miércoles, 30 de julio de 2008

No sé,—nadie puede saberlo, creo yo—el porqué de las tendencias de la sociedad nos están conduciendo, casi deliberadamente por internet y el fútbol, a una especie de inteligencia donde el que triunfa casi siempre, es el más abyecto, el más tribal, el que en el fondo es el más bruto y, por ende, más propenso a la corrupción. Sé que no digo nada nuevo: cada vez que se habla del tiempo presente es para clamar el fin del mundo, pero de una cosa estoy seguro: si leer libros se considerara una actividad “interactiva” (esa palabrita taaan de moda), estoy seguro que cambiarían muchas cosas en nuestro país. Es decir, si se viera desde ese punto de vista.

Adiós, Alejandro Aura

ALEJANDRO AURA, BRILLANTE NARRADOR, POETA Y DRAMATURGO MEXICANO, FALLECIÓ LA NOCHE DE AYER EN MADRID ESPAÑA, DESDE AGUASCALIENTES, MANDO MIS CONDOLENCIAS Y MI SENTIDO PÉSAME A SU FAMILIA Y A LA COMUNIDAD INTELECTUAL MEXICANA, QUE SUELE ESTAR MAYORITARIAMENTE EN EL DISTRITO FEDERAL. DESCANSE EN PAZ.

lunes, 28 de julio de 2008

REALIDADES TREMENDAS

PURGATORIO, La Jornada de Morelos Moisés Lozano Villafaña Águila o sol: suicidio o delincuencia. Hace unos días, casi dos semanas, se divulgaron los resultados de la Primera Encuesta Nacional de Exclusión, Intolerancia y Violencia, aplicada en bachilleratos públicos. Entre otros muchos horrores, se nos informó que más del 13 por ciento de los estudiantes han atentado contra su propia vida. La revelación de ese mundo de frustraciones, que debió generar una ola de alarma y un gran debate social, se perdió en la marea informativa de los chismes políticos, el desinterés oficial y la indolencia ciudadana. Los estudiantes de los bachilleratos públicos son mayormente hijos de familias pobres y de clase media. Se diría que son un a especie de elite de los pobres, considerando a esa gran masa de niños mexicanos que no termina la secundaria. Una elite que terminará con un certificado de estudios que no vale el papel en que está impreso. Tras 12 años de fatigas y privaciones, los jóvenes sin acceso a la educación de paga, es decir la gran mayoría, no obtienen ninguna de las herramientas necesarias para incorporarse a la vida productiva, ni para disfrutar de la cultura de su época. No adquieren conocimientos para comprender el mundo en que viven y tampoco aprenden a pensar. Tras 12 largos años perdidos, sentados en los infames pupitres de las escuelas públicas, los hijos de las familias pobres perciben la vida como una larga condena, marcada por la frustración y el desaliento. No es de extrañar que cada día sean más los menores que se suicidan o se integran a la delincuencia. Es un volado, águila o sol: el suicidio para los más sensibles o la delincuencia para los más inquietos y con mayor energía. Los otros caminos están cerrados. Los ejemplos de éxito personal, el niño pobre que se convierte en el hombre rico, son reiteraciones del cuento de la cenicienta, que solamente sirven como la zanahoria para que el galeote siga tirando de la triste carreta de su vida sin protestar demasiado. Las alternativas marginales, la migración en busca de mejores condiciones de trabajo en Estados Unidos y la economía informal, que por años fueron válvula de escape para la pobreza, llegaron a un punto de saturación. Cada vez es más riesgosa y menos atractiva la aventura de la migración. Por su parte, la economía informal se ha convertido en el acantonamiento de un enorme ejército de hombres y mujeres explotados económicamente y utilizados políticamente por mafias de delincuentes asociadas a los gobiernos. Desde la escuela, al abrir los ojos a la vida, las nuevas generaciones de mexicanos se encuentran con una realidad exasperante: un mundo que los asfixia, marcado por la corrupción y el cinismo de las estructuras dominantes. Un mundo en que se ha perdido incluso el antiguo consuelo que ofrecían las religiones, con su apología de la pobreza y la promesa de la dicha eterna tras el tránsito por este valle de lágrimas. Ya nadie puede creer en estas simplezas, cuando la publicidad consumista es un espejo que les muestra con gran crudeza su miseria, porque todo lo que ahí se exhibe, lo que es bueno y deseable, lo que significa éxito, para ellos es inalcanzable. Se dice que la juventud es un factor de cambio, una fuerza capaz de transformar el mundo. En México, el año 2000, vimos a los jóvenes salir a las calles y votar por “el cambio” cargados de entusiasmo. ¡Vaya experiencia castradora! El daño más grave del foxismo fue su capacidad par crear una ilusión de cambio, que terminó en la frustración y el desaliento. Las fuerzas conservadoras cumplieron la función de desmoralizar a toda una generación, que no volverá a creer en el papel transformador de la política. ¿Y la izquierda? ¿No ha sido acaso la izquierda el espacio propicio para que los jóvenes ejerciten su voluntad de cambio, su generosidad, su capacidad para soñar en un mundo mejor? Basta ver al PRD para darnos cuenta de que la izquierda mexicana que habita en ese partido no tiene nada que ver con esos sueños ni con esa generosidad. Al interior del perredismo no florece ninguna idea inteligente, no brilla ninguna luz, que pudiera conmover a la juventud. La izquierda del PRD consume su energía una lucha de tonos canallescos por la bolsa. Donde es gobierno muestra su verdadero rostro, que nos recuerda muy de cerca al viejo y viciado cinismo del priísmo de mediados del siglo pasado. La tragedia del New’s Divine puso al descubierto la corrupción policíaca y de toda la estructura administrativa del Distrito Federal. Pero sobre todo, mostró la brutalidad de un gobierno perredista en el trato a los hijos de las familias pobres y de clase media. ¿Acaso la solución está, tal como lo aconsejan las buenas conciencias, en que los jóvenes se busquen un empleo? La cruda realidad es que los egresados de un bachillerato público solamente pueden aspirar a vegetar en el desempleo o en la mediocridad de un empleo sin retribución económica ni espiritual. Como decíamos, ni la izquierda ni la derecha, ni las iglesias ni la escuela, ni la economía informal ni la migración, ni el empleo. Para los jóvenes mexicanos las puertas están cerradas y la vida es un castigo.

