miércoles, 18 de noviembre de 2009

Naa... Olviden el post anterior

Mundanas y Mundanos, chequen lo que me dijeron en Zacatecas el 14 de abril de éste año. Además les dije seriamente que si alguien quería mi novela, enviara un mail, bueno, yo sí lo hubiera hecho, sólo los charlatanes creen que los que hacemos cosas somos pendejos con iniciativa. Eso, eso es lo malo, que charlatanes ya hay de sobra y pa aventar pa arriba, ya va a amanecer... mundanos y mundanas, hagan lo que tengan qué hacer, no me? jodan No! No SE JODAN!! Habla Caleb Olvera R. Cuando te piden que presentes un libro, es por lo general un honor o un cebollazo, como algunos dirían. De hecho es muy poco frecuente que presente un libro alguien que no sea conocido o amigo del escritor; así que el resultado de la presentación se espera o diseña de antemano. Dime a quién escoges para que presente tu libro y te diré qué es lo que quieres escuchar. No voy a mentirles, Marcos García Caballero o Gabriel García Marques como gusta autonombrarse, ante los ojos de las que pretende seducir, es amigo mío y es para mí un honor hacerle esta presentación. Pero no por eso será deshonesta, ya que eso de alabar a los libros no se me da. Así que trataré de ser lo más objetivo posible, según la ocasión (no descarto que les mienta). ¿Qué se espera de una presentación? Básicamente dos cosas, la primera es que se digan y se relaten las cualidades literarias del libro, mostrándolo ante los escuchas como aquello que les falta para ser felices. Que se muestre como si fuera un salvo conducto al paraíso, eso es realmente lo que te piden que presentes, y además es hacerle un poco de promoción, como el comerciante que promueve su extraño elixir para curar la gripa, la pulmonía, la sífilis, la artritis, los dolores musculares, el mal de ojo, los callos y juanetes, y todo aquello que en ese momento se requiera. Así, la exigencia de un presentador es la de un seductor de intelectos, que engrosa y hermosea la obra que presenta. La segunda cuestión que es requerida es la de hacer ingresar al texto en una lógica de mercado, es como instalar en una mesa de los literatos, el canal de ventas, sin embargo, para esto hubiese sido mejor escoger una modelo que adornara con sus caricias las cualidades fálicas y físicas del libro. En resumidas cuentas, se está obligado a decir compren, es un buen producto que vale la pena, cuyo valor está subestimado en su precio. Habiendo cumplido con los requerimientos formales que las presentaciones de libros requieren, es momento de tratar otro interludio, pero esta vez de manera particular, y es necesario darle paso al texto y al autor. ¿Qué les puedo decir del autor? Marcos García Caballero (1973) es egresado de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Tiene publicado un poemario Infinitos Dispersos (Alforja, 2001), ha participado en actividades culturales para jóvenes en el gobierno de la Ciudad de México y en actividades de apoyo a las bases zapatistas en Chiapas. Se ha desempeñado profesionalmente para el INEGI en cuatro ocasiones. Participó en 2002 en las Jornadas Lopezvelardeanas en Zacatecas dedicadas a Eduardo Lizalde y en ese mismo año ganó el premio “Salvador Gallardo Dávalos” de narrativa por su novela Edad en el Alba. En 2003 publicó un libro de ensayos titulado “Once viñetas ensayísticas breves y un poemáximo sangrón”. Actualmente es colaborador de las revistas Alforja y de DOS FILOS, hasta el día de hoy que presentamos su último libro: Antes de todos los partidos El texto que ahora les presento es una novela que pretende revelar la esencia del alma humana, la locura y la aventura de quien se ha atrevido a solicitar un puesto de Rimbaud, un puesto de poeta. Por lo demás el texto se antoja una alabanza o una adivinanza, se antoja un dulce delirio emparentado con el misticismo propio de la escritura, pues lo que la novela nos presenta es este viaje que ya ha hecho Ulises en busca de su casa, en busca de su amada, es Marcos García en busca de sus orígenes, en busca de intentar comprender el laberinto de los años que no ha logrado fraguar en una historia. Si no que son el relato de este viaje mitad imaginario, mitad mitológico, que nos lleva de la mano hasta lo recóndito de Morelia, donde las paredes destilan melcocha con bilis putrefactas, donde sin más ni más en plena borrachera se despierta por las caricias algo sensuales de un homosexual que intentaba agarrarlo dormido, y así, de poco en poco se realiza la novela, con risas va construyendo las razones de sus motivos, y cuando está a punto de llegar, cuando se pregunta en boca de un loco por qué ha intentado matarse, solamente alcanza a responder pues porque estoy loco. Así que queda impronunciado otra vez el nombre del padre y Camilo José Cela vuelve a decir, desde su oficio de tinieblas, tu padre no menciones su nombre. La novela se construye como un acertijo donde la razón real es cambiada por la imaginación, por la seducción del literato que sabe cómo engañar para cautivar al lector y que algo en lo recóndito de sí mismo le impide pronunciar el verdadero significado de la locura y el verdadero nombre de la enfermedad que ahora ha degenerado en carnaval. Un burdel mental nos convoca, lleno de las playmates de Los Ángeles y entonces el mundo se doblega ante el lector, como una prostituta ebria que se te cuelga de la ropa y te suplica, te ruega, que por