viernes, 1 de noviembre de 2024

POESÍA POR MARCOS GARCÍA CABALLERO


UNO CAMINA POR AHÍ…

 

Para Cyntia Bustamante

CINCO

 

 

Uno camina por ahí entre los escombros

de su propia memoria,

uno inventa el paraíso en el ángel negro del poema,

cuando se entiende que la poesía

no camina con pasos de paloma,

como creía Nietzsche,

sino con el tonelaje ardiente del deseo que se levanta

del agua metálica y la nube de obsidiana

que nos recuerda el rostro pálido

de los niños anaranjados,

de las señoras con rostro de cobalto,

la soledad del hombre de la calle

que carga en sus espaldas las garras de un cuervo

que se llama sorpresa, cotidianidad,

trabajo y un sueño infinito

donde cabe toda la historia de un país hecho persona,

el andamiaje sonoro de una lucha que es el nacer,

recobrar la inocencia en el nocturno secreto del padre,

para volver a ser el partícipe de una historia mítica,

un abrevar de pequeñas y grandes galaxias,

que contienen el todo que contienen.

Es el estallar del logos en la intemperie de lo real,

ese rostro transparente que refleja

el abarcar de una pregunta que nace del dolor,

de la pérdida, la pugna entre la palabra

y la resistencia de la cosa física,

el objeto que no es más que el objeto,

pero que nos obliga volver a él para transformarlo y así,

cubrirnos de palabras, aquél lugar donde nace el entendimiento,

la sorpresa del amor y su fantasma,

su posibilidad de ser o desistir.

Hay triunfos que duran lo que dura la palabra

que se nos dedica con cuidado o con amor,

el reconocimiento y la confirmación de ser y estar hechos

de algo más que un intento

y una perseverancia: eso, es acariciar la magia,

la presencia, la importancia que no está convencida de sí misma,

sino la importancia que llega a su cita

y se alza en el oleaje de una guitarra,

que triunfa en el desafío que no es sino una nueva pregunta,

un carruaje y caballos entre siete montañas,

una tranquilidad que pretende indagar,

hablando en plata, en estas pupilas que me miran

diciéndote toda esta tontería, para comprobar

que la construcción del hombre puede ser

la pared de lo grotesco, o simplemente un flor

de cristal o papiroflexia,

para que tú sientas como corre por tu pierna,

lo que yo entiendo por la palabra amor.

 

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