A
Tales de Mileto, a pesar de que su vida está envuelta por leyendas, anécdotas,
chistes y deslumbrantes genialidades, que hizo, tuvo y estudió; lo que sí hay
consenso en todas las Escuelas Filosóficas del Mundo y de todos los tiempos, es
en que Tales de Mileto es considerado como el primer filósofo de la Historia de
Occidente. Sobre sus orígenes hay discrepancias entre las que refieren Diógenes
Laercio y el historiador griego Herodoto, ya que para el primero, Tales era
milesio de nacimiento y según Herodoto, Tales tuvo origen fenicio. Es más
aceptada en la actualidad la idea de que nació en Tales, una antigua ciudad de
Asia Menor que actualmente es una provincia de Turquía. Uno de sus más famosas
hazañas fue que predijo un eclipse de Sol. El
eclipse que Tales predijo sucedió en la Olimpíada XLVIII, (585-584 a.C.) y los cómputos modernos lo
fijan el 28 de mayo de 585 a.C. Éstos son datos de los Estudiosos
norteamericanos Kirk y Raven, cuyo libro Los Presocráticos es referencia
obligada para un estudio profundo de la filosofía de aquellos tiempos hasta la
figura de Sócrates.
Como Egipto fue siempre considerado la cuna de las
ciencias griegas, existe la tradición de una visita de Tales a dicho país
especialmente debido a su pericia en astronomía y geometría. Además, existe también la costumbre de
atribuir visitas a Egipto a todos los sabios del siglo VI a.C. No debería pues
existir dificultad alguna en admitir este acontecimiento sobre todo si se toma
en cuenta la afinidad de ciertas ideas de Tales con las que se cultivaron en el
Cercano Oriente y probablemente en Egipto. Existe a este propósito el
testimonio de Aecio; “Tales..., después de haber filosofado en Egipto, llegó a
Mileto cuando era más viejo.” Aecio afianza su afirmación diciendo que Tales
sustentó una teoría para explicar las inundaciones del Nilo, lo que aumenta la
posibilidad de que viera personalmente el río, aunque Kirk y Raven apunten al hecho de que toda esta información
la pudo obtener de mercaderes milesios.
En cuanto a sus escritos, el mismo Tales, en una
carta a Ferécides, que Diógenes Laercio le atribuye, dice: “Nosotros, que nada
escribimos, viajamos por Grecia y Asia.” Y Simplicio, por su lado, afirma: “Se
dice que no dejó ningún escrito, con excepción de la llamada Astrología
náutica.” Pero, acerca de este libro, hay una gran disparidad de opiniones: el
mismo Diógenes Laercio dice que es probablemente de Foco el Samio. No hay, sin
embargo, elementos concluyentes para establecer la paternidad de la obra
mencionada: el habérsela atribuido a este milesio puede significar simplemente
una mención a sus actividades científicas o un reconocimiento a su condición de
sabio, uno de los “siete sabios de Grecia”.
Tales, como es reconocido el “padre de la filosofía
griega”, Aristóteles denomina a Tales como achegós tes toiautes philosophías.
Es natural que a su alrededor florecieran anécdotas para describirlo como
poseedor de aquellas notas características que debieran sobresalir en todo
filósofo, o sea, la capacidad de la especulación y la suficiente inteligencia
práctica para solucionar problemas inmediatos.
En
cuanto a la primera cualidad, Platón[1]
nos relata el siguiente episodio: “Ahí tienes, Teodoro, el ejemplo de Tales,
que también observaba los astros y, al mirar el cielo, dio con sus huesos en un
pozo. Y se dice que una joven tracia, con ironía de buen tono, se burlaba de su
preocupación por conocer las cosas del cielo, cuando ni siquiera se daba cuenta
de lo que tenía ante sus pies. Esta burla viene también a todos aquellos que
dedican su vida a la filosofía.” A pesar del tono de crítica burlona que emplea
Platón, parece cierta la advertencia que se hace ahí a los que se dedican a la
filosofía en cuanto a su probable destino. Por lo que se refiere a sus aspectos
prácticos, Aristóteles nos señala la siguiente anécdota:[2] “Podes, a causa de su pobreza, así lo cuanta
la historia, fue objeto de mofa por la carencia de utilidad de la filosofía;
pero por su conocimiento de la astronomía había observado él que, mientras era
aún invierno, iba a haber una gran cosecha de aceitunas, de manera que reunió
una pequeña suma de dinero y pago depósitos redondos en la totalidad de las
prensas de aceitunas que había en Mileto y Quíos, las cuales alquiló él por una
renta muy baja, ya que nadie le hacía la competencia; y cuando llegó la
estación hubo una demanda imprevista y repentina de un gran número de prensas
simultáneamente y, alquilándolas al precio y en las condiciones que él quería,
reunió una gran suma de dinero, demostrando así que, si quisiera, le era fácil
a los filósofos ser ricos, pero que no es esto lo que acapara sus cuidados.”
Actividades
científicas: La más importante de
estas actividades desarrolladas por Tales está ciertamente ligada a su
predicción del eclipse de sol, que, como ya hemos indicado, se verificó el 28
de mayo de 585 a.C. y que oscureció una parte del Cercano Oriente y Egipto. El
testimonio más preciso nos lo proporciona Herodoto.[3] En
el sexto año de la guerra que ellos (los medas y los lidios) estaban librándose
mutuamente, sucedió que, cuando la batalla estaba trabada, el día se convirtió
de repente en noche. Tales el milesio había predicho a los jonios que iba a
tener lugar esta alteración del día, fijándolo precisamente en el año en que
ocurrió.
Es
casi imposible que Tales conociera la verdadera causa de un eclipse de sol (ya
que los físicos que inmediatamente le sucedieron tampoco la conocían). Por lo
tanto, es más probable que se basara en una larga serie de observaciones de las
estrellas o, como indican Kirk y Raven,[4] el
acceso que tuvo a los registros babilonios, desde el momento en que, al decir
de Herodoto,[5] había estrechas relaciones entre Sardes y
Jonia. Parece entonces que la asombrosa precisión con que fue anunciado este
fenómeno se deba más bien a la suerte que a acuciosos cálculos astronómicos.
Por tanto, la fama de Tales como astrónomo se debe, más que a este fortuito
suceso, a sus estudios acerca de los solsticios y sus variaciones, mencionados
por Eudemo en Diógenes Laercio,[6]
y el haber atraído la atención de los navegantes sobre la Osa Menor.
La
fama de Tales como matemático se deriva de dos descubrimientos. El primer
hallazgo lo encontramos en Diógenes Laercio,[7]18 quien, citando a Jerónimo, dice que “midió
las pirámides por medio de la sombra, comparándola con la nuestra cuando es
igual al cuerpo”. Plutarco da una versión un poco más compleja: “La altura de
una pirámide está en relación con la longitud de su sombra, al igual que pasa
exactamente con la altura de cualquier objeto vertical mensurable y la longitud
de su sombra en el mismo momento del día.”[8]
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