martes, 3 de mayo de 2022

DOS POEMAS PABLO VARGAS ÁNGELES


Hable con ella



Alicia lejana y tendida en su estado de coma
Sintió a Benigno entrar y quedarse


Otro amante en otra habitación
Incrédulo ya de las palabras
Se dice así mismo incansablemente

No hay nada más triste que el amor roto que aún vive


La bella durmiente del hospital El Bosque
Despertó un tiempo después


Pero no fue con el beso azulado de un príncipe
Sino por la cogida de Benigno el enfermero
Que después de las correspondientes averiguaciones
Decidió en su celda colgarse


* * *
Yo soy Atanás
Hijo de padre santísimo
Y de madre abnegada vuelta loca en la vejez


Desde pequeño soy una ventana porque
Mi madre se deshacía de mí poniéndome a la luz de ella
Y yo veía a mi padre llegar que me miraba y éramos cómplices
De todo lo que se coge desde un ventanal


Un día amanecí con la claridad de qué hacer
Y eso hago desde entonces


Soy Atanás de los ventanales por donde se mira la vida pasar
Soy contemplación y asombro


Uno podría creer que las cosas se repiten pero no es así
Ninguna persona, automóvil o edificio
Son enteramente iguales cada vez que se miran
Pero tampoco existe el misterio


Desde aquí se descubre que es falso e inexistente
Y que es estúpida y maravillosa
La vida


Miro ya que esta calle se hace pedazos con el tráfico
Y miro también como las flores increíblemente rompen el concreto.

 

 

 

UN DÍA DE EJERCICIO (POEMA AERÓBICO)


POR MARCOS GARCÍA CABALLERO 13 de Nov de 2013

El otro día fui al gymnasio

a levantar pesas y usar la escaladora y la barra,

mientras lo hacía, pedí una oración

por gente que he admirado en mi vida

y de la que hace años no sé nada. (Ni de sus caras o sus Libros)

Esa podrida música de gymnasio

me daba asco, por cierto

que conocí a una mujer junto a mí

que llevaba sus audífonos conectados

al i-phone.

Se negó, aunque amablemente,

a la conversación que yo le ofrecía.

Salí entonces del local,

empapado en sudor, momentos antes,

sin darme yo cuenta

el diablo mío que vive en otro continente

estaba ahí, viendo cómo me iba con la mujer.

Caminando en la calle le pedí que me recomendara

un libro.

“Lee algo de Scott Fitzgerald”

Respondió.

Caminé cansado hacia mi casa

y el sol comenzó a salir.

Odio ser famoso por Hápax Poético y que

el imaginario diga que soy el sol, literal así ellos dicen.

¡el sol en persona? ¿Luismi?  “¡He sol, vaya!”

“Eh sol métete, he sol brilla” “He Sol…”

¡vaya cosa por Piedra de Sol!

Por tanto, en casa me atacaron los usuales enemigos…

Puse café para mandarlos a la chingada

y le respondí al diablo:

“Buscaré algo, tal vez El gran gatsby”.

Y entonces con estas palabras el mundo se cerró de nuevo.

Y pude seguir leyendo un

gran autor de teoría

del conocimiento que sigue sosteniendo

que el conocimiento es incomunicable…

El café me supo a la sonrisa de aquella

muchacha.

Y el sol brilló inmaculadamente

sobre las páginas,

con ese misterio que encierra

el dar los buenos días cada día a la vida.

 

sábado, 30 de abril de 2022

Este “no tiene título” y es de diciembre de 2005


Marcos García Caballero

 

Así solamente. Justo a destiempo para suscribir el tiempo,

atrás de mí el paraíso,

adelante el mundo como fragmento.

Ahora  quizá sé algo más que sólo cruel y chata sabiduría,

algo más que si quiera la paradoja amorosa de  noches enemigas

y la alcohólica poesía. 

Trogloditas como bestias y vaya túnel: pinche metro interminable,

pinche navidad de cena de ciegos y la consigna

“no trates con los hipócritas”.

“Es mejor conocer la sabiduría de los niños y de la amada…,”

de la que no escribe ni escribirá soy de ti o quiero serlo,

¿serás tan cruel como los poemas de Efraín Huerta

que me hacen acuclillarme y maldecir?

