"Cuando LA PEDANTERÍA REMOTA era una Leyenda" por Marcos, El Caballero García
Registros, velocidades, ensayos, comentarios, poesía, del mundo de la pedantería remota ¡para los fieles mundanos!
jueves, 18 de abril de 2024
miércoles, 3 de abril de 2024
OBSERVACIÓN NUEVA
Las
frases de Bob Marley que están impresas en sus canciones, formaban parte de su
filosofía de vida, las cuales influyeron a una gran cantidad de personas. En
las siguientes líneas encontraras algunas de ellas.
1.-La
gente que está tratando de hacer este mundo peor no toman ni un día libre,
¿cómo podría tomarlo yo? Hay que iluminar la oscuridad».
2.-“Anímate
a ti mismo, y no tengas ninguna mala vibración”
3.-
“Conserva lo que tienes, olvida lo que te duele, lucha por lo que quieres,
valora lo que posees, perdona a los que te hieren y disfruta a los que te aman”
4.-
“El amor no necesita ser entendido, solo necesita ser demostrado”
5.-
“El respeto de uno termina donde comienza el respeto del otro”
6.-
“En tu vida encontraras problemas, y cuando te preocupas, se duplica”
7.-
“Mi vida tiene un gran significado para mí, así que realmente buscare a alguien
a quien también aprecie la suya como yo a la mía”
8.-
“Ódiame por lo que soy, no me importa, al menos yo no estoy intentando ser
alguien que no soy”
9.-
Si te hizo feliz, no cuenta como error”
10.-
“Unas personas te dicen que le importas, otras simplemente te dicen la verdad”
viernes, 29 de marzo de 2024
EL POEMA MÁS LEÍDO EN LA HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA, SEGÚN MI AMIGO YA MUERTO EL ENSAYISTA Y POETA JOSÉ VICENTE ANAYA..
POEMA 20 PABLO NERUDA
PUEDO escribir los versos más tristes
esta noche.
Escribir, por ejemplo: " La noche
está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo
lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y
canta.
Puedo escribir los versos más tristes
esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre
mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la
quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes
esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he
perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin
ella.
Y el verso cae al alma como pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera
guardarla.
La noche está estrellada y ella no está
conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A
lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la
busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los
mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los
mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto
la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis
besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez
la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el
olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre
mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella
me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le
escribo.
miércoles, 27 de marzo de 2024
“Mi Evangelio
favorito es el de Marcos. Empieza contando el nacimiento de Jesús: siempre en
problemas. Luego se centra en la vida adulta del chavo Jesús, metiéndose en un
problema tras otro, hasta que muere… Es el único Evangelio que no tiene
conclusión, porque Marcos quiere dejársela al lector.”
Padre Alejandro Solalinde.
domingo, 24 de marzo de 2024
POR DANIEL GIGENA
GDA/LA NACIÓN
E l poeta que quiso convertir “lo divino en cosa humana”, Charles Simic, murió
el 9 de enero, a los 84 años, en la ciudad estadounidense de Dover. El nombre
del reconocido escritor, traductor y ensayista serbio-estadounidense —uno de
los poetas en lengua inglesa más destacados— era Dušan. En su página de
Facebook, el profesor ruso Mikhail Iossel escribió: “Descanse en paz, el
brillante e inmensamente sabio Charles Simic. Fue mi mentor y, me atrevo a
decir, mi amigo, atento y amable con un inmigrante que intentaba comenzar a
escribir en inglés. Él fue la razón por la que me postulé al programa de
posgrado de escritura creativa en la Universidad de New Hampshire, después de
haber traducido su poesía al ruso en Leningrado. Nunca olvidaré nuestras largas
conversaciones en su oficina”.
Simic también fue un emigrado en las tierras de su amada Emily
Dickinson. Había nacido el 9 de mayo de 1938 en Belgrado, Serbia, entonces
parte de Yugoslavia. Su experiencia en un país arrasado por la guerra (primero
ocupado por los nazis, luego por los estalinistas) moldeó su visión del mundo.
“Ser uno de los millones de personas desplazadas me afectó —dijo—. Además de mi
propia pequeña historia de mala suerte, escuché muchas otras. Todavía estoy
asombrado de toda la vileza y estupidez que presencié en mi vida”.
“El acento de Simic es
único dentro de la poesía norteamericana contemporánea —afirmó el Nobel de
Literatura 1995 Seamus Heaney—. Es un escritor enérgico, con una inventiva se
diría que natural. Sus imágenes tienen un don asombroso para abrir un camino
interior hacia una conciencia mítica latente, y a la vez otro exterior hacia el
mundo”. En 1990, Simic ganó el Premio Pulitzer de poesía por El mundo no se acaba y
fue el decimoquinto poeta laureado por la Biblioteca del Congreso de Estados
Unidos.
