Antes,
sí, ése maldito tiempo pasado, era cuando yo podía ver. Fue hace un año éste
maldito accidente cuando perdí la vista. Estábamos jugando en el estudio de mi
abuelo con una pistola, estábamos embriagados por el wiskey hasta que me
estalló en la mano, también perdí una falange del pulgar derecho. Una desgracia
y todo por una tontería de jóvenes que se hacen los muy machos. La casa donde
ocurrió está rumbo a la Marquesa, muy cerca de la Ciudad de México. Mi padre
quiere mucho ésta casa enorme donde viene la familia los sábados cada quince
días. Es de cuatro pisos y tiene un jardín que llega hasta un riachuelo donde
hay una cabaña y un azadón donde la familia entera come carne asada cuando
vienen, todos ríen, todos conversan y celebran con cerveza y tequila poder venir
y seguir viniendo a la casa del abogado Manuel, mi padre, y Beatriz, su esposa,
a la que todos quieren de manera especial. Odio no tener qué presumir ante ésa
familia que viene, los quiero, eso sin duda, pero todo empezó cuando mi amigo
José nos regaló mariguana en la escuela, por ésas fechas que me explotó la
pistola en la mano y perdí la vista y algo del pulgar derecho, no sé cómo pero
de repente mis amigos y yo ya estábamos en el que era mi coche y todos fumando
mariguana, la maldita droga nos encantó, hasta que pasó ese accidente en el
estudio de mi abuelo, es un vejete que fue fundador de un colegio de abogacía y
que mi padre tomó como lo mejor que se podía hacer para mí, continuar la
tradición: “Hijo, eres un Rabasa, también tú serás abogado”. Mi padre tuvo que
sacrificar su verdadera profesión, que era, incluso artística, él quería ser
poeta, me lo ha contado varias veces. Contra lo que pudiera pensarse, no tomó
represalias contra mí por lo de la pistola del abuelo, para Beatriz y Manuel,
soy un hijo ejemplar, que simplemente tuvo un accidente; traigo vendajes en los
ojos porque hay una pequeña, yo quisiera que fuera enorme, posibilidad de
recuperar la vista. Mis amigos dicen que sí, que podría volver a la escuela,
ojalá que eso sucediera. Me vienen a visitar mis compañeras de la prepa, han
sido muy lindas, dicen que la prepa no es lo mismo sin mí, no estoy triste.
Tengo el convencimiento de que, con ésta última operación que viene, podré
recuperar la vista. (He pasado ya por dos operaciones fallidas). Ésta operación
que viene será en un mes. Tengo confianza, extraño el tequila y la cerveza pero
no la mariguana. Estoy convencido de que volveré a ver, lo deseo tanto, todos
los días le rezo a los santos, dicen por ahí que es el santo San Marcos el de los
videntes o con problemas como el mío, no sé, (me comprenderán si les digo que
es mejor para mí estar en la casa de los cuatro pisos que intentar salir a la
ciudad de México).
Aunque
no veo aprieto los ojos con fuerza, sin sentir ningún dolor y creo que rezo,
quién sabe, finalmente espero se cumpla ya este mes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario