"Cuando LA PEDANTERÍA REMOTA era una Leyenda" por Marcos, El Caballero García
Registros, velocidades, ensayos, comentarios, poesía, del mundo de la pedantería remota ¡para los fieles mundanos!
domingo, 17 de marzo de 2024
lunes, 11 de marzo de 2024
martes, 5 de marzo de 2024
NO FUE LA POBREZA: FUERON LOS MALDITOS LOS QUE NOS ABANDONARON, ÉSTE ROLLO ERA PARA UNA REVISTA Y FUE RECHAZADO, PERO A MÍ ME GUSTA!
POR
MARCOS GARCÍA CABALLERO
Charles Baudelaire,
figura icónica entre fines del romanticismo y lo moderno, nació en 1821;
mientras tanto, México transitaba de colonia española a ser, de forma
vacilante, una nación independiente. Baudelaire murió exactamente 40 años
después, en la miseria y el abuso de sustancias tóxicas (por ejemplo, el opio);
el otro ícono, Rimbaud, tuvo más o menos la misma suerte ya muy conocida. Su
legado ha sido venerado casi los doscientos años que nos separan de ellos: en
Francia, en el bachillerato, los jóvenes actuales franceses se enteran de ellos
por obligación; los poetas que les hemos tomado como influencia en medio mundo,
nos siguen leyendo mucha gente, sí es así pues, (no deseo hacer mucha
especulación sobre, digamos, la poesía mexicana reciente, pero con afán de
robustecer el escrito los remito a mi blogspot que ya saben la dirección y el
texto es de Sergio Vicario, titulado: ¿De qué hablamos cuando hablamos de
poesía?) pero los llamados hasta hace por lo menos un lustro serios o
importantes secretos del mundo que hacen a la gente descubrir aún a muchos
autores; ya sean poetas, cuentistas, ensayistas o novelistas, ya no buscan a
los poetas malditos: mejor dicho: ya no hay nuevos secretos del mundo dichos o
sugeridos por los poetas malditos. La poesía fue, otra vez, violada, esta vez
no perdió originalidad, fue acusada de ya no poseer secretos. Hubo mayoría de
votos, fue noticia de terceras páginas y eso, en pocos diarios. Vivo en una
ciudad mediana del centro del país: ahí, ya no veo a jóvenes hombres que vayan
fumando por la calle vestidos de negro con Efraín Huerta o Octavio Paz bajo el
brazo. Esa parte de la cuestión es la justificación de estas líneas. Los jóvenes
actuales, “aunque vivan entre la cerveza y el speed metal” (cito de
memoria a Monsiváis), hace ya tiempo que dejaron de escribir sobre el metro
urbano, ya jubilaron los trajes negros, los cortes de pelo punkies y
toda ésa masa de cultura underground que aprendieron de The Cure
y que después se enteraron que todo eso venía de los poetas malditos como
golpeando la tangente de los contenidos europeos que hablan, por ejemplo en Charles
Baudelaire, de la gloriosa época micénica de hace 2500 años a. C. y los tiempos
en que Sócrates les tiraba rollos aplastantes a sus interlocutores. Tal vez el
sueño de los malditos era también como el de los griegos: el ágora permanente,
ajá, pero a los jóvenes que conviven con nosotros en este país desde fines de
los años noventa y el inicio exacto del siglo XXI ya no les importa leer, qué
va, ni siquiera vestirse como darks, dandys o flaneurs,
¿Qué es lo que sí les gusta? Bad Bunny, que les dice, en vez de José
Agustín, de qué se trata lo que les empieza a importar, de hecho mucho tiempo
les gustó El Cártel de Santa, y es ahí donde vive y entra nuestro país
actualmente, el fenómeno migrante de la masa de inexistentes inmigrantes de
Centroamérica, México, Colombia y anexas, de ahí surgen los ya conocidos
documentales sobre La Bestia, la fea, (pues sí, es fea y da tristeza),
pobreza que no nos abandona, pero gente como Roberto Bolaño o José Vicente
Anaya que fueron camaradas de la marginalidad y mucho después reconocidos casi
mundialmente, ya no existen.
“Quiero transparentar
mi lugar de enunciación” Dijo Ana Emilia Felker, (recientemente publicada en Letras
Libres) en otras palabras, separemos el kiosko donde se vende Letras
libres del puesto de mangos enchilados y llenos de moscas ¿Verdad Felker?
Aguante vara porque usted es una dama muy guapa; permítame descorchar un tinto
en honor a su Premio Nacional de Periodismo 2015.
Ya lo había dicho José
María Pérez Gay, (supongo que en Tu nombre en el silencio),
caminar por Londres o París es como dar quince pasos en cualquier otra ciudad
del mundo, (afortunados los latinos que hemos podido), pero dar quince pasos en
la CDMX, entre el mar de gente, los autos Audi y Mercedes-Benz,
los puestos de comida callejera junto al hecho mismo de que es imposible
asimilar todo ese paisaje en segundos, todo eso me hace pensar que Bolaño o
Anaya, si vivieran, serían en estos tiempos, los recogedores de basura de
Tepito hasta La Condesa, y en las noches de eso harían sus narraciones y sus
poesías.
¿Y ése sería el
secreto del mundo?
Buenas noches,
estimados radio escuchas, estamos aquí en vivo y en directo hablando para una
transmisión con Charles Baudelaire para hablar de su nuevo libro, qué tal ¿cómo
le gustaría empezar?
Merci, mire, mi libro
es una sátira de El Cartel de Santa que empieza con una cita de
Jenófanes y otra de Anaximandro, ¿se puede fumar aquí dentro?
¿Pero la pobreza? Mal
e “invisible desde mi lugar de enunciación”, pero ¿Qué te digo lector?
¿Aceptarías que a estas alturas del partido te dijera: ¡¿Mi hermano mi
semejante eh hipócrita hermano!?
domingo, 3 de marzo de 2024
EL MAR Y LOS DELFINES POR JULIO MORALES
POR JULIO MORALES
Ernesto despertó
sudando, miró el rostro junto a él y sintió alivio. Antonia, su mujer, estaba
despierta y extendía la mano para tocar la suya, le habló; su voz amodorrada
parecía salir de la colcha que le cubría el mentón. Sintió su aliento de mitad
de la noche, le pareció amargo, no le importó; le gustaba hablar con ella si
despertaban repentinamente de un mal sueño. Gordo, estabas gritando, dijo ella;
me despertaste, qué soñabas.
