DE AMLO

 

El día de hoy termino fatigado, alma mía, perro de la fortuna,

Me encuentro como un sacerdote que convoca y convoca

Y la verdad es que sólo tengo boca.

Me encuentro sólo y desposeído de neurosis pero

Quiero escribirte corazón mío,

La libertad con la que salí desde el útero,

Ésa historia la sé bien, no me equivoco,

Pienso en Alejandro Rossi, el quería decir que éramos

Buenos, pero sabía que éramos dislocados en la familia,

Mi juventud, ya no quiero hablar de eso,

Lo que deseo expresar es que es fulgurante

Nuestro Presidente, me parece increíble todo lo

Que ha logrado AMLO, porque lo he pensado

A profundidad, ¿yo? Lo ayudo como puedo,

El gran Hombre es él.

 

RICARDO PIGLIA UN TEXTO BUENÍSIMO!! YO Y MI GENTE TE QUEREMOS PIGLIA!

 

OXXO OVNI

En la tienda nadie parece tener respeto por el otro, sin embargo existe un socorrido rumor de que los que van al saborcito mexicano a embriagarse, nunca se ponen pedos, es el aire o sepa su puta madre; el caso, en estricto sentido, es que ahí sólo rifa la tv a cántaros, nadie se ve borracho, sin embargo, la música es entusiasta, los tacos de pastor se llenan, la verdad quiero escapar de aquí, no sólo de mi madre, me gustaría irme a un departamento un poco más lejos, a lo mejor en jardines, donde vivía un amigo, privada de la luz, ajá, sí me gustaría vivir allá.



CUANDO YO LES PONGO ÉSTAS FOTOS, ÉSTE TIPO DE FOTOS, LES COMPARTO ALGO QUE ES COMO AFECTO, GRATITUD, Y ADMIRACIÓN.






LITERATURA Y PSICOANÁLISIS.

 

La relación entre psicoanálisis y literatura es por supuesto conflictiva y tensa. Por de pronto, los escritores han sentido siempre que el psicoanálisis hablaba de algo que ellos ya conocían y sobre lo cual era mejor mantenerse callado. Faulkner y Nabokov, por ejemplo, han observado que el psicoanalista quiere oír la voz secreta que los escritores, desde Homero, han convocado, con la rutina solitaria con la que se convoca a las musas; una música frágil y lejana que se entrevera en el lenguaje y que siempre parece tocada por la gracia. Al revés de Ulises, pero cerca de Kafka, los escritores intentan (muchas veces sin éxito) oír el canto sereno y seductor de las sirenas y poder después decir lo que han oído. En esa escucha incierta, imposible de provocar deliberadamente, en esa situación de espera tan sutil, los escritores han sentido que el psicoanálisis avanzaba como un loco furioso.

Hay otro aspecto sobre el cual los escritores han dicho algo que, me parece, puede ser útil para los psicoanalistas. Nabokov y también Manuel Puig, nuestro gran novelista argentino, insistieron en algo que a menudo los psicoanalistas no perciben o no explicitan: el psicoanálisis genera mucha resistencia pero también mucha atracción; el psicoanálisis es una de las formas más atractivas de la cultura contemporánea. En medio de la crisis generalizada de la experiencia, el psicoanálisis trae una épica de la subjetividad, una versión violenta y oscura del pasado personal. Es atractivo entonces el psicoanálisis porque todos aspiramos a una vida intensa; en medio de nuestras vidas secularizadas y triviales, nos seduce admitir que en un lugar secreto experimentamos o hemos experimentado grandes dramas, que hemos querido sacrificar a nuestros padres en el altar del deseo y que hemos seducido a nuestros hermanos y luchado con ellos a muerte en una guerra íntima y que envidiamos la juventud y la belleza de nuestros hijos y que también nosotros (aunque nadie lo sepa) somos hijos de reyes abandonados al borde del camino de la vida. Somos lo que somos, pero también somos otros, más crueles y más atentos a los signos del destino. El psicoanálisis nos convoca a todos como sujetos trágicos; nos dice que hay un lugar en el que somos sujetos extraordinarios, tenemos deseos extraordinarios, luchamos contra tensiones y dramas profundísimos, y esto es muy atractivo. De modo que el psicoanálisis, como bien dice Freud, genera resistencia y es un arte de la resistencia y de la negociación, pero también es un arte de la guerra y de la representación teatral, intensa y única.

Por eso Nabokov veía el psicoanálisis como un fenómeno de la cultura de masas; consideraba clave ese elemento de atracción, esa promesa que nos vincula con las grandes tragedias y las grandes traiciones, y veía ahí un procedimiento clásico del melodrama y de la cultura popular: el sujeto es convocado a un lugar extraordinario que lo saca de su experiencia cotidiana.

Y Manuel Puig decía algo que siempre me pareció muy productivo, y que sin duda fue decisivo en la construcción de su propia obra. Decía Puig que el inconsciente tiene la estructura de un folletín. Él, que escribía sus ficciones muy interesado por la estructura de las telenovelas y los grandes folletines de la cultura de masas, había podido captar esta dramaticidad implícita en la vida de cada uno, que el psicoanálisis pone como centro en la construcción de la subjetividad.

En todo esto hay entonces una suerte de relación ambigua: por un lado el psicoanálisis avanza sobre una zona oscura, que el artista preserva y prefiere olvidar; pero, por otro lado, el psicoanálisis se presenta como una especie de alternativa: hace lo mismo que el arte, genera una suerte de bovarismo, en el sentido de la experiencia de Madame Bovary, que leía aquellas novelitas rosas como si fueran el oráculo de su propia vida y el modelo de sus sentimientos. El psicoanálisis construye un relato secreto, una trama invisible y hermética, hecha de pasiones y creencias, que modela la experiencia.

Voy a agregar dos anotaciones más: una, sobre cómo la literatura ha usado el psicoanálisis, y otra sobre el modo en que el psicoanálisis ha usado a la literatura. Para la primera cuestión, podemos desde luego olvidar experiencias un poco superficiales como la del surrealismo o la de la beat generation, que confundían escribir sin pensar con oír la voz secreta de la sirena de Kafka (que es muda); confundían , o intentaban confundir, la espera de la gracia y la paciencia del poeta, con un procedimiento mecánico de escritura automática: la musa es una dama suficientemente frágil como para esperar un tratamiento más delicado que ese escribir, dejándose llevar por una suerte de vitalismo atropellado; es un poco ingenuo por supuesto suponer que esa es la manera de conectarse con el inconsciente en el trabajo.

