lunes, 28 de noviembre de 2011

FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA ZACATECAS 2011 A CORAL BRACHO

Es Un honor para mí participar en el Festival Internacional de Poesía Zacatecas 2011 y todavïa más porque se reconoce a una de las grandes voces poéticas de nuestro País y ella es una voz femenina... Felicidades a la Maestra CORAL BRACHO, a ver si puedo traerme unas fotos para los mundanos y mundanas...



Ésta foto, obviamente no es para CORAL BRACHO, sino para la lugarteniente...

martes, 15 de noviembre de 2011

YA ME INVITARON

QUÉ ONDA MUNDANOS Y MUNDANAS??
YA ME INVITARON AL FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA 2011 EN ZACATECAS, ES EN DICIEMBRE Y DESPUÉS ME INVITARÁN DE NUEVO A OTRO EVENTO EN ZACATECAS. DE MIENTRAS ME VOY ESTE FIN DE SEMANA A LA CAPIRUCHA A VER A LAS MUNDANAS Y A JOSÉ VICENTE ANAYA, YA SABEN QUE SU LIBRO "LARGUEZA DEL CUENTO CORTO CHINO" LO PUEDEN CONSEGUIR REPUBLICADO POR ALMADÍA Y YA SE IMAGINARÁN QUE HE ESTADO PRODUCIENDO LIBROS Y CON ESTE ROLLO DE SER ALUMNO VIRTUAL NO DA TIEMPO PARA SALUDARLOS. BUENO, NO LLEGUEN DEMASIADO TARDE A SU CASA, ESTAMOS ENTRE SEMANA Y LUEGO LES DEJO OTRAS RECETAS DE BEBIDAS... POR AHÍ ANDAMIOS...

sábado, 12 de noviembre de 2011

UNA TARDE DE CLASE CON EL PROFESOR X

A GABRIEL MICHEL

— ¿Es cognoscible el universo? Y, de no ser así, ¿cómo podemos saberlo?— preguntó el maestro de filosofía a sus alumnos de primer año.



Con rapidez, una mano desde atrás del salón se alzó esperando que el maestro la observara. El profesor x dejó el gis sobre la cornisa del pizarrón, se acomodó sus gafas de montura negra brillosa y preguntó:


— ¿Si?


— Es una ambigüedad maestro —respondió el primer avezado— ¿en primer lugar qué es lo que usted entiende por la palabra cognoscible, aparte, por supuesto, de todo aquello que se puede conocer? Todo aquello que existe es cognoscible por el ser humano; si el universo existe, ergo, el universo es cognoscible.


Otra mano, cercana a la del primer compañero que había participado, se levantó. El profesor x, que por primera vez se enfrentaba con este grupo y por tanto todavía no retenía los nombres de la lista de educandos que había hojeado mientras tomaba un café americano aguado en una de las mesas de la cafetería del campus, solo se limitó a decir:


— ¿Si? Por favor, compañero.


—Me parece —dijo el alumno— que la frase encierra de antemano cierta ironía... si en todo caso llegáramos tristemente a concluir la incognoscibilidad del universo, dado este encuentro de palabras, nos quedaríamos sencillamente cruzados de brazos: “muy bien, el universo es incognoscible, ya no podemos hacer nada” ¿Me entiende usted profesor?


Otra mano, ubicada en la primera fila de asientos del apretado salón se levantó, pero antes de seguir escuchando los comentarios de los alumnos el profesor x decidió hacer una pausa; sonrió, se acomodó de nuevo los lentes pensando que tal vez necesitaban un ligero ajuste en alguno de los tornillos y dijo:


“Muy bien, muy bien, me alegra que todos estén interesados en participar... —se aclaró la garganta y continuó dando de sí— aclaremos un poco la cosa, primero, para que yo no pase ante sus ojos como un profesor recién titulado con tintes provocadores que tiene que llenar los cuarenta y cinco minutos de clase... esta pregunta con la que acabo de iniciar, siento decirles aunque a algunos de ustedes les pese, no es un mero pasatiempo basado en insulsas retóricas, no... lo que sucede, es que en el departamento de filosofía de la universidad hemos advertido que nosotros los profesores, nos hemos limitado hasta ahora, en las clases de filosofía, a dar un simple repaso, profundo si les parece, o superficial o apresurado o como gusten, pero finalmente un mero recuento de lo que a nuestro juicio, han sido los momentos históricos más significativos o representativos de la materia que nos ocupa... con no poco asombro hemos descubierto también que la mayoría de los alumnos terminan el semestre conociendo un montón de datos, fechas históricas o grandes citas, que en la mayoría de los casos no les sirven para mayor cosa... Uno de los filósofos que estudiaremos durante esta clase, el muy ilustre Emmanuel Kant dijo: “El hombre no puede aprender filosofía; puede únicamente aprender a filosofar.” La frase, si ustedes lo quieren, puede ser discutible, pero es esencialmente profunda, ya que muestra que la filosofía no es algo ya hecho, que la filosofía no es una meta, es decir, que no son los libros, no son los conocimientos ya logrados dentro de una área específica de conocimientos a la cual pudiéramos ir haciendo nuestra hasta lograr, tener sobre ella cierto dominio. Ninguna filosofía es la Verdad con mayúscula, sino el camino interminable hacia ella, y ningún filósofo tampoco tiene la Verdad, sin embargo, como tal se dirige y se orienta gracias a ella. Por eso, como principio he decidido mencionarles esta frase y me ha interesado escuchar sus opiniones, porque si nos guiamos por esta otra frase de Kant y descubrimos que el hombre sólo puede aprender a filosofar y no filosofía como tal, a mí como profesor me interesa mucho más que ustedes aprendan a filosofar en vez de que se ataranten la cabeza si yo se las llenara de datos, fechas y frases célebres... Por eso la pregunta se mantiene: ¿Es cognoscible el universo? Y de no ser así, ¿cómo podemos saberlo? Es decir, filosóficamente ¿podemos atrapar al universo y toda su comprensión en una gran teoría cosmológica? ¿Por dónde podríamos empezar? ¿hay alguien por ahí?”