En Una mosca en la sopa, su
libro de memorias, narra la odisea familiar para huir del país natal y su
llegada a París en 1953. “No ser nadie me parecía muchísimo más interesante que
ser alguien —escribió—. Las calles estaban atestadas de ‘álguienes’ con aire de
seguridad. La mitad del tiempo los envidaba; pero la otra mitad me daban pena.
Sabía algo que ellos desconocían, tenía una certeza que sólo se alcanza cuando
la historia te da una patada en el culo: que en cualquier esquema ambicioso los
individuos son superfluos e insignificantes. Que las personas que no son conscientes
de que les puede suceder lo mismo que a nosotros en cualquier momento pueden
llegar a ser despiadadas”.
Arribó con su madre y sus hermanos a Estados Unidos en agosto de
1954, cuando tenía 16 años. Su padre estaba allí desde 1944. “Mi padre era un
optimista —contó—. Creía a pies juntillas en el sueño americano. Y estaba
esperando a que se cumpliera. Se había gastado todo el dinero que había ganado
y había acumulado un montón de deudas. A mis padres no se les daba bien
planificar el futuro”. Creció en Chicago y se graduó en la Universidad de Nueva
York, pero su mejor aprendizaje, declaró, lo hizo vagando por las calles. Fue
profesor emérito de literatura estadounidense y escritura creativa en la
Universidad de New Hampshire, donde daba clases desde 1973. Uno de sus primeros
encuentros con la poesía lo tuvo gracias a una antología de poetas
latinoamericanos, de Pablo Neruda a Jorge Luis Borges y de César Vallejo a
Vicente Huidobro (de quien el 10 de enero se cumplieron 130 años de su
nacimiento).
En Argentina, la obra
de Simic es muy apreciada por escritores y lectores. La escritora María
Negroni, que tradujo dos de sus libros (Totemismo
y otros poemas y Hotel
Insomnio), le dedica en Pequeño
mundo ilustrado el segmento “Cabaret Simic”, donde ofrece una
lectura personal de la obra del escritor: “Su flirteo con el surrealismo es
innegable —sobre todo, en la perspicacia para percibir los vínculos entre
crueldad, infancia y sexo— pero nada hay que lo afilie a los severos
manifiestos de Breton. Mucho más cerca de Tristan Tzara, de Alfred Jarry o de
Apollinaire, esta poesía inaugura su propio Cabaret Voltaire al otro lado del
océano”.
“De los enormes
aportes de Charles Simic a la poesía de las últimas décadas, rescato
especialmente dos, que me son muy queridos. Uno es su cultivo del poema en
prosa en libros como El
mundo no se acaba, publicado en traducción de Jordi Doce —dice
la escritora y editora Mercedes Roffé a LA
NACION—. El otro, muy cercano, es su disponibilidad para
transmitirnos, a través de sus ‘cuadernos’ como de sus notas sobre poesía, o de
las extensísimas entrevistas que concedió a lo largo de toda su trayectoria,
tanto sus experiencias vitales como sus meditaciones sobre la práctica
literaria. A través de esos géneros en prosa, a veces híbridos, Simic ha hecho
accesibles aspectos claves tanto de su vivencia de poeta europeo radicado en
Estados Unidos como de su poética, memorias y reflexiones que arrojan una luz
imprescindible sobre toda su obra”. Como prueba de esto se puede leer la entrevista
que Simic concedió a The
Paris Review.
“La obra de Simic es extraordinaria y muy conmovedora —sostiene
el escritor y profesor Juan Fernando García—. Su poesía, sus cuadernos de
notas, la prosa memorialista, todo conforma una mirada única, singular, encantadora.
Sobre todo, lejos de la solemnidad. Me fascina la forma en que imbrica, con
versos transparentes, sin efectismos, la historia personal, el trabajo de
orfebrería con la lengua poética, lo cotidiano en sus expresiones más
domésticas, donde se cruzan el simbolismo y ecos del surrealismo. Todo está
allí con particular belleza. Leí que en esas largas noches de insomnio corregía
hasta lo insólito, con el afán de que todos entendieran sus poemas. En sus
memorias, la historia familiar, que es de alguna manera la historia del siglo
XX, está contada con humor e ironía, sin golpes bajos. Y eso revela, al igual
que su poesía, un profundo humanismo. Lo mismo para las notas sobre literatura,
refinadas y divertidas, donde apunta a la teoría literaria, los críticos, los
mismos poetas. Y en esos despliegues, sus lecturas, sus gustos y rechazos”.
