domingo, 5 de diciembre de 2010

de Microhistorias

Cada fin de año hay que ahuyentar a los fantasmas que han hecho su hogar entre secos nidos de pájaros y escondrijos de la casa. No siempre se van. Procedemos entonces a quemar las reliquias que encontremos bajo el piso, pero siempre con los ojos cerrados. Arturo Villalobos

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