EL
RÉGIMEN PORFIRISTA
El Presidente Porfirio Díaz ejerció el poder
presidencial durante más de 30 años de 1876 a 1911 teniendo el monopolio del poder
y el monopolio de las fuerzas productivas, y lo hizo como un dictador
sobre una sociedad brutalmente desigual, con millones de peones acasillados en
condición de esclavos, sociedad cerrada dominada por una elite y una oligarquía
que suprimió
la libertad y la democracia. Mantuvo un régimen dependiente del
capitalismo con una profunda desigualdad, una inmensa pobreza, con represión,
con un autoritarismo y con profunda protección a la aristocracia la que sea
asumía como una clase ilustrada de alta alcurnia soñándose ser francesa.
A lo largo de todo el periodo porfirista por más de
tres décadas, se consolidó el capitalismo a la sombra del naciente imperialismo
norteamericano que desplazo a los viejos colonialismos. El régimen porfirista se
asentó con el monopolio de las fuerzas productivas, esencial y fundamentalmente
la tierra, y sobre este monopolio, monto su modelo económico
agrario-exportador, en alianza con el capital exterior, su principal inversor,
los norteamericanos. Estos factores fueron los pilares del
crecimiento y el desarrollo dependiente del Porfiriato.
La agricultura fue el motor de la acumulación
capitalista; pilar del crecimiento y desarrollo de la economía nacional; y fue
la agricultura la que hizo posible la majestuosa modernización del Porfirismo;
porque fue la principal fuente de empleo para los millones de mexicanos en
condición de “peón acasillado”; y fue, la agricultura, el principal sector
productivo generador de riqueza, por las altas divisas, que dejaba las exportaciones.
El Porfirismo montó su “modelo económico agro-exportador” sobre la herencia
colonial desde el siglo XVI y a lo largo de 300 años, el monopolio de la
tierra, como encomiendas, latifundios y haciendas. El porfirismo facilitó y
propicio la acumulación de tierras en las manos de unos cuantos. En 1876 había 5700 Haciendas, en poder
de unos cuantos hacendados que
mantuvieron el monopolio de estas fuerzas productivas, la tierra; miles de
pueblos viviendo en las haciendas, conjuntamente con los millones de peones
acasillados, en condición de esclavos, generando riqueza. En 1910 el Estado
Porfirista concentró todo el poder monopólico de estas fuerzas productivas en
alianza con unos poderosos hacendados y sus aliados los inversionistas extranjeros
norteamericanos. La sociedad porfirista se empeñó en consolidar el capitalismo
profundamente polarizado, y una brutal desigualdad y pobreza.
En 1910 las Haciendas abarcaban el 81% de todas las
comunidades habitadas de México. Especialmente en el norte y en el extremo sur,
las haciendas absorbían del 85% al 95% de los pueblos. En los estados del
centro de la República, en cambio, había una preponderancia mucho más marcada de
los pueblos indios: en Hidalgo, el 20.7% vivía en hacienda; en Morelos, el
23.7%; en México, el 16.8%; en Oaxaca, el 14.5%; en Puebla, el 20.1%; en
Tlaxcala, el 32.2%; en Veracruz 34.2%.
El modelo económico agro-exportador, no liberó la mano
de obra de los millones de campesinos atados al peonaje; precipitando el fracaso en la producción de alimentos para el
mercado interno frente al crecimiento de la población; ese modelo económico con
su rigidez, se quedó atrasado frente a los cambios tecnológicos y los cambios
en las agriculturas; mantuvo la misma producción de trigo, cebada, frijol y
chile a lo largo de tres décadas, una crítica realidad económica que condujo al
encarecimiento y productos como el maíz,
y se tuvo que importar, el Porfirismo quedó como un régimen capitalista
dependiente del capital exterior y de la importación de alimentos y dependiente
de Norteamérica.
La Modernidad Porfirista llego con la fuerte entrada
del capitalismo y el progreso se reflejó en una industria incipiente, a la que los
inversionistas norteamericanos empujaron hacia el sector exportador: algodón,
azúcar, café, tabaco, henequén y ganado bovino. Porfirio Díaz ofreció todas las
facilidades, concesiones a los inversionistas, tanto en la agricultura, como en
la creación de infraestructura, comunicaciones, transportes, ferrocarriles,
carreteras, comercio, puertos y servicio de comercio. No había ninguna duda, el
capital extranjero dominaba, de manera absoluta, la minería, la explotación
petrolera, la banca y los ferrocarriles.
