martes, 5 de marzo de 2024

NO FUE LA POBREZA: FUERON LOS MALDITOS LOS QUE NOS ABANDONARON, ÉSTE ROLLO ERA PARA UNA REVISTA Y FUE RECHAZADO, PERO A MÍ ME GUSTA!


 

POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

 

Charles Baudelaire, figura icónica entre fines del romanticismo y lo moderno, nació en 1821; mientras tanto, México transitaba de colonia española a ser, de forma vacilante, una nación independiente. Baudelaire murió exactamente 40 años después, en la miseria y el abuso de sustancias tóxicas (por ejemplo, el opio); el otro ícono, Rimbaud, tuvo más o menos la misma suerte ya muy conocida. Su legado ha sido venerado casi los doscientos años que nos separan de ellos: en Francia, en el bachillerato, los jóvenes actuales franceses se enteran de ellos por obligación; los poetas que les hemos tomado como influencia en medio mundo, nos siguen leyendo mucha gente, sí es así pues, (no deseo hacer mucha especulación sobre, digamos, la poesía mexicana reciente, pero con afán de robustecer el escrito los remito a mi blogspot que ya saben la dirección y el texto es de Sergio Vicario, titulado: ¿De qué hablamos cuando hablamos de poesía?) pero los llamados hasta hace por lo menos un lustro serios o importantes secretos del mundo que hacen a la gente descubrir aún a muchos autores; ya sean poetas, cuentistas, ensayistas o novelistas, ya no buscan a los poetas malditos: mejor dicho: ya no hay nuevos secretos del mundo dichos o sugeridos por los poetas malditos. La poesía fue, otra vez, violada, esta vez no perdió originalidad, fue acusada de ya no poseer secretos. Hubo mayoría de votos, fue noticia de terceras páginas y eso, en pocos diarios. Vivo en una ciudad mediana del centro del país: ahí, ya no veo a jóvenes hombres que vayan fumando por la calle vestidos de negro con Efraín Huerta o Octavio Paz bajo el brazo. Esa parte de la cuestión es la justificación de estas líneas. Los jóvenes actuales, “aunque vivan entre la cerveza y el speed metal” (cito de memoria a Monsiváis), hace ya tiempo que dejaron de escribir sobre el metro urbano, ya jubilaron los trajes negros, los cortes de pelo punkies y toda ésa masa de cultura underground que aprendieron de The Cure y que después se enteraron que todo eso venía de los poetas malditos como golpeando la tangente de los contenidos europeos que hablan, por ejemplo en Charles Baudelaire, de la gloriosa época micénica de hace 2500 años a. C. y los tiempos en que Sócrates les tiraba rollos aplastantes a sus interlocutores. Tal vez el sueño de los malditos era también como el de los griegos: el ágora permanente, ajá, pero a los jóvenes que conviven con nosotros en este país desde fines de los años noventa y el inicio exacto del siglo XXI ya no les importa leer, qué va, ni siquiera vestirse como darks, dandys o flaneurs, ¿Qué es lo que sí les gusta? Bad Bunny, que les dice, en vez de José Agustín, de qué se trata lo que les empieza a importar, de hecho mucho tiempo les gustó El Cártel de Santa, y es ahí donde vive y entra nuestro país actualmente, el fenómeno migrante de la masa de inexistentes inmigrantes de Centroamérica, México, Colombia y anexas, de ahí surgen los ya conocidos documentales sobre La Bestia, la fea, (pues sí, es fea y da tristeza), pobreza que no nos abandona, pero gente como Roberto Bolaño o José Vicente Anaya que fueron camaradas de la marginalidad y mucho después reconocidos casi mundialmente, ya no existen.

“Quiero transparentar mi lugar de enunciación” Dijo Ana Emilia Felker, (recientemente publicada en Letras Libres) en otras palabras, separemos el kiosko donde se vende Letras libres del puesto de mangos enchilados y llenos de moscas ¿Verdad Felker? Aguante vara porque usted es una dama muy guapa; permítame descorchar un tinto en honor a su Premio Nacional de Periodismo 2015.

Ya lo había dicho José María Pérez Gay, (supongo que en Tu nombre en el silencio), caminar por Londres o París es como dar quince pasos en cualquier otra ciudad del mundo, (afortunados los latinos que hemos podido), pero dar quince pasos en la CDMX, entre el mar de gente, los autos Audi y Mercedes-Benz, los puestos de comida callejera junto al hecho mismo de que es imposible asimilar todo ese paisaje en segundos, todo eso me hace pensar que Bolaño o Anaya, si vivieran, serían en estos tiempos, los recogedores de basura de Tepito hasta La Condesa, y en las noches de eso harían sus narraciones y sus poesías.

¿Y ése sería el secreto del mundo?

Buenas noches, estimados radio escuchas, estamos aquí en vivo y en directo hablando para una transmisión con Charles Baudelaire para hablar de su nuevo libro, qué tal ¿cómo le gustaría empezar?

Merci, mire, mi libro es una sátira de El Cartel de Santa que empieza con una cita de Jenófanes y otra de Anaximandro, ¿se puede fumar aquí dentro?

¿Pero la pobreza? Mal e “invisible desde mi lugar de enunciación”, pero ¿Qué te digo lector? ¿Aceptarías que a estas alturas del partido te dijera: ¡¿Mi hermano mi semejante eh hipócrita hermano!?

 

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