Quien sí constituyó la relación con el psicoanálisis como clave de su obra es quizás el mayor escritor del siglo XX: James Joyce. Él fue quien mejor utilizó el psicoanálisis, porque vio en el psicoanálisis un modo de narrar; supo percibir en el psicoanálisis la posibilidad de una construcción formal, leyó en Freud una técnica narrativa y un uso del lenguaje. Es seguro que Joyce conocía Psicopatología de la vida cotidiana y La interpretación de los sueños: su presencia es muy visible en la escritura del Ulises y del Finnegans Wake. No en los temas: no se trataba para Joyce de refinar la caracterización psicológica de los personajes, como se suele creer, trivialmente, que sería el modo en que el psicoanálisis ayudaría a los novelistas, ofreciéndoles mejores instrumentos para la caracterización psicológica. No: Joyce percibió que había ahí modos de narrar y que, en la construcción de una narración, el sistema de relaciones que definen la trama no debe obedecer a una lógica lineal y que datos y escenas lejanas resuenan en la superficie del relato y se enlazan secretamente. El llamado monólogo interior es la voz más visible de un modo de narrar que recorre todo el libro: asociaciones inesperadas, juegos de palabras, condensaciones incomprensibles, evocaciones oníricas. Así Joyce utilizó el psicoanálisis como nadie y produjo en la literatura, en el modo de construir una historia, una revolución de la que es imposible volver.

Y me parece que el Finnegans Wake, que por supuesto es una de las experiencias literarias límites de este siglo, se construye en gran medida sobre la estructuración formal que se puede inferir de una lectura creativa de la obra de Freud: una lectura que no se preocupa por la temática sino por el modo en que se desarrollan ciertas formas, ciertas construcciones.

Cuando le preguntaban por su relación con Freud, Joyce contestaba así: “Joyce en alemán, es Freud”. Joyce y Freud quieren decir “alegría”; en este sentido los dos quieren decir lo mismo, y la respuesta de Joyce era, me parece, una prueba de la conciencia que él tenía de su relación ambivalente pero de respeto e interés respecto de Freud. Me parece que lo que Joyce decía era: yo estoy haciendo lo mismo que Freud. En el sentido más libre, más autónomo, más productivo.

Joyce mantuvo otra relación con el psicoanálisis, o mejor dicho con un psicoanalista, y en esa relación personal, en una anécdota, se sintetiza un elemento clave de esta tensión entre psicoanálisis y literatura. Joyce estaba muy atento a la voz de las mujeres. El escuchaba a las mujeres que tenía cerca: escuchaba a Nora, que era su mujer, una mujer extraordinaria; escuchándola, escribió muchas de las mejores páginas del Ulises, y los monólogos de Molly Bloom tienen mucho que ver con las cartas que le había escrito Nora en distintos momentos de su vida. Digamos que Joyce estaba muy atento a la voz femenina, a la voz secreta de las mujeres a las que amaba. Sabía oír. Él, que escribió Ulises, no temía oír ahí, junto a él, el canto siniestro y seductor de las sirenas.

Mientras estaba escribiendo el Finnegans Wake era su hija, Lucía Joyce, a quien él escuchaba con mucho interés. Lucía terminó psicótica, murió internada en una clínica suiza en 1962. Joyce nunca quiso admitir que su hija estaba enferma y trataba de impulsarla a salir, a buscar en el arte un punto de fuga. Una de las cosas que hacía Lucía era escribir. Joyce la impulsaba a escribir, leía sus textos, y Lucía escribía, pero a la vez se colocaba cada vez en situaciones difíciles, hasta que por fin le recomendaron a Joyce que fuera a consultar a Jung.

Estaban viviendo en Suiza y Jung, que había escrito un texto sobre el Ulises y que por lo tanto sabía muy bien quién era Joyce, tenía ahí su clínica. Joyce fue entonces a verlo para plantearle el dilema de su hija, y le dijo a Jung: “Acá le traigo los textos que ella escribe, y lo que ella escribe es lo mismo que escribo yo”, porque él estaba escribiendo el Finnegans Wake, que es un texto totalmente psicótico, si uno lo mira desde esa perspectiva: es totalmente fragmentado, onírico, cruzado por la imposibilidad de construir con el lenguaje otra cosa que no sea la dispersión. Entonces Joyce le dijo a Jung que su hija escribía lo mismo que él, y Jung le contestó: “Pero allí donde usted nada, ella se ahoga”. Es la mejor definición que conozco de la distinción entre un artista y... otra cosa, que no voy a llamar de otro modo que así.

 

El arte de la natación

En efecto, el psicoanálisis y la literatura tienen mucho que ver con la natación. El psicoanálisis es en cierto sentido un arte de la natación, un arte de mantener a flote en el mar del lenguaje a gente que está siempre tratando de hundirse. Y un artista es aquel que nunca sabe si va a poder nadar: ha podido nadar antes, pero no sabe si va a poder nadar la próxima vez que entre en el lenguaje.

En todo caso, la literatura le debe al psicoanálisis la obra de Joyce. Él fue capaz de leer el psicoanálisis, como fue capaz de leer otras cosas. Joyce fue un gran escritor porque supo entender que había maneras de hacer literatura fuera de la tradición literaria; que era posible encontrar maneras de narrar en los catecismos, por ejemplo; que la narración, las técnicas narrativas no están atadas sólo a las grandes tradiciones narrativas sino que se pueden encontrar modos de narrar en otras experiencias contemporáneas; el psicoanálisis fue una de ellas.

La otra cuestión es qué le debe el psicoanálisis a la literatura: le debe mucho. Podemos hablar de la relación que Freud estableció con la tragedia, pero no me refiero a los contenidos de ciertas tragedias de Sófocles, de Shakespeare, de las cuales surgieron metáforas temáticas sobre las que Freud construyó un universo de análisis. Me refiero a la tragedia como forma que establece una tensión entre el héroe y la palabra de los muertos.

En literatura, se tiende a ver la tragedia como un género que estableció una tensión entre el héroe y la palabra de los dioses, del oráculo, de los muertos, una palabra que venía de otro lado, que le estaba dirigida y que el sujeto no entendía. El héroe escucha un discurso personalizado pero enigmático, es claro para los demás, pero él no lo comprende, si bien en su vida obedece a ese discurso que no comprende. Esto es Edipo, Hamlet, Macbeth, éste es el punto sobre el que gira la tragedia en la discusión literaria como género que empieza con Nietzsche y llega hasta Brecht. La tragedia, como forma, es esa tensión entre una palabra superior y un héroe que tiene con esa palabra una relación personal.