La fuerza del capitalismo entró al país para
Modernizar al Porfirismo, una modernidad excluyente para millones de mexicanos,
los pobres del campo, los peones acasillados y los miles de trabajadores
mineros explotados. El 80 por ciento de la población total de 13 millones vivía
en la miseria. El modelo económico porfirista entró al sistema capitalista y
todas las ramas de producción se sujetaron a las necesidades del mercado
exterior. La dependencia de México al capital extranjero fue total. México se presentaba
como una sociedad excelente, porque con Porfirio Díaz el país creció, se
desarrolló la industria, la minería, la agricultura y se impulsó la construcción
de vías férreas; este crecimiento y modernización no fue sinónimo de desarrollo
social. El régimen porfirista se amparó bajo los lemas “orden y progreso y poca
política y mucha administración”. El
Régimen Porfirista fue un capitalismo dependiente y sometido al capitalismo
mundial del periodo Imperialista.
En 1910 estalló la Revolución, destruyo al Régimen
Porfirista; sin pretender acabar con el capitalismo y colocó en el centro del
escenario nacional la trascendencia de la pobreza y la desigualdad social para
el presente y el futuro de México.
EL RÉGIMEN QUE
SURGIÓ CON
LA REVOLUCIÓN
MEXICANA
LOS RASGOS
GENERALES DEL PANORAMA DE MÉXICO DE 1910-1990
El capitalismo mexicano se recompone y se fortalecen
sus bases materiales dando nacimiento a una sociedad moderna, la que tardara en
dar la batalla por la democracia y el surgimiento de actores sociales que no
existían, el ejidatario, con la liberación de los millones de “peones
acasillados” y la liberación de
campesinos hacia las nacientes ciudades y la formación de las clases medias y
la lucha de clases de ferrocarrileros a mediados del siglo XXI en los 50 y el
surgimiento de las luchas feministas de los 60 y que darán cuerpo a la batalla
de género en el siglo XXI.
El México de la posrevolución mexicana desató una
estela de procesos, factores y tendencias que hicieron posible el transitó de
gobiernos militares a gobiernos civiles. El
Estado Mexicano se moderniza como un Estado Corporativo, en donde la masa
de cambios fortalece la recomposición del poder, las bases de su sustento y las
fuentes de legitimidad. En conjunto, los cambios dan cuerpo a la génesis de la
formación del nuevo poder oligárquico conformado por la burguesía, los
banqueros, los grandes agricultores y ganaderos, los grandes comerciantes,
financieros, la mafia de los modernizadores urbanistas y la elite política,
sobresale los aliados de Miguel Alemán Valdez (1946-1952) un líder de derecha
que prolongó su poder por varias décadas. Todos los procesos propician el
nacimiento de los poderes fácticos que adquieren autonomía, acotan y asedian a
la democracia imponiendo el rumbo y el tipo de desarrollo. Los poderes fácticos
serán el piso del capitalismo monopolista de estado hasta la llegada del Modelo
Neoliberal (1980-2018), y esta elite política y empresarial encarna la
poderosa mafia de la corrupción dando curso al paraíso de la impunidad
y la prepotencia en una gobernabilidad democrática a modo, que los hace
intocables, con la persistencia de la simulación democrática.
A lo largo de este periodo la recomposición del poder
se legitima y se legaliza con la estela de cambios que configuran a la
Modernidad y a la Modernización como el paradigma emblemático de estos
sexenios: México transita del Modelo económico primario exportador (1850 a
1930) al Modelo de la sustitución de exportaciones (1930-1980). La transición
se da del Capitalismo de Estado al Capitalismo Monopolista de Estado y de este
al arribo del Modelo Neoliberal (1980-2018).
La
Revolución Mexicana destruyo al Régimen Político del dictador Porfirio Díaz que durante más de
30 años ejerció el poder presidencial absoluto.
El
Régimen paradigmático que broto con la Revolución Mexicana liquido las bases
materiales que sostuvieron al régimen porfirista; y fue el GRAL. LÁZARO CÁRDENAS DEL RIO (1934-1940) el que dio paso a la gran
transformación nacional con el horizonte de la soberanía nacional y con
la nueva arquitectura institucional del México moderno con una firme estabilidad
social y política asentada en el crecimiento y desarrollo que generaron las
nacionalizaciones al propiciar enormes recursos financieros. Una
Modernización incluyente al colocar en el centro del escenario nacional la
pobreza y la desigualdad social.
