Sujeto al poema,
con su dedo de luz,
con su garganta de caoba,
busco a tientas el hallazgo
luminoso de su bestia en brama:
el concepto del poema es la realidad
intangible de lo que el porvenir dicta,
de lo que el porvenir escucha...
y lo que proviene de lejos
será el punto de partida:
la realidad del asombro y el escombro,
la silueta azul de una mujer,
el mástil gris de la batalla
por donde pasaron en silencio todos
los muertos de la memoria
los que medran en la totalidad
con sus restos y los que se atreven
a cantar victoria en el escalón
torcido de una serenidad amedrentada.
Hemos crecido hasta ser pumas
y nos hemos acostado con las hembras de los loros,
hemos sido piratas de epopeya
y hemos perdido la sabiduría de la rutina.
Yo tenía mi ruina particular
para aprender a quejarme
de la humillación del cuerpo
y los lamentos amargos del espíritu,
por eso pido prisa para esta calma
de brevedad curtida donde mi sangre reposa
del otro lado de la soberbia: madera de carne roja
para finalizar la tarea:
mi alma, mi tiempo y mi risa son tres caras
y tres espejos para enfatizar y exagerar la elocuencia,
es decir y es decir ya algo en claro, que la bestia negra por hoy descansa.
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