Esa estructuración tiene mucho que ver con el psicoanálisis, y no he visto que ello haya sido marcado más allá de la insistencia sobre lo temático: por supuesto, en Edipo hay un problema con unos padres y unas madres, en Hamlet hay un problema con una madre, en fin. Pero en Hamlet también hay un padre que habla después de muerto.

Otra forma sobre la cual pensar la relación entre el psicoanálisis y la literatura es el género policial. Es el gran género moderno; inventado por Poe en 1843, inundó el mundo contemporáneo. Hoy miramos el mundo sobre la base de ese género, hoy vemos la realidad bajo la forma del crimen; como decía Bertolt Brecht. La relación entre la ley y la verdad es constitutiva del género, que es un género muy popular, como lo era la tragedia. Como los grandes géneros literarios, el policial ha sido capaz de discutir lo mismo que discute la sociedad pero en otro registro. Eso es lo que hace la literatura: discute lo mismo de otra manera. ¿Qué es un delito, qué es un criminal, qué es la ley? Discute lo mismo que discute la sociedad pero de otra manera. Si uno no entiende que discute de otra manera, le pide a la literatura que haga cosas que mejor las haría el periodismo. La literatura discute los mismos problemas que discute la sociedad, pero de otra manera, y esa otra manera es la clave de todo. Una de estas maneras es el género policial, que viene discutiendo las relaciones entre ley y verdad, la no coincidencia entre la verdad y la ley, el enigma como centro secreto de la sociedad, como un aleph ciego.

Poe inventa un sujeto extraordinario, el detective, destinado a establecer la relación entre la ley y la verdad. El detective está ahí para interpretar algo que ha sucedido, de lo que han quedado ciertos signos, y puede realizar esa función porque está afuera de cualquier institución. El detective no pertenece al mundo del delito ni al mundo de la ley; no es un policía pero tampoco es un criminal (aunque tiene sus rasgos). Dupin, Sherlock Holmes, Marlowe, el detective privado está ahí para hacer ver que la ley en su lugar institucional, la policía, funciona mal. Y a la vez el detective es el último intelectual, hace ver que la verdad ya no está en manos de los sujetos puros del pensar (como el filósofo clásico o el científico) sino que debe ser construida en situación de peligro, y pasa a encarnar esa función. Va a decir la verdad, va a descubrir la verdad que es visible pero que nadie ha visto, y la va a denunciar.

Se plantea aquí una paradoja que el género (y Poe antes que nadie) resuelve de un modo ejemplar: cómo hablar de una sociedad que a su vez nos determina, desde qué lugar externo juzgarla si nosotros también estamos dentro de ella. El género policial da una respuesta que es extrema: el detective, aunque forme parte del universo que analiza, puede interpretarlo porque no tiene relación con ninguna institución..., ni siquiera con el matrimonio. Es célibe, es marginal, está aislado. El detective no puede incluirse en ninguna institución social, ni siquiera en la más microscópica, en la célula básica de la familia, porque ahí donde quede incluido no podrá decir lo que tiene que decir, no podrá ver, no tendrá la distancia suficiente para percibir las tensiones sociales. Hay un elemento extraño a toda institución en el sistema de interpretación que encarna el detective: está afuera y muchos de sus rasgos marcan esa distancia (la vida nocturna y un poco perversa de Dupin, la cocaína de Sherlock Holmes, el alcohol y la soledad de Marlowe), sus manías son formas de subrayar la diferencia.

En la tragedia un sujeto recibe un mensaje que le está dirigido, lo interpreta mal, y la tragedia es el recorrido de esa interpretación. En el policial, el que interpreta ha podido desligarse y habla de una historia que no es la de él, se ocupa de un crimen y de una verdad de la que está aparte pero en la que está extrañamente implicado. Me parece que el psicoanálisis tiene algún parentesco con esto.

*Conferencia dictada en Buenos Aires con el auspicio de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), el 7 de Julio de 1997. Posteriormente, este texto apareció en su libro Formas Breves (Ed. Temas).

 

RICARDO PIGLIA

 


Les quiero compartir aunque con francas y honestas razones, aunque pequeñas, la siguiente nota, para que lo pensaran, fíjense en quién es y la fecha:

 

ÁNGEL VERDUGO, TOMADO DE EXÉLSIOR, JUEVES 6 DE JUNIO 2019

 

Los recientes procesos electorales —en seis entidades federativas— fueron, como pocas veces, una oportunidad de oro para ver los efectos de una de las peores cualidades más profundamente arraigadas en decenas de millones de mexicanos: la renuencia total a pensar para cederle el lugar a eso que se nos da tan bien, insultar.

Lo nuestro no es el argumento debidamente sustentado, sino la mentada de madre; no es el análisis —así fuere superficial— sino el insulto al que ha cometido un gravísimo pecado: disentir de lo que yo pienso. Jamás nos detenemos a analizar con detenimiento lo que afirma el otro, menos a reconocer que podría estar en lo correcto en lo que plantea.

Ante una posición divergente, nos lanzamos prestos y decididos a acabar al otro —a la persona— con insultos y las peores procacidades; jamás pasa por nuestra mente que lo correcto es demostrar lo equívoco de su posición con argumentos lógicos y debidamente soportados. Eso no es lo nuestro, pues hemos sido educados para denostar a quien emite juicios y/o mantiene posiciones que difieren de lo que nosotros hemos decidido aceptar y adoptar y defender, cual si fuere dogma religioso.

Esa conducta, debo decirlo, no es de ahora; viene de lejos, y es resultado natural de contenidos educativos tramposos plagados de mentiras y mitos que deberían avergonzarnos. A eso debemos agregar una manipulación ideológica que nos ha llevado a creer —sí, a creer, no a pensar si es correcto—, que como México no hay dos, que México es único y la mexicanidad es lo máximo en el planeta.

Una vez que empezaron a conocerse los primeros resultados que dieron la victoria a pésimos candidatos, esas cualidades que nos distinguen empezaron a manifestarse en todo su esplendor. El arsenal preparado de ofensas y procacidades junto con calumnias que, de tan exageradas y sin sustento alguno, parecían un mal chiste, fue lanzado en contra de quienes osaron manifestar, públicamente y sin intentar ocultar su nombre y siempre dando la cara, que otros candidatos deberían ser los merecedores del voto ciudadano.

