lunes, 29 de octubre de 2007

Pasé un buen fin de semana de visita en el deefe. Lo cual incluyó el conciertazo de Serrat y Sabina en el auditorio nacional. Por cierto que ya salió la revista alforja no 41, dedicada a Eunice Odio y Vicente anaya me publicó un par de poemas que considero de mis mejores. Por último: entre unos cuates del defe y yo tenemos la página http://hapaxpoetico.blogspot denle una revisada porque ahora el maestro Pako Puente ha metido unos haikus que están buenos. Ya ahora sí a dormir porque en el camión eso es pedir demasiado.

domingo, 21 de octubre de 2007

Poema

Publicado originalmente en la revista Voces de la primera Imprenta. Marcos García Caballero Mira mi sombra caer y desmadejarse, mira la provincia de mis pasiones: lo que amé, lo que canté, ahora tirado en el lodo apestando putrefacto. Mira mis amigos dispersándose en la noche, cómo uno a uno se van separando los recuerdos de la memoria hasta convertirla en utopía. Mira al pensamiento que te piensa y ha pensado al país, a la guerra, cuando me he visto de cara frente al absoluto y me he atrevido a decir, seco y despojado de toda mitología personal: yo pienso. Y este pensar me duele, porque cuando la cabeza descubre al pensamiento, no sabe qué hacer con él y tampoco sin él. Mira esta ira y este rencor, este espíritu que ha tocado las barbas del demonio, cuando escuché retumbarlas en mi mente y ya nunca más pude reconocerme en el espejo. Mira cómo caen la risa loca y la puta mentira, y así siempre así, en el fondo del corazón humano, mientras todos quedamos enajenados y vacíos. Es cuando se retrocede, es volver al punto de partida, es cuando un dulce licor de ayer diría hoy la verdad decantada, lo que cada niño se ha prometido, lástima que sólo se vuelva uno más que apesta en el corral de la diaria obscenidad. Mira los logros de los antiguos griegos, la más espléndida época de la conciencia humana de la cual sólo quedan retazos. ¿Qué quedará entonces de mi nombre? ¿De mi amor, de estos brazos y éstas manos que tratan de narrar lo que fuimos o lo que quisimos ser? Vergüenza, sensación de coraje, de despellejar la realidad inasible. De que nos conteste la pena que nos aleja o nos separa o nos junta, acaso, una leve variación del ego, su bifurcación. Mira este silencio, mira estas palabras que se tragan mis palabras. Porque callan en un grito que quisiera destruir, destruir lo abstracto, porque el pensamiento es incompatible con la realidad. Pero yo estoy en Asia. Mira mi viejo libro de poemas mal leído y mal entendido. Mira mi cadáver, mira mi muerte que desconozco, mira ese viajero del metro que puede caer junto a ti en cualquier momento, Y entonces, sabrás a quien te estás acercando.