Además de los
mencionados, se pueden citar otros libros del autor, como Garabateando en la oscuridad y La vida de las imágenes. Prosa
selecta, El
lunático y el hermoso Acércate
y escucha. “La historia es un libro de recetas —escribió Simic—.
Los tiranos son los chefs. Los filósofos redactan las cartas. Los curas hacen
de camareros. Los gorilas son gente del ejército. Los cantos que oyes son los
poetas lavando los platos en la cocina”.
En 2011, recibió la
Medalla Frost, otorgada anualmente por “logro de toda una vida dedicada a la
poesía”. “Creo que me enterrarán con un libro en la mano —bromeó en una
entrevista—. Puede que el más apropiado sea El libro tibetano de los muertos, pero preferiría
cualquier manual de sexualidad o los poemas de Emily Dickinson”. Con Simic, los
protocolos de la eternidad son más dúctiles.
Un poema de Charles Simic
Los placeres de la lectura
En su lecho de muerte mi padre está leyendo
las memorias de Casanova.
Yo miro la noche caer,
al otro lado de la calle unas ventanas se iluminan.
En una de ellas una joven está leyendo
cerca del cristal.
No ha levantado la mirada en mucho tiempo,
incluso con la llegada de la oscuridad.
***
Mientras aún quede un poco de luz,
quiero que levante su cabeza,
para poder ver su rostro
que ya he estado imaginando,
pero su libro debe estar lleno de suspenso.
Y además, tal es la quietud,
que cada vez que pasa una página,
puedo escuchar a mi padre pasarla también,
como si ambos leyeran el mismo libro.
Traducción de Jordi Doce
POEMA PARA NORA HUERTA. POR MARCOS GARCÍA CABALLERO..
POEMA PARA NORA HUERTA.
AYER MIENTRAS PASABA EL PROGRAMA
OPERACIÓN MAMUT POR LA TV
HUBO UN INSTANTE, GLORIOSO PARA MÍ,
EN QUE UNA MUJER DEL PROGRAMA DESPUÉS DE TODO,
ME ACEPTÓ EN SU CORAZÓN Y ME DIO
A ENTENDER QUE CREÍA EN MÍ,
A PESAR DEL DILUVIO DE COSAS DE
COMO ESTÁ NUESTRO PAÍS,
ELLA ES UNA HERMOSA MUJER
QUE TRABAJA EN LOS MEDIOS TELEVISIVOS;
PRESUNTO MILAGRO QUE ACEPTÓ QUERERME,
PASÉ UNA BUENA NOCHE PENSANDO EN ELLA,
DESPERTÉ HOY Y CON EL PRIMER SORBO DE CAFÉ LA RECORDÉ,
Y ESO VALE QUERER TODO ÉSTE NUEVO MES DE AGOSTO.
Los Problemas científicos y las corrientes filosóficas.
POR MARCOS GARCÍA CABALLERO.
1.-¿Cuáles
son las dimensiones de los problemas y cuál es su función?
Los
problemas tienen tres dimensiones que son inseparables entre sí: una es el
concepto mismo de lo problemático, que ha sido formulado por alguien que
cuestiona o dubita. Dos: La dimensión psicológica de la persona que encontró
que dicho problema debe ser explorado y resuelto. Tres: La formulación
lingüística en la cual está inmersa el enunciado del problema.
La
función de los problemas es resolver cuestiones que como hemos visto hasta
ahora, se pueden resolver interdisciplinariamente de una mejor manera, pero, ya
que nos hemos enfocado a las relaciones entre filosofía y ciencia, se debe
tener en cuenta, que el problema debe de ser atractivo de resolver. Una cosa
importante es que los problemas de éste nivel, no deben confundirse con las
dudas que cualquier persona pueda tener. Estamos ante un problema cuando es
alcanzada a formularse como interrogante, por ejemplo, un tipo de problema
científico puede ser: ¿cuál es la medida de la catástrofe de Japón debido al
tsunami y terremoto? Resolver esta cuestión es indudablemente algo de carácter
interdisciplinario.
2.-
¿Cómo se diferencian los problemas científicos y filosóficos?
La
Ciencia, según hemos visto, trabaja con el método deductivo y plantea
hipótesis. En cambio los problemas filosóficos, no son de carácter empírico.
