domingo, 21 de diciembre de 2008

TEXTO LEÍDO EL 5 DE NOV/ 08/ CASA DEL POETA/ DF

Antes de todos los partidos Conforme iba avanzando en las páginas de Antes de todos los partidos, de Marcos García Caballero, me era imposible resistir la tentación de reflexionar en segundo plano, acerca de la extraña naturaleza de este libro. Antes de todos los partidos y, sobre todo, antes de cualquier idea sobre sus cualidades literarias, es una novela. Pero también es un ensayo, un diario y una bitácora de vuelo, sin olvidar que en ciertos episodios, adquiere la altura de un poema en prosa, donde Marcos, el personaje y alter ego del autor, se explaya en una búsqueda verbal donde refulgen las postales anecdóticas de un viaje sin principio o desenlace, ese periplo nimbado por una locura no real sino metafórica, que Marcos lleva a cabo como una especie de catarsis. Antes de todos los partidos es, sencillamente, la historia de un héroe. Un quijote que no busca a Dulcinea pero que tampoco cuenta con un corcel ni un Sancho Panza, pero que del mismo modo en que el célebre Alonso Quijano de Cervantes, también libra múltiples batallas en un camino tan lleno de miseria y escaso de aventuras, porque los molinos de viento y las doncellas intangibles, los cueros de vino tinto disfrazados de demonios o los curiosos impertinentes, se hallan en los diversos escenarios en que transcurre la novela: del hospital a las calles de Morelia, del deseo por una playmate importada de Los Ángeles a Puerto Vallarta, el universo de Marcos comienza a poblarse por criaturas que no proceden sino que escapan de su imaginación, para conformar un admirable elenco donde quizá sea posible descubrir las incontables definiciones de la condición humana. Y es que a través de una prosa fluida y transparente, y gracias a una conspicua habilidad para el relato, Marcos García Caballero desteje los atavares de un ser desesperado por desentrañar todos los misterios; el misterio existencial, el misterio poético, el misterio erótico y amoroso, el misterio de la soledad (azarosa y voluntaria) y, principalmente, el más oscuro de todos los misterios: el de la razón y la locura, el de la lucidez y el del delirio. Ese es el motivo por el que el libro de Marcos se torna excepcional. De la posible morbidez que inspira el tema de la locura en escritores y poetas, o de la insondable recreación del arrebato y la inchorencia que llena cientos de páginas de extravío y desasosiego, la mirada de Marcos se aleja de la retórica irascible, para aterrizar en un resplandesciente soliloquio en el que confluyen las voces más conspiucuas de la inteligencia. Aristóteles, Platón, Henry Miller, Octavio Paz y muchos otros, colaboran con ideas o silogismos para que el narrador exponga sus cada vez más brillantes y complejas conclusiones acerca del mundo real, un planeta que desde la sombría cotidianidad de Antes de todos los partidos, se torna una especie de pintura aciaga, mullida, escarapelada. Sobre este punto, me hago una pregunta: ¿para quién escribe Marcos García Caballero? ¿Para un lector irresponsable, ese lector que no percibe la armonía del lenguaje y que rara vez se toma la molestia de hacer una pausa para meditar sobre un párrafo, una imagen o una idea? ¿Para un lector sin un respaldo literario o filosófico, ese lector que será incapaz de discutir o desafiar a la novela? Para ser honesto, creo que no. Pienso que Marcos escribe para un lector sagaz, para un doble psíquico o un alter ego, que supongo tiene muchos, porque su libro es una pequeña enciclopedia de filosofía y narrativa comparada, sólo es necesario reunir un poco de paciencia para debatir o rebatir, la ingente cantidad de hipótesis que palpitan en el relato. Así, Antes de todos los partidos condensa muchos hilos conductores y variadas referencias. En la novela se percibe el aliento de La educación sentimental, de Gustave Flaubert. De En el camino, de Jack Kerouac, y de la angustia propia de un Malcolm Lowry o un Antonin Artaud, porque la angustia, dijo Kierkegaard, es la materia propiamente humana. Fedor Dostoievski escribió alguna vez: “tengo una idea genial, volverme loco” y conforme iba avanzando en las páginas de Antes de todos los partidos, la frase del autor de Crimen y castigo me rondaba la cabeza. Estaba en el irónico episodio de Marcos e Isla, la novia que, como su nombre, era una linda sirena rodeada de agua, y llegué a la conclusión de que la aventura del héroe de esta novela sólo consiste en encontrar el alma. IVÁN RÍOS GASCÓN

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