Ernesto se talló el ojo izquierdo con la mano. Su
cuerpo iba reparándose de la angustia, su respiración se volvió menos rápida. Bostezó.
Soñé que te habías muerto, dijo. Estaba frente a una tumba, era tuya; te habían
sepultado apenas. Te ponía unas orquídeas junto a la lápida, estoy seguro de
que era tuya, decía tu nombre. Había un enterrador, otras lápidas, un auto
fúnebre, gente. Todo parecía real, aunque en el fondo sabía que era un sueño.
Me quedaba paralizado frente al lugar donde te habían sepultado, la gente
comenzaba a irse; la última era tu prima Catita. Me pedía que me fuera con ella
en el coche, le respondía que no y me quedaba ahí. Cuando todos se habían ido,
me acostaba sobre la tierra que te cubría. Empezaba a oscurecer, quería verte
aunque fuera un momento. Pensé que daría cualquier cosa aunque sólo te viera
unos minutos. Fue entonces que grité, un momento, aunque sea un momento. Y
desperté.
Pobre,
dijo ella, lo abrazó y comenzó a reír disimuladamente. ¿De qué te ríes?,
reclamó él. De que te veías chistoso diciendo un momento, aunque sea un
momento, te movías mucho, me pegaste con tu codo, contestó Antonia. No dejes
que me duerma, pidió apenado. Amor, contestó, era un sueño y yo estoy aquí
contigo, ¿quieres un vaso de leche? No esperó respuesta, se levantó para
dirigirse a la cocina, iba descalza. Él gritó: Ponte las pantuflas. Pero no lo
escuchó, o no quiso hacerlo.
La casa era pequeña y para llegar
a la cocina sólo era necesaria una docena de pasos. Ernesto miró el techo.
Mañana va a ser domingo, pensó. A través de la ventana sobre su cabeza podía
ver las estrellas, si quería. Las cortinas eran blancas y tenían figuras de
flores. El techo despedía olor a pintura fresca. La colcha era de rayas azules,
al final de las rayas se levantaban los pies de Ernesto. Frente a él estaba el
mueble de la televisión. El ropero se los había regalado la madre de Antonia;
bajo él nacía la alfombra que habían comprado recientemente en una tienda de
saldos. Antonia regresó con dos vasos de leche llenos casi hasta el borde, se
sentó en la orilla de la cama y le entregó a su esposo lo prometido.
Cuando terminó de beber, ella
lo abrazó y le dijo: Duérmete, yo estoy contigo, si veo que tienes pesadillas
te despierto. Te amo Antonia, quiero que lo sepas, le dijo con tono grave, el
que usaba para decir las cosas en serio.
Cerró
los ojos, soñó con delfines que saltaban alrededor de un barco. El mar se comía
la mitad del sol. Ernesto a veces era un delfín y a veces parte del mar. Sintió
que las olas le empujaban la aleta izquierda. Una y otra vez su cuerpo se mecía
con el empellón del agua. De pronto, las olas se desplegaron para abrir el paso
a una voz que lo llamaba: Despierte, no son horas, señor, despierte. Ante sus
ojos se levantaba una lápida con el nombre de su esposa, junto a él, el
enterrador todavía lo zarandeaba del brazo izquierdo.
Antonia pertenecía a la
tierra. Ahora tenía un horario restringido. Ernesto salió del panteón, pensando
en la manera más fácil de regresar a su casa.
domingo, 25 de febrero de 2024
OBSERVACIÓN NUEVA
En tiempos de la cuarta transformación en política, tenemos que:
De las damas, las que tienen bubis son las más caras
De las que tienen busto, son excéntricas
Las que tienen tetas son las baratas
Las que tienen pecho, son las trascendidas.
LA OPERACIÓN ENCUBIERTA ,AY, COMO TANTAS, DE LOS REPUBLICANOS
CONMIGO FUE CARVER EN EL PASADO, AHORA ES LA YEPES BUSCANDO CHAIRA
HACE RATO QUE FUÍ POR LOS CAMEL
viernes, 23 de febrero de 2024
NOTICIA DE EL PERIÓDICO EL PAÍS DE HACE UN PAR DE AÑOS
MAPA ALTERNATIVO DE LA
LITERATURA LATINOAMERICANA
RAQUEL GARZÓN
El País
31 MAR 2022
Con mirada feminista e
irreverente en relación con el canon, un libro coral con recomendaciones de
escritores actuales propone títulos imperdibles que reflejan la vitalidad
literaria del subcontinente
Proponer un GPS de libros que
sintetice la literatura latinoamericana en 50 entradas demanda arrojo y parece
una tarea imposible. ¿Cómo identificar los vasos comunicantes y las
conversaciones que entablan tradición y actualidad? ¿Qué clásicos frecuentan y
recomiendan los autores jóvenes? Estas cuestiones, recuerda la escritora
argentina Clara Obligado, editora del flamante Atlas de literatura
latinoamericana (Nórdica), estuvieron en el germen del proyecto: un mapa del
talento literario de 20 países en 224 páginas conformado con reseñas de
escritores de hoy e ilustrado por Agustín Comotto.
La novela latinoamericana hoy
El volumen, una preciosa edición
de tapa dura recorrida por ilustraciones, partió de una premisa contundente:
“Quitar del primer plano a la generación del bum”, sintetiza Obligado, para
quien, aunque a priori tales omisiones puedan saber a “barbaridad”, esos
nombres obvios y los de otros clásicos “aparecen y reaparecen, porque se
dialoga y discute con ellos”. Borges no tiene una entrada en el atlas y, sin
embargo, “Borges es la primera palabra de mi prólogo”, ejemplifica la autora de
Todo lo que crece.
El disparador lanzado a los 47
reseñistas invitados fue atractivo: “‘Si tuvieran que elegir un autor para
poner en el mapa, ¿a quién pondrían? Tienen que escogerlo desde el entusiasmo.
