jueves, 27 de marzo de 2008

Gloria para Alforja.

Ahora que pasé desde el jueves santo al domingo pasado en el deefe, volví a ver a viejos amigos como Vicente Anaya y me ha golpeado la nostalgia. Vicente Anaya me comunicó que muy probablemente Alforja descanse por un tiempo. Eso me hace recordar todo el esfuerzo enorme del cual yo sólo he sido una pequeña parte. Recuerdo la presentación del número X de Alforja en el Museo de la Ciudad de México. Éste número estuvo dedicado a la poesía neohelénica, con una entrevista inicial de José Ángel Leyva a Hugo Gutiérrez Vega, amplio conocedor de la cultura Griega y de quien tuve la suerte magnífica de que me diera clase en la SOGEM. Ese día, (no recuerdo exactamente) fue en Octubre de 1999 y yo fui acompañado de mi novia de entonces. Hubo música de violín y todo estuvo sensacional. Simplemente digo, aunque se podría decir mucho más, que qué va con el esfuerzo de Alforja, todos hemos dado algo, pero José Ángel Leyva y José Vicente Anaya han sido poetas que qué bárbaro, impresionante su esfuerzo y su talento, heróico yo diría. ¿Quién de todos los poetas actuales en México no reconoce a Alforja como la mejor revista exclusivamente de Poesía como la mejor que se ha hecho? Incluso si Alforja descansara un tiempo, todo su torrente crítico, todo su contenido sigue vigente, es ya parte de la historia de la literatura y el pensamiento contemporáneos. Toda Alforja. Inmensa Alforja. Toda la Gloria es para Alforja. Todos para Alforja y Alforja para todos.