Las manos en el salón, aunque con más lentitud, volvieron a levantarse. El profesor x sonrió, miró su reloj y descubrió que ya se le acababa el tiempo de la clase para los demás asuntos que faltaban por enunciar, así que alzó la voz entre el barullo que crecía dentro del salón para llamar de nuevo la atención y se dispuso a dictarles a los alumnos una serie de títulos de libros que tendrían que comprar o de cualquier modo, consultar en la biblioteca de la facultad. Les dictó también los objetivos de la primera unidad de estudio y para concluir dijo: “esto ha sido todo por hoy, muchas gracias por su atención, para la próxima clase, de tarea, cada quien va a traer lo que considere que puede ser un problema filosófico... quiero que lo piensen muy bien para que lo desarrollemos en clase.”


Los alumnos salieron del aula, unos lentamente, otros apresuradamente. El profesor x acomodó algunos papeles dentro de su portafolios y fue el último en salir del salón. Con paso ágil y apresurado enfiló por uno de los largos pasillos de concreto que dirigían a la salida de la facultad, que estaba rodeada por grandes prados hermosos, que en ese momento eran rociados por las mangueras y que por un instante estuvieron a punto de mojarlo, tuvo que dar un pequeño brinquito y desde luego las gafas se le resbalaron de nuevo por la nariz y estuvieron a punto de caérsele al suelo. Pensó que arreglar esos lentes era una de sus más inmediatas prioridades.


En ese momento sintió un dedo que le picaba el hombro, era uno de los alumnos que habían recibido su última clase y que por sus palabras y gestos se veía muy motivado: “Oiga profesor, discúlpeme que lo interrumpa, pero déjeme decirle que su clase me gustó mucho... ha sido la mejor clase de todo el día, usted con su sola presencia y sus palabras logró que todos le pusiéramos la mayor atención, ahorita de seguro todos se han de estar haciendo bolas la cabeza con la tarea que usted dejó para la próxima clase...”


El profesor x sonrió y dijo: “pues claro, de eso se trata, a mí no me interesa que vean la filosofía como un montón de libros incomprensibles, sino como un modo de ver la vida, como formas de interpretarla.”


El alumno se apresuró a decir: “Pues mire maestro, inmediatamente que usted dijo cual iba a ser la tarea a mi se me ocurrió una idea y se la quiero comentar... a propósito de su frase “¿es cognoscible el universo?” se me ocurrió que podríamos empezar como lo hizo el filósofo Descartes, que comenzó por dudar de todo, hasta que se dio cuenta de que sólo podía estar cierto de algo, de que estaba dudando y así descubrió que por lo menos podía estar seguro de que si dudaba estaba pensando y así estableció su famoso: “pienso, luego soy”. Del mismo modo nosotros podríamos empezar por dudar de todos los conocimientos científicos, hasta descubrir una base de la cual no pudiéramos dudar y comenzar a trabajarla desde el punto de vista filosófico, ¿no cree usted profesor?”


El profesor x se dio cuenta que el alumno estaba tratando de impresionarlo con sus conocimientos previos de filosofía y que para completar su idea, de última hora se le había ocurrido eso de que “podríamos dudar de los conocimientos científicos” y fue ahí donde lo atacó: “mira, desgraciadamente los conocimientos científicos están claramente definidos, sistematizados y comprobados, si no, no existiría la ciencia; respecto a lo que yo dije: ¿es cognoscible el universo? y de no ser así ¿cómo podríamos saberlo? desgraciadamente el universo es mucho más grande de lo que tú en tu vida entera podrías llegar jamás a imaginar, y la filosofía no empieza jamás por una cosmología, sino por otras cosas que ya veremos en clase. Además, ¿qué importa si el universo se expande o se contrae? Creo que a mi esposa, que se dedica al negocio de las agencias de viaje, le importaría mucho más el asunto.”