Y contarle a un lector que no conozca a Roberto Bolaño, por ejemplo, por qué
hay que leerlo ahora, qué tiene de maravilloso’”, recrea Obligado, quien además
les pidió que escribieran sus ensayos en primera persona para eludir la jerga
académica (aunque lecturas críticas como la de la poeta María Negroni sobre
Alejandra Pizarnik lucen sus décadas de investigación).
Con ese punto de partida, el
atlas ofrece a los lectores, especializados o no, duplas de excepción. Del
argentino Antonio Di Benedetto, revisitado por Federico Falco, a la autora
venezolana Elizabeth Schön en un perfil de Juan Carlos Méndez Guédez, pasando
por el colombiano Fernando Molano elegido por Héctor Abad Faciolince y la
escala chilena que incluye a Marta Brunet retratada por su compatriota Lina
Meruane, el libro es pródigo en sorpresas.
En su doble condición de autor
invitado y presentador, el catedrático madrileño Julio Prieto, especialista en
literatura latinoamericana y a cargo de las entradas de Felisberto Hernández y
Gabriela Mistral, subraya la apuesta del atlas: “Lo que más destaca es el gesto
un tanto irreverente en relación con el canon; una opción por hacer una
cartografía alternativa, con un posicionamiento feminista muy fuerte. Hay una
clara intención de recuperar a escritoras marginadas por diferentes motivos,
como Elena Garro, Sara Gallardo...”.
La decisión interesante es no
incluir lo ya visible: no están Borges, Rulfo, César Vallejo ni Sor Juana Inés
de la Cruz. Se dan por sentados. Se opta por ocupar esas 50 casillas con
autores en ocasiones desconocidos incluso para especialistas y casi viciosos de
esta literatura”, bromea Prieto, quien marca los aportes sobre la narrativa
centroamericana. “El ensayo sobre Rogelio Simán, un gran escritor panameño,
destaca que si hubiera sido argentino o peruano o chileno habría sido más
conocido porque ciertos países tienen gran peso en la industria editorial. Hay
muchas joyas secretas en el atlas y una pregunta no acerca de lo que es la
literatura latinoamericana, sino de lo que será, a partir de las elecciones de
los escritores que recomiendan”, afirma.
El caso de México ejemplifica la
dinámica que retroalimenta esta cartografía. “De los cinco autores reseñados,
cuatro son mujeres y el quinto es Jorge Ibargüengoitia (¡el texto de Antonio
Ortuño es una maravilla!). Eso es poner patas arriba la literatura
latinoamericana”, se entusiasma Obligado. “Incluir es excluir y al hablar de
listas y cánones se ha hecho siempre una lectura muy caprichosa, según el gusto
de cada uno. Yo no quería hacer eso, sino presentar un estado de la cuestión,
teniendo en cuenta que en unos años puede que se diga ‘aquí falta esto o
aquello”, se explaya.
Entre esas ausencias, Obligado
asume la falta de entradas sobre literaturas escritas en lenguas originarias,
que hubieran demandado un estudio que excede el proyecto. De allí el subtítulo
del libro: Arquitectura inestable, una expresión que da cuenta de “algo construido,
algo que se arma, pero que se sabe inestable porque no presume de ser la verdad
sobre nada”, define.
Atlas de literatura
latinoamericana trabaja tres colores: blanco, negro y rojo coral, cuenta
Agustín Comotto, cuyas potentes ilustraciones “relatan sobre otros que
relatan”. “No quería interpretar una imagen literal de lo descrito por el
biógrafo ni de lo que representa el biografiado. Ambas partes conllevan mundos
propios y me interesaba aportar el mío, algo complementario”, explica. Así,
cada entrada demandó una estrategia específica: “¿Cómo se puede representar con
solo una imagen un mundo, cualquiera sea? En algunos autores el rostro es
inevitable porque es una marca reconocible por el lector, en otros no, pero es
reconocible el universo creado por ese autor”.
Para Comotto la vacilación que
registra el subtítulo del libro puede leerse de otro modo: “Hace referencia
también a la inestabilidad del creador, la precariedad del que escribe. No
sería un oficio demasiado estable el del escritor en América Latina. Y, dicho
sea de paso, tampoco el del ilustrador”, apunta.
Perfiles e ilustraciones acogen
esa vitalidad exigida y exigente: “Es una cartografía plural, riquísima y
transterrada; la violencia aparece todo el tiempo y los textos registran lo
difícil que puede ser América Latina”, precisa Obligado, exiliada política de
la última dictadura militar argentina, que vive en España desde 1976. “Por eso
yo escribí sobre el Inca Garcilaso, que es el único de los cronistas que habla
las lenguas nativas. Lo titulé La invención de la melancolía, porque en él
están la idea de ir y venir, de perder la patria y eso le da una actualidad
absoluta. Era esencial traer a un cronista, porque ellos fundaron la
literatura, ¿pero a cuál? A este que es parecido a nosotros, ahora”.
domingo, 18 de febrero de 2024
COMPREN, SI PUEDEN EL LIBRO ¡GRACIAS! DE AMLO
El día de
hoy termino fatigado, alma mía, perro de la fortuna,
Me
encuentro como un sacerdote que convoca y convoca
Y la
verdad es que sólo tengo boca.
Me
encuentro sólo y desposeído de neurosis pero
Quiero
escribirte corazón mío,
La
libertad con la que salí desde el útero,
Ésa
historia la sé bien, no me equivoco,
Pienso en
Alejandro Rossi, el quería decir que éramos
Buenos,
pero sabía que éramos dislocados en la familia,
Mi
juventud, ya no quiero hablar de eso,
Lo que
deseo expresar es que es fulgurante
Nuestro
Presidente, me parece increíble todo lo
Que ha
logrado AMLO, porque lo he pensado
A
profundidad, ¿yo? Lo ayudo como puedo,
El gran
Hombre es él.
RICARDO PIGLIA UN TEXTO BUENÍSIMO!! YO Y MI GENTE TE QUEREMOS PIGLIA!
OXXO OVNI
En la tienda nadie parece tener respeto por el otro, sin
embargo existe un socorrido rumor de que los que van al saborcito mexicano a
embriagarse, nunca se ponen pedos, es el aire o sepa su puta madre; el caso, en
estricto sentido, es que ahí sólo rifa la tv a cántaros, nadie se ve borracho,
sin embargo, la música es entusiasta, los tacos de pastor se llenan, la verdad
quiero escapar de aquí, no sólo de mi madre, me gustaría irme a un departamento
un poco más lejos, a lo mejor en jardines, donde vivía un amigo, privada de la
luz, ajá, sí me gustaría vivir allá.