Ante lo visto y padecido, las preguntas —por el bien de la democracia mexicana y su futuro— son obligadas: ¿Por qué la renuencia a pensar, a intentar analizar siquiera —así fuere superficialmente— los argumentos del otro? ¿Qué explica esa conducta primitiva, de querer acabar al que difiere de nosotros, y dejar de lado sus argumentos?

Además de la cobardía sempiterna que caracteriza a los que se cobijan en la masa amorfa porque sólo así son valientes, sólo así se atreven a ofender al que difiere, exhiben su muy limitado vocabulario debido a un nivel de embrutecimiento, el cual es consecuencia obligada de la pésima educación que imparte un sistema educativo en ruinas y, para complementarla, están las prácticas de un quehacer político primitivo que premia la uniformidad de los cobardes e ignorantes, y castiga al que se atreve a disentir.

¿Así serán los próximos procesos electorales? ¿Acaso lo visto esta vez lo veremos recargado el año 2021? ¿Ésas son las formas que promueve ese mal chiste que es la 4T? ¿Y sus candidatos serán como Barbosa y Bonilla?

 

sábado, 17 de febrero de 2024

OBSERVACIÓN POR MARCOS GARCÍA

 Escuché una entrevista en PODCAST a una joven que conocí hace mucho tiempo, Ana Emilia Felker, a ella le dediqué ROSETÓN DE PLATA Y OTRAS NARRACIONES, no me quejo de ella, estoy pasando por un momento de reflexión cuidando mucho lo que dicen las femmes, las damas, eso, por otro lado.

"Mi lugar de enunciación", dice Felker, no es que esté mal esa frase que suena muy clara, lo que creo, es que en ese caso, Foucault, ya había dicho hace mucho tiempo, que el "lugar del discurso" siempre es muy lejos de donde se escucha... y en tiempo y espacio, por otro lado, ¿qué tendría de malo hablar escribir a la manera de los del Boom? Es decir, por mucha gente, y lejos de ésa gente? Felker no es una mala escritora,

ganó el premio nacional de periodismo en 2015, es, para muchas, un ejemplo a seguir, lo que creo es que no hay maldad, ni diablo, ni malicia, ni segundas intenciones, ni nada de eso, en ser PORTAVOZ, además, chingá! Que nos dijera Julio Cortázar!! ¿A poco no les gustó París por mi? "Transparentar mi lugar de enunciación" ésa frasesita, no será que está muy chavala la Felker? Hace poco tiempo Ray Loriga dijo en México: "Por ahora escribo yo y pronto vendrán cuatro, seis..." Ray Loriga no es ningún pendejo, es un brillante escritor español premio Alfaguara 2017 creo, el dato lo encuentran en la web, es decir , ahí, en ésa novela donde Ray Loriga escribió "Rendición" Ray Loriga habló por mí también, no me quejo, así es esto... pero es que en éstos tiempos debería haber más escritores PORTAVOZ, creo que los de gran calado, quieren serlo, Hola Felker (es que la naranja se pasea, de la sala al comedor...) Léanla en Letras Libres si quieren pues.


PERO CLARO! MUCHO CUIDADO CON ELLAS CUANDO SON ESCRITORAS! CARAY! TENGO PROYECTO EN ESPERA!!

miércoles, 14 de febrero de 2024

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE POESÍA SERGIO VICARIO GARCÍA


POR SERGIO VICARIO GARCÍA

 

A SAÚL IBARGOYEN

 

Vicario, me comentaba Saúl mientras salíamos de la Biblioteca México, ¿de qué hablamos cuando hablamos de poesía; de poesía medieval, de poesía italiana, española; hablamos de poesía sánscrita, de poesía uruguaya, o de la India? ¿Hablamos de la poesía actual, contemporánea, de los modernistas, hablamos de la poesía de Netzahualcóyotl o de la de Sor Juana, durante la colonia? ¿De la poesía erótica, del cuerpo, existencial, abstracta, de la poética de la ensoñación? ¿De qué hablamos? Es tan vasto el universo poético, que sólo mirarás una parte (y se sigue expandiendo), nada más. Ni toda tu vida te permitirá conocer toda la poesía escrita, pero está bien, va con el ser humano, y si este desaparece, no habría más poesía.

Recuerdo – me dijo- un día tuve la oportunidad de ir a Egipto y navegué por las aguas milenarias del Nilo, por curiosidad metí mi mano en el río y sentí la corriente. Pensé: ¡cuánto tiempo ha transcurrido!, todo cambia y es igual.

Años más tarde, en mayo de 2012, a propósito de un libro “Crepúsculo inmediato” que le entregué para su gentil prólogo, y escribió:

El volumen que ofrece ahora Sergio Vicario hace referencia de modo central y explícitamente, a un asunto que, desde la antigüedad, los poetas han incluido en sus repertorios históricos; casi diríamos desde la primera invención de la escritura que tuvo lugar en la cultura Sumeria, asentada en lo que hoy es el destrozado Irak. O sea, son varios miles de años a lo largo de los cuales se produjo ese invento revolucionario, con el sostén de piezas de diversa hechura y luego tablillas de barro. El poema de Gilgamesh (héroe primero local, luego regional y finalmente arquetípico), se describe la batalla entre Gilgamesh y su amigo Enkidú contra Khumbaba, el monstruo que vigila el bosque de los cedros en el actual Líbano.

Gran acto bélico pleno de simbolismo; siglos más tarde se escribe el poema babilónico de la creación, en que Marduk, el de los 50 nombres, derrota a sus enemigos en una trágica pelea cósmica. Recordemos ahora al Ramayana y la lucha de los incontables monos, aliados de Rama. Por supuesto como obviar la Ilíada y la Odisea, la Araucana de Ercilla, el Martìn Fierro de Josè Hernàndez y tantos pasajes de la literatura sagrada-judeo-cristiana-islámica.

Por lo tanto, en estos tiempos de abundantes conflictos entre Estados y naciones, muchas veces en sitios alejados de las sedes de los gobiernos capitalistas que los promueven, es natural que haya surgido una respuesta metafórica (continental y extra continental), es decir poética, frente a tanta destrucción que se percibe en el mundo globalizado.

Al poeta que jugara futbol, un hombre esbelto de gran cultura y lucidez, generoso; un hombre lastimado por el o los gobiernos autoritarios; crítico del capitalismo, a él, sólo puedo decirle, Gracias Saúl. Nada más.

