domingo, 11 de octubre de 2020

Marcel Conche (francés, nacido en 1922) JUSTIFICACIÓN DEL DERECHO DE CASTIGAR

Tenemos derecho a castigar solamente al que es capaz de comprender que es castigado. Si se trata de un criminal inveterado, incapaz de razón, encerrado en su pensamiento autista, ¿por qué castigarlo? ¿Con qué derecho, puesto que no podemos, por principio, responder a la pregunta "para qué"? El criminal aún consciente, no absolutamente empedernido, capaz de reconocer que el mal que se le inflige es merecido, debe, admitámoslo, ser castigado, ser castigado; pero no tenemos el derecho de castigar al criminal empedernido, es decir, inconsciente. Si es peligroso, solo conviene aislarlo. La conciencia popular no considera al pequeño y al mediano delincuentes como "locos". Son punibles. Pero le parece que el gran criminal, inconsciente e irrecuperable, está fuera de los límites de lo humano. "Es un loco" se dice. No se ve, en este caso, con qué derecho castigar a los grandes  criminales irrecuperables, pero hay que aislarlos cuidadosamente, como se hace con los locos peligrosos. No deben estar aislados en las prisiones, lo que equivaldría a asimilarlos a seres sensatos, punibles, sino más bien en centros de cuidado del tipo de los asilos psiquiátricos. La fuerza del universal desprecio, del "gran desprecio afectuoso" del que habla Nietzsche en la Genealogía de la moral, es quizá el último remedio capaz de suscitar en ellos el despertar de la razón.

El fundamento de la moral (1993)


Marcel Conche es profesor de universidad, lector y comentador de filósofos de la Antigüedad (los presocráticos Anaximandro y Heráclito, el epicúreo Lucrecio), y también de Montaigne, propone una moral personal clásica y humanista apoyada en la tradición.