“Piso los pensamientos
de mi sombra”
Octavio Paz
1
Sin título
Mira mi sombra caer y desmadejarse,
mira la provincia de mis pasiones: lo que
amé, lo que canté,
ahora tirado en el lodo apestando putrefacto.
Mira mis amigos dispersándose en la noche,
como uno a uno se van separando los recuerdos
de la memoria
hasta convertirla en utopía.
Mira al pensamiento que te piensa
y ha pensado al país, a la guerra,
cuando me he visto de cara frente al absoluto
y me he atrevido a decir,
seco y despojado de toda mitología personal:
yo pienso.
Y este pensar me duele, porque cuando la
cabeza descubre
al pensamiento, no sabe qué hacer con él y
tampoco sin él.
Mira esta ira y este rencor, este espíritu que ha tocado las
barbas del demonio,
cuando escuché retumbarlas en mi mente y ya nunca más pude
reconocerme en el espejo.
Mira cómo caen la risa loca y la puta
mentira,
y así siempre así, en el fondo del corazón
humano,
mientras todos quedamos enajenados y vacíos.
Es cuando se retrocede, es volver al punto de
partida,
es cuando un dulce licor de ayer diría hoy la verdad
decantada, lo que cada niño se ha prometido,
lástima que sólo se vuelva uno más
que apesta en el corral de la cotidiana
obscenidad.
Mira los logros de los antiguos griegos, la más espléndida
época de la conciencia humana, de la cual sólo quedan retazos.
¿Qué quedará entonces de mi nombre? ¿De mi amor, de estos
brazos y éstas manos que tratan de narrar lo que fuimos o lo que quisimos ser?
Vergüenza, sensación de coraje,
de despellejar la realidad inasible.
De que nos conteste la pena
que nos aleja o nos separa o nos junta,
acaso,
una leve variación del ego, su bifurcación.
Mira este silencio, mira estas palabras que se
tragan mis palabras.
Porque callan en un grito
que quisiera destruir, destruir lo abstracto,
porque el pensamiento es incompatible con la
realidad.
Pero yo estoy en Asia.
Mira mi viejo libro de poemas mal leído y mal
entendido.
Mira mi cadáver, mira mi muerte que desconozco,
mira ese viajero del metro que puede caer
junto a ti en cualquier momento,
Y entonces, sabrás a quién te estás
acercando.
Abril 2003
2
Sin título
No
hay ley de paz para la bestia en brama,
no hay cauce en este
blues
para fugarse a un tren desconocido,
sólo hay el dios que me
dio las palabras para vivirlas,
perderme en ellas y una
vez desvanecidas, recobrarlas.
El colibrí se escuda
entre las ramas,
el viento sabrá tocar mi
nombre
al final de todas las
horas.
En la brevedad, en el
frío del sortilegio,
soy testigo de mi cadáver mudo,
de mi espanto que se
petrifica antes de dar el salto,
del hueco que dejan las
preguntas:
¿Cómo fuimos, hacia dónde
íbamos?
¿Qué es esta certeza que
no se llama mi nombre ni mi sol
sino la faz anterior a
todo lo que pregunta y no contesta?
Venga, pues, el poema,
y el poema viene tirando
patadas al veneno
de esta ciudad curtida,
al gemido y rugir de la barbarie,
a la estúpida piel del curare y el arsénico,
a los esbirros cansados
que tasajean al país
y a la obscenidad de la conciencia enana,
contra la suprema pureza del concepto desgastado por los años
vuelto idea fija,
luchando contra la fatalidad y la futilidad,
sólo pervive en el gesto de quien sabe compartir,
en la brevedad de su hora, al alce, al caribú, a la nutria
y la sonrisa que empieza con k de karcajada,
del aquí te acabas y aquí comienzas,
entre el hacha y bajo el frío, con sudor y contra el viento,
ejercitando el coraje que se enristra
y descarapela la amargura de la nostalgia, no obstante
la sinergia de su vuelo que todo lo reinventa.
El poema es un cuerno de la abundancia
contra la seriedad de la realidad bruta chapada a la antigua,
cuando lo inmediato es el odio al vecino
y el silencio endurecido del cinismo
que camina de espaldas a la vida,
cuando la vida sólo es lo vivido
y ya cada quien se guarda su pena ajena
para hablarla al espejo del día
sobre los trascendentales: el fútbol, el dinero, el país
inútil
como su gobierno y la vida, nuestra vida,
la vida que es incomprensible, vuelta
una cómoda sensación de fracaso heroico y seguridad animal.
Así que es dura la contradicción del poema cuando se busca
escalar por peldaños oscuros
y disipar lo no vivo de la vida cuando ésta es auténtica
y su diagnóstico debería ser: o te mueres de risa absoluta
buscando a la luna en tus palabras
o te pasa, como al que dijo no ser maniqueo:
“Ya me reiré después”,
cuando el silencio haya pasado,
cuando no haya luna para contemplar,
o cuando lo no vivo de la vida me haya tocado respirar.
Abril 2003
3
Pórtico, un pedestal y una
sombra
Acariciar
un tanteo, ser límite del sueño y más allá
de
la ilusión de ser genio.
Uno
tanto como cuánto se es, cúspide, centella y bajo los golpes,
cauto
y calificado
para
nombrar un decir, un provechoso mar, un proyectil en la niebla,
un
recorrer el sonido y la tautología del dolor:
“Es
que yo siempre…” esto y aquello,
pero
más allá, en el sitio donde el espíritu está
con
las pasiones y el puño de hambre y de miseria,
ahí
ha sobresalido la palabra que designa,
que
da su vuelco por el símbolo y el destino,
la
nube naranja de las víctimas y de los restos civiles
de
un naufragio continuo, sargazos,
muchos
pedazos que a nadie le importan,
pero
es el farfullar donde se aspira una presencia
que
deletrea su nombre con
la
aspiración de…¿de?
L
A P A LA B R A, su uso es su propia confianza
y camino.
Palabra,
es un puesto de astucia no derribar ni la voz que la sacude,
darle
un nuevo sentido, y su probidad de multiplicidad polifónica:
Hoy
seré aquello, mañana lo de más allá y pasado, allá llegaré.
a
ese curtir, a ese bongo de antaño, a ese cuello de cipreses,
a
ese torso de delfín que nace en su escalón hacia la música,
a
ser copartícipe de un mástil y
fraguar
de arrebatos llegaré hasta más de ti,
más
de un posible vacío y su contenido:
oquedad
sin sol, plenitud del polvo,
oasis
del mar y de suceder como tumba en medio del agua,
roca
pulida de ser, guturalidad que avanza al gesto,
gesto
que avanza a la palabra, palabra que ahorca y avanza,
palabra
que nadie propone, palabra que todos callan,
palabra
que nadie ignora,
palabra
que es la luz y la noche,
disidencia
de la razón absoluta, palabra para compartir el hallazgo,
el
carácter, la maldición, la paz y luego, la estela de una sombra y luego
una
lágrima que despierta, se levanta, recuerda y se desvanece.
Julio 2003
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