miércoles, 13 de septiembre de 2023

RELATO DEL ROSETÓN DE PLATA, QUE LO DISFRUTEN

 

CINCO

La Muralla Verde en la Boda de Mario

 

Se supone que en el principio fue el verbo… ¿Sí, no? Ya Baudelaire decía que Dios no hizo al mundo; sólo lo nombró: Fiat lux. O en el principio fue el sexo… ¿Tampoco?  “¿Creced y multiplicaros?” ¿No lo dice el Génesis? ¿O acaso en el principio era la Fuerza…? Veamos un famoso pasaje del Fausto, en la escena primera, para ver qué es lo que nos dice Goethe: “En el oleaje de la vida/ en la tormenta de la acción/ subiendo y bajando, de aquí para allá/ me agito yo/ Cuna y sepulcro, un sempiterno mar/ un cambiante tejer/ una hervorosa vida/ eso urdo yo en el silbante telar del tiempo/ y tejo a la Divinidad, un vestido viviente/”. Así pues, por éstas palabras inmortales sabemos que para Fausto en el principio era la acción. En realidad no sé si tengo mucho o poco qué ver con Fausto  (espero que no tanto) pero para mí al principio fue el trabajo, muy activo, en el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) como auxiliar administrativo que tenía qué hacer de todo y además poseía  unos bafles potentes y tornamesas para mezclar música bailable porque… bueno, en fin. De que tiene que haber un principio lo tiene que haber.

            Tenía 19 años cumplidos y ya quería trabajar, así que me presenté en la Dirección de Cartografía Catastral del edificio sede del INEGI en Aguascalientes. Me hicieron una prueba psicológica que aprobé sin mayor problema y el  papeleo lo tuve listo en   media hora. La psicóloga de reclutamiento  me sonrió: Ya estaba dentro de la institución en la que mis padres trabajaban y no sabía que sólo se trataba de la primera de cinco ocasiones que, ya fuera en La Capirucha o Aguascalientes, me tocaría trabajar durante mucho tiempo. Por ese entonces mi pasión era ser Dj como ya se dijo, tenía equipo de luz y sonido y junto con Carlos Duarte amenizábamos fiestas en todo Hot Waters con nuestro equipo; no nos importaba de qué música nos pidieran: norteña, salsa, hip-hop o rock en español; tanto daba, éramos felices mezclando  música y obviamente teníamos nuestras groupies, que nos seguían a cada evento y varias ocasiones las emborrachábamos de lo más fácil primero por su edad, luego porque les despertábamos atracción y luego por las luces estroboscópicas o las luces de neón que manejábamos y el piquete se les subía de volada. Algunas veces fuimos caballerosos, también hay que decirlo. Carlos Duarte también entró tiempo después al INEGI, pero cuando me regresé a La Capirucha en el 94, ya no lo volví a ver nunca. Mi trabajo ahí era en los laboratorios de fotografía aérea, en los sótanos de ese  edificio que parece búnker o base espacial tipo La Guerra de las Galaxias al sur de la ciudad. Ahí pronto me volví muy amigo de Mario, un joven tres o cuatro años mayor con el cual encontré muchas afinidades: los dos éramos chilangos y los dos teníamos el acento del chilango “que no es mala copa”, no el acento chilango del típico “hijín” o “ñero” que en realidad es otra subespecie de ser vivo; los verdaderos chilaquiles no comemos en las calles, por ejemplo, a menos que después de la fiesta nos vayamos por unos tacos. Pero antes de ser clasista diré que Mario y yo éramos fanáticos de Rock 101 y entonces comenzamos a salir juntos: él me invitaba a sus reventones con sus amigas y la vida lucía fácil y despreocupada, quizá algo naive.

