sábado, 15 de marzo de 2008

Presentación del libro Infinitos dispersos en el Museo Posada de Aguascalientes, en Julio de 2006 La primera vez que presenté esta suma de textos poéticos, fue en la primera feria del libro al aire libre en el Zócalo de la ciudad de México, en septiembre de 2001. Hubo cerca de 500 personas y fue un éxito. La segunda vez fue en ese mismo septiembre el día 11, el día de los atentados a las torres gemelas de Nueva York. Ésa presentación fue en la ciudad de Tlaxcala. Uno de los presentadores del libro, mi amigo Guillermo Vega, llegó a mi casa de la ciudad de México temprano para tomar el camión. Vimos las imágenes de las torres una y otra vez y se sentía esa histeria que creo, todo mundo recuerda. Guillermo me dijo: “Oye, y con todo esto, ¿tú crees que salgan camiones para Tlaxcala?” Ya refiriéndome al texto, diré que como es mi primer libro tiene un lugar especial en esa parte invisible del patrimonio espiritual. Todo el mundo me ha dicho que es un libro logrado y espero que así sea, lo digo sin falsa modestia y espero que así lo sientan los que lo compren. La poesía a la vuelta de los años demuestra que es, paradójicamente, el más rentable de los géneros literarios: por éstas fechas todo mundo sabe o puede saber y acercarse a los textos de Baudelaire pero, en cambio, casi nadie conoce la obra completa de Balzac. Espero que sea la venganza de la poesía finalmente, la más profunda de todas las artes y la más ignorada y vaya en sentido directamente proporcional a las burlas que pasamos los poetas en vida. Todo poeta grande es un pionero. “Los artistas son aprendices de la luz”, decía Carlos Pellicer y todos los poetas, los que regamos nuestro propio jardín, así esperamos el alba y el día nuevos, el día de la utopía personal o generacional: a mí en lo particular, y creo que a mi generación, nos tocó abrir los ojos a la realidad mexicana con el levantamiento de Chiapas; yo tuve varias aventuras zapatistas, pero siempre, tortuosamente, difícilmente, he regresado a la creación poética. Finalmente unas palabras, por mi parte, para algunas personas de Aguascalientes: He notado que aquí en la ciudad, (por los trabajos que me ha tocado desempeñar), circulan muchos enfermos tipo enfermos mentales o con problemas parecidos del habla, etc. Hace poco, observé una muchacha que casi era arrollada por un taxista por no fijarse al cruzar el segundo anillo. Todavía sacada de onda, fui a socorrer a la muchacha y solo de mirarla se le notaba un problema de ese tipo. La abracé y le dije: “Cuídate mucho, por favor”. Sea como sea, la chava me entendió y balbuceó “gracias”. Bueno, pues por gente como ella quiero leer el siguiente texto, y después Elena mi nueva amiga leerá algunos poemas, espero que, convencida como yo, que la poesía nos hará libres. De la Vorágine y el Estribo..:

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