Marcos
García Caballero
Así solamente. Justo a
destiempo para suscribir el tiempo,
atrás de mí el paraíso,
adelante el mundo como
fragmento.
Ahora quizá sé algo más que sólo cruel y chata
sabiduría,
algo más que si quiera la
paradoja amorosa de noches enemigas
y la alcohólica poesía.
Trogloditas como bestias y
vaya túnel: pinche metro interminable,
pinche navidad de cena de
ciegos y la consigna
“no trates con los
hipócritas”.
“Es mejor conocer la sabiduría
de los niños y de la amada…,”
de la que no escribe ni
escribirá soy de ti o quiero serlo,
¿serás tan cruel como los
poemas de Efraín Huerta
que me hacen acuclillarme y
maldecir?
¿O seré salvado acaso por el
trote diario en medio de quién sabe qué ciclones,
ametralladoras como bocas,
muñones para dar la mano,
“revolución con Mayúscula y
entre comillas”
“Sólo cumple su ley don
gobierno”
“don te mando y don te jodo y
te devoro vivo y autografiado”?.
Vaya con este interminable y
estúpido internet.
Hasta nuestra sagrada poesía
bajó del templo y se metió entre un millón de cables particulares, cada uno,
habrá que decirlo, con su opinión muy personal sobre la vida y obra de Martin
Hiedegger, por supuesto.
Quiero viajar a Xalapa, quiero
desayunar en Palenque y en este querer se me está yendo y se me viene la vida
encima.
Quiero esconderme aunque sea
una vez al año en una etiqueta negra,
no quiero caer al precipicio,
no, porque ya no soy budista…
solamente una noche cada vez más dilatada y fría,
cada vez la soledad está más
cerca,
el negro toro de sangre;
“Antonin Artaud”, otras frases:
“Peyote”, “Tarahumara” es
decir Rarámuri, o sea, pies corredores y
me sonrojo de la cintura para arriba y para abajo no,
pero es decir…
es un abrevar en el canto de
esta esquina, de nadie,
luz de hace siglos vista por
elites de ciegos,
tormentas negras de vicio
acumulado en el rencor de cualquier escaldada lengua y basurosa conciencia,
tomen su valor y su retro programación autodidacta y su negra jactancia de
abedules de tierna y feroz inocencia,
he aquí la noche, el baile, el
señor pene y para él, su majestad la vulva,
Charles Baudelaire ha sido
convocado, pero las águilas carcomen su carroña en medio de cerezas de
Hoolywood y astillas rotas de licor, ¿será un viejo poema o un extraño fuera de
su hospital? ¿La locura?
¿O solamente un pinche dolor
estomacal?
Es, quizá, te falta ser algo
así como un pie desnudo
de experimento medicinal y
medio cerebral para ser parte de la luna y
¡¡flash
dance!! Take
on me, my baby
que ya voy disecado escupiendo
y mentando madres, mientras todo se derrumba estólidamente aquí afuera, como
nunca sabré quien está detrás de mí dictándome esta parte infravalorada de mi
conducta, mi ser y mi conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario