Encuentro
Separar la voluntad de las algas,
ser
negro corcel en el silencio
trotando
hacia el silencio.
Amagar
la desdicha y sus cueros del alba,
sostener
este corazón negligente
y
poblado de vacío.
Vacío:
despeñadero de poesías
que
fueron, son y serán.
Vacío:
turbio alimento del presente,
desprendimiento
del ocaso hacia el límite
donde
abrevan como en una fosa las conciencias.
Estiro
la mano y le digo al instante que me ignore,
que
surcaré sus avenidas de plumajes y cuernos
con
la propia llaga de mi voluntad,
y
el instante me repite:
"barquero,
ay de tí y tus escritos..., tus letras
no
allanan mi vacío,
mientras
duermes en mi lecho otros matan o se enamoran. ¿Qué puedes tú contra el bagaje?
¿Qué
razón cubre tu estandarte?
La
palabra que escrituras en mi frente
no
sirve para curar los males de este mundo".
"Por
lo menos no para agravarlos", le respondo.
"Yo
soy pájaro corsario que no conoce el alpiste,
Fausto
te dijo hermoso, sin embargo yo escupo
sobre
tu rostro y tu cardumen de locura que intenta
despellejar
mi alma".
El
instante tomó de mi mano con un resquicio de sombra.
Y
de las cuencas de sus labios
escuché
la pregunta: "¿Puedes?"
Podré sujetarte entre mis párpados, le dije,
mas
no esperes encontrar una salida a tus
dudas
con
mis versos, lo significativo corre por tu cuenta,
allá
donde el firmamento se topa con la incertidumbre
los
caminos se separan y se borran,
donde
el trigo de la muerte intenta caer de la memoria
el
horizonte se vuelve la faz de nuestra interioridad
que
nos deletrea en palabras altisonantes,
en
sílabas de fuego,
en
escarnios de disputas, en venganza, en mujer y tiempo.
No
somos carne para el olvido
aunque
lleguemos a sus puertas,
no
será la parvada de gaviotas que anuncian tierra,
porque
de tierra está hecho el hombre y la voluntad,
solo
te pido, instante, recobrar el alimento de mis demonios,
no
sé describirte pero veo tus rastros como cuerpos
que
caen convertidos en hojarasca al fuego, instante,
ahora
sé de nuestro desprendimiento: yo voy como las
locomotoras
en las tormentas, tú eres como una pluma
que
viaja hacia la selva, tus sales marinas son todos
los
instantes y ninguno, me dueles
como
ver una taza rota sobre la mesa,
me
animas con tus trompetas que cantan al estigma,
ahora
sé instante, que esto se desprende del tiempo,
aunque
con el tiempo morirá, su muerte será metamorfosis
en
otra frente, en otro día o noche, afortunadamente ajeno
a
mi voluntad. Dejemos al azar nuestro próximo encuentro.