            Así pasaron ocho  meses de trabajo en los laboratorios donde, entre otras cosas era obligación tomar leche. Ellos decían que funcionaba como suero anti químico del papel para revelado fotográfico. Yo siempre creí que más bien eran unos mamones que querían su concha o su dona con leche; pero la fotografía aérea estaba a punto de ser superada por la fotografía digital de imágenes de satélite. Mario incluso se ligó a una de las mujeres de la limpieza y era normal que cerraran la puerta de su cubículo por horas si no bajaba el Subdirector a checar la continuidad del trabajo. Ellos querían que yo me acostara con una de las de la limpieza, pero yo estaba feliz con Carla, la que mucho tiempo después se fue a Salamanca y nunca leyó la versión final de mi primera novela El Jardín del Pulpo. Así las cosas funcionaban bien, hasta que Mario me dijo un día que ya no quería más viejas ni más desmadre: estaba perdidamente enamorado y se quería casar y… ¿No querría yo poner la música en su boda? Le contesté que sí, que le cobraría como a los cuates y que Carlos Duarte, yo y Carla  nos iríamos desde tiempo antes para hacer las pruebas de sonido, organizar el equipo, etcétera. Se puso feliz el chavo. Me dijo: “En la boda mezcla música tipo Rock 101, ya sabes, Depeche Mode, rock en español…”

            Era 1992 y el Rock en español y la música industrial estaban en su auge. Por ejemplo, era cómico ver a mis compañeros del bachillerato vestidos con botas y como Punks. Esa era la moda. Y ahí está la prueba de que en la actualidad eso es moda otra vez. Eso es visión de futuro, cómo no, qué chingados.  Así que nos fuimos el domingo  planeado al salón de eventos donde estaban convocados cerca de ciento cincuenta invitados: Carla iba elegante con un vestido negro y los hombros descubiertos, yo vestía corbata y pantalones de mezclilla, Carlos igual. El día anterior también habíamos tocado, por lo que estaba un tanto cansado pero ni modo, dije, a darle por Mario, ni siquiera conocía a la novia; sólo me había contado que su novia era un cuerazo.

            La fiesta comenzó sin mayores problemas, la gente llegaba, se sentaba, pedía su bebida y algo de comer. De las bocinas que estaban hasta el otro lado del salón de donde estábamos nosotros (en un cuarto cerrado que era como una cocineta) se escuchaba la música que me había pedido Mario: “Personal Jesus” de Depeche Mode, por poner un ejemplo. Eran apenas las 6:30 de la tarde y Carlos Duarte mezclaba. Yo estaba sentado con Carla en una caja de discos de vinilo y Carla me contaba de sus inicios en la vida universitaria; ya desde entonces se le podían identificar los anhelos artísticos ya que en su carrera de comunicación decía que quería ser reportera de notas culturales, de la incipiente vida cultural de Hot Waters. La gente, como de costumbre, empezó a bailar como a las ocho y Carlos seguía mezclando. Mientras tanto Carla y yo estábamos ya en una mini pelea de pareja: según ella creía que no me había gustado su vestido, que no la apoyaba en su carrera (es decir: que me valía madres escucharla, en lo cual tenía razón) y como había llegado una amiga de Mario que me saludó con mucho gusto, estaba celosa; o quizás eso comencé a pensar porque ya llevaba varias cervezas y avanzaba  la noche, además me empezaron a fastidiar los personajes que venían a ofrecernos de comer esa estúpida comida de boda. ¿Y Mario? Les preguntaba yo. ¿Dónde está Mario? Nadie tenía ni idea. “Tú síguele” le dije a Carlos en mi sexta cerveza, y como Aguasardientes es relativamente una ciudad mediana donde ellas conocen a ellos y ellos a ellas, de repente vi que Carla saludaba a una pareja que llegaba: Eduardo quién sabe qué y su novia, una tal Claudia. Me dejó y se fue con ellos a la fiesta, lo cual francamente me puso triste: empezó a bailar con un desconocido y cuando chequé eso llegó Mario vestido de frac y pasó de inmediato a la cocineta y al verme exclamó: “¿Ya estás muy pedo?” ­—Me dijo— “Tienes qué durar  mínimo hasta la una.” Y yo: “¿No quedamos que te iba a cobrar por hora? Es hasta las doce nada más”. Y él: “¡No se ponga pesado señor, es mi boda cabrón!” “Ok, Mario, hasta la una, es tu boda”. Y Carla bailaba y bailaba y ahora el celoso era yo, tenía bien consciente la ambigüedad del amor y sobre todo: de nuestra edad: sabía que si quería irse con el que bailaba, era casi posible en ese mismo instante.