¿O seré salvado acaso por el trote diario en medio de quién sabe qué ciclones,

ametralladoras como bocas, muñones para dar la mano,

“revolución con Mayúscula y entre comillas”

“Sólo cumple su ley don gobierno”

“don te mando y don te jodo y te devoro vivo y autografiado”?.

Vaya con este interminable y estúpido internet.

Hasta nuestra sagrada poesía bajó del templo y se metió entre un millón de cables particulares, cada uno, habrá que decirlo, con su opinión muy personal sobre la vida y obra de Martin Hiedegger, por supuesto.

Quiero viajar a Xalapa, quiero desayunar en Palenque y en este querer se me está yendo y se me viene la vida encima.

Quiero esconderme aunque sea una vez al año en una etiqueta negra,

no quiero caer al precipicio,

no, porque ya no soy budista… solamente una noche cada vez más dilatada y fría,

cada vez la soledad está más cerca,

el negro toro de sangre; “Antonin Artaud”, otras frases: 

“Peyote”, “Tarahumara” es decir Rarámuri, o sea,  pies corredores y me sonrojo de la cintura para arriba y para abajo  no,  pero es decir…

es un abrevar en el canto de esta esquina, de nadie,

luz de hace siglos vista por elites de ciegos,

tormentas negras de vicio acumulado en el rencor de cualquier escaldada lengua y basurosa conciencia, tomen su valor y su retro programación autodidacta y su negra jactancia de abedules de tierna  y feroz inocencia,

he aquí la noche, el baile, el señor pene y para él, su majestad la vulva,

Charles Baudelaire ha sido convocado, pero las águilas carcomen su carroña en medio de cerezas de Hoolywood y astillas rotas de licor, ¿será un viejo poema o un extraño fuera de su  hospital? ¿La locura?

¿O solamente un pinche dolor estomacal?

Es, quizá, te falta ser algo así como un pie desnudo

de experimento medicinal y medio cerebral para ser parte de la luna y

¡¡flash dance!! Take on me, my baby

que ya voy disecado escupiendo y mentando madres, mientras todo se derrumba estólidamente aquí afuera, como nunca sabré quien está detrás de mí dictándome esta parte infravalorada de mi conducta, mi ser y mi conciencia.

 

 

viernes, 29 de abril de 2022

POESÍA DEDICADA A LOS ESTUDIANTES DE LETRAS DE LA UACM, DE MI AUTORÍA GRACIAS POR SU LECTURA..

 

 

LA EDITORIAL PLANETA Y EL SISTEMA DE JUSTICIA DE LO CIVIL.

POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

 

Sobre la mesa de centro de mi departamento

Hay dos vasos con vino rojo, una botella de Cabernet

un disco de John Lee Hooker y otro de Fleetwood Mac.

También obras de Russell, entre ellas, Por qué no soy cristiano,

Un libro de Guillermo Cabrera Infante, una tasa,

unos cigarros delicados y un cenicero.

Es sábado por la tarde, una tarde cualquiera del año 2016

En el sofocante verano de Aguascalientes.

Espero a mi novia, esperando que ella también,

se deshaga de una vez de

los abogados de su exmarido, que no quieren soltarle ni un centavo.

Por fin suena mi teléfono, viene en coche para acá;

al llegar se alegra del vino y se queja del sistema de

justicia en cuanto a divorcios se refiere: “¡Puedes entender

al hijo de la chingada!

¡No Quiere pagar pensión alimenticia de nuestras hijas!

¡Puta Madre! ¡Marcos, si no te tuviera a ti no sabría qué hacer!”

Y me besa.

Le cuento que por fin editorial Planeta accedió a revisar mi novela.

¿Por qué no me haces un poema de amor? Me pregunta.

Lo siento Renatita chula, —le digo— los poemas de amor se han ido

para siempre.

“¿Pero me quieres verdad?” Me río y le digo que sigamos bebiendo.

Tengo hasta para otra botella y John Lee Hooker canta mejor desde

Ultratumba que cuando vivía.

Nos estamos besando como desesperados,

ella me desabrocha la bragueta y yo me paro y me bajo los pantos,

quedándome en calzones, ella mete su mano y saca mi pene erecto

que la saluda como en un día de Haloween en Francia,

pero celebrado en Hot Waters City o Aguas-ardientes.