favor no desaparezcas del cuarto, que todo será por amor. Enamorar prostitutas es el verdadero sentido de la literatura de caballería, recordemos al Quijote, recordemos cuando Sancho alaba los burdeles de la misma manera en que García Caballero se hace de un escudero, un tanto infiel, por decirlo de algún modo, pero bastante gracioso, ya que El gordo, pues así lo llama, es su interlocutor desde el inicio de la novela. Es este Gordo el receptáculo de tantas elucubraciones, amigo fiel preso dentro de la mente desequilibrada de los doctores, recluidos en una celda del cuarto piso y preparados para ser rapados, o borrados de la sociedad, da lo mismo, recuerdan a Artaud, el suicidado de la sociedad. García Caballero acerca su voz al odio del Gordo y le dice las palabras con las que comienza la aventura literaria que ahora tenemos, pues confiesa que ha tenido un sueño, un hermoso sueño con ladrones de bicicletas y grandes viajes, un sueño que le manda escribir la historia de su encierro. De la misma manera comienza El Tambor de Hojalata, cuando por detrás de una puerta de un sanatorio se negocia las 500 hojas que servirán para escribir la historia de un infierno, pero si la vida es un infierno y si los otros son el infierno, también pueden ser la gloria, pues como música de fondo tenemos las constantes ocurrencias del autor, que no deja que su novela degenere en tragedia, se escucha constantemente a Peral Jam y uno que otro sonsonete conocido de la música vernácula. Y así, harto de esperar a Rimbaud, nuestro autor presenta su solicitud al puesto vacante, oficio de sibila, de brujo de las letras, ha obtenido un pase para hacer de las páginas un lugar de maravillas. Se para frente a dios y le habla de tú a tú, pues esto es el poeta, una especie de dios engreído que se pone a las patadas con las metáforas siniestras, con el dios del olvido y del odio, con el odio al olvido, y así poco a poco va construyendo un viaje que regresa a Zacatecas, sin intuir que va tras Ítaca, metáfora de todos los hombres del paraíso perdido, pero va más allá, pues cuando por fin consigue el último aventón que lo dejara en el centro de Aguascalientes, cuando por fin tiene una entrevista con su hermana y está a punto de arrojarse a la paternidad perdida, renuncia al paraíso y vuelve a hacer girar la rueda del tiempo, se aleja para poder así regresar otra vez, necesita regresar como un héroe, como su propio héroe. Salvarse de sí mismo, de la locura que le fermenta detrás de los ojos, que lo lleva a escribir y a poner frente a los demás estos motivos que lo atormentan, que lo llevaron al manicomio, es un demonio encerrado en una olla exprés, cuya válvula de escape lo constituye la literatura. Ya lo sabía Bertrand Russell, lo que mayor miedo causa al ser humano es el pensamiento. Lo más humano del ser humano es lo que lo deshumaniza. Lo más humano de lo inhumano es ese parentesco simiesco que mantenemos con la novela, la novela de aventura que no solamente niega al pensamiento analítico en pro de la imaginación, si no que lleva al ser humano más allá de los límites de sí mismo, más allá de lo humano; recordemos que el término humano es en origen egipcio y que significa nosotros, por ello la novela y sobre todo antes de todos los partidos, es un intento por ir más allá de lo humano, que significa nosotros en contraposición a ellos. Nosotros contra todos los demás, humanos como secta. Como egipcios. Por eso esta novela se pretende como Viernes para su Robinson Crusoe, pues es precisamente este Viernes el que da la posibilidad del diálogo, de la salvación en pos de la palabra escrita, de la narración que nos constituye. Nos inventamos con palabras y esta novela que ahora les presento no es más que una invención de la humanidad, es la invención que tiene en mente Crusoe cuando descubre a Viernes, cuando descubre que no está solo en esta isla de perros amarillos, en esta isla de soledad y silencio que para nuestra obra constituye el manicomio donde transcurre la narración y hablando de islas, aparece una encantadora muchacha, algo loca, pero a quién le importa, muchacha al fin y al cabo, loca por el simple contexto, dentro del horizonte del sanatorio donde se encuentran recluidos. Mujer mitad muchacha descompuesta, mitad conjuro de solsticio, mujer salvación, mujer isla de desenfrenos, aparece Ibiza, un lugar paradisíaco para explotar en voluptuosidad apenas contenida, ella es nombrada como isla, aunque bien podría haber sido nombrada oasis. Entonces el texto nos hace pensar y reflexionar en la vida buena, y ante sus narraciones la vida detrás de una oficina se desdibuja, la gente con camisas blancas y corbatas se antojan marionetas de un dios beodo y colérico, mientras que la carretera cobra cada vez más una intensidad desafiante y se antoja una vida plena ahí en el camino, en la carretera viviendo de raid. Pero esto es apenas el comienzo, pues el viaje se antoja infinito dentro de la gran rueda de los Kali Yugas del universo. Se entablan paralelismos con los beat y sobre todo con En el Camino, de Kerouac, pero dejemos que la novela hable y sin más me gustaría leerles un párrafo de la novela y con esto terminará mi intervención Lectura párrafos págs. 121 y 122.

2 comentarios:

Francisco Puente dijo...

me encanta la foto!!
muy buena, tienes talento también para eso

Marcos García Caballero dijo...

Hola pako ¿Cómo estás?