De puerco,
pidió el huésped italiano cuando arribó a México por el aeropuerto
internacional de la ciudad, eso vio al pasar a las mujeres francesas que lo
acompañaban, por eso le dijeron que era mejor decirle suadero, sesos, pastor,
cabeza, costilla, o lechón, al degustar el plato, lejos ya del bullicio del
aeropuerto, al probar el taco, supo que había llegado a México, era eso éste
país con Cabezas colosales en Xalapa, era eso, éste país de donde en su zona
central hubo chichimecas, eso era estar, simultáneamente, en el desierto de
Sonora, el desierto de real de catorce, los océanos de las famosas costas
turísticas de México, eso era, lo que él sabía que eran 500 años de
catolicismo, de chingas al pueblo de México, eso era lo que los filósofos
marxistas del pasado llamaban ethos barroco, eso y no otra cosa era la belleza
extraña de éste país, pensó el italiano, al sentir el picor de la salsa y el
chile de México, eso le ofrecieron muchos muchachos en la taquería, estaba
solo, pero supo al instante, que era su oportunidad, de estudiar la pista de
los ancestros que él creía que estaban ahí, tierra tras tierra, noche tras
noche, en algún lugar del centro de éste país, hacia donde él se dirigiría al
día siguiente, le pareció la vista de la noche estrellada (siempre en orión le
dijeron), que éste sería el viaje de su vida, el sueño que él siempre había
acariciado, ¿cuántos antes que él? Muchos, desde Ambroce Bierce el gringo que
se perdió en México en los inicios de la revolución mexicana por los desiertos
de Chihuahua, ¿cuántos antes de él? Muchos, muchos europeos, argentinos, de
todas las latitudes, hasta los chinos que supo, su presidente les pidió perdón
por los bárbaros mexicanos que en Sinaloa, los habían matado a balazos, fue
algo que él supo, él se miró así, con sus treinta y nueve años, yendo hacia
esas tierras, de las zonas desérticas de México, toda su tesis de Giordano
Bruno, la miró en todo su esplendor, “qué he hecho?” pensó, éste país es
Giordano Bruno, éste país es una alta abstracción que José Emilio Pacheco le
dedicó “alta traición”, ésos amigos suyos de Italia los llevaba en el corazón,
en la inmortalidad de la existencia que él soñaba, él quería salir de su altura
europea, éste país maltratado le pareció excelente, pagó la cuenta del
restaurante y le dijeron: son $200 pesos, pagó, y dejó dos pesos de propina,
fue siempre hacia el norte de la ciudad de México donde lo esperaba su amigo el
editor de una novela vieja que hacía mucho tiempo había sido un éxito en
México, “Diablo Guardián” dijo él, “más o menos” contestó Roberto Quevedo, en
realidad son muchos por ese libro, una centena de gente, algo le decía que él
lo llevaría hacia Giordano Bruno, el principio de la búsqueda. Roberto sabía
que decían, en el medio literario mexicano, como un rumor, como algo palpable,
que existía un cuento inédito de Giordano Bruno y otro de Guy de Maupassant, en
el centro de México. Pues a eso vino el italiano, estaba seguro que ésos
cuentos podría encontrarlos con la ayuda de Roberto, eso, era eso, y al día
siguiente también desayunó carne de puerco, en casa de Roberto, mientras él
atendía la oficina de su editorial. Comió hasta hartarse, hasta eructar, hasta
soñar con puercos en el frío departamento de Roberto, sonó el celular, era su
gente de Italia, que querían saber cómo había llegado, “estoy bien, me siento
excelente” respondió. Después de todo, ser un extranjero italiano en México era
de buen gusto y bien visto por quien fuera en éste país, se puso su saco y
abrió la lap top hacer espire que tenía entonces y entonces entró al internet
que Roberto robaba al vecino. Qué desmadre, que loco era México, todos los días
temblaba en la capital y la provincia estaba perdida, según decía Roberto, “ a
éste país lo a saqueado 100 años de porfiriato” dijo Roberto, “ve las
noticias”. El italiano se sintió extrañado, en Italia parecía perdida la
batalla contra el sars cov 2 ese maldito bicho salido de la ultratumba de Mao
tsé tung y refriteado en un laboratorio, ¡el mundo entero se había contagiado!
¡Maldita sea! Y eso que la comida China era muy querida por los mexicanos, los
mass-media no sabían mucho del virus, éste país carga tantos rezagos, éste país
está tan sediento de justicia y la gente quiere juzgar expresidentes mexicanos.