El profesor x terminó de decir estas palabras y con una sonrisa le cerró un ojo al alumno, que se quedó desconcertado. Siguió su camino por el pasillo de concreto y se acordó de nuevo del problema de los lentes. Detuvo su paso y se los quitó para examinarlos frente a la altura de los ojos y observó que efectivamente no sólo uno de los tornillos estaba flojo, sino que el plástico de una de las patas estaba roto cerca de de la montura. “Así que eso es” murmuró, pero lo olvidó momentáneamente por el aire lento que soplaba; su mirada cambió de dirección y se dirigió hacia el cielo, “hacia esas praderas del espacio donde se intersectan la cognoscibilidad del hombre y los abismos de lo desconocido, hacia allá donde brillan las estrellas, de las cuales venimos y eventualmente tendremos que volver.” Se quedó unos instantes reflexionando en estas palabras, sonrió de nuevo ya que le pareció que aún no perdía su espontaneidad poética. Después continuó su camino.

Ajá y luego?


No pues es una de mis musas, solamente que no le gustan las imágenes visuales,... o a lo mejor bebió demasiado del contenido del vasito...

martes, 8 de noviembre de 2011

VIGENCIA DEL PENSAMIENTO DE MARX

Dax Toscano Segovia



Ponencia para el conversatorio Karl Marx Hoy, Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador, 5 de mayo de 2.004


Quiero iniciar esta disertación planteando las siguientes preguntas: ¿Por qué hablar de Karl Marx, pensador y revolucionario del siglo XIX en el siglo XXI? ¿Se debe insistir en el estudio y vigencia de su obra? ¿Se puede argumentar a su favor si los países del llamado campo socialista en Europa del Este se fueron a pique y se constituyeron en sociedades capitalistas? Estos cuestionamientos, en ocasiones formulados por los ideólogos del capitalismo, por los pensadores postmodernos, y en otras por una intelectualidad supuestamente de izquierda, nos permiten abordar algunas cuestiones fundamentales para comprender la trascendencia del pensamiento de quien Federico Engels, su amigo y hermano, dijera que es el más grande ! pensador que ha tenido la humanidad y a quien el héroe de la independencia de Cuba, José Martí, manifestara que merece honor por haberse puesto al lado de los débiles.


Partamos de la pregunta que hace referencia al por qué hablar de Karl Marx en el siglo XXI. Primero que todo escuchemos brevemente algunos datos sobre la situación social en la que la humanidad, y sobretodo América Latina, vive en la actualidad: La quinta parte de la población está en la miseria; 826 millones de personas padecen de hambre física; más de ochocientos cincuenta millones son analfabetas; mil millones carecen de agua potable estimándose que para el año 2025 la cifra sea de 3500 millones de personas; 2400 millones no tienen acceso a servicios sanitarios. En América Latina 224 millones de personas viven en la pobreza y de ellos 90 millones están en la indigencia. La deuda externa latinoamericana asciende a 800 mil millones de dólares; siendo ésta una ! de las causas por las cuales la educación y la salud no reciben los recursos necesarios por parte de los gobiernos, los mismos que cumplen fielmente las disposiciones del FMI y de los organismos económicos internacionales dominados por EE.UU. Los grupos humanos más afectados son las y los niños, las mujeres y los ancianos, a quienes el modelo neoliberal los considera desechables o simplemente como mano de obra sujeta de una explotación mayor, tal como se hace con el trabajo infantil en las fábricas de la China, de Malasia, de Singapur, donde las y los niños trabajan de doce a catorce horas diarias en condiciones infrahumanas para producir los juguetes de McDonalds, de Kentuchy, de la Coca Cola. Por otro lado la situación de la contaminación del medio ambiente es cada vez más grave, producto de un sistema basado en una producción irracional y desmedida de cosas superfluas.


¿Producto de que es todo esto? Quienes detentan el poder económico, político y mediático pretenden confundir a la gente argumentando que la pobreza es resultado de la vagancia de ciertos pueblos a los que, inclusive, bajo criterios racistas, han calificado como inferiores. ¿Qué esconde esto? Precisamente aquello que señalara Marx en su extraordinaria y vasta obra: la explotación de una clase social sobre otra y el dominio de ciertas naciones por medio de la violencia, del saqueo y de la imposición ideológica sobre otras naciones. "La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestro días es la historia de la lucha de clases" decían Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista, documento histórico que hoy tiene una vigencia impresiona! nte, tal como lo explica el pensador argentino Atilio Borón cuando hace referencia a la polarización cada vez mayor de la riqueza entre la burguesía, la oligarquía, las naciones capitalistas y el proletariado, los trabajadores en general y las naciones subdesarrolladas. Federico Engels nos dice: "Pues bien, Marx demostró que toda la historia de la humanidad, hasta hoy, es una historia de luchas de clases, que todas las luchas políticas, tan variadas y complejas, solo giran en torno al poder social y político de unas u otras clases sociales; por parte de las clases viejas, para conservar el poder, y por parte de las nuevas, para conquistarlo."


