NO FUE LA
POBREZA: FUERON LOS MALDITOS LOS QUE NOS ABANDONARON
Charles Baudelaire, figura icónica entre
fines del romanticismo y lo moderno, nació en 1821; mientras tanto, México
transitaba de colonia española a ser, de forma vacilante, una nación
independiente. Baudelaire murió exactamente 40 años después, en la miseria y el
abuso de sustancias tóxicas (por ejemplo, el opio); el otro ícono, Rimbaud, tuvo
más o menos la misma suerte ya muy conocida. Su legado ha sido venerado casi
los doscientos años que nos separan de ellos: en Francia, en el bachillerato,
los jóvenes actuales franceses se enteran de ellos por obligación; los poetas
que les hemos tomado como influencia en medio mundo, nos siguen leyendo mucha
gente, sí es así pues, (no deseo hacer mucha especulación sobre, digamos, la
poesía mexicana reciente, pero con afán de robustecer el escrito los remito a
mi blogspot que ya saben la dirección y el texto es de Sergio Vicario, titulado:
¿De qué hablamos cuando hablamos de poesía?) pero los llamados hasta
hace por lo menos un lustro serios o importantes secretos del mundo que hacen a
la gente descubrir aún a muchos autores; ya sean poetas, cuentistas, ensayistas
o novelistas, ya no buscan a los poetas malditos: mejor dicho: ya no hay nuevos
secretos del mundo dichos o sugeridos por los poetas malditos. La poesía fue,
otra vez, violada, esta vez no perdió originalidad, fue acusada de ya no poseer
secretos. Hubo mayoría de votos, fue noticia de terceras páginas y eso, en pocos
diarios. Vivo en una ciudad mediana del centro del país: ahí, ya no veo a
jóvenes hombres que vayan fumando por la calle vestidos de negro con Efraín
Huerta o Octavio Paz bajo el brazo. Esa parte de la cuestión es la justificación
de estas líneas. Los jóvenes actuales, “aunque vivan entre la cerveza y el speed
metal” (cito de memoria a Monsiváis), hace ya tiempo que dejaron de
escribir sobre el metro urbano, ya jubilaron los trajes negros, los cortes de
pelo punkies y toda ésa masa de cultura underground que
aprendieron de The Cure y que después se enteraron que todo eso venía de
los poetas malditos como golpeando la tangente de los contenidos europeos que
hablan, por ejemplo en Charles Baudelaire, de la gloriosa época micénica de
hace 2500 años a. C. y los tiempos en que Sócrates les tiraba rollos
aplastantes a sus interlocutores. Tal vez el sueño de los malditos era también
como el de los griegos: el ágora permanente, ajá, pero a los
jóvenes que conviven con nosotros en este país desde fines de los años noventa
y el inicio exacto del siglo XXI ya no les importa leer, qué va, ni siquiera
vestirse como darks, dandys o flaneurs, ¿Qué es lo que sí
les gusta? Bad Bunny, que les dice, en vez de José Agustín, de qué se
trata lo que les empieza a importar, de hecho mucho tiempo les gustó El
Cártel de Santa, y es ahí donde vive y entra nuestro país actualmente, el
fenómeno migrante de la masa de inexistentes inmigrantes de Centroamérica,
México, Colombia y anexas, de ahí surgen los ya conocidos documentales sobre La
Bestia, la fea, (pues sí, es fea y da tristeza), pobreza que no nos
abandona, pero gente como Roberto Bolaño o José Vicente Anaya que fueron
camaradas de la marginalidad y mucho después reconocidos casi mundialmente, ya
no existen.
“Quiero transparentar mi lugar de
enunciación” Dijo Ana Emilia Felker, (recientemente publicada en Letras
Libres) en otras palabras, separemos el kiosko donde se vende Letras
libres del puesto de mangos enchilados y llenos de moscas ¿Verdad Felker?
Aguante vara porque usted es una dama muy guapa; permítame descorchar un tinto
en honor a su Premio Nacional de Periodismo 2015.
Ya lo había dicho José María Pérez Gay,
(supongo que en Tu nombre en el silencio), caminar por Londres o
París es como dar quince pasos en cualquier otra ciudad del mundo, (afortunados
los latinos que hemos podido), pero dar quince pasos en la CDMX, entre el mar
de gente, los autos Audi y Mercedes-Benz, los puestos de comida
callejera junto al hecho mismo de que es imposible asimilar todo ese paisaje en
segundos, todo eso me hace pensar que Bolaño o Anaya, si vivieran, serían en estos
tiempos, los recogedores de basura de Tepito hasta La Condesa, y en las noches
de eso harían sus narraciones y sus poesías.
¿Y ése sería el secreto del mundo?
Buenas noches, estimados radio escuchas,
estamos aquí en vivo y en directo hablando para una transmisión con Charles
Baudelaire para hablar de su nuevo libro, qué tal ¿cómo le gustaría empezar?
Merci, mire, mi libro es una sátira de El
Cartel de Santa que empieza con una cita de Jenófanes y otra de
Anaximandro, ¿se puede fumar aquí dentro?
¿Pero la pobreza? Mal e “invisible desde mi
lugar de enunciación”, pero ¿Qué te digo lector? ¿Aceptarías que a estas alturas
del partido te dijera: ¡¿Mi hermano mi semejante eh hipócrita hermano!?
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