La
Revolución levantó al Nuevo
Régimen con el Nuevo Orden Jurídico
sustentado en la Constitución de 1917
y fue el Presidente Gral. Lázaro Cárdenas del Rio (1934-1940) quien destruyó las bases materiales que
sostuvieron al viejo régimen de Porfirio Díaz, con la revolución agraria y con
esta acción radical la Revolución Mexicana alcanzó su verdadera presencia y
dimensión histórica al transformar la
estructura económica de la gran propiedad territorial el asiento del poder
oligárquico asociado a los poderes facticos: de la poderosa Iglesia y del
ejército y a la insipiente burguesía nacional aliada al neocolonialismo.
La
transformación de la gran propiedad dio paso a la liberación de las fuerzas
productivas y la liberación de millones de campesinos en la condición de
esclavos como “peones encasillados”, con la Reforma
Agraria que repartió más de 20 millones de hectáreas a más de un millón de
campesinos, con el propósito central de poder superar la pobreza y lograr el bienestar
en la población rural; un hecho que propicio el crecimiento y el desarrollo
interno del país. Así el Presidente
Cárdenas dio un paso fundamental a favor de la Soberanía Nacional con la
nacionalización de las fuerzas productivas: la poderosa transformación de
la reforma agraria, la energía, la electricidad, los ferrocarriles, las
comunicaciones y nacionalización del petróleo. En el campo mexicano surgió la
propiedad social, la “nueva realidad del campo mexicano fue el sujeto social,
el ejidatario” superando condición de
sometimiento y dependencia a los señores
de la tierra en la condición de “peón acasillado” viviendo en las grandes
haciendas y los latifundios de los españoles, una realidad del “mundo rural”
que se prolongó por 300 años del S.XVI hasta principios del S.XX, que la
Revolución Mexicana liquidó; y hoy en el S.XXI, del año 2021, hay 105.9 millones de hectáreas donde existen 32 mil ejidos,
un espacio que conforma al “campo mexicano” y lo habitan 28 millones de
mexicanos.
El
proyecto Cardenista fue la vía nacional al socialismo
desde el poder, con la estrategia de grandes transformaciones nacionalistas, privatizaciones
y estatizaciones, las que hicieron posible el monopolio del poder y el monopolio de las
fuerzas productivas y sobre este monopolio, el auge del capitalismo
de estado en manos del Estado. Las nacionalizaciones lograron con
amplio apoyo social: el movimiento campesino y el movimiento obrero, que pronto
se transformó en el corporativismo que jugo su mejor carta, las causas sociales y
nacionales y que los siguientes sexenios corrompieron y utilizaron a sus líderes para
beneficio de la elite política y de la pujante oligarquía financiera,
industrial y comercial.
El cardenismo con la liberación de las fuerzas
productivas, tierra, petróleo, ferrocarriles, entre otros sectores económicos,
altamente productivos, generaron una inmensa masa de recursos
financieros con los que se financio el crecimiento y el desarrollo del
país a lo largo de todos los subsiguientes sexenios que hizo posible la modernización de México.
Entre 1900 y 2010 se disparó la demografía, la
población urbana del país se multiplicó 55 veces al pasar de 1.4 a 79 millones
de habitantes; y el proceso de industrialización aceleró su paso,
favoreciendo la migración del campo a la ciudad, la urbanización se abrió paso, lo
que conllevó al crecimiento de las urbes, particularmente, el de la ciudad de
México. En las décadas de 1940 y 1950, la modernidad se experimentó como un
cambio, generalmente identificado con una mejoría material. La situación en el
campo distaba considerablemente del ideal citadino, debido a la carencia de
servicios básicos como electricidad, agua potable y centros de salud. En 1950,
el 57% de los mexicanos vivía en zonas rurales; y el 61,8% del total de la
población padecía de desnutrición. Las reformas de Cárdenas generaron mayor
movilidad social fueron el piso
del crecimiento económico y del desarrollo del estado benefactor. El
México moderno se vinculó con los espacios urbanos y una cultura de clase media
que reprodujo sus valores e ideales a través de los medios de comunicación
masiva y del desarrollo de una cultura del consumo.