Los problemas filosóficos se resuelven de manera argumentativa y parten de
interpretaciones. En donde entran características de orden axiológico,
metafísico, espiritual y sobre todo, las convicciones filosóficas corresponden
ó las formula x persona tomando en consideración lo que ya “es” esa persona y
no partiendo de algo supuestamente objetivo a secas. Los problemas filosóficos
ser resuelven revisando históricamente lo que otros pensadores han aportado a x
problemática y por supuesto que no existe un “filósofo de tertulia o de la
fiesta”. Lo que distingue al discurso filosófico frente a todo otro tipo de
discurso o como decimos “paradigma”, es que la filosofía es el más serio de los
discursos: no se puede imaginar ni por un instante que haya algo realmente
serio en las declaraciones de los políticos, aunque, sabemos bien, que lo que
está de fondo en las cuestiones políticas es muy serio, eso le toca a la
filosofía política. Por lo demás, no cualquier filósofo contestará igual ante
determinadas cuestiones, por lo que hemos visto, están conformadas dos grandes
tradiciones de pensamiento filosófico: la filosofía continental o aristotélica
y la filosofía analítica o galileana.
3.-
Identifica y plantea el papel problemático en las principales tradiciones de la
filosofía.
Como
dije antes, están esas dos corrientes de pensamiento muy establecidas y ya
conformadas: la continental o aristotélica y la analítica o galileana, según el
pensador Thomas Kuhn, la ciencia cambia a partir de un nuevo paradigma que revoluciona
todo el espectro de determinada área de la ciencia, aunque claro, éstos
paradigmas también ocurren en la filosofía como fue por ejemplo, a partir de
que se publicó el Tractatus de Wittgenstein,
en la filosofía analítica una corriente siguió el pensamiento del Tractatus y de la lógica de Russell y la
otra corriente prefirió basarse totalmente en la obra de Wittgenstein. A partir
de ahí, según Khun, se establecen los enunciados legaliformes como una manera de darle objetividad y sistematicidad
a los hechos históricos y cualquier clase de hechos y explicarlos no sólo con
el “¿Cómo?” sino, todavía mejor, explicarlos bajo el enunciado de: “¿Por qué
sucede como sucede?”
La
tradición galileana se basa en el conocimiento, en la teoría del conocimiento y
la tiene por encima de cualquier otra de sus consideraciones.
La
tradición galileana fue la que siguió Karl R. Popper y Jacques Derrida (otro
pensador más o menos contemporáneo nuestro), optó por seguir la tradición
continental. En lo que respecta a Derrida, para éste filósofo francés el
discurso es fragmentario, una de sus aportaciones es precisamente el hecho de
montar el discurso y desmontarlo en fragmentos.
Para la
filosofía analítica (que por lo menos en lo personal me convence más), Karl R.
Popper estableció que:
1.-Las
ciencias empíricas son sistemas de teorías.
2.-La
lógica de la investigación científica puede definirse como una teoría de
teorías.
3.-Las
teorías científicas son enunciados universales.
4.-Las
teorías son redes que lanzamos para apresar aquello que llamamos mundo, para
comprenderlo, explicarlo ó manipularlo.
5.- El
conocimiento es hipotético pues es falible.
Si
entiendo bien, entonces la antropología estructural enunciada por Claude Levi
Strauss, entra perfectamente dentro de la antropología filosófica de la
tradición continental, que presta o más bien, en sus inicios quizo prestar
mucha atención psicológica al texto que tenemos enfrente, ya que ellos decían
que era como vestirse o vivenciar el texto como el que lo escribió en su
momento histórico, cosa que se vió después era inexacta.
Muchas
gracias por la atención prestada.
EL CAMALEÓN Y LA TARÁNTULA POR MARCOS GARCÍA CABALLERO
PARA ARMANDO BAYONA CELIS
Es un relato
que he contado ya varias veces con algunas variantes a lo largo de muchas
sobremesas o cruzando tragos con amigos. Ya mucho tiempo después y en mi edad adulta;
los sucesos que voy a mostrar ahora: La escena inicial debe verse en
1984, en mi salón de quinto o sexto de primaria, con niños y niñas sin uniforme
ni enseñanza religiosa, se trataba de tener apertura mental, excelencia y gusto
por la vida combinada con los estudios.
Una primaria
privada en el sur de la ciudad de México que contaba con buen prestigio para
entonces y, en particular, detrás de los salones normales de clase y el patio
con cancha de basquetbol y una pequeña tienda para las horas recreativas, un
jardín alambrado -para que los estudiantes no jugáramos a destruir las
macetas-, y un refulgente salón especial que era el laboratorio de
biología de todos los grupos. Ese fue mi primer y único laboratorio de biología
en mi vida y lo recuerdo como si al entrar en él junto con mi grupo de
generación, nos convirtiéramos de ipso facto en naturalistas franceses del
siglo XIX de esos que viajaban por todo el mundo y llegaban hasta tierras
ignotas del África o Suramérica debido a su ansia exploradora y la verdad es
que no exagero tanto: en ése laboratorio había desde avispas atrapadas en
ámbar, hasta toda clase de insectos disecados y en planos, un cráneo de un puma
y la colección más sorprendente de escarabajos que haya visto nunca, avispas,
arañas, lagartijas disecadas también y planos del cuerpo humano; es decir, todo
un mundo por descubrir para nosotros solos y cada viernes.