CUANDO YO LES PONGO ÉSTAS FOTOS, ÉSTE TIPO DE FOTOS, LES COMPARTO ALGO QUE ES COMO AFECTO, GRATITUD, Y ADMIRACIÓN.
LITERATURA
Y PSICOANÁLISIS.
|
RICARDO PIGLIA
Les quiero compartir aunque con francas y honestas razones, aunque pequeñas, la siguiente nota, para que lo pensaran, fíjense en quién es y la fecha:
ÁNGEL
VERDUGO, TOMADO DE EXÉLSIOR, JUEVES 6 DE JUNIO 2019
Los
recientes procesos electorales —en seis entidades federativas— fueron, como pocas
veces, una oportunidad de oro para ver los efectos de una de las peores
cualidades más profundamente arraigadas en decenas de millones de mexicanos: la
renuencia total a pensar para cederle el lugar a eso que se nos da tan bien,
insultar.
Lo
nuestro no es el argumento debidamente sustentado, sino la mentada de madre; no
es el análisis —así fuere superficial— sino el insulto al que ha cometido un
gravísimo pecado: disentir de lo que yo pienso. Jamás nos detenemos a analizar
con detenimiento lo que afirma el otro, menos a reconocer que podría estar en
lo correcto en lo que plantea.
Ante una
posición divergente, nos lanzamos prestos y decididos a acabar al otro —a la
persona— con insultos y las peores procacidades; jamás pasa por nuestra mente
que lo correcto es demostrar lo equívoco de su posición con argumentos lógicos
y debidamente soportados. Eso no es lo nuestro, pues hemos sido educados para
denostar a quien emite juicios y/o mantiene posiciones que difieren de lo que
nosotros hemos decidido aceptar y adoptar y defender, cual si fuere dogma
religioso.
Esa
conducta, debo decirlo, no es de ahora; viene de lejos, y es resultado natural
de contenidos educativos tramposos plagados de mentiras y mitos que deberían
avergonzarnos. A eso debemos agregar una manipulación ideológica que nos ha
llevado a creer —sí, a creer, no a pensar si es correcto—, que como México no
hay dos, que México es único y la mexicanidad es lo máximo en el planeta.
Una vez
que empezaron a conocerse los primeros resultados que dieron la victoria a
pésimos candidatos, esas cualidades que nos distinguen empezaron a manifestarse
en todo su esplendor. El arsenal preparado de ofensas y procacidades junto con
calumnias que, de tan exageradas y sin sustento alguno, parecían un mal chiste,
fue lanzado en contra de quienes osaron manifestar, públicamente y sin intentar
ocultar su nombre y siempre dando la cara, que otros candidatos deberían ser
los merecedores del voto ciudadano.
Ante lo
visto y padecido, las preguntas —por el bien de la democracia mexicana y su
futuro— son obligadas: ¿Por qué la renuencia a pensar, a intentar analizar
siquiera —así fuere superficialmente— los argumentos del otro? ¿Qué explica esa
conducta primitiva, de querer acabar al que difiere de nosotros, y dejar de lado
sus argumentos?
Además de
la cobardía sempiterna que caracteriza a los que se cobijan en la masa amorfa
porque sólo así son valientes, sólo así se atreven a ofender al que difiere,
exhiben su muy limitado vocabulario debido a un nivel de embrutecimiento, el
cual es consecuencia obligada de la pésima educación que imparte un sistema
educativo en ruinas y, para complementarla, están las prácticas de un quehacer
político primitivo que premia la uniformidad de los cobardes e ignorantes, y
castiga al que se atreve a disentir.
¿Así
serán los próximos procesos electorales? ¿Acaso lo visto esta vez lo veremos
recargado el año 2021? ¿Ésas son las formas que promueve ese mal chiste que es
la 4T? ¿Y sus candidatos serán como Barbosa y Bonilla?
sábado, 17 de febrero de 2024
OBSERVACIÓN POR MARCOS GARCÍA
Escuché una entrevista en PODCAST a una joven que conocí hace mucho tiempo, Ana Emilia Felker, a ella le dediqué ROSETÓN DE PLATA Y OTRAS NARRACIONES, no me quejo de ella, estoy pasando por un momento de reflexión cuidando mucho lo que dicen las femmes, las damas, eso, por otro lado.
"Mi lugar de enunciación", dice Felker, no es que esté mal esa frase que suena muy clara, lo que creo, es que en ese caso, Foucault, ya había dicho hace mucho tiempo, que el "lugar del discurso" siempre es muy lejos de donde se escucha... y en tiempo y espacio, por otro lado, ¿qué tendría de malo hablar escribir a la manera de los del Boom? Es decir, por mucha gente, y lejos de ésa gente? Felker no es una mala escritora,
ganó el premio nacional de periodismo en 2015, es, para muchas, un ejemplo a seguir, lo que creo es que no hay maldad, ni diablo, ni malicia, ni segundas intenciones, ni nada de eso, en ser PORTAVOZ, además, chingá! Que nos dijera Julio Cortázar!! ¿A poco no les gustó París por mi? "Transparentar mi lugar de enunciación" ésa frasesita, no será que está muy chavala la Felker? Hace poco tiempo Ray Loriga dijo en México: "Por ahora escribo yo y pronto vendrán cuatro, seis..." Ray Loriga no es ningún pendejo, es un brillante escritor español premio Alfaguara 2017 creo, el dato lo encuentran en la web, es decir , ahí, en ésa novela donde Ray Loriga escribió "Rendición" Ray Loriga habló por mí también, no me quejo, así es esto... pero es que en éstos tiempos debería haber más escritores PORTAVOZ, creo que los de gran calado, quieren serlo, Hola Felker (es que la naranja se pasea, de la sala al comedor...) Léanla en Letras Libres si quieren pues.
PERO CLARO! MUCHO CUIDADO CON ELLAS CUANDO SON ESCRITORAS! CARAY! TENGO PROYECTO EN ESPERA!!
miércoles, 14 de febrero de 2024
DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE POESÍA SERGIO VICARIO GARCÍA
POR SERGIO VICARIO GARCÍA
A SAÚL IBARGOYEN
Vicario, me comentaba Saúl mientras salíamos de la
Biblioteca México, ¿de qué hablamos cuando hablamos de poesía; de poesía
medieval, de poesía italiana, española; hablamos de poesía sánscrita, de poesía
uruguaya, o de la India? ¿Hablamos de la poesía actual, contemporánea, de los
modernistas, hablamos de la poesía de Netzahualcóyotl o de la de Sor Juana,
durante la colonia? ¿De la poesía erótica, del cuerpo, existencial, abstracta,
de la poética de la ensoñación? ¿De qué hablamos? Es tan vasto el universo
poético, que sólo mirarás una parte (y se sigue expandiendo), nada más. Ni toda
tu vida te permitirá conocer toda la poesía escrita, pero está bien, va con el
ser humano, y si este desaparece, no habría más poesía.
Recuerdo – me dijo- un día tuve la oportunidad de
ir a Egipto y navegué por las aguas milenarias del Nilo, por curiosidad metí mi
mano en el río y sentí la corriente. Pensé: ¡cuánto tiempo ha transcurrido!,
todo cambia y es igual.
Años más tarde, en mayo de 2012, a propósito de un
libro “Crepúsculo inmediato” que le entregué para su gentil prólogo, y
escribió:
El volumen que
ofrece ahora Sergio Vicario hace referencia de modo central y explícitamente, a
un asunto que, desde la antigüedad, los poetas han incluido en sus repertorios
históricos; casi diríamos desde la primera invención de la escritura que tuvo
lugar en la cultura Sumeria, asentada en lo que hoy es el destrozado Irak. O
sea, son varios miles de años a lo largo de los cuales se produjo ese invento
revolucionario, con el sostén de piezas de diversa hechura y luego tablillas de
barro. El poema de Gilgamesh (héroe primero local, luego regional y finalmente
arquetípico), se describe la batalla entre Gilgamesh y su amigo Enkidú contra
Khumbaba, el monstruo que vigila el bosque de los cedros en el actual Líbano.
Gran acto bélico
pleno de simbolismo; siglos más tarde se escribe el poema babilónico de la
creación, en que Marduk, el de los 50 nombres, derrota a sus enemigos en una
trágica pelea cósmica. Recordemos ahora al Ramayana y la lucha de los
incontables monos, aliados de Rama. Por supuesto como obviar la Ilíada y la
Odisea, la Araucana de Ercilla, el Martìn Fierro de Josè Hernàndez y tantos
pasajes de la literatura sagrada-judeo-cristiana-islámica.
Por lo tanto, en
estos tiempos de abundantes conflictos entre Estados y naciones, muchas veces
en sitios alejados de las sedes de los gobiernos capitalistas que los
promueven, es natural que haya surgido una respuesta metafórica (continental y
extra continental), es decir poética, frente a tanta destrucción que se percibe
en el mundo globalizado.
Al poeta que jugara futbol, un hombre esbelto de
gran cultura y lucidez, generoso; un hombre lastimado por el o los gobiernos
autoritarios; crítico del capitalismo, a él, sólo puedo decirle, Gracias Saúl.
Nada más.
martes, 13 de febrero de 2024
CUENTO INVITADO, POR CALEB OLVERA ROMERO
KRONOS, AIÓN, KAIRÓS.
CALEB OLVERA ROMERO
El hecho ocurrió el 9 de abril de 2017, en una banca del
aeropuerto de la ciudad de México. Estaba perdido y desorientado más allá de la
espacialidad propia de esas salas repletas de gente con maletas y pases de
abordar en las manos. Sentí de pronto una gran confusión y tuve que sentarme.
Había visto algo muy extraño, eso que ve de reojo el venado, cuando en la
estepa se agazapa el jaguar justo antes de saltarle. No se cómo describirlo,
quizá una alucinación o un fantasma. Tenía la sensación de haber visto pasar
junto a mí, a mí mismo. Quizá no lo he expresado bien, pero de repente alguien
pasó junto a mí y no lo vi bien, pero tenía la sensación de que era yo quien
caminaba por ahí, fuera de mí, y había pasado casi rozándome. Me senté y de
repente un niño como de 7 años se acercó. Un chico nada especial, delgado y de
pelo lacio y escurrido, se sentó junto a mí, no parecía estar perdido pero
tampoco había adultos cerca que lo cuidases. No tenía maletas ni pinta de que
jugase a algo, solo llegó ahí y se sentó junto a mí; y de repente el asombro,
el espanto exacerbado por un simple detalle. Él tenía en su muñeca mi reloj.
Cuando era joven, era obsesivo a un grado ridículo con el
tiempo, al grado de enfermar por la simple sospecha de que llegaría tarde, o
que las cosas no ocurrirían cando se esperaba que ocurriesen. Mi mujer que era
una gen, hija de gen, aunque yo no lo sabía (se llaman gen a los genios como
los de la lámparas de Aladino) y que había padecido mi obsesión con el tiempo y
su irremediable consecuencia, me regaló un reloj o algo parecido, dijo que me
ayudaría con mi locura. Ya que los dos o tres únicos conflictos que habíamos
tenido se debían esa obsesión extrema que tenía yo por que las cosas pasaran,
ni siquiera a tiempo, sino un poco antes, casi cuando yo quiera, sufría de una
especie de berrinches legislados o amparados por el reloj y los acuerdos por
demás arbitrarios que los humanos tomamos para los usos horarios.