El
campo mexicano que el cardenismo creo, financio el desarrollo urbano con la
abundancia de alimentos baratos, una transferencia de plusvalía y los pueblos
indígenas y campesinos pudieron encontrar mejores opciones alimenticias para
abandonar la desnutrición; y con estas bases materiales del cardenismo,
la clase política, la ascendente burguesía nacional y la pujante oligarquía se
dieron a la corrupción y a la tarea de amasar riquezas.
El
intervencionismo estatal cardenista se consagro en este periodo como el
principal actor de los ejes del crecimiento y del desarrollo nacional sentando
las bases materiales de la Modernidad incluyente en México. Los Presidentes subsiguientes contaron con la enorme riqueza petrolera para
los Presupuestos sexenales, se disparó el crecimiento de las empresas
paraestatales y descentralizadas que en 1980 habían llegado a más de 1500 y la
naciente elite política y la oligarquía vieron en la masa de recursos
financieros su futuro, la mafia de la
corrupción había nacido no sexenal sino estructural (1940-1970). La entrada del
modelo neoliberal (1980-2018) desmanteló todo el aparato productivo y arrojó a
la calle a más de dos millones de trabajadores en su inicio.
El Presidente
Gral. Lázaro Cárdenas del Rio (1934-1940) concluyó el sexenio, dejando un
legado perdurable hasta el presente. Los profundos cambios en Política
Internacional y Política Interna realizados por Cárdenas propiciaron, como
reacción hacia el fin de su sexenio y ya en la disputa de la sucesión
presidencial de 1940, el viraje a la
derecha impulsado por el poderoso Grupo Monterrey y la burguesía en general,
que aterrados por las nacionalizaciones y la reforma agraria, conformaron una
poderosa fuerza política para llevar a la presidencia a Manuel Ávila Camacho
(1940-46) representando el quiebre histórico frente al legado de la Revolución
Mexicana. Manuel Ávila Camacho y todos los sexenios que prosiguieron
acentuaron la contrarreforma encabezada por la derecha, usaron todas
las fuerzas productivas nacionalizadas, como una poderosa palanca de
acumulación capitalista aprovecharon el monopolio de las fuerzas productivas,
que configuraron el Capitalismo de Estado para dar paso al Capitalismo
Monopolista de Estado que disparo al Sector Publico con las empresas estatales
y descentralizadas sobre la economía nacional. Ávila Camacho, ya encarrilado en
la contrarreforma, instauró un paquete de reformas que Washington “sugirió”
en el contexto de la declaración de guerra contra el eje Alemania, Italia y
Japón, y decretó la suspensión de las garantías individuales, promovió reformas
legislativas que dotaron al Estado de poder para reorientar el rumbo económico
y contener la protesta social. Dio un severo golpe a millones de ejidatarios
beneficiados con la Reforma Agraria Cardenista, al privilegiar a los pequeños,
medianos y grandes propietarios agrícolas en los distritos de riego. A los
obreros, les impuso límites al derecho de huelga, incluyéndose la calificación
de “existente” e “inexistente” (uso que todavía en el 2010 se aplicó al SME,
entre otros conflictos laborales).
Washington vio con simpatías este viraje a la derecha
y apoyó los cambios. Este movimiento es trascendente ya que gestó una mayor
concentración del poder y sentó las bases de un monopolio de la ascendente
oligarquía a lo largo de más de dos décadas, de 1945 a 1970.
En este largo periodo de treinta años 1940-1970 México
entró de lleno al progreso de la Modernidad y de las modernizaciones que se
abrieron paso al costo que fuera. México transita de un país premoderno a un
país moderno; de un país rural a un país urbano; de un país agrícola hacia un
país industrial. De una sociedad tradicional a una sociedad moderna. La masa de
cambios que desata la Modernidad capitalista crea el piso socioeconómico de las
nuevas tendencias sociales y demográficas, la población crece y se expande. México
se reconoce formalmente como un país con democracia liberal; este hecho dio sustento
a la hegemonía del poderoso partido de Estado, el Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y durante 8 décadas gobernará como un Estado Autoritario,
simulando un Estado de Derecho y con plena democracia.
Las tendencias demográficas hicieron evidente esta
masa de cambios. México paso de 16.6 millones en 1930 a 25.8 millones en 1950,
y de 34.9 millones en 1960 a 48.2 millones en 1970. Los registros más
específicos son elocuentes. Entre 1940 y 1970 la población pasó de 20 millones
a 48; y entre 1940 y 1960, México pasó de una población total de 19.6 millones
a 35 millones y el 50 por ciento se ubicó en los centros urbanos (México,
Guadalajara, Monterrey y León, principalmente). Las clases medias se duplicaron
en este periodo y su auge es impactante por el progreso social, el empleo, la
urbanización y por el impulso a la educación que fortaleció su crecimiento
hacia las nuevas profesiones; estos hechos disparan las demandas educativas,
presupuesto educativo, becas, mantenimiento de los internados; la
industrialización fortaleció el ascenso y formación de la clase obrera la que
amplía su base social y su capacidad organizativa.
El
capitalismo de la posguerra configuró su gran ola expansiva entre 1945 y 1970.
Durante veinticinco años estas tendencias crearon el nuevo capitalismo mundial
con “los
milagros económicos” que fueron el sustento material de la Revolución
planetaria del 68 con sus revueltas que se dieron en todo el mundo; en México
se le llamó desarrollo estabilizador al “milagro mexicano” tuvo vigencia
durante 15 años, de la devaluación de 1954 a su estallamiento en 1968 y su
ciclo concluyo en 1970, con un crecimiento promedio de 6.8% y con una industria
que alcanzó un crecimiento de 8%, con una inflación de 2.5 por ciento.
De
1940 y hasta 1970 el Estado Autoritario hace gala del capitalismo y de su
modernidad con el crecimiento y desarrollo que mostraba el
milagro mexicano: una profunda desigualdad social, una polarización social, una
sociedad cerrada, sin libertad y sin democracia. La revolución planetaria del
68 hizo trizas todos los milagros económicos; y el mexicano estallo en las
manos del genocida Gustavo Díaz Ordaz, revelando la simulación democrática y la
profunda criminalización de toda disidencia social. El 68 fue el principal
detonante de la Democracia en México.
Imposible ocultar o minimizar la sensibilidad e
inteligencia política del Gral. Lázaro Cárdenas del Río como un
gran estadista al dar pasó a la democrática con la sucesión
presidencial; mostrando con esta decisión su visión estratégica para evitar
caer en una dictadura, como la de Porfirio Díaz y la de Victoriano Huerta,
contra las que él había combatido, bajo el supuesto de preservar y continuar
los enormes logros de su sexenio. Su decisión fortaleció la democracia
incipiente, que los siguientes sexenios destruyeron sistemáticamente.
EL
GRAL. LÁZARO CÁRDENAS DEL RÍO mostró en los
hechos al mundo y a México, que no habría una vía al socialismo si ésta no era democrática.
Las puras acciones estatizadoras desde el poder solo
prefigurarían el arribo a la dictadura y la consolidación del capitalismo de
Estado. La elite política, la oligarquía financiera, industrial y comercial con
esas bases materiales del capitalismo de estado hizo posible el Capitalismo
Monopolista de Estado, dando nacimiento a la poderosa burguesía nacional; que
entró en una profunda recomposición capitalista y política con la
llegada del neoliberalismo de la globalización económica.
El país a lo largo de 80 años (78) y 13 sexenios desde
Ávila Camacho, hasta Enrique Peña Nieto
(2012-2018) entró abierta y
francamente hacia una profunda derechización al pasar, sin excepción, de la
sumisión a Washington en todo el periodo de la Guerra Fría (1940-1990) de siete
sexenios que configuraron al Estado Autoritario y el intervencionismo económico
ratificando el peso del Estado Monopolista de Estado; y luego seis sexenios se
sometieron al Consenso de Washington (1980-2018) sometiendo al país al Modelo
Económico Neoliberal, propiciando una profunda recomposición capitalista y
política. En Total 13 sexenios realizaron el despojo de la voluntad soberana
del pueblo de mexicano con la simulación democrática.
El
Gral. Lázaro Cárdenas del Río documento esta transformación, en un texto histórico
que preparó para leerlo el 20 de noviembre de 1970 en el Aniversario de la
Revolución; no lo leyó porque falleció el mes anterior, el 19 de octubre. En
ese documento realizó una profunda crítica a los sexenios que le prosiguieron,
poniendo en claro la contrarrevolución y la derechización reinante;
patentizando que solo se podría recuperar el horizonte de la Revolución
Mexicana, apelando a la soberanía que reside en el pueblo de México levantando
un poderoso movimiento político democrático triunfante para dar paso a una
profunda transformación de la Nación.