Pero ¿en qué radica la fuerza del pensamiento marxista a través del tiempo? El pensador marxista vasco, Iñaki Gil de San Vicente señala que el secreto y el misterio de la efectividad del marxismo radica en que este pensamiento constituye "la integración crítica de lo mejor del pensamiento occidental entonces existente; y de, segundo, y fundamentalmente, su capacidad de síntesis cualitativa superior, de crear algo nuevo, una totalidad nueva pero a la vez integradora de las aportaciones valiosas analizadas críticamente en la fase anterior e inicial del proceso creativo. Estamos ante el ejemplo más brillante del desarrollo de la facultad de emergencia de algo nuevo a partir de la previa acumulación de componentes viejos hasta llegar a un momento o punto crít! ico de no retorno, de aparición de lo nuevo a partir de varios componentes viejos. Eso nuevo es el materialismo histórico y su malla interna vertebradora es la dialéctica materialista." Lenin decía que "El marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés." Pero sobre todo el marxismo se nutre de la experiencia revolucionaria de la clase obrera. Rafael Plá León señala que "Fue el movimiento real de la clase proletaria y el contacto directo con éste lo que posibilitó en definitiva que el pensamiento de Marx tomara la forma que tomó." Al mismo tiempo el marxismo no es una creencia, un dogma; es, por el contrario, un pensamiento abierto, activo y creador que se nutre permanentemente de las producciones de las y los seres humanos en todos los campos del saber.


De igual manera hay que señalar que Marx no solo se dedicó a la teorización de diversos problemas; fue ante todo un revolucionario activo, un hombre consecuente con lo que teorizó producto precisamente de su contacto con la realidad en la que vivían los obreros europeos. Marx y Engels tenían como uno de sus objetivos la formación de un partido obrero, revolucionario sustentado en una teoría científica; lo que quedó de manifiesto en la participación activa de ambos en la Liga de los Comunistas y más adelante en la fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores; lo cual también demuestra su carácter internacionalista sintetizada en la frase con la cual concluyen el Manifiesto del Partido Comunista: ¡Pro! letarios de todos los países, unios! Es esto justamente lo que le confiere validez al pensamiento de Marx y Engels. Como señala el Dr. Jesús Pastor García Brigos "ante todo nos enfrentamos a la obra de revolucionarios activos, comprometidos con la práctica cotidiana de luchas en la sociedad. No eran científicos de gabinete." Por ello también Marx sufre la persecución brutal del Estado Prusiano y de la burguesía europea, lo cual le condujo al exilio en varias ocasiones. En sus "Tesis sobre Feurbach" Marx señala que la tarea de los filósofos no es solo la de interpretar el mundo, sino la de transformarlo; además explica que solo es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y poderío, la terrenalidad de su pensamiento. A través de la actividad periodística Marx también educó al proletariado y denunció el papel conciliador y traidor de la burguesía, que se aliaba a conveniencia con los reyezuelos y emperadores que sobrevivían en Alemania y Francia.


Pero no solamente por ello se debe insistir en el estudio y la vigencia de su pensamiento. La obra de Marx es un sistema abierto de ideas y un método revolucionario de transformación de la realidad que nos ha posibilitado el análisis y la reflexión sobre los más disímiles hechos y sucesos que tienen que ver con la naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano tal como lo demuestra en El Capital donde expone, como explica Iñaki Gil de San Vicente, "la teoría de la plusvalía; la ley del valor-trabajo; la ley de caída tendencial de la tasa de beneficio y la diferencia entre valor de uso y valor, diferencia que confirma la historicidad del modo de producción capitalista y, por tanto, la posibilidad de construcción de otra sociedad no basada en el valor y en! la mercancía, sino en el valor de uso."


El desarrollo de la ciencia también ha confirmado las tesis marxistas. Los avances científicos demuestran la validez de la dialéctica materialista para la comprensión de los hechos y fenómenos de todo tipo; lo cual se confirma con los avances en el campo de la física cuántica, de la biología, de la química.


