miércoles, 12 de junio de 2013

El mexicano lee poco, no va a museos y ve mucha tv. ¿Pero qué tal el futbol y las telenovelas? No pos sí...


Jueves 16 de diciembre de 2010 Yanet Aguilar y Sonia Sierra | El Universalcultura@eluniversal.com.mx
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En México, en los últimos 12 meses, sólo 27% de la población ha leído un libro; 86% nunca ha ido a una exposición; 43% no conoce una biblioteca. El lugar preferido para hacer turismo cultural es Teotihuacan; 6% ha escrito algún texto de creación literaria en su tiempo libre; 24% no tiene ningún libro en casa. Y de los que leen el periódico entre uno y siete días a la semana, que son 60%, sólo 2% dijo leer el periódico por Internet.

Este panorama es el rostro de los hábitos y prácticas de consumo culturales de los mexicanos, según la encuesta que ayer presentó la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar.

La Encuesta nacional de hábitos, prácticas y consumo culturales fue realizada entre el 24 de julio y el 5 de agosto pasados, con entrevistas cara a cara a 32 mil personas mayores de 13 años, mil en cada estado y en la ciudad de México.

El estudio abordó los rubros de cine, danza, música, teatro, zonas arqueológicas, museos, artes plásticas, artes visuales, bibliotecas, librerías y lectura, asistencia a centros culturales, visita a monumentos históricos, exposición a medios, entre otros.

La encuesta tiene un margen de error de 2.8%, según Sáizar; en el estudio se precisa que el margen de confiabilidad es de 95%. Fue realizada por la empresa Defoe y tuvo un costo de siete millones 882 mil 800 pesos. Los resultados están en www.conaculta.gob.mx.

Según Sáizar, los resultados serán la base para diseñar los programas y evaluar metas y logros en la política cultural del México del siglo XXI.

La población está dividida entre quienes tienen interés por la cultura y quienes sienten una mínima afinidad por el tema: 48% dijo tener poco o nada de interés por los asuntos culturales. Esta cifra se refleja en el poco consumo: 73% no compró nada relacionado con la cultura -música, libros, entradas al cine- en los últimos 12 meses.

Sucede que en su tiempo libre, 16% de los mexicanos prefiere descansar y 15% ver la televisión (40% lo hace más de dos horas diarias).

Al explicar por qué no asisten a teatro, danza, museos, conciertos o bibliotecas, entre las causas citadas refieren falta de tiempo y dinero, y desinterés.

Si bien no hay una alta asistencia a los monumentos históricos (no ha ido a uno 81% de la población en este año), hay en contraste una amplia respuesta de 41% a las fiestas tradicionales; si se le compara con Francia, el contraste es mayor porque allí la respuesta es de 10%. En otra de las preguntas, 44% de los encuestados dijo sentir orgullo por México, ante una lista de emociones que sienten por el país.

¿Más lectores?

Mientras que en México sólo 27% leyó un libro en los últimos 12 meses, en Reino Unido lo hizo 87% y en Francia, 71%. Pero eso no es todo, de los mexicanos que dijeron haber leído en ese periodo, sólo 13% terminó la lectura.

En un país de 112 millones de habitantes, donde más de 90% de la población ha recibido formación escolar, 43% no conoce una biblioteca. En todo caso, 99.5% vive en municipios que poseen, al menos, una biblioteca, según el Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural de México 2010, que ayer también presentó el Conaculta.

La Encuesta arroja que 57% de los entrevistados nunca ha ido a una librería o a un espacio donde exclusivamente se vendan libros. Sólo 7% de los que fueron adquirió un libro, y entre sus preferencias figuran: superación personal, libros religiosos e infantiles.

En cuanto a los hábitos de lectura de publicaciones periódicas, 60% dijo que lee el periódico entre uno y siete días a la semana. En contraste con lo que otros estudios y encuestas muestran, en esta de Conaculta sólo 2% dijo leer el periódico por Internet. En todo caso, algunos datos en la Encuesta parecen contradecirse, porque 32% de la población entrevistada dijo que usaba internet frente a 68% que no lo hace. De esos usuarios, 25% busca información que va desde material para la escuela y el trabajo, hasta literatura, libros en general, periódicos y revistas.

En un país donde existen 42 mil 614 vestigios arqueológicos, de los cuales 176 son zonas arqueológicas abiertas al público, 44% ha ido alguna vez a una de ellas, a un sitio, ruina, pirámide o templo prehispánico. Un 30% dijo que es Teotihuacan la zona que visitó.

En cuanto a los museos, que en México son mil 185, entre públicos, privados y mixtos, 55% expresó que sí ha asistido a uno. En comparación con otros países, de nuevo, hay contrastes: en Francia dijo haber ido en el último año 77%; en Reino Unido, 44%; en España, 31%; y en México, 20%.