El Régimen que surgió con la Revolución Mexicana y que El Gral. Lázaro Cárdenas del Río materializo con las profundas reformas y con esos cambios pretendió ser la vía al socialismo. Todas las reformas cardenistas prefiguraron un Régimen Anticapitalista; pero la correlación de fuerzas políticas nacionales y su expresión internacional empujaron hacia un capitalismo pujante que la derecha nacional encabezó, porque las fuerzas de izquierda no alcanzaron, ni la estatura, ni la fuerza ni la altura política para influir en ese horizonte. El legado del Gral. Cárdenas ha sido perdurable, pese a las múltiples resistencias derechistas.
ENTRADA DEL MODELO
NEOLIBERAL
1980-2018
EL CAPITALISMO
SALVAJE
POSTMODERNO
En el horizonte de la 4T se reconoce que en México se
generaron dos poderosas fuerzas destructivas del país: El Modelo Neoliberal y el Crimen Organizado.
EL CRIMEN ORGANIZADO
LA FUERZA
DESTRUCTIVA
El periodo entre 1940 a 1990 se dio un ACUERDO no escrito entre el Gobierno y
el Narco; las mafias operaron bajo las reglas establecidas a lo largo de todo
el periodo del Presidencialismo Autoritario. México pasó de un país de tránsito
de la droga hacia E. U., a uno de gran transformación en el manejo de la droga,
dejando atrás las prácticas artesanales, impulsando una producción, consumo y
organización masiva para dar respuesta al consumo que se disparó en toda la
sociedad norteamericana con la derrota en Vietnam en 1975, la que provocó que
más de un millón de marines consumidores de droga, al regreso a casa demandaran
más y más droga; el fracaso de las subsiguientes guerras localizadas en Medio
Oriente, Afganistán e Irak elevaron el consumo a niveles exponenciales. El mercado de la droga se expandió hasta la
irrupción violenta como crimen organizado del 2000 en adelante. Bajo el largo
periodo de la Guerra Fría Caliente y de las dictaduras de 1945 a 1990, América
Latina entró de lleno al mercado de las drogas. Los narcotraficantes
encontraron en las dictaduras y en los gobiernos autoritarios sus aliados
naturales pues todos los dictadores del continente se hicieron cargo del
mercado de la droga, de su producción y distribución, abrieron la puerta
del Estado al narco. Así nació la nueva
realidad contemporánea de los carteles de la droga y con éstos el crimen
organizado de nuestros días. Apuntemos las señales de este nueva realidad en donde
se ubica el núcleo de la destrucción del México Contemporáneo por las dos
poderosas fuerzas destructivas: Una, la Geopolítica de la Globalización
Económica, y la otra, los poderosos carteles mexicanos de la droga a nivel
mundial manteniendo la disputa del mercado de la droga, su bolsa billonaria,
desatando la guerra del mercado con sus ramificaciones en el crimen organizado.
En México, el ascenso del narco se dio porque a lo
largo de medio siglo (1940-1990), el periodo del Presidencialismo Autoritario,
se mantuvo el ACUERDO no escrito
entre el Gobierno y el narco y por la confluencia de los factores que le dieron
auge, la caída de los poderosos carteles colombianos de Cali y Medellín en 1990
y 1995, cuyo cese de operaciones dejaron un vació el que propicio una
recomposición de las diversas organizaciones del narco, la demanda exponencial
de la droga a nivel mundial y específicamente en Norteamérica y la
reorganización y modernización del mercado de la droga, factores que
propiciaron que se disparara la reorganización de los narcos mexicanos hasta
lograr su actual constitución. Los Carteles Mexicanos hoy son hegemónicos en el
plano internacional: (1)Cártel de los Beltrán Leyva, (2)Los Caballeros
Templarios, (3)Cártel de La Familia Michoacana (4)Cártel del Golfo, (5)Cártel
de Juárez, (6)Los Negros, (7)Cártel de Sinaloa, (8)Cartel de Tijuana, (9)Los
Zetas y (10)Cartel de Jalisco; y que con sus múltiples fusiones y divisiones
los han multiplicado, y se han abierto paso de manera poderosa y violenta en
los últimos veinte años, entre 1990 a 2012 dominando la casi totalidad del
mercado de drogas en Estados Unidos.