            “Yo me quedo mezclando” me dijo Carlos Duarte. “Tú ve con esa vieja que te la van a bajar…” “Nelazo maestro”, dije yo. “Al rato viene con la cola entre las patas”. Y seguí bebiendo cerveza y Duarte hizo un fade hacia arriba y entró la muralla verde, la canción de los Enanitos Verdes, que dice: “estoy en la muralla que divide lo que fue de lo que será” y (otro trago) “pasando la muralla se hacen realidad” y (otro trago) “pero como la  mua mua mua de ayer” Cantaba el enanito verde y todo joven mexicano se sabía  la pinche canción. Era una hueva ser Dj, en la actualidad sólo lo hago para una reunión entre amigos y eso sí: después me lavo las manos y quiero olvidar el asunto, como si se tratara de un asunto de sexo.

            Algunas de las personas convocadas supe que venían de la misa, nosotros (por lo menos yo) había estado jetonsísimo toda la mañana: recordé que en la tocada del día anterior había conocido a una fan, una rubia jovencita, así como de mi edad y nos habíamos gustado, recordé que le había dicho dónde estaría al día siguiente, ella quedó muy formal de venir a verme y en eso estaba pensando con mi décima chela cuando me salí de la cocineta y la miré hermosísima vestida de blanco bailando con Mario: “hay pendejo, no seas buey esa es la novia de Mario”. Quedé flechado: pinche Mario, con razón se quería casar el hijo de perra. Pero no era esa toda la verdad, porque la güera sí había venido y de hecho me estaba buscando. Lo supe por Duarte que utilizó el micrófono para llamarme de vuelta  a la cocineta: “Joven Dj del INEGI, lo buscan en el sonido”, dijo el muy mamón. Fui esquivando gente un poco tambaleante en mi embriaguez y yo creo los invitados de las mesas hicieron  mutis de reproche. Unos niños también dijeron “qué mamón” y chispas,  que revientan una bocina JBL con una pluma; ahora el enojo se fue hacia ellos y varios se les fueron encima, quizá eran sus padres. No me dio tiempo de emputarme por lo de la bocina porque ya en la cocineta, quedé flechado por tercera ocasión en el día: al ver a Carla luciendo el vestido negro, la novia de Mario y luego a la Sonia, que así se llamaba la güera. Sonriendo me dijo con mucho ánimo: “¿Cómo estás?” “Bien Sonia de pelos que viniste, te ves de maravilla.” Carla mientras tanto bailaba y bailaba. “Pues vine a verte a ti, Mateo.” Decía con sonrisa pícara. En eso pisé un acetato y por la embriaguez casi me voy de hocico pero Sonia me detuvo. “Hueles mucho a alcohol”. Dijo con molestia “¿Sigo mezclando verdad?” dijo Carlos. “Tú síguele” (¿Será tan menso que no entiende que me quiero quedar con ésta belleza? Pensaba yo). Y claro, con Sonia yo ya no quería chupar, así que se lo dije y nos acurrucamos en una esquinita para platicar. “Acabo de entrar a la carrera de psicología”. Dijo. Era evidente que Sonia me estaba coqueteando con su plática y yo nada más me le quedaba viendo a su blusa de Los Toros de Chicago  pensando: “y qué buena ortografía tienes”. Y Carlos estaba de espaldas mezclando, también tenía una cuba y se la estaba bebiendo, pero no estaba hasta el carajo como yo. De repente, Sonia me besó y estaba yo tan embriagado que le devolví el beso y así estuvimos un gran rato. Ya me había quitado la corbata y Sonia metió su mano en mi pecho, yo metí mi mano por debajo de Los Toros de Chicago y Sonia me dijo: “¿Así te gusta?” “Sí, así”, dije temblando de placer y  sentía que podía caminar hasta con el pene y, de pronto, regresó Carla.