Además
Mario, el maestro, era amigo de mi familia y eso ante mis compañeros me daba un
plus, un plus algo loco porque había un par de encimosos que de “wookie”, no me
bajaban. (Sí, el wookie de la película híper famosa, el tal chewbacca, que le
llaman) Pero así las cosas, sucedió ese gran día, habíamos terminado con la
lección de inglés y el maestro de biología nos llamó para ir al laboratorio.
Debo detenerme en el momento en que ese día, un amigo llamado Diego, había
llevado muy presumidamente a la escuela una tarántula viva, casi tan grande
como del tamaño de una mano. La llevaba en un frasco y ese día él fue la
sensación de toda la escuela, ese muchacho ese día no se movió ni se ajetreó
mucho como los demás a la hora del descanso, jugando al básket o lo
que fuera, estaba simplemente sentado afuera de la dirección de la escuela y
todo mundo venía a preguntarle de dónde había sacado eso.
Que
supuestamente de un pueblo cercano a Cuernavaca donde sus padres estaban
fincando un terreno, y que los albañiles la habían encontrado. Que su padre le
había dicho que tal vez sería bueno llevarla a la clase de biología. La cosa
esa causaba miedo, pero seguramente la pobre estaba más espantada, por esa
nuestra pequeña potencia infantil o casi adolescente: digamos, ¿Qué hubiera
pasado si algún loco se lo hubiera arrebatado y hubiera destapado el
frasco encima de una muchacha? O peor: ¿de un maestro? Qué bueno que hasta eso,
Diego aguantaba todos los jaloneos y se pasó el recreo con una paleta helada
chupándosela y el frasco con esa cosa a un lado. Pero como dije, había acabado
la clase de inglés y llegaba hora del laboratorio de biología… Entonces sí,
Diego, muy presumido, bajó inmediatamente las escaleras de los salones, muy
orgulloso de ser la sensación de la escuela, todos bajábamos igual que él como
si fuéramos sus escoltas, ya que el frasco era el precioso tesoro para el
laboratorio. Llegamos al laboratorio y vimos a Mario platicando con los dos
muchachos de la limpieza de la escuela y cargando un serpentario. ¿Un
serpentario? Sí, una especie de caja rectangular con poca arena en su interior
y para sorpresa, lo que veía Mario adentro ya que le pidió a todo el grupo que
tomara sus bancos: un camaleón pequeño un poco más chico que la tarántula.
No fui yo el
primero en comunicarle a Mario lo que traía el frasco de Diego, todo el grupo
se lo dijo. Por eso hablaba Mario con los de la limpieza: ellos habían
encontrado al camaleón en el jardín alambrado.
Mario pidió
al grupo que le bajaran al escándalo, miró la tarántula en el frasco y luego al
serpentario, luego, sonriendo con malicia dijo que podíamos hacer un
experimento esta vez.
Le preguntó
a Diego: –¿No te importaría regalarnos tu tarántula?
Diego
respondió que se podía usar para la clase de biología.
Perfecto,
respondió Mario, tomó el frasco, inspeccionó la tarántula y luego al camaleón.
Como que el
salón no entendía pero todos estaban en ascuas.
Mario nos
pidió que nos acercáramos para ver el experimento. Así lo hicimos.
Mario abrió
el frasco y aventó a la tarántula al serpentario donde estaba el camaleón tan
tranquilo como si nada, con los ojos entrecerrados. La tarántula sintió de
inmediato que pisaba arena…
–¿Qué va a
pasar? –gritó todo el grupo.
–Ahorita lo
van a ver –dijo Mario sonriendo.
La tarántula
empezó a mover sus patas y a caminar, tal vez, con ganas de causarnos miedo, ya
que de eso viven cuando no comen, según decía Mario, pero en cuanto la
tarántula vió al camaleón acurrucado en una esquina, entró en pánico, corría de
un lado para otro del serpentario como queriendo salirse, lo cual, debido a la
altura de las paredes de cristal era imposible; corría y corría de un lado para
otro, mientras, el camaleón tan campante echaba la flojera; de repente la
tarántula pasó un poco más cerca del camaleón y nada más abrió la boca y sacó
la lengua y ¡órale! Una pata menos para la tarántula, que seguía queriendo
escaparse y no podía hacerlo. De repente pasó cerca otra vez y ¡órale! Otra
pata menos para la tarántula. Nos quedamos impresionados. Así pasó todo el rato
hasta que la tarántula sólo tenía tres patas. Y el camaleón tan campante ni
siquiera se había movido de su sitio… Cuando la tarántula ya no se podía mover,
ahora sí se movió el camaleón, volvió a abrir la boca y se la tragó entera.