En los rubros de las artes plásticas y visuales, la Encuesta muestra que la asistencia a las exposiciones es uno de los hábitos culturales de menor interés: pues en ambos casos 86% de los entrevistados dijo no haber ido a una muestra de pintura, escultura, fotografía, multimedia, diseño gráfico, performance. Quienes no asisten explicaron que no lo hacen porque no les interesa, no conocen o no tienen tiempo.

Acerca del cine, que es una de las expresiones culturales preferidas, 75% dijo haber ido alguna vez. Pero otra historia se cuenta frente a las artes escénicas: 66% de la población nunca ha ido a una presentación de danza, y 67% dijo lo mismo en el caso del teatro.

En música hay otros comportamientos, 54% ha ido a un concierto; el tipo de música que escucharon fue banda, con 32% y grupera, con 16%. El 91% manifestó que nunca ha ido a un concierto de música clásica. Sobre las formas como adquieren música, 70% la compra grabada y de ese grupo, 64% la adquiere en tianguis.

sábado, 8 de junio de 2013

Crepúsculo Inmediato



para Argelia

Aún en la noche hay sombras vagas


que merodean sobre nuestro descanso,

vano descanso dado a los humanos,

celosamente empeñados en mirar

la claridad detrás de la penumbra,

la verdad íntima de las palabras,

y la voz tan callada del silencio.

Mas el misterio se niega con fuerza

a revelarnos su negro secreto,

si antes no ha cobrado el empeño

diario del mísero y solitario,

mas no callado raro pensamiento.

 

Puesto que duras son aquellas preguntas

que invitadas llegan después del alba

y del día y la tarde a la noche desatada

sin una respuesta o una corazonada.

¿Acaso un ojo metálico y su brillo,

muy por encima de todos los techos

nos observa, distante y silencioso

ahogarnos ya en nuestros propios sueños?

 

Al fin el hombre ha trocado el nombre

de su flamígera soledad creída,

y no conforme busca, siempre busca,

loco está buscando la manera,

el modo de cambiarla, ofrecerla,

perderla ya de su faz poseída,

o negociarla a cambio

de escombros

que dejará sobre la cama donde

acostará

su gran fatídico descanso roto.

 

El hombre, guía ciego, se resiste a saber

lo que ha sido -lo que es, mucho antes

de que su reino de imágenes huecas

lo deslumbraran, disminuyéndolo,

con su civilización toda a cuestas.

 

Este llamado hombre que camina

con la certeza rara de sentirse

vivo,

creyéndolo así por causa, sí,

de los recuerdos sí, aún los muertos

sí, y peor los vivos;

o por su cuerpo malherido y atado

a la constante angustia que devora

el pan del sueño, poco y necesario.

 

¿Mas cuáles son las preguntas impuestas

que lo arrebatan,

que niegan su calma?

Acaso impuestas por el mismo demonio

que lleva dentro y no lo deja, no

a sol ni a sombra,

sólo en el lugar,

en el intersticio de su vigilia.

 

¿Cuáles son las preguntas que regresan?

¿Qué es el hombre y qué lo motiva,

ir y sucumbir ya herido o muerto

por esta causa de su triste guerra?,

¿por qué matamos?,

con balas, mentiras,

bombas,

misiles o palabras fraticidas.

 

¿Cómo será el día de mañana?

Y las preguntas añejas, conocidas,

que día a día arrasan nuestros reclamos

o mal llamados sueños de vigilia,

siguen, persiguen, cual fieras con hambre

hasta ser del cuerpo y el pensamiento

una presa ya fatigada por desvelo.

 

Mas de pasión y cuerpo y alma

es este hombre, también de entrega,

entendimiento

y de equívocas ideas.
 
 
SERGIO VICARIO, POETA, NARRADOR Y PROMOTOR CULTURAL. ENTRE SUS LIBROS: "BARÍTONO DE LUZ" (TIERRA ADENTRO AÑO 2000)

miércoles, 5 de junio de 2013

LOS GRIEGOS VALIENTES DE CHIAPAS...