            Yo sabía que en las películas, cuando el novio o esposo le pone los cuernos a la esposa y la esposa se da cuenta y los cacha in fraganti, el esposo dice: “cariño, no es lo que parece”. Alguna idiotez parecida  dije cuando entró Carla. Duarte le dijo nervioso: “¿te pongo una canción especial?” y Carla dijo: “¡Hay corazón  pero que pendejo eres!” Y se fue. Sonia se me quedó viendo y me dijo: “¿era tu novia verdad? ¿¡Por qué no me habías dicho!?” Se bajó la playera y también corrió y se fue.

            Evidentemente nadie de la fiesta se dio cuenta, todos celebraban a Mario y su esposa, pero Duarte me dijo: “Ahora sí la hiciste en grande pendejo… ¿qué vas a hacer? Vete a pedirle perdón a Carla no mames.” “¡Pero estamos aquí –dije yo–, vuelve a la Tierra Carlos, nos están pagando, hay ciento cincuenta personas allá fuera!” “Yo me quedo mezclando”, dijo y así pasó un rato, luego   se puso a buscar el disco donde venía la canción de “las golondrinas”, para cuando se fueran los novios. Se fueron a las doce de la noche ya rumbo a su boda de miel, nos asomamos para ver todo eso del ramo de flores y tal: Por eso Mario quería que tocáramos hasta la una de la mañana, para que los demás invitados siguieran bailando, pero como a eso de las 12:30 de la noche llegó un señor que se presentó como el padre de Mario y nos pagó nuestra parte, también una cantidad extra por la bocina JBL  rota.  

Ya la gente estaba cansada, muchos habían bebido de más y entonces apagamos todo el show, los chavos de la camioneta que nos ayudaban a cargar el equipo ya estaban preguntando por nosotros; hablaron con Duarte y le dije a él lo de siempre: 40% para cada quien de dinero y 20% para los que nos ayudaban a cargar. Empezaron a subir las cosas y Duarte me dijo: “¡Ya lárgate de aquí, ni puedes ayudar, estás pedísimo, mejor vete a buscar a tu novia y pídele perdón!” Hasta el orgullo me dolió pero tenía toda la razón, eso era lo mejor que podía hacer. 

            Carla estaba en una esquina platicando con un grupo de gente, me acerqué y escuché que le decían: “¡ahí viene!” Sonia no se veía por ningún lado. Grité varias veces: “¡Carla!” “¡Carla!” Pero no me hizo caso, se subió al auto del tal Eduardo y la tal Claudia y se fueron, ya no había nadie, ya todo mundo se había ido. Apenas recordaba que al día siguiente tenía que trabajar, pero de sobra se sabe que el alcohol te mueve a tomar decisiones desesperadas y temerarias: tomé un taxi y me fui a casa de Carla, le dije al taxista que se fuera rápido, pero gracias al alcohol y el mareo vomité por la ventanilla; el taxista me dejó frente a su casa, a pesar de la reja observé que estaba una luz prendida. El taxista me pidió un dinero extra y se lo di. “Me dejaste la nave apestando a alcohol compa, ya ni chingas”. Ni modo, dije, “tengo qué verla”. Ni siquiera me di cuenta que venían a dejarla por la otra calle. El coche se venía acercando lentamente: me echaron las luces de  carretera en la cara, yo creo que Carla  quería todo menos una escena afuera de su casa.