A finales del siglo XX y en el siglo XXI los apologistas e ideólogos del capitalismo y del pensamiento postmoderno, han pretendido enterrar a Marx presentando como uno de sus argumentos la implosión de la ex-URSS y la caída del llamado campo socialista de Europa del Este o del socialismo real. Pero de ninguna manera esto puede constituirse en un argumento válido para combatir al marxismo. Sin querer ahondar en explicaciones sobre lo ocurrido en aquellos países, puesto que no es el objetivo de este conversatorio, solo cabe señalar algunos elementos para demostrar lo incorrecto de esta postura: primero que todo la traición stalinista, el proceso de burocratización en la ex-URSS y el surgimiento de un capitalismo de Estado, que estuvo acompañado de una distorsión del pensamiento de Marx, Engels y Lenin por parte de Stalin. Surge en esos momentos la concepción equivocada que el marxismo estaba constituido por el materialismo dialéctico y el materialismo histórico como si se trataran de dos cosas distintas. Igualmente surge la tesis del economicismo y del determinismo mecánico por medio de la cual se señalaba que era la base económica la que determinaba los cambios y el funcionamiento de la superestructura; olvidando que Marx y Engels entendieron a la sociedad como un sistema dinámico complejo, como un todo estructurado y dialéctico en donde la base económica y la superestructura ideológica están interconectados y que, por lo tanto tienen una influencia mutua; siendo el ser social solamente en última instancia el que determina las transformaciones sociales. El marxista Alan Woods explica que "los autores del Manifiesto contestaron repetidas veces ! a esta burda caricatura, como se ve en la célebre carta de Engels a Bloch: "Según la concepción materialista de la historia, el elemento determinante de la historia es en última instancia la producción y la reproducción en la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto; por consiguiente, si alguien lo tergiversa transformándolo en la afirmación de que el elemento económico es el único determinante, lo transforma en una frase sin sentido, abstracta y absurda. La situación económica es la base, pero las diversas partes de la superestructura: las formas políticas de la lucha de clases y sus consecuencias, las constituciones establecidas por la clase victoriosa después de ganar la batalla, etc., las formas jurídicas, y, en consecuencia, inclusive los reflejos de todas esas luchas reales en los cerebros de los combatientes: teorías políticas, jurídicas, ideas religiosas y su desarrollo ulterior hasta convertirse en sistemas de dogmas, también ejercen su influencia sobre el curso de las luchas históricas y en muchos casos preponderan en la determinación de su forma"."


El ascenso de la socialdemocracia y la imposición del modelo soviético a los países de Europa del Este luego de la segunda guerra mundial, constituyó otro elemento que provocó la distorsión del pensamiento marxista. El aparecimiento de modas intelectuales que tomaron como base al estructuralismo y al funcionalismo y lo pretendieron unir con el marxismo, también significó una distorsión del pensamiento de Marx y Engels. Todo esto fue difundido a través de los manuales de la academia de ciencias de la ex-URSS y por las universidades europeas, sobre todo en Francia e Italia. En América Latina esto influyó mucho en la forma de comprender el marxismo. Fue un error no acudir a la fuente directa, sino a los manuales. ! Ernesto Che Guevara fue uno de los críticos de ese pensamiento seudomarxista.


En este sentido no es el marxismo el que ha fracasado; por el contrario hoy ha adquirido mayor fuerza y vigencia; y no porque Marx y Engels sean autoridades del pensamiento a las que haya que acudir cual si fueran dioses. Es la realidad misma la que confirma su validez histórica. Ya se han señalado algunos datos sobre la situación en la que la mayoría de los habitantes del planeta viven, lo cual se ha agravado por la prepotencia del imperialismo estadounidense y el surgimiento del neofascismo. Vemos como los EE.UU. masacran al pueblo Iraquí, como agreden a Cuba y fomentan la contrarrevolución financiando a mercenarios que los medios del engaño pretenden calificar como "disidentes", observamos la intromisión de los Estados Unidos en los asuntos internos de la Re! pública Bolivariana de Venezuela y de Colombia donde, conjuntamente con el fascista de Uribe Velez, los militares y los grupos terroristas de derecha pretenden derrotar a la insurgencia. Pero también asistimos a un momento de ascenso de las luchas populares que, aunque dispersas, constituyen elementos importantes en el desarrollo de la revolución mundial; así la radicalización del proceso revolucionario comandado por Hugo Rafael Chávez Frías en Venezuela, la defensa de la revolución y las conquistas del socialismo en Cuba dirigida por Fidel, la lucha del pueblo iraquí y su resistencia contra los invasores, la firmeza del movimiento guerrillero colombiano, el combate popular en Bolivia, etc. En todos ellos está el pensamiento de Karl Marx como una guía de acción revolucionaria. Iñaki Gil de San Vicente dice que "la obra de Marx y Engels aparece en la actualidad como el único método que, además de explicar coherentemente el pasado, permite comprender qué está sucediendo a escala mundial y, lo que es más importante, cuales son las tendencias fuertes ante el futuro. Estas son las razones que explican la actual "vuelta al marxismo", y también las que explican que este reaparezca, renazca de sus cenizas, cada vez que, tras haberlo dado por muerto, las exigencias de la lucha de clases a escala mundial imponen su vuelta a escena. Ahora bien, cada vez que el marxismo es dado por muerto se produce en su interior una verdadera autocrítica creativa, un repaso de las causas que le han llevado a esa situación y, a la vez por su mismo contenido dialéctico, un enriquecimiento de su método para responder a las nuevas formas que adquieren las contradicciones esenciales del capitalismo. Lo más significativo de estos resurgimientos radica en que se producen tras grandes convulsiones sociales que han demostrado el creciente distanciamiento entre la realidad y la teoría." Concluyendo, señalo con Engels que el nombre de Marx vivirá a lo largo de los siglos, y con su nombre, su obra.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Entrevista a Alejandro Rossi

“La felicidad es una frivolidad de la memoria”


En recuerdo del autor de Manual del distraído, ofrecemos esta charla donde habla de su pasión por la novela policiaca, de su escritura y del whisky como medicina disfrazada de bebida alcohólica.