El zapatismo moderno de Chiapas, como hasta en Italia se sabe, como lo sabía José Saramago, Oliver Stone y, supongo, todos nuestros actores políticos, se ha complejizado entre muchas otras razones, para no ser lo que se dice, “una causa perdida”. A favor del zapatismo están todos los valores occidentales provenientes  de la modernidad, iniciada en la Revolución Francesa,  y si nos vamos más atrás, la verdadera modernidad está en Grecia, con el origen del  arte teatral, el invento democrático de la política  y el amor al conocimiento con la filosofía. El concepto neozapatista “mandar obedeciendo” no entra en contradicción con el invento político griego, luego entonces paradójicamente, quien tiene un retraso verdadero en el discurso, es el gobierno mexicano que se empeña en no entender que la solución del problema debe ser tomada con todos los referentes del panorama internacional, claro, pero si el problema es nativo, no es de los nativos, sino de los que olvidan el significado y el fervor humanista de la modernidad, sustituyéndolo con mentiras muy humanas, pero que también producen miseria, hambre y desolación a un sector muy importante de la población, que insiste en que la paz no debe ser sólo un referente diplomático que termina como semi-servidumbre al exterior, sino al interior como una necesidad, ananké, en griego, es decir, lo que está ahí, porque tiene que estar ahí. ¿A dónde irían los tojolabales, los tzotziles o los tzeltales si se instauran las super carreteras del Plan Puebla-Panamá, los Mac’ Donalds o los JC Penney? ¿Tendrían Mercedes o Tsurus, calzarían Niké o comerían una Brontodoble? ¿No más bien la globalización antihumana de las potencias económicas mundiales tendría que reconocer que dichos indígenas tienen un modo de vida, cultura y visión con historia propia, historia que no es prestada de ayer ni de hace sólo 500 años, historia que como la de cualquier pueblo o región, debe ser respetada? Los gringos se ofuscan si el mundo no se les parece, los británicos les siguen, luego el gobierno español, como si fuera la época de Cristóbal Colón mandando todavía tropas a Irak, ¿eso es progreso? La luz de ese progreso alumbra tan alto o más, como actualmente es alto el edificio de Oklahoma o las torres gemelas de Nueva York, ¿Qué  les pasó a esos edificios tan altos? Se fueron a la chingada del planeta.

Un conmovedor artículo de Carlos Lenkersdorf aparecido en el suplemento mensual ojarasca del periódico  La jornada (junio 2003), “Las casas tojolabales nos interpelan”, regresa a los tojolabales la metáfora de la casa como expresión de la voluntad y el alma de los que la habitan, lo que en términos literarios el filósofo francés Gaston Bachelard utilizó para referirse a la casa primigenia como portal y pedestal de la ensoñación del ser humano: “las habitaciones internas” que descubre el adulto escritor, que  va recogiendo y reconociendo en la creación del texto, tienen como  remanente o correlación la casa o las casas donde hemos vivido, en ellas se guarda todo aquello que nuestro ser reclama como auténticamente propio, principalmente la ensoñación y los recuerdos, la infancia, pues, el primer gesto, los primeros aprendizajes, no están en la calle, la escuela o la intemperie, sino en la casa, lugar en el que fuimos depositados antes que en el mundo. La poética del espacio tiene esta frase brillante: “ciertamente la infancia tiene mayor tamaño que la realidad”. Cuyo aire de paradoja significa, volviendo a Lenkersdorf, que los tojolabales no quieren vivir en la casa grande o la casa del cacique o patrón porque en ella hay una hostilidad que viene de 500 años para acá: primero tuvo rostro español y católico, luego priísta y ahora francamente neoliberal. Por eso los tojolabales, decididamente griegos, decididamente universales, cumplen su propia ley “mandar obedeciendo” tomando las decisiones que atañen a la comunidad en la casa grande, la cual es, obvio, un edificio público.

            Cuando participé en la Caravana Mexicana Para Todos Todo, de diciembre a enero del 2002, en el municipio autónomo Moisés y Gandhi, los zapatistas nos recibieron y nos prestaron para pasar las noches en esa comunidad  una casa al lado de “la casa grande”, lugar que posteriormente utilizaron los líderes de la comunidad para definir las respuestas a las preguntas que les planteamos: que opinaban sobre el PPP, la presencia de los militares, los priístas, etc. Debatieron toda la noche, mientras al lado nosotros dormíamos; yo me quedé dormido después de amenizarme el rato con un walkman y las ideas musicales de La Maldita Vecindad. Al día siguiente regresaron, bajaron de sus propias casas y nos dieron respuesta.

Para terminar, un comentario de orden estético, las casas de los tzeltales que yo conocí, eran ciertamente pequeñas, modestas, con suelo de tierra, un fogón, otros elementos de madera y las paredes eran de tablas alzadas unas junto a otras, pero que dejaban entrever rendijas por donde se colaba el viento, pero no lo suficiente para que se colara el viento neoliberal y tuviéramos que declarar que la vida era una penuria: todo era festín para nuestros anfitriones, una tasa de café o un par de tacos. Yo me decía: “indudablemente esta gente vive en condiciones de pobreza y marginación, pero si esas tablas están separadas lo suficiente para ver fuera, no es porque no les hayan alcanzado, sino porque forma parte de una cosmovisión: aquí está el hombre y su familia, su casa, sus animales, pero también comparten como compañero al viento, al sol, al arroyo, a la milpa… esto es mantener la dignidad a cualquier precio, o mejor dicho, a lo que no debe tener precio, porque ellos saben, sin tener que leer a Bachelard, que la casa es el origen, lo primigenio, la razón de una lucha que lleva 500 años.” La pintura que vi en un Aguascalientes decía: “podrán cortar todas las flores, pero nunca acabarán con la primavera”. Pero mejor ya me callo la boca porque luego me dicen que hago turismo revolucionario o uno que, más allá,  me dijo: “te fuiste de vacaciones revolucionarias”.

 

Julio 2003