lunes, 28 de julio de 2008

REALIDADES TREMENDAS

PURGATORIO, La Jornada de Morelos Moisés Lozano Villafaña Águila o sol: suicidio o delincuencia. Hace unos días, casi dos semanas, se divulgaron los resultados de la Primera Encuesta Nacional de Exclusión, Intolerancia y Violencia, aplicada en bachilleratos públicos. Entre otros muchos horrores, se nos informó que más del 13 por ciento de los estudiantes han atentado contra su propia vida. La revelación de ese mundo de frustraciones, que debió generar una ola de alarma y un gran debate social, se perdió en la marea informativa de los chismes políticos, el desinterés oficial y la indolencia ciudadana. Los estudiantes de los bachilleratos públicos son mayormente hijos de familias pobres y de clase media. Se diría que son un a especie de elite de los pobres, considerando a esa gran masa de niños mexicanos que no termina la secundaria. Una elite que terminará con un certificado de estudios que no vale el papel en que está impreso. Tras 12 años de fatigas y privaciones, los jóvenes sin acceso a la educación de paga, es decir la gran mayoría, no obtienen ninguna de las herramientas necesarias para incorporarse a la vida productiva, ni para disfrutar de la cultura de su época. No adquieren conocimientos para comprender el mundo en que viven y tampoco aprenden a pensar. Tras 12 largos años perdidos, sentados en los infames pupitres de las escuelas públicas, los hijos de las familias pobres perciben la vida como una larga condena, marcada por la frustración y el desaliento. No es de extrañar que cada día sean más los menores que se suicidan o se integran a la delincuencia. Es un volado, águila o sol: el suicidio para los más sensibles o la delincuencia para los más inquietos y con mayor energía. Los otros caminos están cerrados. Los ejemplos de éxito personal, el niño pobre que se convierte en el hombre rico, son reiteraciones del cuento de la cenicienta, que solamente sirven como la zanahoria para que el galeote siga tirando de la triste carreta de su vida sin protestar demasiado. Las alternativas marginales, la migración en busca de mejores condiciones de trabajo en Estados Unidos y la economía informal, que por años fueron válvula de escape para la pobreza, llegaron a un punto de saturación. Cada vez es más riesgosa y menos atractiva la aventura de la migración. Por su parte, la economía informal se ha convertido en el acantonamiento de un enorme ejército de hombres y mujeres explotados económicamente y utilizados políticamente por mafias de delincuentes asociadas a los gobiernos. Desde la escuela, al abrir los ojos a la vida, las nuevas generaciones de mexicanos se encuentran con una realidad exasperante: un mundo que los asfixia, marcado por la corrupción y el cinismo de las estructuras dominantes. Un mundo en que se ha perdido incluso el antiguo consuelo que ofrecían las religiones, con su apología de la pobreza y la promesa de la dicha eterna tras el tránsito por este valle de lágrimas. Ya nadie puede creer en estas simplezas, cuando la publicidad consumista es un espejo que les muestra con gran crudeza su miseria, porque todo lo que ahí se exhibe, lo que es bueno y deseable, lo que significa éxito, para ellos es inalcanzable. Se dice que la juventud es un factor de cambio, una fuerza capaz de transformar el mundo. En México, el año 2000, vimos a los jóvenes salir a las calles y votar por “el cambio” cargados de entusiasmo. ¡Vaya experiencia castradora! El daño más grave del foxismo fue su capacidad par crear una ilusión de cambio, que terminó en la frustración y el desaliento. Las fuerzas conservadoras cumplieron la función de desmoralizar a toda una generación, que no volverá a creer en el papel transformador de la política. ¿Y la izquierda? ¿No ha sido acaso la izquierda el espacio propicio para que los jóvenes ejerciten su voluntad de cambio, su generosidad, su capacidad para soñar en un mundo mejor? Basta ver al PRD para darnos cuenta de que la izquierda mexicana que habita en ese partido no tiene nada que ver con esos sueños ni con esa generosidad. Al interior del perredismo no florece ninguna idea inteligente, no brilla ninguna luz, que pudiera conmover a la juventud. La izquierda del PRD consume su energía una lucha de tonos canallescos por la bolsa. Donde es gobierno muestra su verdadero rostro, que nos recuerda muy de cerca al viejo y viciado cinismo del priísmo de mediados del siglo pasado. La tragedia del New’s Divine puso al descubierto la corrupción policíaca y de toda la estructura administrativa del Distrito Federal. Pero sobre todo, mostró la brutalidad de un gobierno perredista en el trato a los hijos de las familias pobres y de clase media. ¿Acaso la solución está, tal como lo aconsejan las buenas conciencias, en que los jóvenes se busquen un empleo? La cruda realidad es que los egresados de un bachillerato público solamente pueden aspirar a vegetar en el desempleo o en la mediocridad de un empleo sin retribución económica ni espiritual. Como decíamos, ni la izquierda ni la derecha, ni las iglesias ni la escuela, ni la economía informal ni la migración, ni el empleo. Para los jóvenes mexicanos las puertas están cerradas y la vida es un castigo.

2 comentarios:

elquesaltalabarda dijo...

Tsss la verdad no hay muchas opciones, hasta la política está copada por algunos cuantos que logran pisotear a muchos otros para llegar a su ambicioso nivel de bienestar al que aspiran (o sea el presupesto del IFE), sean de centro izquierda o derecha. La delincuencia es lo mism que meterse de policía solo que con placa para hacerlo, y LA religión es obsoleta, creo que el mexicano solo puede mirar hacia adentro, a la espiritualidad, la cual está muy lejos de todos los mexicanos, pues nos enorguyecemos de no se que que nos legaron los antiguos mexicanos pero no sabems bien que, no vivimos nuestra cultura porque no la conocemos. Lo cual nos lleva al laberinto de la soledad en que vive cada paisano que no se halla.

Marcos García Caballero dijo...

Coincido con tu comentario, te sigo leyendo. M