OBSERVACIÓN
CUATRO
Hay un
problema que es muy común en los talleres de creación literaria. Después de que
fulanito o sutanita se dan a conocer por vez primera con un texto al que le han
puesto todo su empeño e ilusión, en muchos casos, el coordinador del taller u
otro farragoso responden: “Bien... pero, ¿qué quisiste decir en este párrafo o
este verso?” Cuando a López Velarde le preguntaban qué había querido decir en
alguno de sus textos, con parquedad, respondía: “pues lo que dije”. De ese modo
sorteaba esta pregunta que la mayoría de las veces, si no lo es por ingenuidad,
es solamente un golpe bajo disimulado y machacante. Yo propongo que cuando nos
pregunten qué quisimos decir en un texto, respondamos de inmediato: “¿A qué te
refieres exactamente, a las implicaciones históricas, filosóficas, sociológicas
de mi escrito, de su significación semántica y lingüística, quizá su vena
antropológica, poética, o simplemente a lo que significa la literatura tal cual?”
Estoy seguro que ahí sí que la hacemos buena.
LA CORDURA DE LA DISIDENCIA
A todos los músicos que hacen
posible ese prodigio llamado
La maldita vecindad y los hijos del 5 patio
Hacer poesía por la creencia de rebelarse
ante los que nos han dicho
que está mal hacerlo no es suficiente.
Hacer poesía por las
ganas de hacer
malabarismos verbales no
es suficiente.
Hacer poesía porque nos gusta
leerla
no es suficiente.
Hacer poesía para decir
una catarsis
de incoherencias no es
suficiente.
Hacer poesía como otro
modo
de comunicarse con las
amistades
o las mujeres no es
suficiente.
Hacer poesía por la
creencia de que lo dicho
permanece,
tampoco es suficiente.
Hacer poesía por el
convencimiento de que
la poesía expresa al hombre
y su circunstancia,
como dijo Ortega, o de
que lo real es lo que me circunda
y me resiste como dijo
su discípula María Zambrano
no es suficiente.
Hacer poesía por la
convicción de que la poesía
es otra más (escuchen:
otra más) de las ramas
de las humanidades como
la antropología,
la historia o la
psicología no es suficiente.
Hacer poesía para matar el
tiempo no es suficiente.
Hacer poesía porque se
tiene
"algo qué
decir" tampoco es suficiente.
Hacer poesía como un
modo
de propaganda política
no es suficiente.
Hacer poesía para
vengarse de los enemigos
no
es suficiente.
Hacer poesía para que los
otros se rían
no es suficiente.
Hacer poesía para hacer
el ridículo podría,
pero tampoco es
suficiente.
Hacer poesía para retar
a la historia, al hombre,
a la mujer, a la
realidad, no es suficiente.
Hacer poesía para buscar
la grandeza
no
es suficiente.
Hacer poesía basado en la
creencia de que la poesía
es el segundo esqueleto
del hombre
tampoco es suficiente.
Hacer poesía para salvar
a la humanidad
no sirve para nada.
Hacer poesía para
encontrar una verdad no dicha
a lo largo de por lo
menos veinte siglos
de versos tampoco es
suficiente.
Hacer poesía para
descubrir, por medio
de la poesía, lo que la
poesía representa y decirlo
en un meta-poema tampoco
es suficiente.
Hacer poesía para hacer
galimatías no es suficiente.
Hacer poesía para vengarse
de los poetas light, es decir,
los que no dicen nada y
lo dicen mal, no es suficiente.
Hacer poesía para decir
que la poesía no sirve
es peor que un mal
poema.
Hacer poesía después de
hacer el amor o
tomar alguna droga no es
suficiente.
Hacer poesía para honrar
a los grandes maestros
no es suficiente.
Hacer poesía para
soltarse de la imaginación
bonitas imágenes no es
suficiente.
Hacer poesía para decir
que la sociedad
ha perdido algo esencial
que sólo la poesía posee,
o que la poesía es inherente
al nacimiento de
las civilizaciones fue
suficiente, pero ahora no.
Hacer poesía para defender
la casa, el barrio o la tribu
no es suficiente.
Hacer poesía para tentar
la locura es posible,
pero no suficiente.
Hacer poesía para salir de
la locura no es posible, pero es suficiente.
9
de noviembre de 2001
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