sábado, 15 de marzo de 2008

Humanoa, poemario dedicado a la mujer, de Sergio Vicario

De Próxima presentación en Aguascalientes. Felicidades primo.
Indicadores de cultura Leer en México POR GERARDO OCHOA SANDY Revista Este País (Se adjunta PDF con gráficas) Tomado de http://www.foromexi canodelacultura. org/node/ 367#attachments La valiosa y pormenorizada Encuesta Nacional de Lectura (ENL) de CONACULTA (México, 2006) facilita muchas aproximaciones al tema. Las han emprendido ya diversos especialistas desde las perspectivas editorial, sociológica y geográfica, educativa, de fomento a la lectura y consumo cultural. Hay también quienes han derivado propuestas concretas que eventualmente podrían incorporarse al programa educativo del gobierno actual. Elijamos una de entre las muchas posibilidades de acercamiento a la ENL. La pregunta de por qué no lee el mexicano arroja un dato que pareciera revelador: contra la opinión general según la cual el mexicano no lee porque no le gusta, se dice que no lo hace porque no tiene tiempo. La pregunta múltiple, cuyos resultados no suman 100%, interroga de frente al encuestado: “¿Cuáles son las principales razones por las que usted no lee?” La falta de tiempo, responde el 69.95%. Ésa es de paso también la razón por la cual el 52% no asiste a las bibliotecas. El mexicano leería, pero no tiene tiempo, qué calamidad. La realidad es otra. Veamos por qué. Si nos remitimos a otras variables, la presunción de que sólo bastaría tiempo para volvernos un país de lectores se disipa. El 30% de los encuestados aceptó, sin rodeos, su falta de gusto por la lectura. Hay algunas otras respuestas que de una manera diferente afirmarían algo similar. El 19.1%, por ejemplo, dijo que prefiere otras actividades recreativas. El 14.4% dijo que de plano le da pereza. El 13.2% dijo que no le interesa lo que tiene a su alcance. El 3% dijo que no le gusta la lectura porque es obligada. La falta de gusto por la lectura es una razón de índole general y las demás refieren a algunas de las causas. Si las agrupamos, el total de quienes no leen porque no les gusta, sea cual sea la razón, ascendería a 79.7%. La falta de tiempo, al compararse con otros indicadores, se desmorona como causa principal. La formulación: “Lugar que ocupa la lectura en su tiempo libre”, también de respuesta múltiple, clarifica la situación. Los mexicanos caen redonditos: el 41.1% prefiere la televisión, el 29.2% descansa, el 21.7% se reúne con amigos o familiares, el 15.7% va al cine y el 11.7% a fiestas. Sólo el 12.5% lee libros en el tiempo libre y 1.2% “lee” por Internet. La respuesta a la pregunta: “¿Cuál considera que es el principal problema que enfrentan las personas para no leer?”, más general y sin dirigirse directamente al encuestado, confirma que la falta de tiempo no es una respuesta confiable. Sólo el 8.6% asegura que los demás no leen por esa razón y 52.4% considera que las causas son más bien la falta de interés, hábito, educación, cultura o información y el analfabetismo. “Yo no leo porque no tengo tiempo, los demás no leen porque no les interesa, ven la tele…”, etcétera. Si acaso hubiese dudas, la formulación: “Principal razón para leer” acaba despejándolas. La respuesta, en esta ocasión, no es múltiple, por lo que sí se redondea al 100%. Sólo al 9.2% le gusta, sólo el 8.0% lo considera relevante para su crecimiento personal, sólo el 6.8% se divierte al hacerlo y sólo el 1.8% lo hace para tener tema de conversación. Y a los jóvenes entre 12 y 17 años es a quienes menos les gusta. El 54.8% lo hace para la escuela y el 13.3% para informarse. Sólo el 6% lo hace por diversión, el 5.5% por crecimiento personal, el 4.8% porque le gusta, el 3.7% por “actualización” , el 2.1% como tema de plática. Los porcentajes más bajos demuestran que el intelectual y el sacerdote no son de ningún modo referentes para la juventud. Sólo el 1.1% de los muchachos de esas edades afirmó que leía para ser culto y el 0.3% por motivos religiosos. Y no olvidemos que por “lectura” se entiende en México un promedio de 2.9 libros al año. El libro, se alega, no es ya el único soporte. Sigamos con la encuesta y advertiremos que el Internet ni tiene la culpa de que no se lean libros ni necesariamente sustituye la lectura de libros o de la palabra impresa en general. El 24.2% del total de encuestados, una cuarta parte, utiliza