El reporte del Centro Nacional de Inteligencia sobre
Drogas del Departamento de Justicia (DOJ) muestra el avance de los cárteles
mexicanos, que operan en EU: 1) Cártel de Sinaloa: cocaína, heroína, mariguana,
cristal-éxtasis y metanfetaminas; zonas: Florida/Caribe, Grandes Lagos,
Atlántico Medio, Nueva Inglaterra, Nueva York/Nueva Jersey, Pacífico, Sureste,
Suroeste y Medio Oeste. 2) Los Zetas: cocaína y mariguana; zonas:
Florida/Caribe, Grandes Lagos, Sureste y Suroeste. 3) Cártel del Golfo: cocaína
y mariguana; zonas: Florida/Caribe, Atlántico Medio, Nueva Inglaterra, Nueva
York/Nueva Jersey, Sudeste, Sudoeste. 4) Cártel de Juárez: cocaína y mariguana;
zonas: Grandes Lagos, Nueva York/Nueva Jersey, Pacífico, Sureste, Suroeste,
Medio Oeste. 5) Organización de los Beltrán Leyva: cocaína, mariguana, heroína;
zonas: Sureste y Suroeste. 6) La Familia Michoacana: cocaína, heroína,
mariguana y metanfetaminas; zonas: Sureste, Suroeste, y 7) Cártel de Tijuana:
cocaína, heroína, metanfetaminas, mariguana; zonas: Grandes Lagos, Pacífico,
Suroeste.
FENTANILO
LA DROGA PARADIGMÁTICA
En todo este periodo se ha producido una profunda
transformación de la producción de la droga, de la organización de los Carteles
y de los mercados y ahora en el Siglo XXI de los año 2020 y 2021 estamos ante
una profunda recomposición, de la producción de la droga, de los mercados y de
la organización del crimen organizado; porque el fentanilo es la droga perfecta para los traficantes mexicanos y ha
propiciado una profunda recomposición en todos los Carteles que dan cuerpo al
crimen organizado. El crimen organizado ha vivido múltiples facturas y si bien
están presenten los poderosos Carteles, hoy hay el surgimiento de pequeños grupos
del crimen organizado que han encontrado un negocio de enormes réditos, lo que
ha desatado otro tipo de guerra total entre estos nuevos actores que están
disputando la producción y venta del Fentanilo,
los narcotraficantes mexicanos comprendieron la magnitud de la oportunidad
comercial y comenzaron a importar fentanilo y los precursores químicos para
fabricarlo por sí mismos, esa píldora celeste fentanilo. Cuesta $32.000 producir un kilogramo de fentanilo pueden usarse para fabricar
un millón de píldoras, con un valor de $20 millones. La droga sintética es la
principal culpable de la epidemia de opiáceos en Estados Unidos; y esa epidemia
de opioides, opio, mariguana, cocaína, heroína en Estados Unidos entro en una
nueva fase. Los sintéticos hicieron colapsar todo. Ninguna otra droga en la
historia moderna ha matado a más personas en un año, 100 mil en un año en EU; el fentanilo es 50 veces más fuerte que
la heroína; razón por la cual el fentanilo
es el nuevo gran asesino. Esta realidad del crimen organizado arrojando
cadáveres por todo el país, tiene de fondo esta profunda recomposición de la
droga, del mercado y de la organización del crimen organizado, que encarna una
poderosa fuerza destructiva del país.
