domingo, 21 de diciembre de 2008

Si no mal recuerdo EL SEMANAL me debía éste texto.. no Sr. Tovar?

INSTANTÁNEA Para Paula A, después de todo. Me recuesto sobre la tierra. Un cielo gris flamea sobre la ciudad de México. Una muchacha absorta en su soledad me escucha a través de este texto que nunca he escrito y desde que subí a la cima me ha dado vueltas por la cabeza, al igual que un campesino de tierra caliente le da vueltas su turbante de mosquitos. Me he detenido a pensar que será y que no será, como la sangre con su trotar de caballos negros me escurre por dentro, en el mausoleo de todas esas viejas ideas que he tenido y que ahora están enterradas y muertas. Pero junto a mi está mi sombra, muy tierna ella, con su sombrero y un gato crispado jugando en su regazo. Mi sombra es el sultán de mi deseo y de mi destino; sujeto su dentadura como si fuera sujetar un bosque y la siento fuertemente encadenada a mí cuando expele el humo azuloso de su cigarro; yo soy el mar de su ballena entristecida por la memoria de lo que no le tocó vivir y de lo que huyó dejándome a solas con mi carne. Cierro los ojos, una enciclopedia se abre y deja escapar gaviotas y murciélagos; lenguaje de fayuca y almacenes de prestigio en estampida cuando mis ojos se cierran. No sé lo que será de mi sombra cuando mis ojos se cierran; tal vez se trepe a un árbol a buscar al gato que la ocupaba, tal vez me apuñale con cuchillos que yo no oigo, tal vez me abandone y sólo puedo pensar —digo que pienso porque sólo lo que pienso puedo tratar de despejarlo como una ecuación y dejarlo solo en el papel, mientras que cuando tengo cerrados los ojos no puedo estar seguro si estoy pensando o estoy cayendo, como en un sueño— como decía, sólo pienso que tal vez la muchacha me sigue leyendo, y su lectura da fe de que alguien que cierra los ojos no es inútil porque imagino la frondosidad de sus ojos desplegándose sobre mis palabras y quiero tocar su fondo, su sentir, quiero asomarme en la ciudad donde ella vive que, aunque es la misma en la que yo habito y en la que yo viajo por los túneles del metro, es también otra; otras son sus ausencias, sus malestares, mi sombra en su presencia sólo la consignan estas palabras, pero por medio de estas palabras la escucho y le digo: tienes razón, la has tenido siempre, (y ahora no sólo cierro los ojos sino los aprieto con la fuerza de un huracán que de golpe, instantáneamente, arrasa con la ciudad que había contemplado), y la muchacha, como es listilla, se ríe, dice gracias por darme la razón y me olvida, se dedica a sus actividades y ahora yo la empiezo a escuchar, escucho sus tacones bajando la escalera... ¿a dónde irá? Me dan ganas de gritarle: "¡cuidado, la vida es una trampa, si no las sabes esquivar acabarás en la tienda de artesanías de la muerte!" Y algo hace clic —aunque no exactamente clic, pero clic es la mejor manera de decirlo con el alfabeto que nos ha tocado— y ese clic me distrae y hace que abra los ojos y veo una familia parada delante de mí y lo primero que pienso es en pararme del suelo, aunque a decir verdad me la paso muy bien en el suelo en este momento, he intento hacer un ademán a la familia, un saludo o algo, porque a decir verdad, en esta parte de la ciudad no hay muchas familias y menos en esta postura, todos sonrientes como si se les fuera a entregar una medalla, sin verme siquiera, y en este mismo momento les cae un látigo de luz fugitivo que los embellece y los vuelve planos, y yo me digo que ese látigo no puede ser mas que el del flash de la cámara que hizo clic y después todos se van y me dan las gracias, aunque yo no sé por qué, ya que yo en lo que estaba pensando es que la literatura moderna cada vez pierde más descripción e imagen y que la palabra misma enlazada con otra palabra —por ejemplo una cola de caballo en la nuca de una mujer, aunque no sea la mejor imagen literaria, pero en esa estaba pensando— es lo que queda, pues el cine y la televisión, por no decir la computadora, se han robado todas las imágenes y cuando uno lee un libro es odioso imaginarlo como una película, ya que el fin de la literatura no es propiamente ver como se ve una roca, una toronja o una cola de caballo en la nuca de una mujer, por ejemplo, sino meditar viendo o mejor dicho una meditación paravisual, aunque esto suena horrible. Y yo me digo: ¿por esto me dieron las gracias? Bueno, qué amables, pero tal vez es demasiado; yo sólo le doy las gracias al de la vinatería cuando quiero oír un buen blues y asarme el pecho con el calorcillo de un generoso whisky y saco la lengua y olfateo como serpiente la guitarra de la siguiente canción que deseo escuchar en honor a Ezra Pound y de repente algo se me acomoda y siento un ronroneo que me da tanto miedo que sólo puedo mirar el cielo rasgado y sentir como mi sombra se me acomoda de nuevo con su gato y me coloca la cámara que había traído yo acá para sacar fotos.
MARCOS GARCÍA CABALLERO