¡Óoooorales!–dijimos
todos a coro.
El
inolvidable Mario se echó a reír y dijo: “¿Quién trae un jaguar y un venado
para la próxima clase?”
“DEVENIRES FANTASMALES EN LA EVANESCENCIA” SEUDÓNIMO INVITADO
Seudónimo
invitado: Yunuén Martínez Puente
nfermedad
atisbaba el aire, la poca luz que nos entraba nos lastimaba los ojos. Comenzó
la danza.
C. Olvera
Quiero ser como un recién nacido, no saber nada,
absolutamente nada de Europa... ser casi un primitivo.
Paul Klee
¿Qué fantasma recorre hoy el mundo?, ¿y qué si
el fantasma se vuelca en enfermedad íntima, en enfermedad de las sensaciones?:
“¿Qué pesadillas hemos soportado durante la noche para levantarnos enemigos del
sol?” (Cioran, 2004. P. 103).
Siento y trato de sentir un mundo enfermo. Un mundo
cuya velocidad me sugiere insomnio. Un grito en la noche. Terror.
Quisiera amar el laberinto de la vida, amar incluso
el horror. Pero hay siempre detrás un gesto, un susurro que me recuerda que el
laberinto que recorro hoy, está dominado por el absurdo. Estúpida rabia humana.
Siento y vivo en la cuerda, preguntándome siempre:
¿cómo saltar al vacío?, ¿cómo no saltar?... Y después el eco: ¿es posible
acaso, saltar acompañada?
Yo canto, quisiera cantar, antes que verme
enteramente destrozada. ¿Por qué se canta y se baila en la forma, en la línea,
en la vibración? Se canta porque al final, también la empatía juega con la
violencia entre la mente y el corazón. Porque es necesario comunicar,
establecer contacto, posibilitar el encuentro de miradas.
Trato de entender el mundo nuestro y la actualidad
se evapora ante mi mirada. Lo actual se evapora. La evanescencia continua no
sólo de la noción de realidad, sino de la noción de todo concepto, percepto y
afecto, es acompañada de una evanescencia del contacto entre el arte, la ética
y la historia. Enfermedad de las sensaciones, en cuanto éstas sufren, desde la
acumulación originaria del capitalismo, como efecto de la conquista de América,
hasta el vertiginoso simulacro de mundo inaugurado con una explosión:
Hiroshima. Silencio brutal de una violencia estúpida forzosamente generalizada
en la desesperación de la guerra. El horror de la muerte industrializada, de
las pilas de cadáveres en espectáculos callejeros. Esta violencia devastadora
de que somos capaces, una vez desatada, es la enfermedad más lamentable y
contagiosa. Como lamentable es el hecho de que la intensidad con que la vida se
precipita hoy sobre nosotros y multiplica la sensación de vértigo de la
modernidad, distorsiona nuestra existencia en una suerte de condición
esquizofrénica que nos impide parar a mirar, voltear la mirada y cuestionar la
ilusión del pasado; de lo que somos. La vida y el cuerpo, nuestra vida y
nuestro cuerpo, han de constituirse en la fugacidad del instante, que crea y
destruye paralelamente. En consecuencia, también el arte como reflejo de
nuestro cuerpo; de nuestro mundo.
El terror de lo absurdo pudiera inducir al suicidio
de la razón. Pero entre tinieblas y “castillos de cristal” hay un mundo
subterráneo que puede, incluso, tomar a la bomba y hacer con ella un canto.
Evidenciar y ocultar fantasmas. La literatura, el arte, son importantes hoy
pues generan en nosotros las sensaciones de un fuego que se mantiene sobre la
nieve; de un hierro que amenaza, pero no alcanza a silenciar del todo, el
latido del corazón.
Entiendo en Berman una nostalgia. La urgencia de la
sensibilidad, del canto, del modernismo. El carácter sensible y romántico de un
Marx que confronta los logros, el vacío y la contradicción de toda revolución,
funciona aquí como una línea de fuga y como una salud. Nos plantea problemas y
nos permite sobrevivir en un mundo posible fuera del hombre: en la figura de un
fantasma que lucha por aparecer en la evanescencia. Un fantasma que aparece,
paradójicamente, con un Manifiesto
que destruye fantasmas. Un mundo donde los fantasmas más que lastimarnos, nos
dan fuerza; donde el fantasma mismo es un arte.
