sábado, 9 de mayo de 2020

HABLA CIORAN

LA HISTORIA NO TIENE SENTIDO

El hombre hace la historia; a su vez, la historia lo deshace. Él es su autor y su objeto, el agente y la víctima. Hasta hoy ha creído dominarla, ahora sabe que se le va de las manos, que se desarrolla en lo insoluble y en lo intolerable: una epopeya demente cuyo desenlace no implica idea alguna de finalidad. ¿Cómo atribuirle un objetivo? Si tuviera uno, solo podría alcanzarlo una vez llegada su término y de él sólo sacarían provecho más que los superviviente, los restos; solo ellos se sentirían colmados, pues gozarían del incalculable número de sacrificios y tormentos que el pasado ha conocido. Visión demasiado grotesca e injusta. Si se desea a toda costa que la historia tenga un sentido, debe buscarse únicamente en la maldición que pesa sobre ella. El propio individuo aislado puede poseerlo en la medida en que participa de esa maldición. Un genio maléfico preside los destinos de la historia; es evidente que esta no tiene objetivo, pero se halla marcada por la fatalidad que suple el sentido y que confiere al devenir una apariencia de necesidad. Esta fatalidad, y solo ella, es lo que permite hablar sin ridículo de una lógica de la historia --e incluso de una providencia, una providencia especial sin duda, y más que sospechosa, cuyos propósitos son menos oscuros que los de la otra, la siniestramente bienhechora, ya que logra que las civilizaciones cuyo destino rige se desvíen siempre de su dirección original para alcanzar lo contrario que deseaban, para desmoronarse con una obstinación y un método que denuncian las maniobras de una fuerza tenebrosa e irónica.
DESGARRADURA, 1989.

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