Mi femme,
buenos días o tardes también
y cielo tostado para el amor
Esta noche.
Siento en mí vibrar los sonoros tambores
de mi vejez, mi muerte toda y absoluta
que se me descubre hecha vida a través de tu mirada,
¿tengo algo para ti?
Una mandarina, una cereza y mucho camino,
el camino eres tú cuando te pienso, ya salí ya todo
entero de mi edad de sombra,
ya me despegué el prejuicio que me atormentaba,
yo seré la ballesta, el colibrí, el sonido de la fiesta,
tu porvenir en mi memoria, la paz del final de la tristeza,
la imperturbable sombra que acaricia tu luna y tu ventana,
exacto, tú lo has dicho: desde Asia hasta África,
más de Mozart, Eric Clapton o Cortázar o Saramago o quien
quieras:
la calle sola con su tremendo pavimento naranja
y sus soledades, y nada de eso nos merecemos ni nada de eso queremos,
pero no tiembles porque mis brazos te hunden en mi pecho,
oh, mi femme, mi idolatría, mi fratría,
mi impostergable cisne de navidad
y los campanazos y cohetones de año nuevo
como tú, toda es de ti la cristalina esencia del lenguaje que
nos decimos
y ¡ay! gritamos también. En medio de la revolución y la
corrupción,
del subcomandante Marcos
o George W Bush,
de la tormenta y el vendaval.
Sólo una ardilla o un tigre y luego la ontología y la literatura
y el viaje,
para que, por medio del mundo, llegues tú a mí y yo a ti
y mis besos te llenen toda de lágrimas blancas
que en realidad son carcajadas dichas por nosotros
y por los que se nos parecen.
Oh mi femme, te veo vestida del color de mis deseos,
amo tanto el sabor de tu risa en mi sombra y sobre mis cejas
y hasta la oigo donde yo no estoy y quisiera estar presente,
dame una carta de amor, dame toda tu presencia para que me
coma
yo solito toda tu ausencia en tu cuerpo visto y desvestido
por el gusto y la trampa de no desearnos tanto,
porque hay que trabajar y hay que aprender a morir
y sonreír a quien uno no quisiera.
¡Pero eso ya lo sabíamos!
¿Acaso no sabíamos que el amor es diminuto y fugaz y se
renuncia?
¿Acaso no sabíamos que nuestro destino precisamente no era destino
porque estamos juntos?
Vaya pues, vaya pues entonces,
el caminito ontológico para rascar en las raíces de barro
de la pirámide que llevamos dentro,
vaya pues, quítate la ropa,
no me dejes seguir diciendo pendejadas,
no quiero morirme con toda mi poesía,
quiero morirme con todo mi coraje pero en realidad no morir y
antes ver
que de tu boca salgan las benditas palabras: tú, a ti te
quiero, a ti te escojo, entre todo por ti discierno, por ti lo hago.
22
de febrero de 2004
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