 


martes, 13 de febrero de 2024

CUENTO INVITADO, POR CALEB OLVERA ROMERO

 

KRONOS, AIÓN, KAIRÓS.

CALEB OLVERA ROMERO

 

El hecho ocurrió el 9 de abril de 2017, en una banca del aeropuerto de la ciudad de México. Estaba perdido y desorientado más allá de la espacialidad propia de esas salas repletas de gente con maletas y pases de abordar en las manos. Sentí de pronto una gran confusión y tuve que sentarme. Había visto algo muy extraño, eso que ve de reojo el venado, cuando en la estepa se agazapa el jaguar justo antes de saltarle. No se cómo describirlo, quizá una alucinación o un fantasma. Tenía la sensación de haber visto pasar junto a mí, a mí mismo. Quizá no lo he expresado bien, pero de repente alguien pasó junto a mí y no lo vi bien, pero tenía la sensación de que era yo quien caminaba por ahí, fuera de mí, y había pasado casi rozándome. Me senté y de repente un niño como de 7 años se acercó. Un chico nada especial, delgado y de pelo lacio y escurrido, se sentó junto a mí, no parecía estar perdido pero tampoco había adultos cerca que lo cuidases. No tenía maletas ni pinta de que jugase a algo, solo llegó ahí y se sentó junto a mí; y de repente el asombro, el espanto exacerbado por un simple detalle. Él tenía en su muñeca mi reloj.

 

Cuando era joven, era obsesivo a un grado ridículo con el tiempo, al grado de enfermar por la simple sospecha de que llegaría tarde, o que las cosas no ocurrirían cando se esperaba que ocurriesen. Mi mujer que era una gen, hija de gen, aunque yo no lo sabía (se llaman gen a los genios como los de la lámparas de Aladino) y que había padecido mi obsesión con el tiempo y su irremediable consecuencia, me regaló un reloj o algo parecido, dijo que me ayudaría con mi locura. Ya que los dos o tres únicos conflictos que habíamos tenido se debían esa obsesión extrema que tenía yo por que las cosas pasaran, ni siquiera a tiempo, sino un poco antes, casi cuando yo quiera, sufría de una especie de berrinches legislados o amparados por el reloj y los acuerdos por demás arbitrarios que los humanos tomamos para los usos horarios.

Ni siquiera puedo decir que los hacía sino que los padecía. Así que para calmar un poco eso, mi mujer me regaló un reloj que no funcionaba, salvo en su tic, tac. El reloj se adelantaba de manera absurda y a veces recorría los números con una lentitud inusitada, no tenía ritmo y vaya si me esforcé por encontrarlo. Era un reloj de pulsera muy antiguo, hecho de oro, algo más grande que lo normal. Además se podía ver por la caratula sus engranes y mecanismos de oro, con algunas jema que servían de ejes de los mismos, zafiros, y diamantes. No parecía algo económico, pero aún así no le pregunte nunca su costo, ni como lo consiguió, me contentaba con tenerlo y sincronizar mi temperamento con su tic, tac.  Quizá esa era su gracia, quizá por eso me regaló ese extraño reloj que se sincronizó con mi corazón o sustituyó mi corazón y me tranquilizaba, pues media un tiempo diferente. Aunque nunca supe si realmente era un reloj tenía toda la apariencia y debajo de las manecillas se leía Aión, en un momento pensé que era la marca del fabricante, peor luego lo descarte. Según ella me dijo, entre los griegos es un tipo muy particular de tiempo. El hecho es que me dormía con ese tic, tac, me despertaba y hacía mis actividades que intentaba regular con ese tic, tac, y que finalmente me tranquilizaba como tranquiliza el tic, tac, del corazón de la madre a un niño. Tenía un ritmo extraño que a veces avanzaba lento y a veces muy rápido, jugando decíamos que media el tiempo que pasábamos felices. Marcó casi 10 años. Lo mejor de todo es que mi obsesión se disminuyó en gran medida al tratar de medir los eventos con un reloj caprichoso.

 

Pero ahora ese niño que estaba ahí traía puesto ese reloj. Si ese y no otro,  bien sé que durante años intente buscar donde comprar otro o saber porque tenía ese ritmo, en fin nunca supe quien lo hizo, donde los vendían, si ese era su funcionamiento correcto, o si había otros iguales, debo confesar que en algún momento pensé que no era un reloj y que debía de medir otra cosa.  Pero ese chico lo tenía en su muñeca como cualquier cosa y mi reacción fue violenta, le tomé del brazo y le pregunte ¿De dónde has sacado este reloj?  Él me dijo que un abuelo hace unos minutos se lo había cambiado por su reloj. Le dije que mentía, que ese reloj era mío. El chico asustado dijo que no, que lo había cambiado y señalo a un señor que se acercaba, era un anciano que cuando se acercó sonrió y se sentó como si nada pasara entre el niño y yo. Y entonces y solo entonces, me di cuenta de que la visión inicial era ese extraño personaje. Quien había visto era a él, a él que era yo. Me senté más para no desmayarme que para otra cosa. Él se sentó y me hizo un gesto para que soltará el brazo del niño, quien no sin cierto recelo también se sentó. Pregunté ¿qué está pasado? El anciano se me quedo viendo y dijo, ¡Hola cómo estas!, ¿Quieres saber qué pasa? Y señalando con la cabeza al niño me ordeno ¡pregúntale su nombre! así que voltee y le pregunte al niño, ¿cómo te llamas?. Me dijo Caleb, yo estaba realmente confundido, mareado, me sentía enfermo, incluso indefenso, en otra situación los hubiese pateado, pero en esa situación no tenía fuerzas ni para levantarme.