            En mi embriaguez la vi bajarse del coche y se siguió de largo caminando con los brazos cruzados, como si no me conociera y le molestara mi presencia. Le dije: “¡Carla!, ¿No vez que estoy aquí? ¡Tú me importas! ¡Ni siquiera sabía quién era esa güera! Carla… por favor… plis…” Se me acercó cuando sopesó lo que estaba  diciendo y toda la situación. Todavía recuerdo su rostro, con un aire entre triste  pero con la seguridad de que iba ganando en eso que los dos llamábamos “saliendo juntos”. Al fin  dijo: “Ya vete corazón, es domingo y es noche.” “¿Pero y luego…?” Insistía yo. “Pues a ver cómo te portas porque sí estoy enojada.” “Mañana saliendo del trabajo te voy a buscar a la autónoma” “Ok”. Dijo. “¿Y no hay beso de despedida?” “Pues no, ya me voy, vete con cuidado.” Qué carajos, pinche fiesta jodida, me quedé pensando.

            Pero como Hot Waters es una ciudad mediana donde casi todos ellos conocen a ellas y ellas a ellos, al día siguiente, después del trabajo, llego a la Universidad, me meto por los pasillos cuidadosamente, llego al salón de comunicación de Carla y me salen tres fulanos que me dicen: “No, no mi buen, aquí es comunicación, psicología está más adelante.” ¡Resulta que el salón entero ya se sabía la anécdota! El maestro en turno de la clase notó mi llegada y dijo: “¿Éste es el borracho? ¡Adiós señor!” Y que me azota la puerta en la cara. Carcajada general. Alcancé a ver a Carla con dos amigas, todavía de menso lo pensé un par de segundos.  Uno más, dijo: “La siguiente boda es en psicología, para que vayas a poner música”. Otra carcajada general. Como dice el dicho: Más pronto cae un borrachito hablador que un cojo: Yo dije que ella volvería con la cola entre las patas en la boda, así, con la cola entre las patas tuve que ir yo por segunda vez a su casa a pedirle perdón de verdad, aunque sintiera el corazón tan madreado como la bocina JBL rota. Y quizá, mientras tanto, el enanito verde sonreía y se carcajeaba, parado en sus  murallas personales.

 

 

sábado, 9 de septiembre de 2023

POEMA "ENCUENTRO" DEL LIBRO "INFINITOS DISPERSOS" (EDICIONES ALFORJA 2001) POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

 

Encuentro

 

 

                               Separar la voluntad de las algas,

                        ser negro corcel en el silencio

                        trotando hacia el silencio.

                        Amagar la desdicha y sus cueros del alba,

                        sostener este corazón negligente

                        y poblado de vacío.

                        Vacío: despeñadero de poesías

                        que fueron, son y serán.

                        Vacío: turbio alimento del presente,

                        desprendimiento del ocaso hacia el límite

                        donde abrevan como en una fosa las conciencias.

                        Estiro la mano y le digo al instante que me ignore,

                        que surcaré sus avenidas de plumajes y cuernos

                        con la propia llaga de mi voluntad,

                        y el instante me repite:

 

                        "barquero, ay de tí y tus escritos..., tus letras

                        no allanan mi vacío, 

                        mientras duermes en mi lecho otros matan o se enamoran.                                                  ¿Qué puedes tú contra el bagaje?

                        ¿Qué razón cubre tu estandarte?                        

                        La palabra que escrituras en mi frente

                        no sirve para curar los males de este mundo".

 

                        "Por lo menos no para agravarlos", le respondo.

                        "Yo soy pájaro corsario que no conoce el alpiste,

                        Fausto te dijo hermoso, sin embargo yo escupo

                        sobre tu rostro y tu cardumen de locura que intenta

                        despellejar mi alma".

 

                        El instante tomó de mi mano con un resquicio de sombra.

                        Y de las cuencas de sus labios

                        escuché la pregunta: "¿Puedes?"