Internet. La pregunta: “¿Para qué usa Internet?”, también de respuesta múltiple, reporta que el 52% lo emplea para enviar y recibir correo electrónico, el 45.5% para “estudiar” (de lo cual inferiríamos que lo utiliza para las tareas), el 44.7% para chatear, el 29.3% lo ha vuelto una herramienta de trabajo, el 17.3% escucha música, el 15.4% se informa de “actividades” y el 9.9% juega. Sólo 2.5% lee periódicos y revistas. Esta pregunta acaso fue formulada de manera incompleta y se nos escapa un dato esencial. Incluye la alternativa de “Informarse de actividades” pero no la de “Navegar” ni la de informarse de temas de interés propio. Variantes que reportarían, junto con preguntas adicionales referidas a los “Temas sobre los que navegas por Internet” y las horas-día dedicadas a la lectura de esos temas, también ausentes, qué tanto está leyendo y sobre qué cuestiones el mexicano en general a través de la web. Y los jóvenes en particular. La encuesta los confirma como el segmento más asiduo a Internet. Una pregunta de respuesta múltiple reporta que el 36.1% tiene entre 12 y 17 años y un 44.3% entre 18 y 22. La pregunta más acotada: “¿Los libros que usted lee son…”, reporta que sólo el 1.8% son buscados a través de Internet. Saber algo así nos ayudaría, digamos, a sugerir una plan de búsqueda-lectura por Internet para los muchachos. Moraleja I: si un mexicano le dice que no tiene tiempo para algo, no le crea y siga preguntando. Moraleja II: pregúntele a un joven qué lee por Internet, y si le dice que nada porque no tiene tiempo, tampoco le crea.
Presentación del libro Infinitos dispersos en el Museo Posada de Aguascalientes, en Julio de 2006 La primera vez que presenté esta suma de textos poéticos, fue en la primera feria del libro al aire libre en el Zócalo de la ciudad de México, en septiembre de 2001. Hubo cerca de 500 personas y fue un éxito. La segunda vez fue en ese mismo septiembre el día 11, el día de los atentados a las torres gemelas de Nueva York. Ésa presentación fue en la ciudad de Tlaxcala. Uno de los presentadores del libro, mi amigo Guillermo Vega, llegó a mi casa de la ciudad de México temprano para tomar el camión. Vimos las imágenes de las torres una y otra vez y se sentía esa histeria que creo, todo mundo recuerda. Guillermo me dijo: “Oye, y con todo esto, ¿tú crees que salgan camiones para Tlaxcala?” Ya refiriéndome al texto, diré que como es mi primer libro tiene un lugar especial en esa parte invisible del patrimonio espiritual. Todo el mundo me ha dicho que es un libro logrado y espero que así sea, lo digo sin falsa modestia y espero que así lo sientan los que lo compren. La poesía a la vuelta de los años demuestra que es, paradójicamente, el más rentable de los géneros literarios: por éstas fechas todo mundo sabe o puede saber y acercarse a los textos de Baudelaire pero, en cambio, casi nadie conoce la obra completa de Balzac. Espero que sea la venganza de la poesía finalmente, la más profunda de todas las artes y la más ignorada y vaya en sentido directamente proporcional a las burlas que pasamos los poetas en vida. Todo poeta grande es un pionero. “Los artistas son aprendices de la luz”, decía Carlos Pellicer y todos los poetas, los que regamos nuestro propio jardín, así esperamos el alba y el día nuevos, el día de la utopía personal o generacional: a mí en lo particular, y creo que a mi generación, nos tocó abrir los ojos a la realidad mexicana con el levantamiento de Chiapas; yo tuve varias aventuras zapatistas, pero siempre, tortuosamente, difícilmente, he regresado a la creación poética. Finalmente unas palabras, por mi parte, para algunas personas de Aguascalientes: He notado que aquí en la ciudad, (por los trabajos que me ha tocado desempeñar), circulan muchos enfermos tipo enfermos mentales o con problemas parecidos del habla, etc. Hace poco, observé una muchacha que casi era arrollada por un taxista por no fijarse al cruzar el segundo anillo. Todavía sacada de onda, fui a socorrer a la muchacha y solo de mirarla se le notaba un problema de ese tipo. La abracé y le dije: “Cuídate mucho, por favor”. Sea como sea, la chava me entendió y balbuceó “gracias”. Bueno, pues por gente como ella quiero leer el siguiente texto, y después Elena mi nueva amiga leerá algunos poemas, espero que, convencida como yo, que la poesía nos hará libres. De la Vorágine y el Estribo..:

lunes, 3 de marzo de 2008

Ho flores divinas...

Texto del año 2000 Por Marcos García Caballero Estamos un poco después de 1821. Las calles que recorre Baudelaire se inundan de luces, la vieja arquitectura da paso al hierro que se funde al modo de la construcción de los griegos, entra en vigencia la modernidad acompañada de la arquitectura del vidrio. Un París que ha visto pasar a Rousseau y a Voltaire, indiscutibles precursores de la época moderna, ¿Y qué es la época moderna? La mezcla de lo antiguo y lo moderno. Baudelaire crece en un París que desde sus trincheras defiende y hace prosperar a la burguesía, mientras la noción del Bien o de lo Bueno —como se quiera—, inicia su decadencia, mas no su muerte. Podría decirse que el eterno declinar de la noción del Bien también es signo caracteríztico de la edad moderna. Y Baudelaire, como todo buen poeta que vive en carne propia las contradicciones, las pasiones y los impulsos de su época, “tiene la mirada del exiliado, del paseante”. (Walter Benjamín dixit) Y tal como ve a su ciudad y ha tomado distancia de un progreso que no puede ver más que como absurdo, también ha tomado distancia de su propia subjetividad, como queda de manifiesto en el sabroso poema Elevación: “Por encima de los estanques, por encima de los valles, de los montes, de los bosques, de las nubes, de los mares, más allá del sol, más allá de los éteres, más allá de los confines de las esferas estrelladas, Espíritu mío, te mueves con agilidad, y, como buen nadador que se deja llevar por las olas, surcas alegremente la inmensidad profunda con un gozo indecible y potente.” Baudelaire es el directo antecedente de los poetas malditos, tal y como los estudia y enumera Verlaine en su libro del mismo título publicado en 1884. Este carácter maldito es el absoluto rechazo a la conformidad burguesa y sus conceptos de moral y prácticas monótonas. Baudelaire sacude a las buenas conciencias de su época y Las flores del mal no contiene ejemplos de ello: toda la obra es ejemplar, véase el poema Una carroña, La musa enferma y tantos más. Al hundir sus ojos en lo oscuro, en lo abyecto, en lo putrefacto, Baudelaire juega auténticamente con fuego, como buen poeta, es un explorador del espíritu. Habla con Dios como con un compañero de parranda, sube a los cielos a preguntar por lo terrestre y baja a la tierra a preguntar por los dioses, y ya entrados en tragos o en dosis de hachís, Baudelaire y su pandilla de crápulas entrevistan a Dios, no para dudar de él, sino para afirmar su inmperfección, pues Baudelaire sabe, como los antiguos gnósticos, que el mundo es un “desperfecto cósmico”. (Henry Miller dixit)
HISTORIA PARA TELEVISIÓN En un pueblo olvidado de la mano del progreso, Paguatlán, Puebla, un día de estos se apersonaron los miembros de un circo para montar su espectáculo confiados en que la monotonía rutinaria del pueblo, haría ver las presentaciones del circo como un suceso poco más que extraordinario. De inmediato se vinieron encima la propaganda y los rumores. En el supermercado Gigante de Paguatlán se exhibieron carteles con los grandes trapecistas ejecutando saltos mortales y debajo un letrero en otomí (lengua en uso por los habitantes de Paguatlán) que traducido al español bien podría ser: "ágiles, intrépidos, atrevidos, temerarios trapecistas en el circo, corta temporada". Días previos al inicio de la primera función, los trapecistas iban al Gigante de Paguatlán a comprar alimentos para los animales del circo. Roxana, la cajera que los atendía, intentaba sacarles plática a los trapecistas y ellos le contestaban que no podía faltar a la inaguración, pues ésta sería magnífica. Roxana chachareaba con las demás cajeras del Gigante de Paguatlán y acordaron que todas ellas, irían a la primera función, que sería un día después de que les dieran su quincena y se deleitarían con las grandilocuentes hazañas de los enanos payasos, el lanzacuchillos, los tigres amaestrados y por supuesto, los trapecistas. Un día antes de la función, llegó el maestro de los trapecistas con Roxana y le preguntó por el departamento de medicinas. ¿Le pasa algo a usted? ¿Está enfermo? Le preguntó Roxana. Y el maestro de los trapecistas respondió que necesitaba unas vendas, desinfectante y desinflamatorios para uno de los rinocerontes que detenían la lona bajo los actos de los trapecistas, pues uno de ellos se había herido una pata cuando los enanos payasos, jugando con él, le habían metido la pata en una cubeta. Roxana entendió que si no le prestaba ayuda al maestro de los trapecistas, la función de estreno no se llevaría a cabo, pero recordó que ese tipo de mercancías llegaban a Paguatlán hasta la noche y que se quedaban en la bodega para ser puestas de venta al público hasta el día siguiente. Pidió permiso al gerente para dejar su puesto unos instantes, (haciendo que la bruja que iba a comprar cilantro tuviera que esperar) y se llevó al maestro trapecista al estacionamiento del Gigante de Paguatlán, Puebla. Ahí le dijo que le podía conseguir la medicina sólo si entraba de contrabando al almacén para los medicamentos. El maestro trapecista dijo ni pensarlo, no quiero exponerte a que te despidan. Pero Roxana contestó que no era justo que se aplazara el estreno del circo, ¿es que no ve usted? Toda la gente de Paguatlán Puebla está esperando la función, han venido a contarme de que hasta en la taquilla de los boletos algunos están acampando para asegurar un buen lugar. Bueno, dijo el maestro, hazme ese favor pero ten mucho cuidado. Roxana no se chupaba el dedo (a menos de que se lo cortara) y le dijo al trapecista que le tenía que devolver el favor dejándola entrar gratis y en palco especial a ella y a todas las cajeras del Gigante de Paguatlán Puebla. El hombre de circo sonrió, estiró los brazos y dijo: "¡Por supuesto amiga Roxana! Tenlo por seguro". Así fue entonces como en la noche Roxana penetró con una lámpara al almacén del Gigante de Paguatlán Puebla y consiguió todos los medicamentos que necesitaba el rinoceronte. Pero no contaba con el velador del Gigante de Paguatlán Puebla, pues cuando vio la puerta abierta de la bodega la cerró y Roxana se quedó encerrada. La pobre Roxana, al verse en el embrollo, comenzó a tararear una vieja canción de The Police en honor de la cual, sus padres le habían puesto ese nombre. Pero se quedó encerrada y no pudo salir con las medicinas. Se durmió autorrecetándose cloroformo y quedó tumbada hasta el amanecer. Al día siguiente, el señor maestro de los trapecistas fue a preguntarle si lo había conseguido, pero ya era demasiado tarde. La función tendría que posponerse hasta el día siguiente. Pero a Roxana se le ocurrió una idea: está bien, el rinoceronte no podrá salir al espectáculo, pero como nadie en Paguatlán Puebla conoce un rinoceronte, mis amigas cajeras y yo nos disfrazaremos de rinos y serviremos para la manta de protección por si alguno de los trapecistas se cae. Perfecto, dijo el señor de los trapecistas, como buen amigo del espectáculo le pareció lo correcto. Así que Roxana y sus amigas se disfrazaron de rinoceronte con cartón de color gris y peluche. A la hora de la entrada de los trapecistas, en plena función, el maestro le dijo a Roxana y sus amigas que les faltaba algo para hacerla de cuerno de rinoceronte. No hay problema, dijo Roxana que ya venía preparada: sacó su trofeo de empleada del mes del Gigante de Paguatlán Puebla y lo sacó por el peluche a la hora de la función. Les amarraron un lazo y con eso Roxana y sus amigas, disfrazadas de rinoceronte, presenciaron el espectáculo y la gente de Paguatlán Puebla lo disfrutó y aplaudió como nunca. El rinoceronte fue curado al día siguiente y en las siguientes presentaciones, la gente no aplaudió tanto a la hora de los trapecistas, pues creyeron que aquél no era un rinoceronte verdadero.