Le pregunte sin mirarlo, pues tenía los ojos clavados en el piso, ¿cómo se llama usted? El viejo sonrió como quien siente compasión por una situación absurda y dijo, supongo que ya lo sabes. Negué con la cabeza, mas negando la situación, que mi saber su nombre. Él dijo en voz muy baja, apenas audible. Caleb. Si me llamó Caleb y el niño y yo somos tú. O más exactamente los tres somos yo, o uno, o tú, o él, como quiera que sea y eso depende del reloj. Realmente quería salir corriendo de ahí, la verdad ni siquiera pensaba que era una broma, tenía tanto desconcierto que no sabía cómo reaccionar. El señor se quitó su reloj, que era idéntico al mío y me dijo, dame tu reloj. Lo verdaderamente sorprendente de este relato, es que le di mi reloj. Hubiese jurado que me podría hacer matar por él, pero sin embargo obedecí, me quite el reloj y advertí lo incongruente de mi reclamo al chico que tenía ahora su reloj puesto en su muñeca. El anciano se quitó su reloj y lo intercambio con el mío. Le pregunté ¿qué esta pasado? El anciano contestó, intercambiamos los relojes. Eso era una obviedad y claro que no era eso lo que estaba yo preguntado. Pero no dije nada. Así que el niño se levantó e intercambió su reloj con el anciano, en ese momento vi los tres relojes juntos. Dije son idénticos. El niño negó con la cabeza, el anciano dijo - más o menos-  el que tu tenías, como bien sabes decía Aión, ahora el que te toca dice Kairós, y el otro dice Kronos.  Se levantó de su asiento, me giro la cabeza con delicadeza y se me quedo viendo un rato como quien intenta grabarse algo para recordarlo, sonrió y dijo, no eres tan feo, se dio la vuelta y se fue caminado, el chico no tardo en salir corriendo hacia alguna otra parte, y yo me quede ahí petrificado sin entender nada. Mi vuelo salía algunas horas después, así que fue suficiente tiempo para reincorporarme y tratar de asimilar lo ocurrido, mire mi reloj y era del todo idéntico, hasta en el desgaste y las raspaduras, podría jurar que era el mismo, salvo que ahora debajo de las manecillas se leía Kairós…

 

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OBSERVACIONES POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

 

 

OBSERVACIONES

 MARCOS GARCÍA CABALLERO

1

El suicidio de Luis González de Alba es un golpe a la inteligencia mexicana. Recuerdo que sólo una vez lo conocí, una vez que fui a México en 1992 y mi padre me lo presentó en un bar que Luis había inaugurado a mitad de insurgentes. Estaba toda la generación del 68 esa ocasión (los vivos entonces). Nunca leí Los días y los años, publicado por ediciones Era, su libro clásico sobre el 68, pero siempre sentí respeto a su persona (ni siquiera me burlé nunca de su condición de homosexual), entiendo que este factor lo tenía de bajada mentalmente. Mucha gente me decía que había perdido respeto POR SUS OPINIONES, y otros me dicen que les gustaba, en fin, que descanse en paz, y que en este país haya respeto a los homosexuales y muy por otro lado, que haya respeto a los escritores y a los periodistas, que desgraciadamente, mueren asesinados por todos lados.

2

Cuando Peña Nieto deje la presidencia de México, de refilón y para orgullo de todos los mexicanos, seguramente va a dar clases de literatura comparada en Oxford, enseñará a los jóvenes ingleses como crear novelas de largo aliento, donde la temática principal sea la política, por supuesto, toda la política y los conflictos fuertes que sólo fueron avizorados por ese tal Shaskespeare, Peña Nieto los volverá luz tremenda sobre los alumnos. Les enseñará, por ejemplo, qué se debe de hacer en un país cuando los maestros protesten, qué hacer cuando uno es sorprendido por periodistas con una multimillonaria Casa Blanca y se genera un escándalo terrible contra la figura Presidencial; también, cómo negociar con los susodichos padres de los 43 jóvenes desaparecidos en Ayotzinapa, que tanto andan moleste y moleste al gobierno, también, qué hacer en caso de que Donald Trump visite Inglaterra, ya que en México salimos airosos de esa terrible experiencia, en fin, si en Oxford saben de Literatura Comparada, entenderán de qué es lo que les trata este mensaje…

 

3

Después de leer varios libros de literatura mexicana reciente, me doy cuenta de algo muy simple: el exceso de creencia en la fatalidad, es decir: somos miserables, ignorantes, rateros, estúpidos, merecemos todos los infiernos y bla bla bla… Lo que sucede, creo, es que para los autores mexicanos también es muy difícil hacer un ejercicio de purificación personal y hacer el difícil desprendimiento, el desprendimiento de lo otro-obsceno de la realidad y crear obras que apuntaran hacia otras visiones. No necesito decir que sigue siendo muy rescatable la gente y nuestro País en su conjunto. No creo en escapismos ni en best-sellers tradicionales (ni tampoco, en La Invención de Morel parte II, o parte III), pero los autores jóvenes treintañeros deberían empezar a pensar, que es probable que ya haya pasado el juicio final.

 

4

Ahora que hace pocos días fue noticia la muerte del maestro Hugo Gutiérrez Vega, (escribo en 2015) recuerdo claramente el año 2000, cuando en la Escuela de Escritores de la SOGEM él era uno de nuestros maestros más respetados, pero, al mismo tiempo que yo escuchaba su sobrada sabiduría, no sabía de modo real a quién tenía enfrente. Recuerdo que daba la clase de Poesía II, pero disertaba y discurría con elegancia de la poesía inglesa de los años 40’s, 50’s y 60’s (él fue diplomático en Inglaterra) y lo mismo nos contaba de su infancia y nos decía que de niño había conocido a Rafael Alberti, fue agradable escucharlo decir: “¿Así que usted es poeta señor Alberti?” y Alberti que le contestó: “Sí joven, pero le prometo que no lo vuelvo a hacer.” También discurría y se extendía sobre la poesía de Chipre de mediados de siglo XX, sus incursiones en el teatro, así como de su amistad con Julieta Egurrola, ¡Cómo nos divertíamos y prácticamente nos arrullábamos con su palabra! Después, en el año 2006 volví a verlo en Aguascalientes, en la ceremonia de entrega del Premio de Poesía Aguascalientes a Dana Gelinas por su obra Dylan y las ballenas, ya que él fue uno de los jurados. Recuerdo haberme sentado al lado de José Vicente Anaya y de Eduardo Langagne, ahí también estaba José Ángel Leyva y Dana leyó un poema dedicado a los calzones de un futbolista de moda en el céntrico Teatro Morelos. Carcajada general. Pero el maestro nunca me olvidó: muchas veces, cuando en silencio me encontraba estudiando filosofía virtual, yo sabía que Hugo estaba conmigo, y me hacía señas de aprobación de mis esfuerzos filosóficos. Adiós Hugo, toda la SOGEM, todo un Fernando del Paso, como dijo hoy La Jornada, toda la vida cultural mexicana, el mismo periódico, te recordamos ahora como un verdadero grande, un fulgurante, y del mero Jalisco.