 

                        Podré  sujetarte entre mis párpados, le dije,

                        mas no esperes encontrar una salida a  tus dudas

                        con mis versos, lo significativo corre por tu cuenta,

                        allá donde el firmamento se topa con la incertidumbre

                        los caminos se separan y se borran,

                        donde el trigo de la muerte intenta caer de la memoria

                        el horizonte se vuelve la faz de nuestra interioridad

                        que nos deletrea en palabras altisonantes,

                        en sílabas de fuego,

                        en escarnios de disputas, en venganza, en mujer y tiempo.

                        No somos carne para el olvido

                        aunque lleguemos a sus puertas,

                        no será la parvada de gaviotas que anuncian tierra,

                        porque de tierra está hecho el hombre y la voluntad,

                        solo te pido, instante, recobrar el alimento de mis demonios,

                        no sé describirte pero veo tus rastros como cuerpos

                        que caen convertidos en hojarasca al fuego, instante,

                        ahora sé de nuestro desprendimiento: yo voy como las

                        locomotoras en las tormentas, tú eres como una pluma

                        que viaja hacia la selva, tus sales marinas son todos

                        los instantes y ninguno, me dueles

                        como ver una taza rota sobre la mesa,

                        me animas con tus trompetas que cantan al estigma,

                        ahora sé instante, que esto se desprende del tiempo,

                        aunque con el tiempo morirá, su muerte será metamorfosis

                        en otra frente, en otro día o noche, afortunadamente ajeno

                        a mi voluntad. Dejemos al azar nuestro próximo encuentro.

 

 

 

jueves, 7 de septiembre de 2023

OTRO POEMA DEL LIBRO INFINITOS DISPERSOS, EDICIONES ALFORJA 2001

 

Sumario

 

                               Poemas que van a encontrar

                        el vacío, luz de meditaciones lejanas,

                        fósiles o huesos, piedras del deseo.

                        Poemas que comienzan en la blancura,

                        poemas que terminan  en el arco iris.

                        Sílabas sin tono, ahora pulverizadas por el tiempo.

                        Poemas que reptan en la arena como un hombre

                        después de la tortura.

                        Poemas sinsentido o con todo  sentido posible,

                        poemas que rebanan las costillas,

                        poemas que desafían al granito y al concreto,

                        poemas que desafían a tu belleza.

                        Poemas que van a encontrar toda tu fealdad.

                        Poemas del desierto,

                        desperdigados como oasis y palmeras, poemas

                        que las mujeres  cargan en sus garrafones de agua,

                        poemas que limpian la frente del enfermo y mueren en un

                        gesto de vergüenza e ignorancia.

                        Poemas que aterrizan en un portaaviones

                        que navega sobre mares de miseria.

                        Poemas que aterrizan en tus senos llenos de vida y fertilidad.

                        Vagabundo que carga en su alforja la única poesía posible

                        en todo tiempo y espacio.

                        Musa que lo desmiente, capataz que lo verifica.

                        Agua que cae de los acantilados reflejando los rostros del amor.

                        Palabra que se incrusta a la roca y la metamorfosea en diamante,

                        duro, rutilante, inquebrantable.

                        Amor que quema las pupilas de los amantes contemplándose,

                        par de ombligos que bailan al ritmo de una guitarra enfurecida.

                        Pinturas que piden ser explicadas por el lenguaje,

                        planetas que giran en el océano interminable,

                        amores que piden ser explicados por poemas,

                        amores que salpican suciedad preciosa,

                        amores que suplican ser saciados por la calma de la muerte.

                        Amores que no cesan, amores que desafían el absoluto de dios,

                        amores que lo consiguen y lo superan,

                        amores que se expanden y contagian su alegría,

                        amores que terminan sin exploración y con desidia.

                        Constelaciones que se apagan,

                        rostros que se borran con el tiempo, nombres que se incendian,

                        nombres que se olvidan con la muerte,

                        muertes que parecen vida auténtica,

                        tumbas que se arrepienten de alojar sus restos,

                        tumbas, cuántas y tan opacas tumbas de poetas.

