viernes, 18 de marzo de 2022

LES REGALO ESTIMADOS LECTORES, EL RELATO MÁS CORTO DEL ROSETÓN DE PLATA

 

LA FIESTA O CHOYA DE TUERCA



Estamos en el otoño lluvioso de 1999 en la ciudad de México, sur de la ciudad, tengo 28 años y pertenezco a la XXIV generación de alumnos de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Es viernes por la noche, nos ha tocado clase de psicología y todos estamos algo cansados y por esa razón, el maestro, un dramaturgo calvo y barbón que coquetea con las alumnas, además erudito que nos recita poesía de Shakespeare: “resplandeces bajo la luz de la luna como una joya en el lóbulo de oreja de un etíope…” le dice a alguna alumna), nos deja salir veinte minutos antes de la hora exacta; siete de la noche. Después de repasar toda la gama de traumas que Sigmund Freud le adjudicó al ser humano. Nadie titubea: todo el salón quiere irse de fiesta con la generación posterior hacia una casa allá por Miramontes. Vamos saliendo, se van confirmando los invitados, la dirección en papelitos y los dineros de la coperacha para los alcoholes. Los alumnos de mayor edad se van por su parte, ellos ya no están para estos trotes, pero toda la banda joven quiere estar en la fiesta: me gustan todas las muchachas, me siento ebrio desde que me meto al carro de mi amigo con dos más y nos vamos a Miramontes…

La casa de la fiesta es la casa ocasional, nos explican, siempre hay fiesta en otra casa especial para éstos casos; por esa razón, la mayoría se queda en el jardín, somos cerca de treinta y cinco personas. Algunos fuman, entre carrujos de mariguana, lo más alto que han aprendido de la novela francesa e inglesa, por no decir el boom latinoamericano. Las chavas de la SOGEM entienden éstas clases como glamour en lo que se casan o se convierten en editoras, y vaya que hay potencial para las dos cosas; las hay de todos los colores, sabores, influencias, ojos hermosos, rostros prodigiosamente hermosos y cuerpos de adivina el resto, mi rey, que tú tal vez podrías convertirte en un escritor de buen temperamento si estás dispuesto a cruzar la línea de la madrugada… Honestamente, me siento como en mi casa: estoy con mi amante que no es particularmente hermosa pero es especial su simpatía  con la concurrencia y celebra que su novio, yo personalmente, me voy a ir en una caravana a conocer tierras del EZLN en Chiapas… “¡Es precioso! –dice– ¡Unos italianos acaban de llevar una turbina a la realidad!” Corren las cervezas, los tequilas y los mares de vodka… “¡La nueva ola francesa!” Me dice murmurándome entre risas: “¡De aquí saldrás convertido en nuestro Guy de Maupassant mi querido zapatista!” Y me besa, todos se besan, bailan, y unos grifos estudian teorías literarias en los surcos de los acetatos del sonido, muy simpáticos resultan como sabuesos mirando los discos girar y girar… Por lo demás, todos giramos, tratando de abarcar el fin del milenio con juventud, letras y excesos. Parece que esto es el cuadro ideal para el relato, pero debo decir que toda la noche me he pasado observando y estudiando el rostro de una compañera, no sé su nombre, no pedí que alguien me la presentara, a veces, debía confesarlo, también se me hacía pelotas el engrudo en esto de los sentimientos, terminé la noche en casa de mi amante, hicimos el amor y cuando digo “a la mañana siguiente” como una muletilla molesta pero, por cierto, de forma muy embriagadoramente contento el amanecer en Coyoacán, nos enfrascamos para mi pesar en una pequeña pelea: qué das, por qué no das más cabrón y ¿qué das tú? Etcétera. Se encabrona y me saca de su departamento casi a la fuerza…