Roberto volvería a las tres, a comer con él, le dejó la llave del departamento
202 del multifamiliar dónde residía éste amigo suyo, y checó la correspondencia
de su lap, “te llevaré la mejor carne de lechón y puerco de tu vida”, le dijo
Roberto, él se instalaba, él pensaba en su precario español, pero no había
tenido problema en la aduana, y estaba vacunado con Astra zeneca, doble
inyección, y órele! A viajar a la provincia central de México, todo sea por
Giordano Bruno y Guy de Mauppassant, en el centro de México estaba la
respuesta, chilló un perro en el tejado del vecino, y el italiano supo que su
aventura apenas comenzaba, tenía que tomar notas, ¿notas? Por supuesto, él
quería el final de Giordano Bruno y Guy de Mauppassant para su doctorado en la
Universidad de Milán, sabía que el alcohol tenía que dejarlo para más tarde,
con Roberto, mucho después, en la carretera, con el Volkswagen de Roberto
modelo 1995, que él tenía bien conservado, iría hacia allá, donde decían, era
territorio comanche, indios crucifijos y ancianas tortilleras con hijos de
perra en cada esquina, y que ahí, en cierto lugar, reposaban ésos manuscritos,
pura idiotez circundante, pero ahí, tendrás que buscar doctor Italiano, ahí
está la sagrada tinta de tus ancestros, devuélvela a tu familia, piensa en todo
lo que dejaste para venir a México, entrevístalo a Roberto y a quien se deje,
así darás con soltura a esos arrabales de ésta pinche provincia que desgrana
mierda abstracta de políticos y estudiantes, año con año, siglo tras siglo,
flores jodidas y quinceañeras zombies, ahí irás a buscar, en esos pueblos de
provincia mexicana, ahí, debajo de un zombie, puede que encuentres un poco de
huellas de Maupassant, ya te digo, así está. “Mierda” “aquí si no los matan los
sicarios se duermen y en sueños se los comen las cucarachas”, que terrible
lugar, y allá es peor, se dijo asomándose a la ventana ¿Parecía Veracruz?
Parecía un montón de ciudades perdidas, sí, pero perdidas entre otras ciudades
perdidas y así sucesivamente, que la ciudad es Hot Waters, dijo Roberto, que
ahí encuentres a tus autores y ten cuidado con las lluvias, se caen del cielo
todos los cangrejos expiatorios de quién sabe qué chingados, te dejaré en
Querétaro ¿ok? “Perfecto” dijo, “recuerda las quesadillas de sesos” ja, ja, ja,
era un mamotreto esa teoría del ethos barroco mexicano, pero encantadoramente
en palabras de un par de mujeres que yo te dejaré conocer allá, dijo Roberto,
eso elevará tus expectativas, tendrás deseo de atravesar la república entera,
los ladrones de información cibernética te van a encantar, todos están libres y
pedorreándose en el lodo, Blaise Cendrarse tuvo aquí, también después Antonin
Artaud comió peyote con los rarámuris, los indígenas de pies corredores,
¡madera hombre! Éste país espera tus investigaciones, sí Roberto, lo sé, sé que
el futuro de mi tierra depende de eso, de mi propia tierra prometida, quiero
desenmascarar hasta a los clientes de los taxis uber de Hot Waters city, sin
embargo me asaltaba la pregunta, por qué ése pinchurriento pueblo, por qué ahí
tan insistente indicaba toda esa cauda de rumores, ahí, en ese rugir de
mercados, de caníbales de libros, de aguacates traídos de Chiapas, notas,
notas, dame más notas cuando llegues Roberto, sí, de cerdo me parece fabuloso,
es que acaso son retrasados mentales los que ahí viven, no, no viven, no
sienten esa idea, el gobierno los tiene enajenados, un movimiento en falso y
zas! Te convierten en cerdo, lechón, pastor, cabeza, y te enseñan a rezarle a
la Guadalupe, ni modo, tú quisiste venir, sí Roberto, es mi deseo, es mi
proyecto, qué asco Europa, qué asco México, es la pandemia, date cuenta, obvio,
lo que éste país necesita está en los asquerosos hocicos de los cazadores de
brujas, los derechos humanos están vandalizados, las mujeres están hartas de
ésta clase de machos históricos que adoran eso, de puerco, sudoríparos de
quincena, y es provincia donde guy de Mauppassant espera que lo rescates.
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