Poemas transparentes, cuántos y tan pocos.

 

miércoles, 6 de septiembre de 2023

CON ÉSTAS DAMAS ARTISTAS HAY QUE ENTRAR EN COMUNICACIÓN, UNO DEBE DE RESPETAR LA FEMENINA INTELIGENCIA!

 


EL ÚLTIMO POEMA DE MI LIBRO INFINITOS DISPERSOS 2001 (EDICIONES ALFORJA)

 

DEL OTRO LADO DE INFINITOS DISPERSOS

 

 

                               Mástil fugitivo

                        horizonte vedado de los sueños,

                        crezco en mis palabras

                        antes de atorarlas en un poema.

                        El tiempo me fragmenta

                        con sus causas perdidas,

                        hierro que se forja en el oleaje

                        una voz lejana me deletrea

                        del otro lado de mi sangre.

 

                        Pero yo la esquivo.

 

                        Prefiero nadar en la bahía de mi ignorancia

                        antes que zozobrar en la oscuridad

                        de la eterna certeza. De lo por siempre

                        delimitado y acotado, de lo que ha sido vencido

                        por el tedio de las sabidurías.

                       

                        Y me llama no se qué voz que me desea,

                        que me reclama idéntico a mi sombra,

                        que me encajona en océanos sin respuesta,

                        en duda, en vacilación, en carne de tiempo,

                        en espectro después de la batalla,

                        en ojos para beber agua al despertar de una pesadilla.

 

                        No la confundo ni la esquivo: quiero merecerla,

                        quiero ser fuego de un oasis,

                        quiero ser cometa,

                        quiero ser el abrevar de las estrellas

                        donde los dragones de Dios dejan su saliva.

 

                        El miedo a ser consumido por el deseo

                        nos aleja del objeto; tabú precioso

                        que conserva al individuo y pierde la especie.

                        Es un querer y no querer: tentación, vacilación.

                        Pero el que no la cumple se pierde en el espejo.

 

                        Es la vieja tutela de la conciencia

                        que te devora en cada esquina y en cada lado

                        de tu pensamiento.

                        Diablo, Dios, Demonio o fantasía,

                        la imaginación del mal conmina al adulto

                        a la serenidad y a la conformidad,

                        a enseñarse a vivir poco para no morir demasiado.

 

                        Y sin embargo...

                        sin embargo esta pluma no se desdice

                        de los años bravos y sus consecuencias,

                        no se desdice de las sombras y sus posibilidades,

                        no encuentra amor, lo crea.

                        No sufre soledad, la inventa y la esculpe.

 

                        En estas noches de ilusiones pisoteadas

                        habrá que crear la antorcha, los designios del

                        cordel de plata, liberar la bravura encadenada

                        y dejar que la flor en llaga, sea por fin poema.

 

 

sábado, 2 de septiembre de 2023

OBSERVACIÓN

OBSERVACIÓN UNO

 

 

 

                                               ¡Salva mi exageración, no me dejes morir apaciblemente! 

OBSERVACIÓN

 PARA JOSÉ DE JESÚS SAMPEDRO

OBSERVACIÓN CUATRO

 

 

Hay un problema que es muy común en los talleres de creación literaria. Después de que fulanito o sutanita se dan a conocer por vez primera con un texto al que le han puesto todo su empeño e ilusión, en muchos casos, el coordinador del taller u otro farragoso responden: “Bien... pero, ¿qué quisiste decir en este párrafo o este verso?” Cuando a López Velarde le preguntaban qué había querido decir en alguno de sus textos, con parquedad, respondía: “pues lo que dije”. De ese modo sorteaba esta pregunta que la mayoría de las veces, si no lo es por ingenuidad, es solamente un golpe bajo disimulado y machacante. Yo propongo que cuando nos pregunten qué quisimos decir en un texto, respondamos de inmediato: “¿A qué te refieres exactamente, a las implicaciones históricas, filosóficas, sociológicas de mi escrito, de su significación semántica y lingüística, quizá su vena antropológica, poética, o simplemente a lo que significa la literatura tal cual?” Estoy seguro que ahí sí que la hacemos buena.