El pasado 5 de junio murió Alejandro Rossi, considerado uno de los prosistas más notables que se hayan dado a conocer en México. En 1994, con motivo de la publicación de la antología narrativa Diario de guerra, realicé esta entrevista que resultó más bien una larga charla donde Rossi comentó algunos aspectos de su infancia, su interés por la novela policiaca, sus diversos traslados por el mundo y en la cual se revelaba como un conocedor del whisky: “La mejor bebida del mundo”.

Alejandro Rossi fue sumamente generoso y paciente conmigo en la que sería mi primera “entrevista profesional”, va como un pequeño tributo a un gran conversador y autor excepcional.

¿Cuál es el recuerdo más nítido de la infancia?

Me viene ahora el que yo creo es el primer recuerdo. Me veo en una cuna tosiendo continuamente. Tenía tosferina. En aquella época —estamos hablando del año 33— debería tener yo menos de un año. La tosferina era una enfermedad endiablada y era mortal, muy tenaz, duraba meses. Estoy, pues, en una cuna con una tos sin sosiego y veo unas sombras, unas caras, personas a mi alrededor. En ese tiempo a los niños los curaban con viajes en avionetas para producir cambios rápidos de altura: se suponía que esto descongestionaba las vías respiratorias. Nos encontrábamos en Forte dei Marmi, playa famosa en Italia, en la Toscana, cerca de Viareggio. ¿Será ése, en verdad, mi primer recuerdo?

Entonces, ¿cuál es el recuerdo más querido?

No lo sé. La felicidad es más elusiva, la olvidamos. Es una frivolidad de la memoria. Las heridas, en cambio, siempre están vivas. Pero guardo fotos de mi primera infancia en las que me veo como si estuviera en el paraíso terrenal. ¿O era yo un hipócrita?

¿No es quizás esa aclaración que hace al final de Diario de guerra cuando usted le dejaba su cuaderno con sus escritos a su madre...?

Ah, pero entonces ya no era un niño, era un adolescente. Ahora me viene un recuerdo, no, desde luego, el más querido, pero es uno que se cruza con algo que me llamó la atención. Cuando vivíamos en Italia pasábamos con alguna frecuencia vacaciones en Venezuela; mi madre era venezolana. Largos e inolvidables viajes en barco. En uno de esos periodos estuve en un colegio en el que me quedaba a comer. Esto lo conté alguna vez en unos diálogos públicos que sostuve con Adolfo Castañón: en una de esas comidas, cuando llegó el momento del postre, advertí que me faltaba la cucharita. Quise pedirla, pero no me venía la palabra “cucharita” sino “cucchiaino”. Recuerdo la inmensa angustia y el instante en que de pronto me llegó la palabra y mi grito enorme, liberador en el refectorio: “¡cucharita!, ¡cucharita!” Si yo todavía fuera más pomposo, diría que es la satisfacción de dar con la palabra justa. Le decía que esto se cruzaba con otra cosa. En Itinerario, Octavio Paz habla de la época que pasó de niño en los Estados Unidos con su familia. Estuvo en un colegio americano. Y, curiosamente, tuvo el mismo problema con casi la misma palabra: no “cucharita” sino “cuchara”, aunque en su caso, claro, se trataba de la palabra inglesa. Es una extraña coincidencia que comentamos con cierta perplejidad.

En algunas de sus narraciones me encuentro con referencias a la novela o cuento policiaco. En Relatos, Crónica americana y Diario de guerra, por ejemplo. ¿Le gustaría escribir un relato policiaco?

