sábado, 30 de abril de 2022

Este “no tiene título” y es de diciembre de 2005


Marcos García Caballero

 

Así solamente. Justo a destiempo para suscribir el tiempo,

atrás de mí el paraíso,

adelante el mundo como fragmento.

Ahora  quizá sé algo más que sólo cruel y chata sabiduría,

algo más que si quiera la paradoja amorosa de  noches enemigas

y la alcohólica poesía. 

Trogloditas como bestias y vaya túnel: pinche metro interminable,

pinche navidad de cena de ciegos y la consigna

“no trates con los hipócritas”.

“Es mejor conocer la sabiduría de los niños y de la amada…,”

de la que no escribe ni escribirá soy de ti o quiero serlo,

¿serás tan cruel como los poemas de Efraín Huerta

que me hacen acuclillarme y maldecir?

¿O seré salvado acaso por el trote diario en medio de quién sabe qué ciclones,

ametralladoras como bocas, muñones para dar la mano,

“revolución con Mayúscula y entre comillas”

“Sólo cumple su ley don gobierno”

“don te mando y don te jodo y te devoro vivo y autografiado”?.

Vaya con este interminable y estúpido internet.

Hasta nuestra sagrada poesía bajó del templo y se metió entre un millón de cables particulares, cada uno, habrá que decirlo, con su opinión muy personal sobre la vida y obra de Martin Hiedegger, por supuesto.

Quiero viajar a Xalapa, quiero desayunar en Palenque y en este querer se me está yendo y se me viene la vida encima.

Quiero esconderme aunque sea una vez al año en una etiqueta negra,

no quiero caer al precipicio,

no, porque ya no soy budista… solamente una noche cada vez más dilatada y fría,

cada vez la soledad está más cerca,

el negro toro de sangre; “Antonin Artaud”, otras frases: 

“Peyote”, “Tarahumara” es decir Rarámuri, o sea,  pies corredores y me sonrojo de la cintura para arriba y para abajo  no,  pero es decir…

es un abrevar en el canto de esta esquina, de nadie,

luz de hace siglos vista por elites de ciegos,

tormentas negras de vicio acumulado en el rencor de cualquier escaldada lengua y basurosa conciencia, tomen su valor y su retro programación autodidacta y su negra jactancia de abedules de tierna  y feroz inocencia,

he aquí la noche, el baile, el señor pene y para él, su majestad la vulva,

Charles Baudelaire ha sido convocado, pero las águilas carcomen su carroña en medio de cerezas de Hoolywood y astillas rotas de licor, ¿será un viejo poema o un extraño fuera de su  hospital? ¿La locura?

¿O solamente un pinche dolor estomacal?

Es, quizá, te falta ser algo así como un pie desnudo

de experimento medicinal y medio cerebral para ser parte de la luna y

¡¡flash dance!! Take on me, my baby

que ya voy disecado escupiendo y mentando madres, mientras todo se derrumba estólidamente aquí afuera, como nunca sabré quien está detrás de mí dictándome esta parte infravalorada de mi conducta, mi ser y mi conciencia.

 

 

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