Si hoy Marx se olvida o es silenciado, es porque se
entiende que capitalismo y comunismo son evanescentes. Y tal vez porque el
“socialismo real” se ha volcado contra nosotros. Pero no hay que olvidar que el
fantasma que Marshall Berman revela en Marx es una posibilidad, una visión
hecha figura, que desde la palabra, invita a reflexionar sobre el mundo como
Marx cree que pudiera ser. Sus textos, su modernismo, nos ayudan a indagar en
las grandes contradicciones de nuestra condición histórica. Si manejo por la
ciudad y veo la pobreza que se asoma, si veo los contrastes que caminan por las
calles y chocan y se odian, y el asco de imaginar o pensar en política, ¿cómo
puedo intentar entender esto sin Marx? No puedo parar y quedarme a llorar. En
la banqueta. Bajo el sol. Porque de nada serviría. No quiero saltar al vacío de
la autopista y dejarme morir. También en la vida hay rostros y formas, palabras
que hacen figura, que nos sonríen o angustian, pero nos sirven de apoyo.
Y tal vez seguiremos viviendo y luchando a la
sombra de un sueño, aprendiendo a gozar su cobijo. Entiendo en Berman una
nostalgia salubre, un sentimiento moderno, o mejor aún, modernista. Un
modernista que reconoce y busca revelar lo inaprehensible y contradictorio de
la modernidad. Y digo nostalgia porque dicho reconocimiento y dicha búsqueda se
configuran en pos de un sueño, que gracias a Carlos Marx, es un tatuaje
obligatorio en nuestra piel, en la medida en que reste en nosotros el deseo por
comprender una gran parte de la cuestión histórica de la humanidad: la que
corresponde al trabajo, a la producción, a la sobrevivencia.
Veo en Todo
lo sólido la búsqueda de una resistencia, más que la búsqueda de una meta.
Berman abre la posibilidad, construye un puente para aproximarnos al
sentimiento contemporáneo de la aporía. Un sentimiento como bloque de
sensaciones enfermas que, inmersas en la culpabilidad de su propia podredumbre,
en las ganas inmensas de arrancarse los ojos y pagar así los crímenes de la
razón, no cesan de buscar, aunque lo que busquen sea la fuga misma, o al menos,
una máscara de cinismo con que mirar al vacío.
Todo
lo sólido me invita a buscar el
acompañamiento en la evanescencia,
incluso a buscar ahí, en su fugacidad, una suerte de ética de las sensaciones
que pueda volar, transportarse en el aire, en la ráfaga de nuestros días sobre
días. Una ética en la figura, en el color, en esa ausencia de mundo que,
paradójicamente, es uno de los últimos resquicios habitables. Una ética que
posiblemente busque el olvido de Europa, de su vacío y su evanescencia, con el
recuerdo de “la flor y el canto”.
Bibliografía
Berman, M.
(2011). Todo lo sólido se desvanece en el
aire. México: Siglo xxi editores.
Cioran, E. M.
(2004). Breviario de podredumbre.
España: Punto de lectura.
Deleuze, G.
(2009). ¿Qué es la filosofía? España:
Anagrama.
Dorra, R.
(2005). La casa y el caracol. México:
Plaza y Valdés.
¾¾ (2002). La retórica como arte de la mirada.
México: Plaza y Valdés.
León-Portilla,
M. (2006). Quince poetas del mundo
náhuatl. México: Editorial Diana.
Lipovetsky, G.
(2009). La felicidad paradójica.
España: Anagrama.
Marx, C. y Engels,
F. (2008). Manifiesto comunista.
Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.
Olvera, C.
(2009). Génesis de la indignación.
México: Instituto Cultural de Aguascalientes.
domingo, 17 de marzo de 2024
lunes, 11 de marzo de 2024
martes, 5 de marzo de 2024
NO FUE LA POBREZA: FUERON LOS MALDITOS LOS QUE NOS ABANDONARON, ÉSTE ROLLO ERA PARA UNA REVISTA Y FUE RECHAZADO, PERO A MÍ ME GUSTA!
