para Argelia
Aún en la noche hay sombras vagas
que
merodean sobre nuestro descanso,
vano
descanso dado a los humanos,
celosamente
empeñados en mirar
la claridad
detrás de la penumbra,
la verdad
íntima de las palabras,
y la voz
tan callada del silencio.
Mas el
misterio se niega con fuerza
a
revelarnos su negro secreto,
si antes no
ha cobrado el empeño
diario del
mísero y solitario,
mas no
callado raro pensamiento.
Puesto que
duras son aquellas preguntas
que
invitadas llegan después del alba
y del día y
la tarde a la noche desatada
sin una
respuesta o una corazonada.
¿Acaso un
ojo metálico y su brillo,
muy por
encima de todos los techos
nos
observa, distante y silencioso
ahogarnos
ya en nuestros propios sueños?
Al fin el
hombre ha trocado el nombre
de su
flamígera soledad creída,
y no
conforme busca, siempre busca,
loco está
buscando la manera,
el modo de
cambiarla, ofrecerla,
perderla ya
de su faz poseída,
o
negociarla a cambio
de
escombros
que dejará
sobre la cama donde
acostará
su gran
fatídico descanso roto.
El hombre,
guía ciego, se resiste a saber
lo que ha
sido -lo que es, mucho antes
de que su
reino de imágenes huecas
lo
deslumbraran, disminuyéndolo,
con su
civilización toda a cuestas.
Este
llamado hombre que camina
con la
certeza rara de sentirse
vivo,
creyéndolo
así por causa, sí,
de los
recuerdos sí, aún los muertos
sí, y peor
los vivos;
o por su
cuerpo malherido y atado
a la
constante angustia que devora
el pan del
sueño, poco y necesario.
¿Mas cuáles
son las preguntas impuestas
que lo
arrebatan,
que niegan
su calma?
Acaso
impuestas por el mismo demonio
que lleva
dentro y no lo deja, no
a sol ni a
sombra,
sólo en el
lugar,
en el
intersticio de su vigilia.
¿Cuáles son
las preguntas que regresan?
¿Qué es el
hombre y qué lo motiva,
ir y
sucumbir ya herido o muerto
por esta
causa de su triste guerra?,
¿por qué
matamos?,
con balas,
mentiras,
bombas,
misiles o
palabras fraticidas.
¿Cómo será
el día de mañana?
Y las
preguntas añejas, conocidas,
que día a
día arrasan nuestros reclamos
o mal
llamados sueños de vigilia,
siguen,
persiguen, cual fieras con hambre
hasta ser
del cuerpo y el pensamiento
una presa
ya fatigada por desvelo.
Mas de
pasión y cuerpo y alma
es este
hombre, también de entrega,
entendimiento
y de
equívocas ideas.
SERGIO VICARIO, POETA, NARRADOR Y PROMOTOR CULTURAL. ENTRE SUS LIBROS: "BARÍTONO DE LUZ" (TIERRA ADENTRO AÑO 2000)
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