Seguimos bebiendo, ella empieza a masturbarme y me fascina

tanto que prolongo el éxtasis lo más posible.

Afuera el viento comienza a anunciar la noche y los

del sistema de justicia y los de editorial Planeta se nos

quedan viendo mientras

seguimos bebiendo, seguro, pero no entienden nada.

 

 

PROSA POÉTICA DEDICADA A LOS ESTUDIANTES DE LETRAS DE LA UACM, GRACIAS POR SU ATENTA LECTURA (PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LA JORNADA SEMANAL) POR MARCOS GARCÍA CABALLERO.

 

Marlboro rojos

Por Marcos García Caballero

 

Cae una tenue brizna de lluvia. La calle enlodada y solitaria. El corazón soberbio en su canasta de huesos avanza. De pronto, de la brizna cae un recuerdo helado que soy yo mismo y mi silencio; comienzo a desgranarme por la inasible palabra YO y es como un desgajarse de un cerro, como un pensarse desde lo más negro de la palabra BLANCO hasta lo más claro de la palabra NEGRO.  Hasta que vuelvo a esta pantalla para devolverme lo que fui pensado por esa entelequia llamada yo mismo en aquél instante, igualmente blanco y negro y dicho color es del color del yo, que simultáneamente es más de tres colores: el color del verano en la selva Lacandona, el color de diciembre en la selva Lacandona, el color del hacha que parte la madera, el color de la guitarra que me ametralla los pensamientos y el color del sonido, que desgraciadamente no es infinito, sino azul como la fresca tarde de la infancia donde descubrí que mi color favorito era el rojo, el rojo de la bandera rusa, el color rojo de la sandía y el color rojo de la sangre, que aunque esté manchada por la ignorancia, la estupidez o la estulticia siempre es roja. Color rojo: color de posibilidad, de cuerpo y de labios de las mujeres que me han amado y de las que probablemente me amarán, silencio rojo, estafeta, memoria, color rojo que termina en una historia colorada, como también, la vergüenza es colorada. El amor es colorado, la poesía es roja y colorada, y es azul y es verde, y es sangre y es historia, y es carne de ser, hambre de palabras, sed de manicomios, muro para desfallecer ante lo nuestro, palabra roja, tinta escarlata, gacela que me invade en el lobby del hotel, en el parque, una gacela, color de colibrí, o el colibrí que antes me visitaba por las tardes y mi amigo José Vicente Anaya, el gran poeta y traductor de Henry Miller, se maravilló al ver al colibrí en mi ventana y en ese instante de la fiesta me sentí apenado, como un hueso rojo de humildad encanchada y roja, puta palabra roja, estoy harto de ti, detesto lo que me has hecho, pero me has hecho y eso no puedo olvidarlo sencillamente pensando en el color rojo sino en los versos rojos de mis palabras rojas, ancestrales, juguetonas, cachondas, efímeras, porque no es lo mismo La región más transparente en el siglo XX que cuatro milenios después, cuando un hombre tendrá mi nombre y leerá ese libro y pensará que francamente no tenía sentido dedicarle un peldaño en la vida de cualquiera a una ciudad que ya no existe, un país que ya no existe, y del que sólo quedó efectivamente, su transparencia. Efectivamente, palabras en efectivo, las únicas que son rebeldes a cualquier gasto utilitario, las poéticas. Como éstas, que yo le dedico al tipo que en la tienda me dijo: ¿Usted quiere Marlboro rojos o blancos?

 

 

 

jueves, 28 de abril de 2022

ESTOS YA LEÍDOS

 

YA LOS LEÍ,

ME GUSTARON, HONESTAMENTE PREFIERO LO FILOSÓFICO, ANTONIO ORTUÑO HARÁ BIEN EN BUSCARSE OTRO PÚBLICO, PERO RESPETO SU TRABAJO, POR SUPUESTO..

NICANOR PARRA

 NOTAS DE VIAJE

Yo me mantuve alejado de mi puesto durante años.

Me dediqué a viajar, a cambiar impresiones con mis

Interlocutores,

Me dediqué a dormir;

Pero las escenas vividas en épocas anteriores se hacían

Presentes en mi memoria.

