A
ELLA, QUE SABE COMO DISCURRO
Musa mía: presiento que sería ya muy miserable
de mi parte tratar de aumentar la gloria de tu
hermosura
con más poesía debido a la constancia de la guerra
que me ha sido impuesta, como si fuera culpa
mía este amor mío
que te envío a toda hora y eso de gratis por parte
de los
enanos canallas que apoyan a los grandes.
Es por eso que de una buena vez toco tus labios y
siento en lo más
profundo de mis vísceras tus ojos y tu rostro que a
éstas alturas
es ya una
leyenda en mi vida desdichada.
Pero no me quedo en eso, sé que nos veremos, sé que
andaremos,
sé que viviremos, sé que nos desearemos, sé que nos
ataremos,
sé que nos desnudaremos, sé que nos vestiremos, sé
que nos leeremos,
sé que pasearemos, sé que se volverán a introducir
los racimos de frutas, paraísos, vinos finos y toda
una primavera en
nuestras vidas. Sé que de toda esta ignominia no
quedará nada, no
tiembles corazón prodigioso y pulseras brillantes,
estamos, aún sin que
lo sepamos, más cerca que nunca, este cerro hermoso
sabe lo que dice, y
ya no veas cómo me pongo, porque te adoro
interminablemente, con esa
pasión y voluntad que funda futuros,
hasta que los malos augurios sean solo recuerdos.
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