 

 

 

POESÍA PARA LA MALDITA VECINDAD!!

 

LA CORDURA DE LA DISIDENCIA

 

A todos los músicos que hacen posible ese prodigio llamado

 La maldita vecindad y los hijos del 5 patio

                                              

Hacer poesía por la creencia de rebelarse

                        ante los que nos han dicho que está mal hacerlo no es suficiente.

                        Hacer poesía por las ganas de hacer

                        malabarismos verbales no es suficiente.

                        Hacer poesía porque nos gusta leerla

                        no es suficiente.

                        Hacer poesía para decir una catarsis

                        de incoherencias no es suficiente.

                        Hacer poesía como otro modo

                        de comunicarse con las amistades

                        o las mujeres no es suficiente.

                        Hacer poesía por la creencia de que lo dicho

                        permanece, tampoco es suficiente.

                        Hacer poesía por el convencimiento de que

                        la poesía expresa al hombre y su circunstancia,

                        como dijo Ortega, o de que lo real es lo que me circunda

                        y me resiste como dijo su discípula María Zambrano

                        no es suficiente.

                        Hacer poesía por la convicción de que la poesía

                        es otra más (escuchen: otra más) de las ramas

                        de las humanidades como la antropología,

                        la historia o la psicología no es suficiente.

                        Hacer poesía para matar el tiempo no es suficiente.

                        Hacer poesía porque se tiene

                        "algo qué decir" tampoco es suficiente.

                        Hacer poesía como un modo

                        de propaganda política no es suficiente.

                        Hacer poesía para vengarse de los enemigos

                        no es suficiente.

                        Hacer poesía para que los otros se rían

                        no es suficiente.

                        Hacer poesía para hacer el ridículo podría,

                        pero tampoco es suficiente.

                        Hacer poesía para retar a la historia, al hombre,

                        a la mujer, a la realidad, no es suficiente.

                        Hacer poesía para buscar la grandeza

                        no es suficiente.

                        Hacer poesía basado en la creencia de que la poesía

                        es el segundo esqueleto del hombre

                        tampoco es suficiente.

                        Hacer poesía para salvar a la humanidad

                        no sirve para nada.

                        Hacer poesía para encontrar una verdad no dicha

                        a lo largo de por lo menos veinte siglos

                        de versos tampoco es suficiente.

                        Hacer poesía para descubrir, por medio

                        de la poesía, lo que la poesía representa y decirlo

                        en un meta-poema tampoco es suficiente.

                        Hacer poesía para hacer galimatías no es suficiente.

                        Hacer poesía para vengarse de los poetas light, es decir,

                        los que no dicen nada y lo dicen mal, no es suficiente.

                        Hacer poesía para decir que la poesía no sirve

                        es peor que un mal poema.

                        Hacer poesía después de hacer el amor o

                        tomar alguna droga no es suficiente.

                        Hacer poesía para honrar a los grandes maestros

                        no es suficiente.

                        Hacer poesía para soltarse de la imaginación

                        bonitas imágenes no es suficiente.

                        Hacer poesía para decir que la sociedad

                        ha perdido algo esencial que sólo la poesía posee,

                        o que la poesía es inherente al nacimiento de

                        las civilizaciones fue suficiente, pero ahora no.

                        Hacer poesía para defender la casa, el barrio o la tribu

                        no es suficiente.

                        Hacer poesía para tentar la locura es posible,

                        pero no suficiente.

                        Hacer poesía para salir de la locura no es posible, pero es suficiente.

 

9 de noviembre de 2001