Ni siquiera puedo decir que los hacía sino que los
padecía. Así que para calmar un poco eso, mi mujer me regaló un reloj que no
funcionaba, salvo en su tic, tac. El reloj se adelantaba de manera absurda y a
veces recorría los números con una lentitud inusitada, no tenía ritmo y vaya si
me esforcé por encontrarlo. Era un reloj de pulsera muy antiguo, hecho de oro,
algo más grande que lo normal. Además se podía ver por la caratula sus engranes
y mecanismos de oro, con algunas jema que servían de ejes de los mismos,
zafiros, y diamantes. No parecía algo económico, pero aún así no le pregunte
nunca su costo, ni como lo consiguió, me contentaba con tenerlo y sincronizar
mi temperamento con su tic, tac. Quizá
esa era su gracia, quizá por eso me regaló ese extraño reloj que se sincronizó
con mi corazón o sustituyó mi corazón y me tranquilizaba, pues media un tiempo
diferente. Aunque nunca supe si realmente era un reloj tenía toda la apariencia
y debajo de las manecillas se leía Aión, en un momento pensé que era la marca
del fabricante, peor luego lo descarte. Según ella me dijo, entre los griegos
es un tipo muy particular de tiempo. El hecho es que me dormía con ese tic,
tac, me despertaba y hacía mis actividades que intentaba regular con ese tic,
tac, y que finalmente me tranquilizaba como tranquiliza el tic, tac, del
corazón de la madre a un niño. Tenía un ritmo extraño que a veces avanzaba
lento y a veces muy rápido, jugando decíamos que media el tiempo que pasábamos
felices. Marcó casi 10 años. Lo mejor de todo es que mi obsesión se disminuyó
en gran medida al tratar de medir los eventos con un reloj caprichoso.
Pero ahora ese niño que estaba ahí traía puesto ese
reloj. Si ese y no otro, bien sé que
durante años intente buscar donde comprar otro o saber porque tenía ese ritmo,
en fin nunca supe quien lo hizo, donde los vendían, si ese era su
funcionamiento correcto, o si había otros iguales, debo confesar que en algún
momento pensé que no era un reloj y que debía de medir otra cosa. Pero ese chico lo tenía en su muñeca como
cualquier cosa y mi reacción fue violenta, le tomé del brazo y le pregunte ¿De
dónde has sacado este reloj? Él me dijo
que un abuelo hace unos minutos se lo había cambiado por su reloj. Le dije que
mentía, que ese reloj era mío. El chico asustado dijo que no, que lo había
cambiado y señalo a un señor que se acercaba, era un anciano que cuando se
acercó sonrió y se sentó como si nada pasara entre el niño y yo. Y entonces y
solo entonces, me di cuenta de que la visión inicial era ese extraño personaje.
Quien había visto era a él, a él que era yo. Me senté más para no desmayarme
que para otra cosa. Él se sentó y me hizo un gesto para que soltará el brazo
del niño, quien no sin cierto recelo también se sentó. Pregunté ¿qué está
pasado? El anciano se me quedo viendo y dijo, ¡Hola cómo estas!, ¿Quieres saber
qué pasa? Y señalando con la cabeza al niño me ordeno ¡pregúntale su nombre!
así que voltee y le pregunte al niño, ¿cómo te llamas?. Me dijo Caleb, yo
estaba realmente confundido, mareado, me sentía enfermo, incluso indefenso, en
otra situación los hubiese pateado, pero en esa situación no tenía fuerzas ni
para levantarme.
Le pregunte sin mirarlo, pues tenía los ojos clavados en
el piso, ¿cómo se llama usted? El viejo sonrió como quien siente compasión por
una situación absurda y dijo, supongo que ya lo sabes. Negué con la cabeza, mas
negando la situación, que mi saber su nombre. Él dijo en voz muy baja, apenas
audible. Caleb. Si me llamó Caleb y el niño y yo somos tú. O más exactamente
los tres somos yo, o uno, o tú, o él, como quiera que sea y eso depende del
reloj. Realmente quería salir corriendo de ahí, la verdad ni siquiera pensaba
que era una broma, tenía tanto desconcierto que no sabía cómo reaccionar. El
señor se quitó su reloj, que era idéntico al mío y me dijo, dame tu reloj. Lo
verdaderamente sorprendente de este relato, es que le di mi reloj. Hubiese
jurado que me podría hacer matar por él, pero sin embargo obedecí, me quite el
reloj y advertí lo incongruente de mi reclamo al chico que tenía ahora su reloj
puesto en su muñeca. El anciano se quitó su reloj y lo intercambio con el mío.
Le pregunté ¿qué esta pasado? El anciano contestó, intercambiamos los relojes.
Eso era una obviedad y claro que no era eso lo que estaba yo preguntado. Pero
no dije nada. Así que el niño se levantó e intercambió su reloj con el anciano,
en ese momento vi los tres relojes juntos. Dije son idénticos. El niño negó con
la cabeza, el anciano dijo - más o menos-
el que tu tenías, como bien sabes decía Aión, ahora el que te toca dice
Kairós, y el otro dice Kronos. Se
levantó de su asiento, me giro la cabeza con delicadeza y se me quedo viendo un
rato como quien intenta grabarse algo para recordarlo, sonrió y dijo, no eres
tan feo, se dio la vuelta y se fue caminado, el chico no tardo en salir
corriendo hacia alguna otra parte, y yo me quede ahí petrificado sin entender
nada. Mi vuelo salía algunas horas después, así que fue suficiente tiempo para
reincorporarme y tratar de asimilar lo ocurrido, mire mi reloj y era del todo
idéntico, hasta en el desgaste y las raspaduras, podría jurar que era el mismo,
salvo que ahora debajo de las manecillas se leía Kairós…
OBSERVACIONES POR MARCOS GARCÍA CABALLERO
OBSERVACIONES
MARCOS
GARCÍA CABALLERO
1
El suicidio de Luis González de Alba es un golpe a
la inteligencia mexicana. Recuerdo que sólo una vez lo conocí, una vez que fui
a México en 1992 y mi padre me lo presentó en un bar que Luis había inaugurado
a mitad de insurgentes. Estaba toda la generación del 68 esa ocasión (los vivos
entonces). Nunca leí Los días y los años, publicado
por ediciones Era, su libro clásico sobre el 68, pero siempre sentí respeto a
su persona (ni siquiera me burlé nunca de su condición de homosexual), entiendo
que este factor lo tenía de bajada mentalmente. Mucha gente me decía que había
perdido respeto POR SUS OPINIONES, y otros me dicen que les gustaba, en fin,
que descanse en paz, y que en este país haya respeto a los homosexuales y muy
por otro lado, que haya respeto a los escritores y a los periodistas, que
desgraciadamente, mueren asesinados por todos lados.