 

5

Cuando fuimos compañeros de trabajo, Lucía y yo fuimos muy unidos. Desde el tiempo de la capacitación para el conteo de Población 2005, que se llevó a cabo en noviembre, Lucía me había despertado cierta simpatía, pero no fue sino hasta los momentos de las horas extra con los cuestionarios, cuando realmente nos conocimos. Lo cual fue curioso ya que el trabajo lo llevábamos a cabo en una escuela primaria dentro de un salón desocupado que utilizamos como oficina; pero el personal del INEGI es bien recibido en casi cualquier lado, gracias a la gigantesca difusión que se le tiene qué dar a todo el proceso del levantamiento. Lucía y yo nos pasábamos las ocho horas del trabajo en ese salón de clases; a veces llegaban los entrevistadores a dejarnos su tambache de cuestionarios o se quedaban por un momento a rellenar sus propios formularios, pero en general se podía decir que el salón de la primaria era nuestra oficina exclusiva incluso cuando ya se iban los niños de la primaria a sus casas. Lucía y yo nos encontramos empatía: nos gustaban las mismas canciones, los mismos cantantes y a ella le interesó mi libro de poemas, así que se lo regalé. Conforme nos tuvimos más confianza, empezamos a llevar cosas al viejo salón para no morirnos de frío: algunas rebanadas de pastel, una cafetera eléctrica, y empecé a ver que ella me dejaba recados, como por ejemplo el siguiente: “¿Cómo te levantaste hoy Marcos? Espero que no llegues tarde… besos… te quiere: Lucía”. De que el trabajo era pesado seguro que lo era; había momentos en que entrábamos en momentos estresantes, dolores de cabeza, frío, etcétera. Supongo que por eso quieren al personal del INEGI: porque nos obligan a ser workahólicos. Un día Lucía dejó su escritorio y se sentó en mis piernas cuando ya nuestro coqueteo era evidente, pero concluyó que yo era uno de esos que, sólo dijo: “ya conozco a los de tu clase”. Eso me aguijoneó el ego, supongo que ella creía que yo era un pobre diablo, pero no dejé que la cosa pasara ahí y ahí muriera. Un día, cuando el stress estaba en su cenit, le dije: “vamos a desestresarnos a mi casa”. Acto seguido hicimos el acto y de ahí en adelante el stress se nos fue bajando poco a poco. Lástima que nuestro superior, echó a perder todos los formularios así que, puestos en, o más bien, montando caballos de hacienda, tuvimos que empacharnos con varios días extra. Así que a la hora de la comida, que era cuando nos íbamos a, aparte de comer, a desestresarnos, el último día le dije: “lástima que no volveremos a estar estresados, el asunto comienza a estresarme”.

6

A ti te nombro Ernesto Sábato. Ya que cuando volví a esta tierra desértica no había, en mi edad de Cristo, a nada a que aferrarse y entonces te busqué, y volví a leer La resistencia y una bellísima edición de Sobre héroes y tumbas. Libros que no dan tregua los tuyos, libros que inician ciudades y provocan hecatombes personales. Y no sé por qué pero tú me escuchaste, tú comenzaste a prestarme atención, mientras los y las jóvenes de mi edad pasaban por mi casa pregonando que sí, que eran presumiblemente pudientes y ricos, pero que ya los dados estaban cargados y yo no tenía oportunidad y menos con el jodido vecino que me había tocado. Fue entonces que comprendí que tenía que serte fiel a como diera lugar. No me resigné, no me acostumbré a vivir, pedí una beca estatal para redactar una novela corta y tuve suerte ya que conseguí el favor de los jurados. Era diciembre de 2008 y tendría todo el año siguiente para trabajar en ese proyecto. Trabajé intensamente en esa novela, amor, desamor, mitomanía autobiográfica: una novela que funcionaba porque exageraba la gloria de ser joven y estar en la aventura del amor y los inicios de la vida intelectual. Y tú estabas ahí conmigo Ernesto Sabato, tú, cuando yo regresaba de un viaje a la playa al que nunca hubiera podido ir si no fuera por la beca, me recomendaste leer a Marx, y mi padre discutía contigo en mi conciencia y la mujer de la playa volvió a hacerme ver mi suerte, como la de la historia de la novela. Una suerte de bagaje cultural increíble en mi ser, pero no había oportunidades, no había trabajo, no había más que Ernesto Sábato y su mundo que estaba por terminar. Fue entonces que me cambié de casa, y en el imponente librero donde irían tus obras, cuando comencé a instalarme, poco a poco los libros volvieron a sus estantes, y tú volteaste a verme, y quise hacerte fuerte, yo sabía que estabas muriendo, quise retenerte, pero ya no aguantaste ubicarme en otro sitio y al momento de colocar tu obra yo vi primero como tu rostro se empequeñecía hasta parecer una pincelada de óleo y te fuiste y así supe que habías muerto, tal como al día siguiente La jornada me lo constató y supe de que la primavera entera estaba contigo, falleciste rodeado de pájaros y flores. Pájaros de todo el continente que iban a verte y darte ánimos. ¿no es obvio que los jóvenes de toda América Latina te querían?

7

LA TELEVISIÓN ES EL MAYOR DE LOS PODERES FÁCTICOS PORQUE CONTROLA TODO LO QUE HAY, CUANDO NO HAY TELEVISIÓN...

8

CADA VEZ QUE EL DIABLO LOS QUIERA CHINGAR Y QUE SE PONGA A ALEGAR, USTEDES SOLAMENTE LE DEBEN RESPONDER: "¡PUES PORQUE ASÍ ERES TÚ!"