Durante el baile yo pensaba en cosas absurdas:

Pensaba en unas lechugas vistas el día anterior

Al pasar delante de la cocina,

Pensaba un sinnúmero de cosas fantásticas relacionadas con mi

Familia;

Entretanto el barco ya había entrado al río.

Se abría paso a través de un barco de medusas.

Aquellas escenas fotográficas afectaron mi espíritu,

Me obligaban a encerrarme en mi camarote;

Comía a la fuerza, me rebelaba contra mí mismo,

Constituía un peligro permanente a bordo

Puesto que en cualquier momento podía salir con un

Contrasentido.

 

(de Poemas y Antipoemas)

 

sábado, 23 de abril de 2022

POESÍA INVITADA DE AÍDA VALDEPEÑA

 No

no estoy sola

ni loca

ni hago de más

las cosas de mi vida.

solo aprendí a sentir

lo mismo que los otros

solo aprendí de su guarida atroz

de su silencio.

 

No

no hago de más

las cosas de mi vida

ni de menos.

solo aprendo a remar

en este misterioso río

llamado vida

 

Y no

ya no concedo

ni un solo segundo de mi tiempo

al hecho de vivir fuera de mí.

 

Yo le presumo al aire

la fuerza de mi aliento

le recalco al mar

mis arrebatos de ola

y a los volcanes

que tengo tan cerca

yo les recuerdo mi fuego de ser yo.

 

Adherida al muro de mí misma

derribo las dudas

que tuvo este inmenso amado yo.

no merecen la pena, le digo,

no merecen más lágrimas, le vuelvo a repetir

a este inmenso amado yo.

 

Y sí que mi alegría se contagia

de heridas del pasado

pero entonces

resuelvo

no moverme

permanecer estatua

para no dejar que la herida crezca

Y aunque no siempre lo puedo evitar

aunque a veces

todo esfuerzo es inútil

porque

cada aletear de mosca

abre la herida

cada grito de afuera

abre la herida

cada que el aire, el sol, la lluvia

la herida abre

y ya incluso no es la herida la que invade

sino un simple recuerdo

pero un recuerdo herido

y sí que la alegría me salva

¿Pero de qué me salva?

de qué tendría que salvarme

de qué

Por qué la idea de que debo cambiar

de que debo hacer algo

correcto o incorrecto, no importa,

pero siempre contrario a lo que hago

de que debo

debo

debo

y me detengo para decir que no

no debo

que todo

bueno o malo

lo he conseguido a pulso de quebrarme.

 

Que mi futuro es incierto

el mío y el de todos.

 

Que nadie es inmortal

que no somos dioses

ni colegas de dioses

que somos esa gente que fracasa

hace planes

no los cumple

muere

pierde toda esperanza

y luego, de nuevo, todo eso al revés

y en ese juego

yo también me he permitido

estar tan abajo

y aún así

seguir creyendo en las alturas.

 

Que mi cuerpo se quiebra, sí,

y eso puede tomarse como gloria o condena por haber fallado

porque sí que he fallado

no recuerdo cuánto

y así de necia como soy

seguro seguiré fallando

pero sean mis deseos los que me guíen

o mi dolor

o mi rabia

la que amargue los postres

o endulce las hieles del día según mis arrebatos.

 

Y sí, impaciente sí soy

también lo soy

yo diría impala

pensando siempre en lo que podría hacer

si no tuviera que esperar

a que la vida se cocine a fuego lento

porque todo, o casi todo debe esperar:

la cazuela con las calabazas

el zurcido del vestido

la fila del banco

el hospital

la escuela

el próximo sobrino

los resultados de la biopsia

que el pescado descongele

todo, todo aquí es una larga espera

y yo

mujer impala

quisiera haber llegado ya a la orilla

donde desemboca todo

donde ya nadie espera nada de nadie

y no, no hablo de la muerte

que si lo pienso bien

es quizá una espera aún más infinita

y no, no hablo de ella.

no quisiera

ni por error

asomarme.

 

Hablo de la orilla del caudal

del río que encontró su fin

y ahora es cascada sin miedo a las alturas

hablo

de contemplar

desde el vértigo

todo lo que termina.