sábado, 6 de febrero de 2010

Interminablemente, cansadamente, me repito tu nombre. Y lo digo así bajo el sueño de las olas, como la promesa de ser buen y maldito complicador, que sabe, así como tú, que no solamente es amor lo que se vive entre dos, cuando son dos los que se importan, sino quizá, que viven aquello como una hecatombe, la dosis diaria de la soberbia y el gesto de lo obsceno, el farfullar de la peligrosidad singular y luego, ya más cercanos entre sí, los besos y la tierra que nos llevamos para cavar tumbas y rellenarlas con unidades métricas vacías. II El pan y lo absoluto: el vicio de lo feo, inclusive lo pornográfico, el dulce y el incremento de saliva por porción azucarada, la ventisca, el sol brillante, el desierto y el caos; el origen, desde donde fuimos pensados y desde donde seremos reclamados. Ayer me dije a mí mismo: “El corazón acaba siempre partido por el mundo”. Hoy tengo un poema y la espuma del coraje para no regresar, para evaluar quizá en el altar del arte, la guadaña y la flor, a la prostituta y la piedra, las fuerzas morales y el maxilar de la bestia. ¿Ustedes no?....

1 comentario:

Anónimo dijo...

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Thanks in advance and good luck! :)