2
Cuando Peña Nieto deje la presidencia de México, de
refilón y para orgullo de todos los mexicanos, seguramente va a dar clases de
literatura comparada en Oxford, enseñará a los jóvenes ingleses como crear
novelas de largo aliento, donde la temática principal sea la política, por
supuesto, toda la política y los conflictos fuertes que sólo fueron avizorados
por ese tal Shaskespeare, Peña Nieto los volverá luz tremenda sobre los
alumnos. Les enseñará, por ejemplo, qué se debe de hacer en un país cuando los maestros
protesten, qué hacer cuando uno es sorprendido por periodistas con una
multimillonaria Casa Blanca y se genera un escándalo terrible contra la figura
Presidencial; también, cómo negociar con los susodichos padres de los 43
jóvenes desaparecidos en Ayotzinapa, que tanto andan moleste y moleste al
gobierno, también, qué hacer en caso de que Donald Trump visite Inglaterra, ya
que en México salimos airosos de esa terrible experiencia, en fin, si en Oxford
saben de Literatura Comparada, entenderán de qué es lo que les trata
este mensaje…
3
Después de leer varios libros de
literatura mexicana reciente, me doy cuenta de algo muy simple: el exceso de
creencia en la fatalidad, es decir: somos miserables, ignorantes, rateros,
estúpidos, merecemos todos los infiernos y bla bla bla… Lo que sucede, creo, es
que para los autores mexicanos también es muy difícil hacer un ejercicio de
purificación personal y hacer el difícil desprendimiento, el desprendimiento de
lo otro-obsceno de la realidad y crear obras que apuntaran hacia otras
visiones. No necesito decir que sigue siendo muy rescatable la gente y nuestro
País en su conjunto. No creo en escapismos ni en best-sellers tradicionales (ni
tampoco, en La Invención de Morel parte II, o parte III), pero los
autores jóvenes treintañeros deberían empezar a pensar, que es probable que ya
haya pasado el juicio final.
4
Ahora que hace pocos días fue noticia la muerte del maestro Hugo
Gutiérrez Vega, (escribo en 2015) recuerdo claramente el año 2000, cuando en la
Escuela de Escritores de la SOGEM él era uno de nuestros maestros más
respetados, pero, al mismo tiempo que yo escuchaba su sobrada sabiduría, no
sabía de modo real a quién tenía enfrente. Recuerdo que daba la clase de Poesía
II, pero disertaba y discurría con elegancia de la poesía inglesa de los años 40’s,
50’s y 60’s (él fue diplomático en Inglaterra) y lo mismo nos contaba de su
infancia y nos decía que de niño había conocido a Rafael Alberti, fue agradable
escucharlo decir: “¿Así que usted es poeta señor Alberti?” y Alberti que le
contestó: “Sí joven, pero le prometo que no lo vuelvo a hacer.” También
discurría y se extendía sobre la poesía de Chipre de mediados de siglo XX, sus
incursiones en el teatro, así como de su amistad con Julieta Egurrola, ¡Cómo
nos divertíamos y prácticamente nos arrullábamos con su palabra! Después, en el
año 2006 volví a verlo en Aguascalientes, en la ceremonia de entrega del Premio
de Poesía Aguascalientes a Dana Gelinas por su obra Dylan y las ballenas,
ya que él fue uno de los jurados. Recuerdo haberme sentado al lado de José
Vicente Anaya y de Eduardo Langagne, ahí también estaba José Ángel Leyva y Dana
leyó un poema dedicado a los calzones de un futbolista de moda en el céntrico
Teatro Morelos. Carcajada general. Pero el maestro nunca me olvidó: muchas
veces, cuando en silencio me encontraba estudiando filosofía virtual, yo sabía
que Hugo estaba conmigo, y me hacía señas de aprobación de mis esfuerzos
filosóficos. Adiós Hugo, toda la SOGEM, todo un Fernando del Paso, como dijo
hoy La Jornada, toda la vida cultural mexicana, el mismo periódico, te
recordamos ahora como un verdadero grande, un fulgurante, y del mero Jalisco.
5
Cuando fuimos compañeros
de trabajo, Lucía y yo fuimos muy unidos. Desde el tiempo de la capacitación
para el conteo de Población 2005, que se llevó a cabo en noviembre, Lucía me
había despertado cierta simpatía, pero no fue sino hasta los momentos de las horas
extra con los cuestionarios, cuando realmente nos conocimos. Lo cual fue
curioso ya que el trabajo lo llevábamos a cabo en una escuela primaria dentro
de un salón desocupado que utilizamos como oficina; pero el personal del INEGI
es bien recibido en casi cualquier lado, gracias a la gigantesca difusión que
se le tiene qué dar a todo el proceso del levantamiento. Lucía y yo nos
pasábamos las ocho horas del trabajo en ese salón de clases; a veces llegaban
los entrevistadores a dejarnos su tambache de cuestionarios o se quedaban por
un momento a rellenar sus propios formularios, pero en general se podía decir
que el salón de la primaria era nuestra oficina exclusiva incluso cuando ya se
iban los niños de la primaria a sus casas. Lucía y yo nos encontramos empatía:
nos gustaban las mismas canciones, los mismos cantantes y a ella le interesó mi
libro de poemas, así que se lo regalé. Conforme nos tuvimos más confianza,
empezamos a llevar cosas al viejo salón para no morirnos de frío: algunas
rebanadas de pastel, una cafetera eléctrica, y empecé a ver que ella me dejaba
recados, como por ejemplo el siguiente: “¿Cómo te levantaste hoy Marcos? Espero
que no llegues tarde… besos… te quiere: Lucía”. De que el trabajo era pesado
seguro que lo era; había momentos en que entrábamos en momentos estresantes,
dolores de cabeza, frío, etcétera. Supongo que por eso quieren al personal del
INEGI: porque nos obligan a ser workahólicos. Un día Lucía dejó su escritorio y
se sentó en mis piernas cuando ya nuestro coqueteo era evidente, pero concluyó
que yo era uno de esos que, sólo dijo: “ya conozco a los de tu clase”. Eso me
aguijoneó el ego, supongo que ella creía que yo era un pobre diablo, pero no
dejé que la cosa pasara ahí y ahí muriera. Un día, cuando el stress estaba en su
cenit, le dije: “vamos a desestresarnos a mi casa”. Acto seguido hicimos el
acto y de ahí en adelante el stress se nos fue bajando poco a poco. Lástima que
nuestro superior, echó a perder todos los formularios así que, puestos en, o
más bien, montando caballos de hacienda, tuvimos que empacharnos con varios
días extra. Así que a la hora de la comida, que era cuando nos íbamos a, aparte
de comer, a desestresarnos, el último día le dije: “lástima que no volveremos a
estar estresados, el asunto comienza a estresarme”.
