lunes, 4 de julio de 2011

EL ESCÁNDALO DEL PLACER...

"Asumir la quietud y saborearla es la última lección de la razón práctica, su ápice. La actividad del hombre, su esfuerzo ingenioso, su heroísmo, su solidaridad, su arte, no llevan a nada que trascienda esa experiencia afirmativa del asentamiento en la vida/mundo que denominamos PLACER. Todo lo que prácticamente tiene sentido para los hombres lo tiene en cuanto conduce, posibilita o promete algún placer humano. No hay destino más alto: no hay altar superior al que el placer humano deba ser inmolado. El resto es superstición. El hombre no ha sido hecho para nada sino para sí mismo; y en cuanto trasciende la biología y alcanza lo simbólico, ha sido hecho por sí mismo. Sentir y afirmar la experiencia de vivir son su meta permanente, única. Lo que hay al final de cada uno de sus más altos logros es un recogimiento que se contenta en sí mismo y que no quisiera concluir... pero concluye. Ese placer cada hombre lo ha de experimentar por sí mismo, de forma individual y antigregaria. Ahí está el escándalo, siempre inspirado por la superstición clerical que nos quiere perpetuamente congregados en espera de un objetivo mayor y futuro. En este sentido el placer es nihilista porque subvierte cualquiera de los grqandes Ideales venerables que lo trascienden o los Principios que lo minimizan, pero es un nihilismo que reconcilia al hombre consigo mismo y que convierte tal reconciliación hedónica en fuente de valores. El placer es anticolectivista, porque sostiene -sin necesidad de decirlo- que el destino de la intervención social del hombre no es sacrificar al individuo para perfeccionar lo colectivo, sino perfeccionar lo colectivo para dar nuevas oportunidades de gozar al individuo."

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"El amor trasciende su objeto, lo busca allí donde aún no está, lo requiere allá donde ya no está; la idealización del objeto amado que el amor impone proyecta a éste hacia lo inalcanzable incluso en la posesión misma: por eso el amor merece tanto la pena, pero también por eso causa tantas penas."

FERNANDO SAVATER

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