POR
MARCOS GARCÍA CABALLERO
Charles Baudelaire,
figura icónica entre fines del romanticismo y lo moderno, nació en 1821;
mientras tanto, México transitaba de colonia española a ser, de forma
vacilante, una nación independiente. Baudelaire murió exactamente 40 años
después, en la miseria y el abuso de sustancias tóxicas (por ejemplo, el opio);
el otro ícono, Rimbaud, tuvo más o menos la misma suerte ya muy conocida. Su
legado ha sido venerado casi los doscientos años que nos separan de ellos: en
Francia, en el bachillerato, los jóvenes actuales franceses se enteran de ellos
por obligación; los poetas que les hemos tomado como influencia en medio mundo,
nos siguen leyendo mucha gente, sí es así pues, (no deseo hacer mucha
especulación sobre, digamos, la poesía mexicana reciente, pero con afán de
robustecer el escrito los remito a mi blogspot que ya saben la dirección y el
texto es de Sergio Vicario, titulado: ¿De qué hablamos cuando hablamos de
poesía?) pero los llamados hasta hace por lo menos un lustro serios o
importantes secretos del mundo que hacen a la gente descubrir aún a muchos
autores; ya sean poetas, cuentistas, ensayistas o novelistas, ya no buscan a
los poetas malditos: mejor dicho: ya no hay nuevos secretos del mundo dichos o
sugeridos por los poetas malditos. La poesía fue, otra vez, violada, esta vez
no perdió originalidad, fue acusada de ya no poseer secretos. Hubo mayoría de
votos, fue noticia de terceras páginas y eso, en pocos diarios. Vivo en una
ciudad mediana del centro del país: ahí, ya no veo a jóvenes hombres que vayan
fumando por la calle vestidos de negro con Efraín Huerta o Octavio Paz bajo el
brazo. Esa parte de la cuestión es la justificación de estas líneas. Los jóvenes
actuales, “aunque vivan entre la cerveza y el speed metal” (cito de
memoria a Monsiváis), hace ya tiempo que dejaron de escribir sobre el metro
urbano, ya jubilaron los trajes negros, los cortes de pelo punkies y
toda ésa masa de cultura underground que aprendieron de The Cure
y que después se enteraron que todo eso venía de los poetas malditos como
golpeando la tangente de los contenidos europeos que hablan, por ejemplo en Charles
Baudelaire, de la gloriosa época micénica de hace 2500 años a. C. y los tiempos
en que Sócrates les tiraba rollos aplastantes a sus interlocutores. Tal vez el
sueño de los malditos era también como el de los griegos: el ágora permanente,
ajá, pero a los jóvenes que conviven con nosotros en este país desde fines de
los años noventa y el inicio exacto del siglo XXI ya no les importa leer, qué
va, ni siquiera vestirse como darks, dandys o flaneurs,
¿Qué es lo que sí les gusta? Bad Bunny, que les dice, en vez de José
Agustín, de qué se trata lo que les empieza a importar, de hecho mucho tiempo
les gustó El Cártel de Santa, y es ahí donde vive y entra nuestro país
actualmente, el fenómeno migrante de la masa de inexistentes inmigrantes de
Centroamérica, México, Colombia y anexas, de ahí surgen los ya conocidos
documentales sobre La Bestia, la fea, (pues sí, es fea y da tristeza),
pobreza que no nos abandona, pero gente como Roberto Bolaño o José Vicente
Anaya que fueron camaradas de la marginalidad y mucho después reconocidos casi
mundialmente, ya no existen.
“Quiero transparentar
mi lugar de enunciación” Dijo Ana Emilia Felker, (recientemente publicada en Letras
Libres) en otras palabras, separemos el kiosko donde se vende Letras
libres del puesto de mangos enchilados y llenos de moscas ¿Verdad Felker?
Aguante vara porque usted es una dama muy guapa; permítame descorchar un tinto
en honor a su Premio Nacional de Periodismo 2015.
Ya lo había dicho José
María Pérez Gay, (supongo que en Tu nombre en el silencio),
caminar por Londres o París es como dar quince pasos en cualquier otra ciudad
del mundo, (afortunados los latinos que hemos podido), pero dar quince pasos en
la CDMX, entre el mar de gente, los autos Audi y Mercedes-Benz,
los puestos de comida callejera junto al hecho mismo de que es imposible
asimilar todo ese paisaje en segundos, todo eso me hace pensar que Bolaño o
Anaya, si vivieran, serían en estos tiempos, los recogedores de basura de
Tepito hasta La Condesa, y en las noches de eso harían sus narraciones y sus
poesías.
¿Y ése sería el
secreto del mundo?
Buenas noches,
estimados radio escuchas, estamos aquí en vivo y en directo hablando para una
transmisión con Charles Baudelaire para hablar de su nuevo libro, qué tal ¿cómo
le gustaría empezar?
Merci, mire, mi libro
es una sátira de El Cartel de Santa que empieza con una cita de
Jenófanes y otra de Anaximandro, ¿se puede fumar aquí dentro?
¿Pero la pobreza? Mal
e “invisible desde mi lugar de enunciación”, pero ¿Qué te digo lector?
¿Aceptarías que a estas alturas del partido te dijera: ¡¿Mi hermano mi
semejante eh hipócrita hermano!?