6
A ti te nombro Ernesto
Sábato. Ya que cuando volví a esta tierra desértica no había, en mi edad de
Cristo, a nada a que aferrarse y entonces te busqué, y volví a leer La
resistencia y una bellísima edición de Sobre héroes y
tumbas. Libros que no dan tregua los tuyos, libros que inician ciudades y
provocan hecatombes personales. Y no sé por qué pero tú me escuchaste, tú
comenzaste a prestarme atención, mientras los y las jóvenes de mi edad pasaban
por mi casa pregonando que sí, que eran presumiblemente pudientes y ricos, pero
que ya los dados estaban cargados y yo no tenía oportunidad y menos con el
jodido vecino que me había tocado. Fue entonces que comprendí que tenía que
serte fiel a como diera lugar. No me resigné, no me acostumbré a vivir, pedí
una beca estatal para redactar una novela corta y tuve suerte ya que conseguí
el favor de los jurados. Era diciembre de 2008 y tendría todo el año siguiente
para trabajar en ese proyecto. Trabajé intensamente en esa novela, amor,
desamor, mitomanía autobiográfica: una novela que funcionaba porque exageraba
la gloria de ser joven y estar en la aventura del amor y los inicios de la vida
intelectual. Y tú estabas ahí conmigo Ernesto Sabato, tú, cuando yo regresaba
de un viaje a la playa al que nunca hubiera podido ir si no fuera por la beca,
me recomendaste leer a Marx, y mi padre discutía contigo en mi conciencia y la
mujer de la playa volvió a hacerme ver mi suerte, como la de la historia de la
novela. Una suerte de bagaje cultural increíble en mi ser, pero no había
oportunidades, no había trabajo, no había más que Ernesto Sábato y su mundo que
estaba por terminar. Fue entonces que me cambié de casa, y en el imponente
librero donde irían tus obras, cuando comencé a instalarme, poco a poco los
libros volvieron a sus estantes, y tú volteaste a verme, y quise hacerte
fuerte, yo sabía que estabas muriendo, quise retenerte, pero ya no aguantaste
ubicarme en otro sitio y al momento de colocar tu obra yo vi primero como tu
rostro se empequeñecía hasta parecer una pincelada de óleo y te fuiste y así
supe que habías muerto, tal como al día siguiente La jornada me lo
constató y supe de que la primavera entera estaba contigo, falleciste rodeado
de pájaros y flores. Pájaros de todo el continente que iban a verte y darte
ánimos. ¿no es obvio que los jóvenes de toda América Latina te querían?
7
LA TELEVISIÓN ES EL MAYOR DE LOS
PODERES FÁCTICOS PORQUE CONTROLA TODO LO QUE HAY, CUANDO NO HAY
TELEVISIÓN...
8
CADA VEZ QUE EL DIABLO LOS QUIERA
CHINGAR Y QUE SE PONGA A ALEGAR, USTEDES SOLAMENTE LE DEBEN RESPONDER:
"¡PUES PORQUE ASÍ ERES TÚ!"
9
La gente inteligente empieza comprando
libros. La gente inteligente lee los libros que compra, al principio de su
trayecto de lectura, la gente inteligente se siente de hecho ultra inteligente,
y de hecho así es. Pero también pasan los años sobre la gente inteligente, la
gente inteligente empieza a sentirse rara, y lo que pasa es que en realidad
demasiada inteligencia es peligrosa, es inquietante, no cabe en ningún lado.
Luego, poco a poco, la gente inteligente deja de comprar tantos libros, es
entonces que la gente inteligente siente que por culpa de tanta inteligencia,
puede ser que haya perdido amores, que quizá en un arrebato le dijo imbécil al
jefe o superior de la empresa, de la oficina, cualquier cosa, cualquier acto o
conducta que salió y costó carísimo. Es entonces cuando la gente inteligente
siente que le debe al mundo su cuota de estupidez, nada pasa, pero la gente
inteligente empieza a ver más televisión, empieza a olvidarse de los libros…
esos libros, carajo, ¡Esas malditas historias! ¡Esos malditos autores que
pusieron las bases de la civilización! Entonces, la gente inteligente se
empieza a confundirse con la gente común y corriente… hasta que un buen día,
esa gente, que fue tan inteligente comienza a preguntarse de dónde salió esa
panza, de dónde salió toda esa basura mental que antes no creía, y envejece,
toda la jodida gente común y corriente… ¿Qué que pasó? ¡Fernando del Paso se
ganó el premio Cervantes, el máximo galardón a las letras en nuestra lengua! No
tiene importancia, dice la gente común y corriente…
10
El otro día tuve un diálogo con un hijo
de un vecino que no veía hace mucho tiempo y me dijo: “Hola, yo también estoy
muy feliz de que Peter Higgs le hayan dado el premio Nobel de Física 2013 por
haber elaborado en los años sesenta la teoría de lo que actualmente se conoce
popularmente como “la partícula de Dios”, es decir, el Bossón de Higgs, supe
además que alrededor de demostrar esta teoría trabajaron físicos de más de 10
países y me imagino que con esto, tú que estudias filosofía, le darás
eminentemente la razón al realismo científico y no al idealismo que dice que
los leptones o los quarqs son simplemente ficciones convenientes con las cuales
trabajan los científicos ¿verdad? Sí, porque, sino, ¿de qué otra forma se
explica el gasto millonario de haber construido el acelerador de partículas en
la frontera entre Suiza y Francia? Bueno, te dejo, debes sentirte triste de que
ya haya muerto Higgs, voy a comprar una Coca-cola, las tortillas, las donas
bimbo y unos chicles clorets para lograr sonrisas fuertes”. Después de escuchar
aquello, yo sólo pedí unos chicles para demostrar mis sonrisas fuertes: es una
pena la muerte de Peter.