TEXTO LEÍDO EL 5 DE NOV/ 08/ CASA DEL POETA/ DF

Antes de todos los partidos Conforme iba avanzando en las páginas de Antes de todos los partidos, de Marcos García Caballero, me era imposible resistir la tentación de reflexionar en segundo plano, acerca de la extraña naturaleza de este libro. Antes de todos los partidos y, sobre todo, antes de cualquier idea sobre sus cualidades literarias, es una novela. Pero también es un ensayo, un diario y una bitácora de vuelo, sin olvidar que en ciertos episodios, adquiere la altura de un poema en prosa, donde Marcos, el personaje y alter ego del autor, se explaya en una búsqueda verbal donde refulgen las postales anecdóticas de un viaje sin principio o desenlace, ese periplo nimbado por una locura no real sino metafórica, que Marcos lleva a cabo como una especie de catarsis. Antes de todos los partidos es, sencillamente, la historia de un héroe. Un quijote que no busca a Dulcinea pero que tampoco cuenta con un corcel ni un Sancho Panza, pero que del mismo modo en que el célebre Alonso Quijano de Cervantes, también libra múltiples batallas en un camino tan lleno de miseria y escaso de aventuras, porque los molinos de viento y las doncellas intangibles, los cueros de vino tinto disfrazados de demonios o los curiosos impertinentes, se hallan en los diversos escenarios en que transcurre la novela: del hospital a las calles de Morelia, del deseo por una playmate importada de Los Ángeles a Puerto Vallarta, el universo de Marcos comienza a poblarse por criaturas que no proceden sino que escapan de su imaginación, para conformar un admirable elenco donde quizá sea posible descubrir las incontables definiciones de la condición humana. Y es que a través de una prosa fluida y transparente, y gracias a una conspicua habilidad para el relato, Marcos García Caballero desteje los atavares de un ser desesperado por desentrañar todos los misterios; el misterio existencial, el misterio poético, el misterio erótico y amoroso, el misterio de la soledad (azarosa y voluntaria) y, principalmente, el más oscuro de todos los misterios: el de la razón y la locura, el de la lucidez y el del delirio. Ese es el motivo por el que el libro de Marcos se torna excepcional. De la posible morbidez que inspira el tema de la locura en escritores y poetas, o de la insondable recreación del arrebato y la inchorencia que llena cientos de páginas de extravío y desasosiego, la mirada de Marcos se aleja de la retórica irascible, para aterrizar en un resplandesciente soliloquio en el que confluyen las voces más conspiucuas de la inteligencia. Aristóteles, Platón, Henry Miller, Octavio Paz y muchos otros, colaboran con ideas o silogismos para que el narrador exponga sus cada vez más brillantes y complejas conclusiones acerca del mundo real, un planeta que desde la sombría cotidianidad de Antes de todos los partidos, se torna una especie de pintura aciaga, mullida, escarapelada. Sobre este punto, me hago una pregunta: ¿para quién escribe Marcos García Caballero? ¿Para un lector irresponsable, ese lector que no percibe la armonía del lenguaje y que rara vez se toma la molestia de hacer una pausa para meditar sobre un párrafo, una imagen o una idea? ¿Para un lector sin un respaldo literario o filosófico, ese lector que será incapaz de discutir o desafiar a la novela? Para ser honesto, creo que no. Pienso que Marcos escribe para un lector sagaz, para un doble psíquico o un alter ego, que supongo tiene muchos, porque su libro es una pequeña enciclopedia de filosofía y narrativa comparada, sólo es necesario reunir un poco de paciencia para debatir o rebatir, la ingente cantidad de hipótesis que palpitan en el relato. Así, Antes de todos los partidos condensa muchos hilos conductores y variadas referencias. En la novela se percibe el aliento de La educación sentimental, de Gustave Flaubert. De En el camino, de Jack Kerouac, y de la angustia propia de un Malcolm Lowry o un Antonin Artaud, porque la angustia, dijo Kierkegaard, es la materia propiamente humana. Fedor Dostoievski escribió alguna vez: “tengo una idea genial, volverme loco” y conforme iba avanzando en las páginas de Antes de todos los partidos, la frase del autor de Crimen y castigo me rondaba la cabeza. Estaba en el irónico episodio de Marcos e Isla, la novia que, como su nombre, era una linda sirena rodeada de agua, y llegué a la conclusión de que la aventura del héroe de esta novela sólo consiste en encontrar el alma. IVÁN RÍOS GASCÓN

viernes, 5 de diciembre de 2008

NOCTURNO.

De noche, cuando la ciudad es un oasis de mariposas muertas, de noche, cuando las moscas revolotean sobre las cabezas de los suicidas y los banqueros, cuando se duerme y se ha acabado la prisa del golpeteo inexorable de la rutina. Cuando las notas musicales son un elixir para los amorosos sedientos de las cafeterías, cuando el solitario se bebe su memoria, cuando las estrellas titilan como la saliva de dios, cuando las abuelas duermen rodeadas de cráneos de palomas y los ladrones buscan moronga en sus bolsillos. Es entonces que llueve, las gotas de las nubes se descuelgan como miles de arañas, las maderas de las casas destilan su fragancia como un puño que se abre para mostrar canicas. Los cuernos de la lluvia golpean sobre los toldos y los zaguanes, la lluvia es un animal ansioso, un dragón en brama que arroja espuma en los labios de la luna, árbol que seduce a las ramas del insomnio, caudillo que se precipita por una ladera de acero anaranjado y rutilante, sonrisa de foca que se lame los bigotes, madera que se dilata y que vuelve a descansar, collar de perlas que se desmadeja, cueros de tambores y todo cesa: la luz eléctrica vigila las aceras, los paraguas se cierran, los comentarios se suavizan, el colibrí vuelve a batir sus alas que desafían al ojo y a la mano y amanece.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Superar el pánico y el amor a la locura escondida, Amar de ahora en adelante la edad adulta como si fuera un relámpago Volver a comenzar y contarse a uno mismo los porqués Y las razones de la propia búsqueda, El origen de ser partícipes de la aventura cósmica Del buque llamado humanidad. Ahora yo prefiero sacar el peso hacia delante, Porque si no hubiera sentido en lo poético… ¿Qué amor? ¿Qué universo? Solamente tiene valor el significado.