domingo, 14 de octubre de 2007

El Hombre más feliz del mundo

* No es dueño ni ejecutivo de ninguna empresa, no vive pendiente del celular, no viste ropa de los diseñadores famosos ni maneja un BMW, pero es el tipo más dichoso del planeta, según un estudio del Laboratorio de Neurociencia Afectiva ¡De plano nos rompieron los paradigmas! Acostumbrados a creer que la felicidad es una competencia olímpica para tener más, ser más exitoso, sentir más placer y hacer más cosas, ahora los científicos del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin nos salen con que el hombre más feliz del planeta es un tipo que vive en una celda de dos por dos, no es dueño ni ejecutivo de ninguna de las compañías del Fortune 500, no tiene relaciones sexuales desde hace más de 30 años, no vive pendiente del celular ni tiene Blackberry, no va al gym ni maneja un BMW, no viste Armani ni Boss, desconoce tanto el Prozac como el Viagra o el éxtasis, y ni siquiera toma Coca-Cola. En suma: el tipo más feliz del planeta es un pobre diablo sin dinero, éxito profesional, vida sexual, ni popularidad. Su nombre es Matthieu Ricard, occidental por nacimiento, budista por convicción y el único de cientos de voluntarios cuyo cerebro no sólo alcanzó la máxima calificación de felicidad prevista por los científicos (-0.3), sino que se salió del felizómetro por completo (-0.45). Los 256 sensores y decenas de resonancias magnéticas a las que Ricard se sometió a lo largo de varios años para validar el experimento no mienten: ahí donde los niveles de estrés, coraje y frustración en los meros mortales es muy alto, en la mente de Ricard estas sensaciones negativas no existen. Por el contrario, ahí donde la mayoría de voluntarios mostró bajísimos niveles de satisfacción y plenitud existencial, Ricard se voló la barda en todas y cada una de las sensaciones positivas, dando origen al título de "el hombre más feliz del planeta" (www.elmundo.es). Lo paradójico del caso no es que haya un hombre tan feliz, sino que llegó a serlo desprendiéndose de todo aquello en lo que los occidentales suponemos radica la felicidad: éxito profesional, pericia científica, dinero, posesiones, fama, placeres, relaciones humanas y consumo, consumo, consumo. Y es que Matthieu Ricard no es ajeno a nada de esto: hijo del miembro emérito de la Academia Francesa Jean François Revel, Ricard no se dejó deslumbrar por el ateísmo ilustrado de su padre, ni por su fe de nacimiento; tampoco sus estudios de genética celular en el Instituto Pasteur le trajeron la satisfacción deseada. Con el mundo a sus pies y a punto de convertirse en una eminencia científica decidió que por ahí no iba la cosa. Se fue al Himalaya, adoptó el celibato y la pobreza de los monjes, aprendió a leer el tibetano clásico e inició una nueva vida desde cero. Hoy es la mano derecha del Dalai Lama y ha donado millones de euros producto de la venta de sus libros a monasterios y obras de caridad. Pero eso no es la causa, sino la consecuencia de su felicidad. La causa hay que buscarla en otro lado, dice el jefe del estudio, Richard J. Davidson, y no es ningún misterio ni gracia divina: se llama plasticidad de la mente o, dicho en términos más sencillos, es la capacidad humana de modificar físicamente el cerebro por medio de los pensamientos que elegimos entretener. Resulta que al igual que los músculos del cuerpo, el cerebro desarrolla y fortalece las neuronas que más utilizamos. A más pensamientos negativos mayor actividad en el córtex derecho del cerebro y en consecuencia, mayor ansiedad, depresión, envidia y hostilidad hacia los demás. O, como quien dice, más infelicidad autogenerada. Por el contrario, quien trabaja por pensar bien de los demás y ver el lado amable de la vida ejercita el córtex izquierdo elevando las emociones placenteras y la felicidad. Pero nadie se vaya con la finta de tanta "felizología" barata que circula por ahí: Ricard advierte que no se trata de decidir ver la vida en rosa de un día para otro, sino de trabajar sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del entorno y, en paralelo, comenzar a ejercitar los músculos mentales que nos hacen absolutamente responsables de nuestra propia felicidad (Matthieu Ricard, En defensa de la felicidad, Ed. Urano). Al final, los resultados del estudio vienen a cimbrar los pilares de nuestra civilización consumista –donde el Prozac se vende cuatro veces más que el Viagra– porque confirman, ahora sí con pruebas científicas en la mano, lo que humanistas y profetas de todas las épocas han venido diciendo sin que los científicos materialistas les dieran ni poquito crédito. A saber: que la felicidad es un asunto del espíritu que no depende de nada ni de nadie externo a la persona (Buda), que la clave para ser feliz mora en el interior de cada quien (Cristo) y que la felicidad o es un hábito o es el resultado de varios de ellos (Aristóteles). Y si bien Ricard admite que su camino no es más que uno de muchos, advierte que ser feliz necesariamente pasa por dejar de culpar a los demás de nuestra infelicidad y buscar la causa en nuestra propia mente. O, como dice un adagio: "envejecer es obligatorio, madurar es opcional". * Texto tomado de la Red Anahuak, redanahuak@elistas.net

lunes, 8 de octubre de 2007

La misoginia perfecta de Groucho Marx: “El hombre no controla su propio destino: las mujeres de su vida se encargan de hacerlo.” ** “El hombre busca una esposa, pero la mujer busca un modo de vida.” ** “Basta que una mujer conozca a un hombre para que inmediatamente haga el cálculo de su cuenta bancaria, decore su casa y piense los nombres de los hijos.” ** “Con una mujer te la pasas mejor que con una dama.” ** “Cuando más crees que sabes de ellas, de menos te enteras.” ** “La civilización femenina no se aparta más de quince años de la pura caverna.” ** “Lo que menos soporto en una mujer es la vulgaridad. No me gusta nada.” Hay muchas más citas… están en el manual del perfecto follador// digo…, perfecto misógino, recopilado hace años por Sergio Monsalvo.