A Efraín
Huerta
El
lagarto, in memoriam
POR
MARCOS GARCÍA CABALLERO
Cuando te
beso, te guardas
en una
espina candente,
cuando te
toco, palpo la flama de la fe
que arde
en tu mejilla silenciosa,
te guardo
entonces en la constelación
de la
inexorable patria que te has chupado tu misma,
ciudad,
en una explosión de ira, desempleo y policías
que
atracan tus glorias viejas…,
¿sabes
que parecerías mejor sin ser tú, ciudad,
sino
plomo y chapopote que escurre en el horizonte
de
nuestras verdades y nuestros silencios?
¿Quién
sino tú, para devolverte, para atestiguarte
en el
cause marino de tu primavera, de tu testamento?
Dime
ciudad, sino te amo cuando accedo a recoger
un pedazo
de tu estómago filoso,
de tu
diente que te arrastra sin decirnos nada,
de tu sueño
moderno,
de lo que
palpita en tus graffittis queriendo ser qué cosa?
Fundamento
de nuestra realidad,
aquí y
ahora, ciudad, no una tregua,
sino un
cambiante presentir que no resbalamos a tu tumba,
sino que
nos la asediamos,
sin
pedirnos permiso, para volver a ser portadores
de
individualidad, de arte, filosofía y matemáticas,
clases de
inglés de 5 a 7, y recorrer todos tus submúltiplos
que son
siempre dos que tres oasis para dejar la cabeza un rato.
Ahora
ciudad, en el presentimiento de que te asalto
con éste
poema, que no es mío sino de nadie,
ni de la
esperanza, ni de la desdicha,
sino
parte de tu historia que yo, como un lenitivo,
como un
antídoto, me coloco bajo el brazo
cual
periódico o bolsa de mandado,
tú que
has hecho de mi sueño un gis que se borra interminablemente,
te digo:
te odio, puta ciudad, pero te detesto, pero te amo.
SOBRE IVÁN RÍOS GASCÓN Y
SU ÚLTIMO LIBRO BROADWAY EXPRESS.
POR
MARCOS GARCÍA CABALLERO
Buenas tardes a todos los aquí
presentes. Es para mí un gusto y un honor presentar el último libro de mi amigo
Iván Ríos aquí en Aguascalientes, pues debo decir que cuando yo volví a vivir
aquí en el año 2006, Iván se encontraba en Nueva York redactando, gracias a una
beca, este libro que ahora él viene a ofrecerles a la feria del libro más
grande del estado.
Antes de referirme propiamente
a la obra, tenemos que establecer que Iván Ríos es uno de los nuevos
protagonistas de la cultura juvenil y de los medios de comunicación en
general: Ya desde 1994 él era locutor de radio en la estación
legendaria Rock 101, publicaba en el suplemento cultural de Excélsior y
había sacado su primera novela Tu imagen en el viento en la que
decodificaba a esos personajes que se dejaban ver en la plaza de Coyoacán como
en el Hijo del Cuervo y que tenían pretensiones artísticas he intelectuales.
Fue al año siguiente en 1995 cuando yo lo conocí: fui a buscarlo a las
oficinas de Excélsior con 300 cuartillas
del borrador de mi primera novela. Él me recibió con gusto y nos quedamos de
ver en una semana; para mi buena sorpresa, me invitó un par de cervezas con sus
amigos y al escucharlo hablar inmediatamente me identifiqué con él, se veía
inteligente, profesional y bajo los aires de la locura favorable que han hecho
de él un conocedor de cine y música alternativa, literatura de culto, pintura, plástica,
etcétera. Iván conoce detalles curiosos sobre un variopinto grupo de autores y
artistas, por ejemplo del pintor Francis Bacon, de John Kennedy Toole, el
celebrado autor de La conjura de los
necios, y lo que sucedió después de la publicación del libro; de Henry Miller y el juicio que enfrentó
acusado de pornografía por sus célebres y ya clásicos Trópicos, asimismo, Iván es colaborador
actualmente de la revista The Rolling
Stone en su espacio para reseñas literarias, por ejemplo, ahí apareció una
buena nota para recordar a Carlos Fuentes, también Iván mantiene una bitácora
en Internet (no les diré la dirección porque está en el libro). En fin, Iván ha
logrado ya desde hace tiempo, un estilo propio para sus comentarios sobre la
cultura posmoderna y la no tan moderna.