Me voy a tirar a descansar en la banqueta de enfrente, me duele mucho el pie, me doy cuenta al caminar, y así como me siento de aventurero son las seis de la mañana y me pongo a mear un pequeño árbol de enfrente de su casa; pasa la gente, en ésta ciudad siempre hay gente en todas partes y a todas horas. Comprendo que estoy exagerando, que no debo hacerlo, me cierro el pantalón (¡Joder, me duele mucho el pie!) y en ese momento veo venir hacia mí ese mismo rostro hermoso que estuve estudiando toda la fiesta de anoche… “¿hola, qué haces aquí?” Me pregunta, me gusta tanto y me siento tan borracho que me avergüenzo y sólo contesto que vengo de la fiesta… “¿Te quedaste toda la noche?” Pregunta, “sí” le digo, apenado, muriendo de fe por dentro, ¿y tú? “Vivo por aquí, salí a correr…” Y se va, se ha ido, ¡joder, cómo me duele el pie! Busco en mis bolsillos y no tengo dinero ni para un taxi a la Condesa, a casa de mi madre, paro un taxi y le digo que allá le pago, afortunadamente acepta y ustedes, lectores,  ya entienden de qué se trata una cruda moral de vodka y cerveza… nada grave, pobre muchacho, ya aprenderá los versos de Rubén Bonifáz Nuño: “Cuando el hombre agarra los alcoholes”/ “las mujeres lo van a dejar…”. En el taxi me duele tanto el pie que me desabrocho la bota para ver qué chingados pasa: ¡Tengo adentro de la bota un tornillote y una tuerca como del tamaño de las que se usan en los postes de luz. ¿De dónde chingados salió? Misterio insondable… Pero por fin me empiezo a relajar. Paso el sábado deprimido y leo mi libro favorito: Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías, se trata de una bella edición de bolsillo que trae como apéndice el discurso de aceptación del premio Rómulo Gallegos que dio Marías en Madrid cuando la novela ganó el premio.

Domingo…, horas bajas, mi amante sigue enojada, que no le hable por teléfono por favor por ahora… sólo queda escuchar Radio Educación y vuelta a la SOGEM el lunes. Todo el domingo es un tobogán en el tiempo y el espacio de mi cuarto para pensar por qué me dejé llevar tanto en la fiesta; total, siempre hay oportunidad para aprender todo el proceso del camino: la amante, la escuela, la familia, el libro… ese rostro hermoso…

Lunes lluvioso por la tarde noche en la Escuela de Escritores, mi amante es amiga del grupo pero ella no viene a las clases, aunque la conocí en otra fiesta tiempo atrás; salgo de clase, dirigiéndome a mi casa, me encuentro con ese rostro hermoso, no sé qué chingados me pasa, la veo hermosísima y le regalo el libro de Marías; por fin ella entiende que me gusta (¡Carajo! ¿Nadie se lo dijo?) “Huy” Dice, “Pero ni sabes cómo me llamo” “¿Cómo te llamas entonces?” “Mónica… pero me voy a estudiar a España la próxima semana” “¿Cómo? ¿Dejas la SOGEM?” “Es que salió una oportunidad de una beca para allá.” Me quedo viendo su rostro… “Quédate con el libro” le digo a Mónica y pienso de regreso a casa en los versos inmortales de Shakespeare que dan título al libro como la maldición que acompaña al personaje del libro de Javier Marías: “Mañana en la batalla piensa en mí, y caiga tu espada sin filo: desespera y muere.” Vaya con Javier Marías, digo, escritor universal, “¡Que le toque el premio Cervantes de una vez!” Pienso ahora a la vuelta de los años y Mónica… salud fina niña, hasta la Gran Vía, y el museo Reina Sofía, ¡y se me fue viva! ¡Carajos!

Bah… otro cuento, es hora de ir por cigarros.

 


martes, 15 de marzo de 2022

ES QUE HACE POCO HUBO UN CAMBIO DE OBISPO EN AGUASCALIENTES, DEDICADO AL QUE SE FUE...

 UN POEMA DE JÚBILO

PARA JOSÉ MARÍA DE LA TORRE

ERES, ERES EL QUE FUISTE

ERES EL QUE NOS VE

PORQUE NUESTROS PADRES NOS VIERON

POR AMOR DEPOSITADOS

EN LA CASA CÓSMICA

DE LA FAMILIA NUEVA

TÚ ERES QUIEN NOS

CUENTA LOS MOMENTOS

LOS ABISMOS MENTADOS

QUIEN NOS CASA Y QUIEN

NOS RECUERDA, ERES EL HILO

FRESCO DEL FILO DEL AGUA QUE BEBEMOS

Y ERES NUESTRA MEMORIA.


MARCOS GARCÍA CABALLERO AÑO PASADO 2021.