sábado, 19 de julio de 2008

DEFINITIVAMENTE: los taxistas, las prostitutas y los policías... se acuestan tapados con la misma cobija.

lunes, 14 de julio de 2008

Si los tiburones fueran hombres

Bertolt Brecht -Si los tiburones fueran hombres –preguntó al señor K la hija pequeña de su patrona–, se portarían mejor con los pececitos? -Claro que sí –respondió el señor K–. Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas como materias animales. Se preocuparían de que las cajas tuvieran siempre agua fresca y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lastimase una aleta, en seguida se la vendarían de modo que el pececito no se les muriera prematuramente a los tiburones. Para que los pececitos no se pusieran tristes habría, de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. También habría escuelas en el interior de las cajas. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones. Estos necesitarían tener nociones de geografía para localizar mejor a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando. Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba sólo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececillos deberían guardarse bien de las bajas pasiones, así como de cualquier inclinación materialista, egoísta o marxista. Si algún pececillo mostrase semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los tiburones. Si los tiburones fueran hombres, se harían naturalmente la guerra entre sí para conquistar cajas y pececillos ajenos. Además, cada tiburón obligaría a sus propios pececillos a combatir en esas guerras. Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Si bien todos los pececillos son mudos, proclamarían, lo cierto es que callan en idiomas muy distintos y por eso jamás logran entenderse. A cada pececillo que matase en una guerra a un par de pececillos enemigos, de esos que callan en otro idioma, se les concedería una medalla al coraje y se le otorgaría además el titulo de héroe. Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos entrando entusiasmados en las fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones, arrullados por los pensamientos más deliciosos, como en un ensueño, los pececillos se precipitarían en tropel, precedidos por la banda, dentro de esas fauces. Habría asimismo una religión, si los tiburones fueran hombres. Esa religión enseñaría que la verdadera vida comienza para los pececillos en el estómago de los tiburones. Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etcétera. En resumen: si los tiburones fueran hombres, en el mar habría por fin una cultura.

jueves, 10 de julio de 2008

El SEXO real es la única ilusión que demuestra que es más fuerte y que tiene más secretos que la muerte, que es simple Tabula rasa. Lo que dice el trueno lo comprende el bosque.
"Hay ocasiones que desespero esas batallas de mediodía orgías terribles espejos de epopeya que todo arrasan en su vendaval Por las noches jóvenes guerreros afilan armas en mis pupilas lanzando el hacha junto a mis pies Rockeros tristes ofrecen mota y algún profeta habla de eternidad viejas rameras y sodomitas junto a sus cuerpos invitan a soñar Así voy solo en el metro buscando algo que ya no hay Soy un fantasma algún cadáver el viajero que junto a ti en cualquier momento puede caer." Miguel Angel Méndez 1993

miércoles, 9 de julio de 2008

Ya salió la Revista DOS FILOS 103


Con declaraciones de la banda de músicos que acompañaron al legendario guitarrista Stevie Ray Vaughan, todas recopiladas por Alan Paul.