9

La gente inteligente empieza comprando libros. La gente inteligente lee los libros que compra, al principio de su trayecto de lectura, la gente inteligente se siente de hecho ultra inteligente, y de hecho así es. Pero también pasan los años sobre la gente inteligente, la gente inteligente empieza a sentirse rara, y lo que pasa es que en realidad demasiada inteligencia es peligrosa, es inquietante, no cabe en ningún lado. Luego, poco a poco, la gente inteligente deja de comprar tantos libros, es entonces que la gente inteligente siente que por culpa de tanta inteligencia, puede ser que haya perdido amores, que quizá en un arrebato le dijo imbécil al jefe o superior de la empresa, de la oficina, cualquier cosa, cualquier acto o conducta que salió y costó carísimo. Es entonces cuando la gente inteligente siente que le debe al mundo su cuota de estupidez, nada pasa, pero la gente inteligente empieza a ver más televisión, empieza a olvidarse de los libros… esos libros, carajo, ¡Esas malditas historias! ¡Esos malditos autores que pusieron las bases de la civilización! Entonces, la gente inteligente se empieza a confundirse con la gente común y corriente… hasta que un buen día, esa gente, que fue tan inteligente comienza a preguntarse de dónde salió esa panza, de dónde salió toda esa basura mental que antes no creía, y envejece, toda la jodida gente común y corriente… ¿Qué que pasó? ¡Fernando del Paso se ganó el premio Cervantes, el máximo galardón a las letras en nuestra lengua! No tiene importancia, dice la gente común y corriente…

10

El otro día tuve un diálogo con un hijo de un vecino que no veía hace mucho tiempo y me dijo: “Hola, yo también estoy muy feliz de que Peter Higgs le hayan dado el premio Nobel de Física 2013 por haber elaborado en los años sesenta la teoría de lo que actualmente se conoce popularmente como “la partícula de Dios”, es decir, el Bossón de Higgs, supe además que alrededor de demostrar esta teoría trabajaron físicos de más de 10 países y me imagino que con esto, tú que estudias filosofía, le darás eminentemente la razón al realismo científico y no al idealismo que dice que los leptones o los quarqs son simplemente ficciones convenientes con las cuales trabajan los científicos ¿verdad? Sí, porque, sino, ¿de qué otra forma se explica el gasto millonario de haber construido el acelerador de partículas en la frontera entre Suiza y Francia? Bueno, te dejo, debes sentirte triste de que ya haya muerto Higgs, voy a comprar una Coca-cola, las tortillas, las donas bimbo y unos chicles clorets para lograr sonrisas fuertes”. Después de escuchar aquello, yo sólo pedí unos chicles para demostrar mis sonrisas fuertes: es una pena la muerte de Peter.

 

domingo, 11 de febrero de 2024

RECUERDO DE SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS.


POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

 

En San Cristóbal de Las Casas, una ocasión que visité el año pasado (2014), tuve varias impresiones sobre el lugar que no quiero que pasen desapercibidas. En primer lugar lo que resalta es una constante mexicana: la mayoría de la población oriunda, sumida en una desesperada miseria que convive junto al turismo (algunas veces revolucionario) europeo y el nacional, con unos rasgos demasiado marcados de catolicismo combinado con el pasado indígena muy propio de la región. En serio: no tengo fotos de sus rostros porque en el mercado de San Cristóbal creen todavía que una fotografía les roba el alma. Tengo ya un texto sobre Chiapas y mi visita a las comunidades zapatistas aquí (Véase: “Los Griegos Valientes de Chiapas”) además de que salió publicado en un librito que se distribuyó en la Delegación Venustiano Carranza. Sin embargo, pienso yo, además de que ya ha pasado tiempo de ese texto (2002) la situación en Chiapas me parece que ha cambiado y para bien. Por ejemplo, ahora existe en San Cristóbal el primer hospital de Latinoamérica al cual pueden acceder los indígenas por ejemplo, pongamos por caso, un nacimiento, un parto. En este caso, así como en la cura de enfermedades de la región, la madre tiene la opción de parir asistida como sería la forma moderna en un hospital de La Ciudad de México, u optar por la manera de la tradición indígena. Del mismo modo, un viejo puede preferir que un brujo le cure una enfermedad respiratoria a consultar a un médico con cédula profesional. Éste solo hecho es un logro importantísimo pues respeta la tradición de los tojolabales o los tzeltales o cualquier otro grupo étnico de los de Chiapas. Y debemos de decir que éste tipo de avances se deben en parte, a la resistencia del EZLN, que mediante la presión al gobierno estatal y, con el mundo observándolos, ha logrado este tipo de avances.

En San Juan Chamula, una pequeña población cercana a San Cristóbal existe un fervor religioso muy singular: Observamos la iglesia, el guía nos hace indicaciones sobre las gorras, las cámaras, etc. Dentro de la iglesia observo unos retratos de Santos canonizados a los cuales nadie les reza. Lo que ocurre, nos explica el guía, es que hacia finales del siglo XIX, un rayo cayó en donde era originalmente la iglesia, y los indígenas, a pesar de que ya ha pasado más de un siglo, tienen a esos Santos “castigados”, y la razón es que no los protegieron del evento del rayo. San Martín es uno de los que recuerdo como Santos “castigados”. Por otra parte en las calles de San Cristóbal, deambula tristemente la miseria: recuerdo haberme sentado en un café y entre el paso de la gente, turistas, vendedores de artesanías, etc. Pasó un muchacho con una facha terrible y me dijo extendiendo la mano: “ayúdame… me estoy muriendo… ayúdame.” Le pedí al mesero que le diera un vaso de agua y le di 20 pesos, no creo haber podido hacer mucho por él, pero qué desgracia. Los restaurantes en la noche estaban a reventar, mientras querías dar cada bocado a la pizza italiana casera, ya te habían ofrecido como seis veces collares y postales, tejidos, vestidos, sombreros, etc. San Cristóbal tiene un aire a peligro y misterio. Cuenta Elena Poniatowska en su premiada novela Leonora, que Leonora Carrintong visitó San Cristóbal en los sesentas y que estuvo en el Cañón del Sumidero, por cierto, hablando de Cañones, Ezra Pound el enorme poeta, decía que la Poesía es, empleando la metáfora, lo que ocurre cuando desde la altura del Gran Cañón dejamos caer una pluma de ganso y la explosión que ocurre cuando llega hasta abajo: eso es la Poesía según Pound, pero no se equivoquen, actualmente se sabe perfectamente que El Sumidero es bastante más profundo que el gran cañón, el sumidero es de ¡un kilómetro! Y además es más largo. Oscurece temprano en San Cristóbal, como a las 6 y media ya está oscuro. Y otro día el guía de turistas nos llevó a Los Lagos de Montebello, que desgraciadamente, ya están saturados de anuncios de la cerveza Corona, me lleva la chingada, y otra vez la constante que no parece tener fin: la maldita miseria. Y pa colmo, los laguitos de Montebello sí están muy hermosos, pero ahí no se puede acampar ni nadar, ¿me creerían si les dijera que decía a cada rato: “¿Subcomanche Galeano, dónde andas?”  Como no lo encontré pongo aquí abajo la nueva cultura Ibérica en Chiapas:

 


 

Arriba éstas bellezas del País Vasco son el nuevo turismo revolucionario... yo ya pasé por ahí.