En el año 2004 entrevisté a
Iván a propósito de otra novela que él había sacado en el 2003, LUZ ESTÉRIL (editorial Praxis) en la que
también volvió a retratar a los jóvenes pretenciosos de excesos de sexo,
drogas, alcohol, intelectualismo y anhelos artísticos. Pero ésta novela, cuyo
ancestro aparente se encontraría en Gustavo Sáinz, José Agustín y toda la
llamada “literatura de la onda”, tal como la definió desde entonces Margo
Glantz, resultaba de inmediato otro tipo de registro, otra visión totalmente
diferente; es decir, Iván hurgó en la vida underground
de la Ciudad de México en las vidas de los treintañeros de los bajos fondos y
de las clases más altas y no había nada en su texto que ver con “la onda”, se podría decir que
éramos nosotros los retratados, en una historia en la que, curiosamente, la
construcción misma de los personajes y sus propios conflictos internos brillaban
más que la historia por sí misma: se trataba en esa acertada visión narrativa,
de que los jóvenes entendieran a los personajes como sus posibles pares; con
toda esa gran exploración interior, Iván no toma recursos prestados a José
Agustín, ni siquiera hace mención al
caló propio de la Ciudad de México como otros escritores gustan de
hacerlo; más bien reinventa a la juventud porque la onda pasó hace casi 50
años, en cambio nosotros fuimos jóvenes apenas ayer. Y si Iván ya lo había
hecho de algún modo en Tu imagen en el
viento, en Luz Estéril me parece
que logró llegar a una cima con la suficiente tenacidad he inteligencia
narrativa que ahora es una obra que definitivamente no puede ser pasada por
alto. (Recuerdo que por entonces los comentarios a Iván eran: “¡Qué caray Iván,
ya consíguete una novia!” Se lo decían porque el libro es largo, pero además
Iván también tiene sus admiradoras).
Y ahora, para que nadie se
vaya de aquí sin su ejemplar de Broadway
Express, voy a hablar bien del libro: ¿Recuerdan algunos de ustedes La Poética de Aristóteles? Más o menos
una de las tantas reglas que el estagirita impone en ese texto clásico a las
obras literarias es buscar contar algo creíble pero imposible, en vez de algo
posible pero increíble. En lo personal no le hago mucho caso al alumno de
Platón, pero Iván lo logra con soltura y amenidad, desde la postura de un
narrador omnisciente, crea atmósferas híper modernas salpicadas de glamour,
cenas y coktails en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, por decir algo. Sus
personajes se enamoran, se embriagan y tienen fiestas en restaurantes donde
Robert de Niro es el dueño… Se trata de una obra compuesta al modo de la Trilogía de Nueva York de Paul Auster, o
el Quinteto de Buenos Aires de Manuel
Vázquez Montalbán en una serie afortunada de relatos entremezclados donde
abunda el buen gusto de lugares, y
registros cercanos a Broadway pero ésta
vez los personajes son más vacíos, o algunos buscan la autodestrucción inconscientemente
como en el relato Sometihn’ stupid,
título prestado de una canción de Frank Sinatra donde se cuenta la mejor parte
de una mala noche para mejor olvidar.
Los personajes, treintañeros ricachos de Nueva York, se ven envueltos en
parábolas que dejan entrever el vacío existencial y un poco el sentimiento de
orfandad que se vive en las grandes metrópolis sin dejar de mostrar su lado
tragicómico y en especial el último relato, para mi gusto el mejor del libro,
donde estamos en presencia de una desesperada relación erótica arrolladora que
culmina en algo creíble pero imposible. Iván
deja ver claro, que sus personajes nunca dejarán de buscar el amor o el sexo y
el alcohol, pero que el amor a estas alturas es ya casi una utopía
irrealizable. Pero ésta mención no debe de entenderse como una falta de
exploración en la condición humana: todo lo contrario, quizá esa sea la
dimensión trágica que viene anunciando Iván: que la gloria del amor y de la
vida buena puede o está cerca de acabarse, como buen creador consciente de su
tiempo histórico, Iván Ríos Gascón sabe que el mundo siempre está peor que
nunca… y respecto a esos placeres de los que habla, cabría recordar al filósofo griego Demócrito: “¡Hay que agarrar
con las uñas esos placeres que la vida nos va quitando!” Y ¿por qué no? Uno de
esos placeres es la literatura de Iván Ríos Gascón.
Muchas gracias, 22 de
septiembre de 2013.
Casa De La Cultura “Víctor Sandoval”,
Aguascalientes, Ags.
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