lunes, 28 de febrero de 2011

El Estado Laico y sus Malquerientes

El Estado laico: el gran logro de los liberales mexicanos del siglo XIX, que obtienen la separación de la Iglesia, entonces rigurosamente en singular, y un conjunto de instituciones y leyes, en primer término educativas. En el proceso de la implantación de la laicidad intervienen guerras civiles, guerras de intervención extranjera, ataques desaforados contra la tolerancia, reivindicaciones de la educación pública, lucha contra las inercias y los prejuicios históricos, enfrentamientos a los poderes del clero y los terratenientes. No obstante dos retrocesos, entre la Constitución de la República de 1857 y Las Leyes de Reforma, y la Constitución de 1917, el impulso laico de liberalismo radical y del humanismo militante se impone en lo social, lo cultural y lo político. Y al país lo integra la secularización.

Desde hace décadas, la derecha (que sí existe, y es cada vez más ambiciosa, represiva y vociferante) se obstina por “redefinir”, sinónimo de “hacer retroceder”, el Estado Laico, en pos de una teocracia-a-sus-horas, acorazada tras las prohibiciones y ansiosa de cumplir sus tres propósitos: devolver a México al Redil, instrumentar la educación religiosa en las escuelas públicas, y “rejuvenecer” los prejuicios. Hasta el momento, han fracasado en todas sus batallas culturales, y en su papel de enemigos jurados de la laicidad y el laicismo no han ido más allá del status de malquerientes hipócritas. Insisten, sin embargo, y el peligro del retroceso no desaparece, pero la secularización no está definitivamente en riesgo.

Carlos Monsiváis

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