EL MODELO
NEOLIBERAL
SU FUERZA DESTRUCTIVA
Con el Presidente Miguel De la Madrid Hurtado se
iniciaron las seis ediciones neoliberales de 1982 a 2018. Carlos Salinas de
Gortari 1988-94 Ernesto Zedillo Ponce de León 1994-2000, Vicente Fox Quezada
2000-2006, Felipe Calderón Hinojosa 2006-2012, Enrique Peña Nieto
2012-2018, pasaron, sin excepción, de la
sumisión a Washington en todo el periodo de la Guerra Fría (1940-1990) a la
sumisión al Consenso de Washington (1990-2018), esto significó la entrada plena
del posnacionalismo al instaurar el neoliberalismo como modelo de desarrollo
inserto plenamente en los procesos de integración que la Globalización
desataba; en este paquete entró el tipo
de régimen político y económico, el modelo de desarrollo, el tipo de
democracia y las exigencias claras y contundentes para liquidar al Estado
Nacional y su papel intervencionista en la economía; el posnacionalismo
focalizó la liquidación del Estado en el desmantelamiento de todo el aparato
productivo nacional, agricultura, industria, bancos, liquidación del sector
público y de las empresas descentralizadas y de participación estatal, se
malbarataron todos los activos de la Nación, se privatizaron todas las fuerzas
productivas, incluido PEMEX que se liquidó con el famoso “Pacto por México” que firmaron todos los dirigentes políticos de
los principales partidos, incluido el PRD, que se decía de izquierda. El
neoliberalismo consideró una exigencia
la disminución del Estado, “obeso” a un Estado “mínimo” y que debería estar al
margen de la nueva dinámica de la economía: el mercado. El Estado y
el Ejecutivo en turno, se asumieron como gerentes de las trasnacionales. Todo
el poder asentado en este Estado autoritario corporativista tendría que ser
liquidado con la cascada de reformas, de la primera generación, la segunda y
las sucesivas y en donde las nuevas sociedades emergentes tendrían un papel
central en la ola democrática por la cascada de cambios que estas reformas
desencadenarían para hacer posible la transición del Estado Autoritario, la
dictadura, las juntas militares, el Estado Nacionalista intervencionista en la
economía, al Estado Neoliberal de la Globalización Económica de nuestros días
que hace visible la realidad contemporánea poscomunista; dejando claro que la
democracia jugaría su papel paradigmático y no pondría en riesgo al nuevo
modelo económico, ni a los poderes fácticos, ni a las mafias, ni a la
oligarquía, porque sería solo una simulación democrática.
En todo este periodo de 36 años se liquidaron las
bases fundacionales del Estado Nación: El valor de la Revolución de
Independencia, la guerra contra la expansión capitalista neocolonial del
Imperialismo norteamericano 1847, y contra la Francia neocolonial, el valor
fundacional del Estado Moderno de las Reformas de Juárez, el valor del Estado
Moderno Constitucional con la Revolución Mexicana, y el valor de la Reforma
Agraria, liquidación del viejo régimen y el valor de la Nacionalización del
petróleo, entro otros hechos fundacionales de la Soberanía del Estado Nación; y
todo esto, para dar paso al posnacionalismo. Periodo en que se
da la transición del Estado Autoritario al Estado de la simulación democrática.
El PRI instrumento de la Guerra Fría, se transfiguró en un PRI Autoritario que
dio vigencia a la simulación democrática; y dio el soporte fundamental para las
diversas ediciones del proyecto neoliberal. En este periodo el Poder se
consolida en manos de la oligarquía y del ascenso de las mafias amasando
riqueza. Al final de este periodo el posnacionalismo adquiere plena vigencia
porque éste representó el fin del Estado Nación y de la democracia soberana,
para reducirse a una simulación y a un mero procedimiento administrativo al
desatar todos los procesos de integración.
Se abrió paso la Nueva Geopolítica Dominante con los
bloques Económicos y con el ascenso del Neoliberalismo, la Globalización, los
tigres asiáticos, la reconfiguración de
la Unión Europea, la Cuenca del Pacífico, el MERCOSUR, el CELAC, el TLCAN y
BRICS; el conjunto de estos procesos patentizaron la vigencia de la
Globalización y del neoliberalismo el que consideró obsoleto al Estado Nación
erosionando sus bases fundacionales, anulando el fundamento esencial de la
democracia la capacidad soberana de los pueblos para decidir su rumbo
histórico. El rumbo es posnacional, la decisión está fuera del Estado, se
impone a los pueblos un esquema de exigencias que deben seguir.
A lo
largo de 80 años (78) y 13 sexenios desde Ávila Camacho, hasta Enrique Peña
Nieto (2012-2018) México vivió una
abierta y franca simulación del Estado de derecho, de la simulación de la
democracia y una simulación de división de poderes; porque el PRESIDENCIALISMO
AUTORITARIO sometió al poder legislativo y al poder judicial. El Presidente en
turno concentro el poder absoluto y todos estos presidentes se movieron en la
Órbita de la Geopolítica Hegemónica de Washington.
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