¡Claro que sí! Es una buena pregunta la suya. Desde joven soy un lector asiduo de novelas policiacas. Ahora ya no, me he quedado muy atrás, apenas conozco los autores contemporáneos. Mi fuente predilecta era el Séptimo círculo, la colección que dirigían Borges y Bioy Casares. Era una colección maravillosa, se movía en la tradición de novela policiaca inglesa, clásica, novelas del “enigma”, muy ajedrecísticas, poca psicología y mucha supuesta deducción con la retórica de la geometría. El primer tomo del Séptimo círculo era una novela muy buena de Nicholas Blake que en español se intitula La bestia debe morir. En esa colección se publicó la novela de Bioy Casares y Silvina Ocampo, Los que aman odian. Poseo esa primera edición. Bueno, a partir de estas lecturas me introduje en el género. Después pasé a la novela policiaca americana que tiene por origen a Dashiell Hammett: una novela mucho más abierta, donde se trabajaban más los personajes. En el caso de Hammett, además había una intención sociológica y social. Pienso, por ejemplo, en uno de sus libros, Cosecha roja. Luego transité por muchos autores secundarios y llegué, claro está, a Raymond Chandler, al que he leído y releído. Los primeros libros de Chandler me los prestó Jorge López Páez, gran lector, gran amigo. Chandler viene en cierto modo de Hammett, pero sin afanes sociales; era un escritor muy complejo, instruido por la gran literatura inglesa. Un extraordinario escritor. Se movía en una geografía precisa, Los Ángeles, Santa Mónica, Malibú, Hollywood, las montañas al sureste de Los Ángeles, Lake Arrowhead, Big Bear Lake, ése era su mundo, lugares que conozco bien porque en una época de mi vida estuve por ahí estudiando. Tengo presente un verano en Lake Arrowhead. Cuando comencé a leerlo éramos cuatro gatos quienes lo frecuentábamos aquí en México. Después se tradujo mucho. ¿No se acuerda usted de aquella película La dama del lago? André Gide hizo un elogio de la novela policiaca americana, pero no creo que haya mencionado a Chandler sino a Dashiell Hammett. La obra de Chandler es relativamente pequeña: estamos ante un escritor en que lo policiaco le permite maravillas estilísticas. Un narrador de genio. La oficina de Marlowe es uno de los espacios esenciales en la literatura del siglo XX.

Después siguió leyendo a otros autores de ese género...

Sí, continué en esa línea de novelistas americanos. Uno, por ejemplo, es Ross McDonald, quien es un discípulo, en realidad un imitador de Chandler. Para quienes nos gustaba el ambiente y los paisajes de Chandler, Ross McDonald era un vino aguado pero de la misma viña. Literariamente, por supuesto, no hay comparación entre ellos. Luego pasé a la novela de espionaje, donde la figura mayor es John LeCarré, quien tiene dos periodos: el primero de novela policiaca muy clásico, a la inglesa. Después casi inventa la novela de la guerra fría. Éstas han sido, por así decirlo, mis tres etapas de lectura de novela policiaca. También he leído, por supuesto, a otros autores como Agatha Christie, que al principio no me gustaba, me parecía poco rigurosa frente a aquellas novelas, como teoremas, a las cuales me había acostumbrado del Séptimo círculo. La cháchara pueblerina de Agatha Christie me fastidiaba. Ahora que con el tiempo he cambiado y ahora me quito el sombrero frente algunos libros de ella. Sigo leyendo a los fundadores del género. Conan Doyle es una droga de la que no quiero liberarme.

Usted vivió en muchos lugares: Venezuela, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Italia, Argentina y México. Todo este ir y venir de un país a otro, ¿cómo lo percibe?

Ya no sé cómo lo percibo. Antes me producía problemas. A estas alturas del partido estoy resignado. Así fue mi vida. La desventaja es que he vivido con una sensación de tránsito, de huésped de hotel. Aunque esto se ha ido borrando. No voy a plantearme ahora el problema de qué hubiese sucedido si me hubiera quedado a vivir en Florencia o en Oxford.

¿Disfrutó todos los lugares en los que permaneció?

¿Cómo contestarle de una manera rotunda? Siempre hay momentos de mayor dolor en aquellos lugares a los que hemos jurado jamás volver.

Cambio la pregunta. Se dice que en cierto momento existe algo que nos abre las puertas del porvenir. ¿En algunas de estas estadías se abrieron las puertas de su porvenir?, ¿de lo que usted quería hacer?

A usted le gustan las grandes preguntas. Está bien. Mire, por ejemplo, un tiempo que yo gocé mucho intelectualmente fue el que pasé en Inglaterra. Tenía veintitantos años. Tiene que ver, claro, con Inglaterra, pero también con Oxford y, más en particular, con lo que yo estudiaba. Era un momento de descubrimiento, de un entusiasmo muy tenso por lo que hacía. Ahora bien, los grandes viajes, los que crean cicatrices insuperables e influyen son los de la infancia. Ahora vivo en México, estoy contento de vivir en México y estoy convencido de que aquí me moriré.

Hablemos de Manual del distraído, ¿cómo ve usted este libro?

Es un libro que escribí con empeño, con entusiasmo, mes a mes en Plural y la coda final en la revista Vuelta. Un libro muy cercano, que me acompaña.

¿Por qué escogió los textos que aparecen en Diario de guerra?

Bueno, lo que pretendía era hacer un tomo que recogiese la parte más narrativa no sólo de Manual del distraído, sino de otro libro que se llama El cielo de Sotero, desgajarlos de la parte más ensayística. No incluí el cuento que precisamente se llama “El cielo de Sotero” porque forma parte de una edición ampliada a siete relatos de La fábula de las regiones, además tiene otro tono estílistico. La palabra narración no supone que todo el material de Diario de guerra son, por ejemplo, cuentos, en el sentido canónico. Por narración entiendo algo más amplio, una especie de vasta charla, contar algo que a veces se cristaliza en un cuento en el sentido más estricto del término, y a veces puede ser una crónica o el relato de un recuerdo. Lo que reúne Diario de guerra no es tanto un género sino una voz narrativa. No me pregunte por qué elegí ese orden: hay razones que son de oído, estilísticas. Lo que tengo más claro es el motivo por el cual el texto, que da el título al libro, aparece al final. En primer lugar es un texto por el cual siento cierta debilidad, pero sobre todo porque me expresa de algún modo un estado espiritual que está en todos los otros. Un estado espiritual que yo determino de desasosiego, de estado de alerta, el de una persona que siente a su alrededor una gran fragilidad, que no baja la guardia. Y por ello que en la carátula aparece el fragmento del cuadro de un pintor que tanto admiro, Edward Hopper. Me parece que el faro de Hopper expresa ese tono espiritual, la observación alerta ante las sorpresas de la realidad.

En “Residuos”, texto de Manual del distraído, usted comenta que se esconde detrás de algunas reflexiones de Lichtenberg. Éste explica que extrae una significación de cada cosa y en un día transforma cien objetos en otros tantos oráculos. Al igual que Lichtenberg, ¿busca respuestas sobre su destino de la misma forma?

La cita de Lichtenberg refleja bastante bien una actitud mía: ver señales, signos. Debo decir que siempre padecí esa actitud, es decir, siempre me repugnó. Me doy cuenta de que es una fantasía defensiva, es la espera del pequeño milagro diario, una mezcla de vanidad y desamparo.

Para terminar, ¿qué piensa del whisky?

¡Caramba, al fin me hace usted una pregunta que me puedo responder inequívocamente! El whisky, señora, es la mejor bebida del mundo. Es una medicina disfrazada de bebida alcohólica. Posee maravillosas virtudes terapéuticas. Pregúntele usted a cualquier médico. Baja la presión, es vasodilatador y mil cosas más. Eso desde una visión mezquinamente fisiológica. Desde una más espiritual le hablaría en particular de los primeros dos whiskys, cuando se produce esa leve distancia con la realidad. Estamos en perfecto control, pero los objetos se han alejado unos metros y los contemplamos con nítidez de dibujante. Ya no exigen decisiones, respuestas, actitudes, sino que, repito, los contemplamos. Un momento maravilloso. ¿Sabe usted a qué se parece? A quitarse una camisa sucia y lavarse las manos. Lamentablemente somos víctimas de nuestra biología, de nuestra resistencia, de nuestro hígado y, en mi caso —me ampara una larga experiencia para afirmarlo—, advierto que el tercer whisky empieza a modificar la situación y da paso a un tono polémico y guerrero. Hasta el segundo soy una persona que puede pasar por serena y hasta agradable. Me encanta tomarlo solo y alcanzar esos instantes de paz y de objetividad. Sí, quitarse la camisa sucia de las horas torcidas y mojarse las manos con unas gotas de agua de colonia 4711, la auténtica, por supuesto. Ahí me introduzco en los terrenos de la felicidad. Mi consejo es comenzar a beber en México, a partir de las ocho de la noche. Mi abuelo materno, gran aficionado al whisky, notable especialista, solía aconsejarme: “Nunca bebas whisky antes de las siete de la noche”.

¿Dónde ha disfrutado más un whisky?

En mi casa, o en mi estudio, o en uno de esos bares que casi no existen en México, bares de ruidos silenciosos, tintineos, que tanto le gustaban a Chandler. Bendigo al inventor del whisky, me parece increíble que hayan sido los escoceses.

¿Por qué?

Me parece tan lejano un escocés. Pero me equivoco, los escoceses son un pueblo admirable que ha producido gente fantástica, pensemos simplemente en Hume. Una nación que ha producido el whisky y Hume es sin duda excepcional.

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Alejandro Rossi nació en Florencia, Italia, el 22 de septiembre de 1932. Cursó estudios preuniversitarios en Roma, Florencia, Buenos Aires y Los Ángeles. Llegó a México en 1951 para estudiar filosofía en la UNAM, donde fue maestro e investigador. En 1969 publicó Lenguaje y significado, libro pionero de filosofía analítica en América Latina. Fue cofundador y codirector de Crítica, revista de filosofía, y fue colaborador de Octavio Paz en Plural y en Vuelta, donde escribió los textos que conformaron Manual del distraído (1978). Una parte de su vida la contó en Edén. Vida imaginada (2006). Sueños de Occam (1982), El cielo de Sotero (1987), La fábula de las regiones (1997), Cartas credenciales (1999) y Un café con Gorrondona (1999) forman parte de la obra de quien, dice Juan Villoro, “busca pretextos elegantes para que su existencia parezca un ‘espejismo de la buena voluntad’ de los otros”.

Enzia Verduchi • enziav@yahoo.com.mx